Gracias a todas y todos por haber elegido estar aquí un viernes de primavera, a estas horas, cuando todo invita a sentarse en una terraza o a escuchar en concierto la Pasión según San Mateo… Pero estamos aquí y ante un libro que no nos divierte ni engaña sino que nos adentra y des-engaña. Un […]
Gracias a todas y todos por haber elegido estar aquí un viernes de primavera, a estas horas, cuando todo invita a sentarse en una terraza o a escuchar en concierto la Pasión según San Mateo…
Pero estamos aquí y ante un libro que no nos divierte ni engaña sino que nos adentra y des-engaña. Un libro singular colectivo que, desde su portada, responde con franqueza de pensamiento, palabra e imagen a una realidad que por la escritura de sus autores será traída a nuestra memoria. Las PALABRAS (precisas, sustantivas): «Iraq», «Ocupación», «Destrucción de la identidad y la memoria». La IMAGEN: «La leona herida», relieve asirio del s. VII a C. Adecuación también, casual o necesaria, entre el título y el nombre de la editorial: «Oriente y del Mediterráneo» o lo que es lo mismo: nuestro pasado y nuestro futuro, nuestra identidad civil y nuestra alteridad, ese Otro que nos da por excluir. Es lo que está en juego y eso es lo que será desarrollado por los autores y autoras que, como testigos de cargo, declaran ante el lector para dar fe de unas realidades evidentes y mostrencas que, nuestra torrencial inocencia se niega a ver y a tener presente.
A lo largo, ancho y hondo de sus páginas se va a narrar lo que se resiste a ser narrado, (pero, en este libro colectivo singular, quienes narran conocen realmente, saben de qué va el caso / la causa y la cosa: la «res publica»). En el principio o introducción se plantea el problema: «Narrar la destrucción de un país» (de Carlos Varea -aquí presente, profesor de Antropología de la UAM-, Paloma Valverde y Esther Sanz); «No hay justificación posible» (de Rosa Regás, escritora y ex Directora de la Biblioteca Nacional). Enseguida la «narración» propiamente dicha comienza: «La invasión de los bárbaros» (de Teresa Aranguren, periodista y escritora: Palestina: el hilo de la memoria y Olivo roto: escenas de la ocupación, miembro del Consejo de administración de RTVE). «El Maxreq: ocupación y fragmentación sectaria. El caso de Iraq» (de Pedro Martínez Montávez, arabista, catedrático emérito de la UAM, traductor de los principales autores árabes contemporáneos). Luego, se desenreda y profundiza el pasado y las consecuencias en el presente de esa guerra unilateralmente declarada y no autorizada cuyo sexto aniversario intentamos conmemorar hoy, en virtud y por virtud de este virtuoso libro. «Las reglas del caos» (de Santiago Alba, agitador cultural, autor de numerosos artículos, libros y ensayos de crítica política y cultural –La ciudad intangible, Leer con niños, Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos…Vive en el mundo árabe y desde ahí viaja y recorre el mundo observando y relatando lo caduco y lo que va naciendo a contratiempos. Sin sus relatos, sin sus reflexiones, sin la belleza de su escritura nos sentiríamos más desamparados).
«Muerte y éxodo: la ocupación y la violencia sectaria en Iraq» (también escrito por Carlos Varea que, desde 1992 coordinó la Campaña Estatal por el Levantamiento de las Sanciones a Iraq (CELSI) y posteriormente y hasta 2008 la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI); ha realizado numerosos viajes a Iraq y es autor de numerosos artículos y trabajos sobre la situación árabe e iraquí en particular; director de la revista Nación Árabe hasta su desaparición en 2004);
«El sistema tribal en Iraq y las mujeres bajo la ocupación» (Bahira Abdulatif -aquí presente también- ex profesora del Departamento de español de la Universidad de Bagdad, escritora y traductora, ha traducido al árabe a autores españoles clásicos y contemporáneos y ha colaborado en varios libros escritos en árabe y en español; es también colaboradora habitual de medios radiofónicos y televisivos españoles y árabes); «Ocupación y memoricidio en Iraq: la destrucción de los archivos y bibliotecas» (de Fernando Báez, Director de la Biblioteca Nacional de Venezuela. Autor de numerosos trabajos sobre la destrucción de libros, por ejemplo, Historia Universal de la destrucción del libro: desde las tablillas sumerias a la guerra de Iraq… Novelista y traductor de textos clásicos griegos (fragmentos de Aristóteles, La poética de Aristóteles…Su último libro: El saqueo cultural de America latina. De la conquista a la globalización (2008). «El patrimonio arqueológico y cultural de Iraq y sus profesionales: el valor del compromiso» (Joaquín M. Córdoba Zoilo, profesor de Historia de Oriente Antiguo en la UAM y fundador y director del Centro Superior de Estudios sobre Oriente Antiguo de esta Universidad. Ha dirigido excavaciones arqueológicas en Siria, Iraq y en los Emiratos Árabes Unidos. Córdoba Zoilo ha mantenido una intensa actividad nacional e internacional de denuncia del impacto de las sanciones económicas sobre el patrimonio arqueológico de Iraq y del expolio cultural sufrido por este país).
