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Fredric Jameson, Terry Eagleton, Daniel Bensaïd, Etienne Balibar, Alex Callinicos, Domenico Losurdo, Stathis Kouvelakis y Slavoj Žižek defienden la obra de Lenin

¿Por qué leer a Lenin hoy?

Fuentes: Socialist Worker

Traducido para Rebelión por Àngel Ferrero

El aclamado historiador marxista Paul Le Blanc explica por qué las ideas políticas de Lenin son de vital importancia para cualquiera que quiera comprender el sistema capitalista y luchar contra él.

Hace unos 40 años, un familiar mío, ya bastante mayor, me dio una panfleto de 1925. Bajo el título de «¡LENIN VIVE!», nos pedía que «acudiéramos en masa» al Madison Square Garden de Nueva York para asistir un acontecimiento que duraría toda la tarde del domingo. El programa incluía un coro de 400 voces, una orquesta sinfónica de 100 instrumentos y los discursos de cuatro de los principales dirigentes comunistas de los EE.UU. Todo ello por una entrada de 50 céntimos, una suma de dinero significativa para un obrero de aquella época. Pero miles de obreros acudían a este tipo de mítines. El revolucionario ruso Vladimir Lenin y su partido bolchevique eran vistos en todas partes como los poseedores de la respuesta a la miseria que el capitalismo había creado.

Pero Lenin vivió y murió hace mucho tiempo. ¿Por qué deberíamos de ocuparnos de él nosotros, que vivimos en un mundo muy diferente?

Una respuesta rápida incluye el hecho de que la pobreza, la opresión, la explotación, el imperialismo, la violencia militar y las desigualdades de riqueza y poder siguen siendo un problema en nuestro mundo. Y todas ellas forman parte del capitalismo que Lenin analizó y combatió enérgicamente.

Por supuesto, eso no significa que Lenin tuviera la razón en todo. Pero sugiere que muchas de sus ideas podrían tener importancia para aquellos que hoy tratan de desarrollar una comprensión de nuestra historia.

A pesar de ello, mucha gente de izquierdas se muestra de acuerdo con aquellos liberales que, citando a notorios conservadores, nos aseguran que Lenin y su perspectiva comunista y revolucionaria eran inhumanos y autoritarios. Existe, sin embargo, una cantidad cada vez mayor de trabajos académicos, creativos e intelectuales que desafían esa noción.

Un ejemplo reciente es un libro de ensayos titulado Lenin Reloaded, en el cual una impresionante lista de intelectuales del siglo XXI [Kevin B. Anderson, Alain Badiou, Etienne Balibar, Daniel Bensaïd, Sebastian Budgen, Alex Callinicos, Terry Eagleton, Fredric Jameson, Stathis Kouvelakis, Georges Labica, Sylvain Lazarus, Jean-Jacques Lecercle, Lars T. Lih, Domenico Losurdo, Savas Michael-Matsas, Antonio Negri, Alan Shandro y Slavoj Žižek] argumentan a favor de lo que aquel viejo panfleto decía: que «¡LENIN VIVE!»

Escritos

En ese libro, el crítico marxista estadounidense Fredric Jameson describe los formidables escritos de Lenin como procedentes de un hombre que no es consciente de su muerte, de alguien que

«No se da cuenta de que el inmenso experimento social que, sin la ayuda de nadie, ha creado (lo que llamamos comunismo soviético) ha perecido. [Alguien que] permanece lleno de energía, aunque esté muerto. Toda la difamación a costa suyo -que fue el creador del terror estalinista, que tenía una personalidad agresiva y llena de odio-, ninguno de esos insultos ha conseguido darle muerte, incluso una segunda muerte… ¿Cómo es posible? ¿Cómo ha sido posible que aún pueda creer que vive?»

Esta inquietud intelectual y académica refleja algo que ha estado ocurriendo a una escala mayor en la realidad política y social.

En el mundo post 11-S las ideologías dominantes están siendo minadas por las crisis políticas, sociales y económicas; crisis, todas ellas, que han generado fuerzas insurgentes que puede que pronto vean una nueva relevancia en las obras de Lenin.

Se han intentado, y todavía se siguen intentando, variantes de conservadurismo, reformismo, anarquismo y fundamentalismo (religioso, pero también secular), y los tiempos en que vivimos parece que son cada vez más oscuros. Y no parece que vayan a cambiar, a pesar del recién elegido presidente estadounidense el mes pasado.

Lo que amplias masas de población están experimentando, sintiendo y pensando hoy da los trabajos recientes influidos por Lenin una resonancia aún mayor, y de ese modo puede que encuentren un público más amplio del que hasta ahora han contado.

El punto de partida de Lenin es la creencia de que la teoría y la práctica socialistas están necesariamente conectadas al movimiento obrero. La clase obrera -aquellos cuya vida depende de vender su fuerza de trabajo a cambio de un salario, aquellos cuyo trabajo proporciona la base para la riqueza de la sociedad- se está convirtiendo en mayoría en la población mundial. Éste es, desde luego, el caso de los países capitalistas avanzados como los Estados Unidos.

