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La batalla por Mosul

¿Por qué la mayor operación militar del mundo desde la invasión de Iraq está teniendo problemas?

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Miembros del Servicio de Contraterrorismo de Iraq hablan con los civiles en su avanzada por la barriada de al-Karamah, en el este de Mosul, 2 de enero de 2017 (AFP)

Con un papel limitado en la batalla de Mosul por parte de las milicias chiíes y los combatientes kurdos, las tropas iraquíes dependen excesivamente de las Fuerzas Especiales.

El 17 de octubre se inició la mayor operación militar del mundo desde la invasión de Iraq en 2003. El gobierno iraquí, apoyado por una coalición de más de 60 naciones, entre ellas EEUU y el Reino Unido, dio comienzo al muy anticipado esfuerzo para retomar Mosul, la mayor ciudad bajo control del grupo del autoproclamado Estado Islámico (EI).

Una masa de soldados rodeó la ciudad de Mosul, el corazón palpitante del «califato» del EI, y allí, con las primeras luces y con los medios de comunicación de todo el mundo empotrados, se lanzó el ataque. Pero ahora, apenas dos meses y medio después, con una tercera parte de la ciudad recuperada, la operación enfrenta una crisis crónica de efectivos.

Las fuerzas kurdas, tras capturar Bashiqa, dejaron de avanzar. A cambio, empezaron a reforzar la nueva frontera occidental del Kurdistán iraquí.

Fue algo que cabía esperar. El potencial para un contragolpe étnico o sectario en una ciudad mayoritariamente sunní como Mosul era inmenso. Los soldados kurdos o chiíes llevaban consigo una seria posibilidad de incendiar el polvorín sectario de la ciudad.

La coalición liderada por EEUU se ha mostrado también comprensiblemente reacia a involucrar tropas terrestres con un papel de combate, al menos oficialmente. Sin embargo, hay pruebas de que esta política está cambiando. La víspera de Navidad, EEUU anunció que estaba «profundizando en la integración» de fuerzas estadounidenses con el ejército iraquí.

Dependencia excesiva del Servicio de Contraterrorismo de Iraq

Los temores de sectarismo incontrolado respecto a los paramilitares chiíes apoyados por Irán obligaron al primer ministro, Haider Al-Abadi, a prometer públicamente que las milicias no entrarían en la ciudad.

Por tanto, se dejó que el Servicio de Contraterrorismo de Iraq (SCTI) se encargara de la dura batalla de despejar puntos críticos yihadistas como Ramadi y Faluya, con el apoyo de las unidades regulares del ejército iraquí y la policía federal, para dirigir la acometida urbana.

Con un número de efectivos de alrededor de 8.000, incluido el personal de apoyo, el SCTI es una organización «cuasiministerial». Paralelo al ejército, pero fuera de él, reciben órdenes directamente de la oficina del primer ministro. Entrenados inicialmente por operativos estadounidenses, siguiendo los estándares de las Fuerzas Especiales de EEUU, se ganaron rápidamente la reputación de ser «las mejores Fuerzas de Operaciones Especiales árabes en la región».

Pero Mosul no es la cáscara vacía que eran Ramadi y Faluya. Sigue estando densamente habitada, con una población de hasta 1,5 millones de seres. Un factor que ha limitado sobremanera la capacidad del mismo poder aéreo que demostró ser fundamental para expulsar al EI de bastiones como Faluya.

Fuerzas del Servicio de Contraterrorismo de Iraq avanzando por Mosul (AFP)

Para evitar víctimas civiles, la operación de Mosul ha tenido que apoyarse en fuerzas terrestres, en vehículo y a pie, para despejar las barriadas, algo que le ha salido a pedir de boca al EI.

En diciembre, un alto funcionario del Pentágono dijo a Politico que algunos batallones del SCTI estaban sufriendo hasta un 50% de bajas, aunque otros analistas sitúan la cifra en un 35%.

