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Chile

Plan Cóndor en clave conceptual

Fuentes: IPS

Las pantallas de un centenar de antiguos televisores muestran poemas sobre tortura y muerte, generados por un sofisticado programa de computadora. Se trata de «Máquina Cóndor», una perturbadora instalación de un joven artista chileno sobre la coordinación represiva del sur americano. Un molesto y a veces ensordecedor ruido se escucha al entrar a la galería […]

Las pantallas de un centenar de antiguos televisores muestran poemas sobre tortura y muerte, generados por un sofisticado programa de computadora. Se trata de «Máquina Cóndor», una perturbadora instalación de un joven artista chileno sobre la coordinación represiva del sur americano.

Un molesto y a veces ensordecedor ruido se escucha al entrar a la galería de arte Gabriela Mistral, ubicada en Santiago y dependiente del gubernamental Consejo de la Cultura y las Artes de Chile, donde se exhibe hasta fines de este mes la instalación de Demian Schopf, de 31 años.

El ruido proviene de 108 televisores, grandes y pequeños, apostados en dos andamios de hierro, en cuyas pantallas sólo hay espacio para extrañas estrofas de cuatro versos, con palabras que se repiten, pero ninguna línea es exactamente igual a la otra. La vida de los versos es corta, ya que desaparecen para siempre al cabo de tres minutos y 26 segundos. Luego nacen otros.

El cuadro tecnológico de la instalación, que fue elaborada también por Schopf junto a un ingeniero electrónico, lo completa una computadora, un conjunto de procesadores, una impresora y tres paneles alfanuméricos, en los cuales también se reproducen las rimas.

El esqueleto de la estrofa está sacado del soneto «De la Ambición Humana», del poeta español Luis de Góngora, que describe a un personaje que se resiste a morir, cuya metáfora es la figura de la mariposa.

«Mariposa no solo no cobarde/ más temeraria, fatalmente ciega/ lo que la llama al Fénix aún le niega/ quiere obstinada que a sus alas guarde», dice. Esos versos son reelaborados a través de un intrincado cruce de bases de datos, estadísticas y azar.

En concreto, los nuevos poemas son generados por un programa de computadora que busca constantemente noticias de guerra y economía publicadas en los periódicos de mayor destaque del mundo, como los estadounidenses The New York Times y Washington Post y el británico The Guardian, a partir de una base de datos de 369 palabras preparada previamente por el autor.

Cada una de las expresiones buscadas en Internet, entre ellas, price (precio), rights (derechos), war (guerra), market (mercado), attack (ataque), death (muerte) y killed (asesinado), está asociada a un vocablo que procede del ámbito de la medicina, anatomía, cirugía, medicina forense y de los ritos mortuorios (tanatología).

«Cuando el sistema encuentra uno de los términos que busca (de guerra o economía) y lo posiciona dentro de la estadística, éste produce una reacción en el motor de escritura que decide aleatoriamente cuál de sus vocablos (de medicina y anatomía) utiliza para insertarlo dentro de la estrofa basada en el poema de Góngora», explicó a IPS Schopf.

De esta forma, la computadora crea textos tales como «Mucosa no solo no rectal/ más infestada supuración necrotizante/ lo que la ramificación al calmante aún le niega/ quiere eclipsada que a sus sacramentales les guarde». También «cámara no solo no medular/ más cosa asépticamente hilvanada/ lo que la disección al drenado aún le niega/ quiere afásica que a sus tanatologías guarde».

La obra ya ha sido vista por más de 700 personas. Uno de los mensajes anónimos dejados en el libro de visitas por un visitante describe la instalación como una «Perturbadora poesía ideológica acompañada de cables, circuitos y ruido».

Las palabras escritas por «Máquina Cóndor» pudieron apreciarse durante unos días en un gigantesco panel publicitario ubicado en la intersección de las céntricas calles Ahumada y Nueva York, de Santiago, antes de que fuera censurada por la empresa de publicidad por entender que el lenguaje utilizado era chocante.

Actualmente, los versos que la obra genera en tiempo real pueden ser observados en Internet en http://www.maquinacondor.com, un espacio que sobrevivirá a la instalación. «Máquina Cóndor escribe ad infinitum», explica Schopf, ya que la computadora permanecerá conectada en su casa y cualquiera podrá acceder a la obra las 24 horas del día.

Según Schopf, «la clave del título de la obra está en las estrofas que el sistema genera», las cuales describen escenas de quirófano, de autopsia y de muerte.

La Operación Cóndor, también conocida como Plan Cóndor, fue una coordinación represiva de las dictaduras de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay y Uruguay en los años 70 y 80.