Desde el punto de vista de Lenin, la clase obrera no puede defender adecuadamente sus intereses y superar su opresión sin adoptar el socialismo como fin, un sistema en el cual los medios de producción son apropiados colectivamente y controlados demócraticamente con arreglo a las necesidades de la ciudadanía.

Inseparable de lo anterior es la necesidad de que los socialistas comprendan la clase obrera como realmente es, lo que implica darse cuenta de su enorme diversidad y de lo desigual de su experiencia y su consciencia de clase.

Desarrollo

Esto significa el desarrollo de un acercamiento práctico revolucionario que trate de conectar, con rigor y seriedad, a los diferentes sectores y capas de la clase trabajadora. Implica comprender que se requieren diferentes acercamientos y objetivos para conseguir implicar a unos y otros obreros, grupos, sectores y capas de la población trabajadora.

Significa emplear cuidadosamente varias formas de literatura didáctica y de agitación, y desarrollar diferentes tipos de discursos y debates con el objetivo de conectar las diferentes experiencias de la clase obrera y, lo que es más importante, ayudar a iniciar o apoyar varios tipo de luchas prácticas.

Las capas más avanzadas de la clase obrera deben cohesionarse no para la consecución de fines estrechos e inmediatos (en el espíritu del «puro y simple tradeunionismo»), sino para difundir un sentimiento de solidaridad y causa común que tenga el potencial de unificar a la clase obrera en la lucha por sus intereses colectivos.

Esta orientación fundamental es la base de mucho de lo que Lenin tiene que decirnos. Es la base, también, de otras perspectivas importantes que uno puede encontrar en sus voluminosos escritos y que incluyen:

  • La comprensión de la necesidad de independencia política de la clase obrera en las luchas sociales y políticas, y la necesidad de su liderazgo si estas luchas pueden triunfar.
  • Una concepción coherente de la organización que sea a la vez práctica, democrática y revolucionaria.
  • El desarrollo de una táctica de frente unido, en la cual diversas fuerzas políticas puedan trabajar juntas en la consecución de los mismos fines, pero de un modo que permita a las organizaciones socialistas avanzar en perspectivas efectivamente revolucionarias.
  • Rigor intelectual y práctico en el empleo de la teoría marxista y ausencia de dogmatismo y sectarismo.
  • Un análisis profundo del imperialismo y la cuestión nacional.
  • Una aproximación internacionalista al análisis de la realidad social.

Lenin acentuó la necesidad de que la clase obrera socialista organizada apoyase todas las luchas de quienes sufren opresión.

«La conciencia de la clase obrera no puede ser una genuina conciencia política a menos que los trabajadores estén dispuestos a responder en todos los casos de tiranía, opresión, violencia y abuso, no importa que clase sea la afectada», escribió.

Esto incluía las cuestiones de libertad de discurso y de expresión, la libertad de expresión cultural, los derechos de las minorías religiosas, los derechos de los grupos étnicos y raciales, los derechos de la mujer, de los soldados, de los estudiantes y de los campesinos.

Esta opresión ha de verla el obrero como proveniente, según Lenin, «de aquellas mismas fuerzas oscuras que le oprimen y subyugan a cada paso que da a lo largo de toda su vida.»

Un revolucionario tiene que ser un «tribuno del pueblo, alguien capaz de reaccionar a cada manifestación de tiranía y de opresión, sin importarle dónde tenga lugar o a qué estrado o clase social afecte», escribió.

La aproximación de Lenin también implica integrar las luchas reformistas dentro de una estrategia revolucionaria. Este punto guarda relación con una notable comprensión de cómo las luchas democráticas desembocan finalmente en una revolución socialista.

En el corazón de la teoría de Lenin latía un «imperativo democrático» que une a «la lucha democrática contra el capitalismo con el programa revolucionario y las tácticas revolucionarias relacionadas con el resto de demandas democráticas: funcionarios de la república y de la milicia democráticamente elegidos por la población, igualdad de derechos para la mujer, autodeterminación de las naciones, etc.»

«Partiendo de la democracia existente, exponiendo sus carencias bajo el capitalismo, defensamos el derrocamiento del capitalismo [y] una realización completa de la democracia, bajo todas sus formas.»

Poder

Por supuesto, la burguesía -los capitalistas, los propietarios de las grandes empresas, las multinacionales que explotan nuestro planeta- tienen un inmenso poder y quieren prevenir la posibilidad de que la cuidadanía gobierne la economía.

Su poder sólo puede ser desafiado y vencido mediante una educación sistemática y sostenida y un trabajo de agitación y organización de la mayoría de la clase obrera. Y esto no puede cumplirse a menos que los revolucionarios se organicen para trabajar colectivamente.

Las habilidades y conocimiento necesarios para llevar a cabo protestas efectivas y esfuerzos vivificadores de reforma, y para crear posibilidades revolucionarias, sólo podrán hacerlos quienes se dediquen, como Lenin dejó por escrito, «toda su vida» a los esfuerzos por dar nacimiento a un mundo mejor.

Fuente: http://www.socialistworker.org.uk/art.php?id=16645