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Plan Baker-Hamilton, condenado a fracasar

Fuentes: Rebelión

Decía Sun Tzu, el filosofo chino que «si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas». Justamente el principal motivo del fracaso militar de la coalición encabezada por EEUU en Irak, ha sido, y sigue siendo, desconocer tanto al enemigo, como a sus propias bazas. El […]

Decía Sun Tzu, el filosofo chino que «si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas». Justamente el principal motivo del fracaso militar de la coalición encabezada por EEUU en Irak, ha sido, y sigue siendo, desconocer tanto al enemigo, como a sus propias bazas.

El recién presentado «Plan B», elaborado por la comisión Baker-Hamilton, adolece de dos importantes males: se equivoca sobre quienes son los actores principales de este macabro teatro armado, y como consecuencia confunde de interlocutores.

En lo que respecta a involucrar a Irán en la solución de atolladero iraquí, ¿quién ha dicho que a Irán le inversa ayudar a EEUU? Todo indica que a los ayatolás iraníes, acosada por EEUU y sus aliados regionales, lo que les interesa es justamente mantener como rehenes al ejercito norteamericano en el pantano iraquí, y de paso impedir la reformación de un país árabe enemigo sunnita.

A demás, buena parte de las autoridades de Teherán sospechan que esta invitación podría ser una trampa tendida para hundirles en Irak, como sucedió durante los ocho años de guerra (1980-88) con este país.

Por otro lado, es un error pensar que las fuerzas chiitas de Irak son simples marionetas de la República Islámica. El principal dato que imposibilita ejercer una influencia incondicional iraní sobre los chiitas iraquíes es la confusión existente entre dos términos: iraquíes chiitas y chiitas iraquíes. Pues, un iraquí primero es un nacionalista patriota, luego es árabe, kurdo o turcomano, y solo en el último lugar se identifica por sus creencias religiosas. Por esta misma razón, miles de iraquíes chiitas lucharon contra los iraníes chiitas durante aquella guerra devastadora. Por lo demás, hay que tener en cuenta que mientras el partido Dawa y las Brigadas Badr -el brazo armado del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Irak-, colaboran con la Adminsitración Bush a través del gobierno iraquí, el Ejército del Mahdi de As-Sadar así como el partido al-Fhadila y los Abna al-Basra al-Muyahidín ( Muyahidines de Basora) son anti ocupación, y cuando precisan demsotrarse patriotas, también se posesionan contra Irán.

Ahora bien, en caso de que el Plan Baker se ponga en marcha y no consiga sus objetivos, según la red informativa iraquí Mafkarat, hay un «Plan C» en el cajón del pentágono que sugiere la destitución del primer ministro al-Maliki, por «débil» y por «sospechosas relaciones con Irán», mediante un golpe militar. Si las negociaciones entre los ocupantes y algunos generales baasistas de la resistencia son para formar un gobierno fuerte de «salvación nacional», de nuevo EEUU incurrirá en otro grave error, pensando que el caos reinante procede de un pequeño y asilado grupo terrorista, que sería aplastado con una mano aun más dura que de la actual gobierno.

Pero, también existe un «Plan D» que estudia la posibilidad de crear tres entidades diferenciadas – kurda, sunní y shií-, en nombre del federalismo, como la ultima solución a la farragosa situación de la ocupación. Balkanizar Irak, país con 18 provincias, en su mayoría mezclada étnica y religiosamente, simplemente hundiría aun le hundiría más en una tremenda guerra de limpieza étnica. No hay que olvidar la experiencia británica en la India, al crear un Estado artificial como Pakistán a base de criterios religiosos: cientos de miles de muertos y dos países con armas nucleares en continua y peligrosícima tensión.

Además, Arabia Saudí jamás aceptaría que los chiitas, correligionarios de su principal rival en la región, Irán, se queden en una extensa provincia con mayor reserva de petróleo del país. Turquía tampoco permitirá un Estado kurdo en sus fronteras sureñas, ya que podría aumentar el conflicto que mantiene con sus propios kurdos.

Ya es hora que EEUU acepte que el principal interlocutor válido y con autoridad para decidir el destino de Irak es la Resistencia y no las fuerzas políticas ya quemadas. Este frente político, armado y civil compuesto por catorce partidos políticos, religiosos y de todas las tendencias, respaldado por millones de ciudadanos que les protegen. El caldo de cultivo del poderío de la resistencia son los familiares de cientos de miles de muertos, desaparecidos, detenidos, torturados, refugiados y hambrientos víctimas de la invasión.

Si realmente EEUU pretende pacificar Irak, debe elaborar un «Plan E», pensando en la recomendación de Sun Tzu.