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¿Pero quién es Zarqawi?

Fuentes: La Voz de Galicia

Estos señores que nos malgobiernan piensan que basta con inventarse un enemigo con nombre de resonancias musulmanas para ganar la guerra. Desde que desapareció el bloque soviético, con su comunismo que daba niños a comer, y trabajo a la industria armamentística yanqui, la economía occidental está en baja. En seguida se sacaron de la manga […]

Estos señores que nos malgobiernan piensan que basta con inventarse un enemigo con nombre de resonancias musulmanas para ganar la guerra. Desde que desapareció el bloque soviético, con su comunismo que daba niños a comer, y trabajo a la industria armamentística yanqui, la economía occidental está en baja. En seguida se sacaron de la manga (los señores que nos malgobieran) a personajes cuya principal característica es haber colaborado con los norteamericanos, Sadam Huseín (durante la guerra con Irán) y Osama Bin Laden (en la de Afganistán).

Ahora, el enemigo es el fundamentalismo islámico; en los roles principales Abu Musab Zarqawi, Aiman Al-Dhawahiri, y el mentado Bin Laden, que hace mutis, superado por los nuevos.

Es la cantinela cotidiana de George W. Bush, pero creo que el primero que la entonó en Europa fue Silvio Berlusconi (que por algo es cantante de barcarolas) cuando, en septiembre del 2001, anunció en el mismo tono la «superioridad de la civilización occidental». Otros dos tenores de la escena europea entraron por la parte derecha del escenario para asumir sus roles. Uno, el actual primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, quien debutó en el Wall Street Journal con una declaración sobre la eventual integración de Turquía en la Unión Europea (sobre lo cual hay mucho que objetar, pero no con prejuicios religiosos): «¿Acaso nos conviene que el río del Islam desemboque en el lecho de la laicidad?». En su fervor intolerante, el divo francés ignora, u oculta, que Turquía otros defectos tiene, pero es un Estado laico, dirigido por un partido demócrata-musulmán, exactamente lo mismo que Italia con los democristianos durante muchas décadas, o el partido francés de François Bayrou, que forma parte de la coalición gubernamental de Raffarin.

Pero el aria más burlesca, que ya es de opereta, y se le escapó tremendo gallo, lo dio nuestro juglar, antiguo primer ministro y siempre colista de los grandes. Fue ese señor a actuar a la universidad de Georgetown, y se estrenó con una frase tan desafinada que hizo temblar los cimientos de la Historia de España, refiriéndose a la Reconquista para explicar las razones de los atentado del 11 de marzo en Madrid: «El problema de Al Qaida y España empezó hace mil trescientos años, a principios del siglo VIII, cuando, después de haber sido conquistada por los moros, España se negó a formar parte del mundo islámico». Esta frase (traducida del francés), significa que les musulmanes son nuestros enemigos hereditarios, como el judaísmo, el comunismo y la masonería. Fue lanzada ad libitum por nuestro solista, y que yo sepa, no figura en ninguna partitura de ningún orquestador. Entre las nuevas promesas de este bel canto, Abu Musab Zarqawi es un joven con mucho porvenir. Hace un año nadie lo conocía, y de pronto se convierte en un icono de la prensa internacional; casi en un producto publicitario, hasta el punto de preguntarnos si ese rol no ha sido creado para él, o si a él lo crearon para ese rol: asumir todas las barbaridades del terrorismo, en menoscabo de la verdadera resistencia iraquí: mata a diestro y siniestro, captura rehenes, los decapita, degüella a las víctimas sin ningún escrúpulo, un terrorista para quien el terror constituye una finalidad. En dos palabras, es el Mal que el Bien necesita tener en frente. Analizando estos elementos, se puede llegar a una evidencia: los norteamericanos se hallan ante un problema serio en Irak. Colin Powell empieza a reconocerlo; Bush solicita una conferencia internacional. Como no logran resolver el caos que engendraron, lo deforman. No pueden admitir que haya surgido en Irak una resistencia bien organizada que lucha contra la ocupación. Entonces, como son incapaces, de destruirla, optan por deformar su imagen. ?