Nacida en 1975 por iniciativa de los servicios de inteligencia del dictador chileno Augusto Pinochet (1973-1990) y con la anuencia de Estados Unidos, sirvió para perseguir por encima de fronteras a los considerados enemigos por los distintos regímenes militares, secuestrar, torturar, asesinar y hacer desaparecer personas.

La justicia de Argentina, de Chile y, en los últimos meses, de Uruguay ha podido avanzar en la investigación del Plan Cóndor, con varios de sus principales responsables enjuiciados, algunos ya procesados y encarcelados.

«(La instalación) tiene que ver, creo, con un aspecto sumamente ‘maquineo’ de la Operación Cóndor, que es la tortura o más bien la estrecha relación entre la ciencia médica y la tecnología de la tortura, que tristemente han confluido a lo largo de la historia, acentuándose su carácter ‘clínico’ conforme a la aceleración del desarrollo de la ciencia y de la tecnología», comentó el artista.

«Tenemos aquí un triste guión que pasa por (el campo de concentración nazi en) Auschwitz, la Escuela de las Américas (de Estados Unidos), la Operación Cóndor y con mucha probabilidad el modo como se interroga hoy en lugares como (la base naval de) Guantánamo o (la prisión iraquí de) Abu Ghraib (ambas a cargo de Washington), cuyo modo de torturar quedó de manifiesto tras las denuncias sobre abuso a prisioneros de guerra» en 2004, agregó.

Schopf recuerda haberse encontrado en Alemania cuando el mundo conoció estos hechos.

«No tardé en darme cuenta de que, pese a las débiles excusas de (Donald) Rumsfeld (secretario de Defensa de Estados Unidos), la metodología empleada tenía muchos parentescos formales y de procedimiento con los modos de tortura que yo había conocido a través de la lectura de testimonios de prisioneros políticos chilenos», indicó.

Por eso, cree «que la Operación Cóndor sigue aconteciendo bajo otros nombres en países como Iraq y Líbano».

Schopf nació en la sudoccidental ciudad alemana de Fráncfort del Meno, donde sus padres se exiliaron luego del golpe de Estado de 1973, que derrocó al presidente socialista Salvador Allende y que derivó en una dictadura de 17 años, liderada por Pinochet.

Con doble nacionalidad, el artista regresó a Chile junto a su familia cuando tenía nueve años, aunque volvió al país europeo en 2002 a cursar estudios de posgrado en una escuela de Artes y Medios de la occidental ciudad de Colonia.

«Si usted me pregunta a qué lugar me siento más ligado, le respondería que en este momento a Chile. Sin embargo, como muchos que nacieron en el exilio, me considero acreedor de una identidad fracturada y en ciertos aspectos, bipolar», comentó el creador a IPS.

«Creo que pertenezco a eso que un sociólogo norteamericano, Steve Stern, ha llamado memoria de segunda generación. No soy de aquellos que vivieron la experiencia del golpe y sus efectos, pero sí de los que crecimos con un imaginario del miedo y la inseguridad. Para nosotros el golpe estuvo siempre en el horizonte de nuestra infancia como un gran fantasma», relató.

Sergio Rojas, profesor de estética de la Universidad de Chile, señaló a IPS que la obra de Schopf «puede asociarse a ciertas ideas como soberanía, poder, orden, sistema, estrategia, y también a algo siniestro, secreto, inhumano, etcétera», más que a la Operación Cóndor y a la dictadura militar chilena en sentido literal.

«Máquina Cóndor es una obra original en nuestro medio, no sólo por el concepto que desarrolla, sino también por el grado de complejidad de los recursos tecnológicos aplicados en su realización», advirtió Rojas.

El experto destacó que «la obra está ‘funcionando’ en tiempo real y por lo tanto la unidad de la obra se abre hacia un contexto indeterminado, constituido por una realidad planetaria informatizada».

Agregó que los artistas jóvenes chilenos han ido cada vez más distanciándose de la dictadura como tema explícito en sus obras. «Sus exploraciones sobre el tema del poder tienen más bien como contexto las paradojas actuales de los procesos de modernización», acotó Rojas, para quien el trabajo de Schopf se caracteriza por su alto grado de ironía reflexiva.

«Lo que ocurre es que la dictadura en Chile exhibe dos dimensiones. Primero, el rostro del terror, relacionado directamente con las prácticas sistemáticas de desaparición, secuestro, tortura, encierro y exilio. Segundo, el proceso de ‘modernización’ que se expresa en el progresivo protagonismo del mercado como elemento de máxima gravitación en las decisiones sociales y políticas que orientan el curso del país», explicó.

En octubre se exhibirá en Madrid una proyección digital de «Máquina Cóndor», que se nutrirá de la página de Internet.

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38818