Pero el libro no se limita ni acaba con la descripción y narración dialéctica de los procesos reales que han dado lugar a las situaciones presentes, aparentemente perdurables e inamovibles (la leona, herida de muerte, ¿resistirá?, ¿habrá tratamiento para ella con las células madres de la conciencia civil?). Sí, todavía quedan en el libro unas últimas palabras de lucha y alternativas prometeicas, de esa esperanza de la desesperación que, esquiva, no nos visitaba hace tiempo pues, como decía el poeta Ángel González:
Últimamente estaba distraída
Llegaba siempre tarde, y nos llamaba
Con nombres de parientes ya enterrados
Nos miraba con ojos que ya le transparentaban (hoy nos mira con ojos de leona herida)…
[…]
También daba monedas que luego no servían.
Pero ahora ni eso
Hace ya tanto tiempo que no viene,
Que hasta llegué a pensar:
¿Se habrá muerto?
Después caí en la cuenta
De que los muertos éramos nosotros.» [1]
Un epílogo: «Iraq: la lucha por un futuro soberano e integrador» (por Hana al-Bayati, nacida en Francia, de padre iraquí exiliado del régimen de Sadam Husein y madre francesa. Es analista y periodista. Finalmente unos interesantes documentos anexos: «Declaración de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas sobre el asesinato de docentes universitarios iraquíes» (CRUE) [2]. «La destrucción del patrimonio cultural de Iraq» (Global Policy Forum). Y unas «Viñetas en la prensa árabe» recopiladas por Al-Fanar Traductores [3].
Hasta aquí, el índice cuyo enunciado y ordenamiento es suficientemente expresivo y orientador. En efecto, tal como se dice en la Presentación, el libro (desde ángulos y rincones distintos y aplicando cada autor y autora su retículo, ese conjunto de líneas cruzadas colocadas en el foco de sus instrumentos ópticos para precisar la visión y para efectuar la medida de de los sucesos), el libro, digo, trata de «la destrucción premeditada de un país y de su sociedad; de la alteración radical y violenta de todos y cada uno de sus referentes internos, hoy marcados por el sectarismo y la regresión en todos los campos: Iraq ya no es reconocible».
Sí. En estos tiempos malignos de tan bobos; tiempos de regresiones fundamentalistas globales y restauraciones vanas, «Iraq bajo ocupación» es un libro que da qué pensar…porque nos hace saber, con diligencia y honestidad. Cuando la opinión pública, suplantada por la opinión publicada y contertuliada por subcontratas; cuando la inocencia del «Yo no lo sabía» y la indiferencia disfrazada de tolerancia inundan lo que debería ser la Información, el Conocimiento y la Innovación; cuando «el malestar en la cultura» se traduce en «el confort en la incultura» y sus múltiples formas de violencia, sólo sentimentalmente rechazada (como cuando lloramos con lágrimas tontas en las películas y luego nada), este libro, sus autores, logran desviarnos (aunque sólo sea durante el tiempo de lectura) de nuestro lujo e inercia, hacia un camino de integridad y energía. Gracias, Carlos, gracias Bahira y, a través de vosotros, a todos los demás coautores, por esos momentos de energía y dignidad que nos habéis otorgado.
No seré yo la que mande o aconseje perentoriamente leer (es un hecho de experiencia que leer no nos hace mejores… la historia nos suministra demasiadas pruebas de ello). Leer libros / biblias si, al mismo tiempo, no se practica la des-lectura, puede ser muy peligroso, sobre todo si las biblias son sagradas y se leen literalmente y no en todos los sentidos y situadas en su atmósfera, su ambiente, sus intereses político-religiosos, de clase… Estamos viendo y sintiendo modalidades de esa lectura fosilizada, de corazones de hierro y manos muertas. Por ejemplo y sin ir más lejos, si en un «Libro sagrado» se lee más o menos: «allá donde pongáis un pie, incluso una uña, esa tierra es vuestra, os pertenece y nadie podrá resistiros» (el lector aplicado, de dura cerviz, interpreta: «colonias», «asentamientos»). «Por donde vayáis no olvidéis de hacer vuestros holocaustos» (el lector obediente al mandamiento, traduce y pasa al acto: Líbano, Iraq, Gaza, aniquilación, exterminio).