Los funcionarios del gobierno iraquí se muestran ferozmente a la defensiva respecto a esas cifras, amenazando a menudo a los fotógrafos que toman fotos de soldados heridos y rechazando de plano contestar a las preguntas sobre las cifras de víctimas. De ahí que sea imposible conocer el verdadero alcance de estas bajas.

Dicho esto, un alto oficial de la División Dorada del SCTI reconoció ante Middle East Eye a primeros de diciembre que la tasa actual de víctimas era «completamente insostenible».

Reconociendo la inminente crisis de efectivos, se hicieron esfuerzos a principios del pasado mes para reducir la dependencia del SCTI. El 6 de diciembre, la 9ª división del ejército iraquí -la única división blindada del ejército- intentó abrir un nuevo frente, independiente del SCTI, por el sureste de la ciudad.

Las tropas iraquíes avanzaron hacia el hospital Al-Salam, llegando a una distancia sorprendente del río Tigris, que atraviesa el corazón de la ciudad. Pero en vez de registrar y limpiar propiedades a lo largo del camino, los comandantes de la división decidieron seguir adelante y capturar el hospital.

Alrededor de 100 hombres consiguieron llegar hasta el hospital, pero solo pocas horas después de que los militantes del EI lanzaran una letal emboscada con docenas de suicidas-bomba. Con más de 100 hombres atrapados en el hospital, fue el SCTI el que tuvo que asumir la dirección de la misión de recuperación. Al tener que retirarse de otra línea del frente al este de la ciudad, los soldados del SCTI se abrieron camino hasta el hospital casi 24 horas después de que se lanzara la emboscada inicial.

El desastre se debió en gran medida a un problema de debilidad de liderazgo a nivel de batallón, algo que ha venido atribulando al ejército iraquí desde la retirada de EEUU, porque era una oposición organizada.

Batalla prematura

Gran parte de estos fracasos, especialmente las altas tasas de muertos, pueden atribuirse a que las operaciones para retomar Mosul se iniciaron de forma prematura.

David M. Witty, un analista del ejército iraquí, coronel retirado de las Fuerzas Especiales del ejército estadounidense y exasesor del SCTI, sugiere que las fuerzas contraterroristas iraquíes empezaron el asalto contra Mosul antes de aislar la ciudad.

«Fue el EI quien dictó los términos de la batalla lanzando a sus mejores fuerzas contra el SCTI, mientras que el ejército y la policía [federal] iraquí se concentraban fuera de los límites de la ciudad», dijo.

También hubo una serie de presiones políticas que forzaron la fecha de la operación. Witty sugiere que la batalla se inició «antes de que el ejército y las fuerzas de la policía iraquí estuvieran adecuadamente reestructurados de la debacle de 2014», cuando batallones enteros se despojaron de su uniforme y desertaron de Mosul frente a sólo unos pocos miles de combatientes del EI.

La naturaleza altamente especializada del SCTI se hace evidente en su denominación.

«Nunca se contempló que fueran a utilizarse como principal fuerza de batalla para despejar una ciudad y por eso no tenían el tipo de entrenamiento o equipamiento pertinentes», dijo Witty del SCTI.

Las unidades de contraterrorismo han perdido cientos de Humvees fabricados en EEUU mientras combatían en Mosul, un vehículo totalmente inapropiado para emprender una guerra urbana. Uno podría llegar a decir que las calles del este de Mosul están plagadas de carcasas mecánicas oxidándose.

En estos momentos, el orgullo del aparato de seguridad de Iraq está un poco por los suelos, pero no ha desaparecido del todo. Con más de media ciudad por recuperar, quedan aún por delante duras batallas.

La pregunta que cabe hacer ahora es: El resto de las fuerzas de seguridad iraquíes, ¿son capaces y están dispuestas a asumir el peso de la batalla por Mosul o van a continuar dependiendo del SCTI hasta volver inoperativo el combate?

Gareth Browne es un periodista independiente, además de arabista, que cubre la información de Oriente Medio. Licenciado por la Universidad de Exeter. Twitter: @brownegareth

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/manpower-shortage-plagues-mosul-offensive-2023724912

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión.org como fuente de la misma.