Pero, a estas alturas de la historia y de mi vida he llegado a la conclusión introductoria de que, en una democracia que se precie de serlo, si la lectura nos sirve realmente para perder la inocencia o achicarla, eso, para empezar, es ya mucho. En este sentido, el libro que presentamos hoy es altamente recomendable, en todas y cada una de sus partes.
No es el momento de comentar ni siquiera por encima cada uno de los informes del libro. Lo harán Carlos y Bahira. En cambio, sí quiero recordar aquí otras destrucciones de la identidad y la memoria, de larga tradición.
Ateniéndome al propio enunciado o título del libro y teniendo en cuenta que está muy próxima la fecha de un 14 de Abril y del Día del Libro, me permito traer aquí un texto fundacional, leído por un catedrático de nombre D. Antonio Luna, hace 70 años, en el auto de fe celebrado en la Universidad de Madrid el 23 de Abril de 1939. Dice así:
«Para edificar a España, una, grande y libre, condenamos al fuego los libros separatistas, los liberales, los regeneracionistas, los marxistas, los de la Leyenda Negra, los anticatólicos, los del romanticismo enfermizo, los pesimistas, los pornográficos, los de un modernismo extravagante, los cursis, los cobardes, los pseudocientíficos, los textos malos y los periódicos chabacanos. E incluimos en nuestro índice a Marx, Voltaire, Rousseau, Sabino Arana, Lamartine, Máximo Gorka, Remarque, Freud, y al Heraldo de Madrid.»
Y el Catecismo patriótico español, libro oficial en las escuelas en 1939, nos enseña:
«Los enemigos de España son siete: liberalismo, democracia, judaísmo, masonería, marxismo, capitalismo y separatismo, vencidos en la Gran Cruzada, aunque no aniquilados, pues se esconden como sabandijas ponzoñosas en mechinales inmundos, para seguir desde las sombras arrojando su baba y envenenando el ambiente»
Pero, hace casi dos mil años un historiador romano, Tácito, leyó los hechos de entonces y ahora, de otra manera:
«Creían sin duda que con aquel fuego se destruía la voz del pueblo romano, la libertad del Senado y la conciencia del género humano, sobre todo tras la expulsión de los filósofos y el destierro de todas las artes nobles, para que nada honesto les hiciera frente en parte alguna. Dimos, preciso es reconocerlo, grandes muestras de sumisión…La memoria misma hubiéramos perdido, justamente con la voz, si en nuestro poder estuviera el olvidar tanto como el callar… Pocos somos los supervivientes, no ya de otros, sino, por así decir, de nosotros mismos, tras habérsenos arrancado tantos años de entre los mejores de nuestra vida, durante los que hemos llegado silenciosamente, los jóvenes a la vejez y los viejos casi al término de su existencia…» (TAC. Agrícola,2-3).
Y, en 1912, un español, D. Benito Pérez Galdós (Cánovas, cap. XXVIII, final):
«La Restauración inauguraba los tiempos bobos…. los políticos se constituirán en casta, dividiéndose hipócritas en dos bandos igualmente dinásticos e igualmente estériles, sin otro móvil que tejer y destejer la jerga de sus provechos particulares en el telar burocrático. No harán nada fecundo…; no suavizarán el malestar de las clases proletarias. Fomentarán la artillería antes que las escuelas, las pompas regias antes que las vías comerciales y los menesteres de la grande y pequeña industria. Y, por último…verás, si vives, que acabarán por poner la enseñanza, la riqueza, el poder civil, y hasta la independencia nacional, en manos de lo que llamáis vuestra Santa madre Iglesia.
Alarmante es la palabra Revolución. Pero si no inventáis otra menos aterradora, no tendréis más remedio que usarla los que no queráis morir de la honda caquexia que invade el cansado cuerpo de la Nación. Declaraos revolucionarios, díscolos si os parece mejor esta palabra, contumaces en la rebeldía. En la situación a que llegaréis andando los años, el ideal revolucionario, la actitud indómita…constituirán el único síntoma de vida…Sed constantes en la protesta, sed viriles, románticos, (románticas)…Yo, que ya me siento demasiado clásica, me aburro…me duermo…»
Gracias por vuestro libro, gracias a la Universidad de Oviedo y gracias sobre todo a la Resistencia de Iraq y a la Resistencia Palestina por haberme espabilado la memoria y hacerme menos inocente.
Notas:
1. Ángel González «Todo se explica«, Palabra sobre palabra. Seix Barral. 5ª edición. Barcelona. pág. 283 (1998).
2. Véase Declaración sobre la violencia generalizada en Iraq y el asesinato de sus docentes universitarios. CRUE. Texto completo en IraqSolidaridad en: http://www.nodo50.org/iraq/
3. Véase, Boletín de Prensa Árabe, www.boletin.org.
Iraq bajo ocupación: Destrucción de la identidad y la memoria
Edición de Carlos Varea, Paloma Valverde y Esther Sanz
Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, 2009