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Postal desde Bagdad

Fuentes: An Arab Woman Blues

Traducido del ingles por Sinfo Fernández


 

 

 

Cuadro del artista iraquí Hosni AbulMaali

¿No se han sentido nunca entumecidos? ¿Con una especie de entumecimiento paralizante?

Apagué la radio y me puse a mirar fijamente a la pared, más allá de la pared y vi de nuevo otro muro y detrás muchos muros más…

Incapaz de moverme, incapaz de dar un paso adelante o atrás. Estuve clavada en ese lugar un tiempo que parecía durar toda una eternidad.

Sentí el calor del cigarrillo cada vez más cerca de las yemas de mis dedos, casi quemándome. Supongo que fue la sensación de ir a quemarme lo que me sacó de ese trance, de ese sentimiento de estar siendo emparedada.

Algunos de Vds. recordarán que cuento ya con dos parientes que fueron secuestrados y que son ahora prisioneros de «centros de detención».

Kamel, más de 60 años, sigue bajo «custodia» estadounidense. Está enfermo y no tenemos más noticias de él, tan sólo que está vivo… al menos en eso confiamos.

Omar, 19 años, también detenido por los estadounidenses. Parece que ha sido trasladado de manos estadounidenses en Bagdad hacia el sur de Iraq. Cuando preguntamos por él, nos dijeron que estaba recibiendo tratamiento en un hospital militar del sur de Iraq.

Pero esa posibilidad resulta muy extraña. Tengo presente que las prisiones del sur de Iraq están dirigidas por las milicias sectarias de Irán y ni ellas ni los estadounidenses proporcionan actualmente ningún tratamiento médico en «hospitales».

¿Cuánto tiempo estará allí? ¿Qué le estará pasando? ¿Es posible visitarle? Nadie nos da respuesta alguna.

Personalmente, creo que Omar está muerto. Creo que Omar ha sido asesinado. Posiblemente a consecuencia de las torturas, muy probablemente a causa de ellas.

Hace pocas semanas, Salam, otra pariente fue secuestrada y terriblemente apaleada. He relatado ya su historia en un escrito anterior «Scream Quietly» [*].

Hace pocos días, le tocó el turno a Raouf. Raouf es un familiar muy cercano.

Decidí llamarle Raouf porque Raouf en árabe significa «espiritual, tierno…» Y Raouf es ambas cosas. Raouf tiene un alma muy dulce. Un hombre de palabras suaves, que se interesa por la poesía, la filosofía, el arte, los animales, la tierra… que cultivaba con gran cuidado y amor.

Sí, Raouf es una persona encantadora. De cincuenta y pocos años, guapo, elocuente y muy amable.

Cuando falleció una tía abuela, Raouf heredó un pequeño terreno. No es una persona materialista. Se mantenía con el poco dinero que ese pedazo de suelo le proporcionaba. Criaba allí pájaros, gallinas y recolectaba una pequeña variedad de frutas.

Raouf vivía fuera de Bagdad, a una hora de coche desde la capital. Cuando las cosas se pusieron allí mal, le sugerimos que se viniera a Bagdad. Otro pariente le prestó temporalmente un techo donde poder permanecer con su mujer. Tiene dos hijos mayores que acaban de terminar Medicina.

Raouf procede de una familia muy famosa. Muy famosa en el sentido de que su linaje está integrado por varios eruditos. De hecho, sus antepasados, hasta llegar muy atrás, fueron los primeros en institucionalizar en Bagdad, en el siglo XIII, la primera Escuela de Teología y Jurisprudencia Islámica.

Raouf no estaba tranquilo en Bagdad. Echaba de menos y se preocupaba por sus pájaros, gallinas, árboles y flores.

«¿Quién los alimentará, quién regará?», exclamaba. «No puedo abandonarles. Voy a acercarme sólo un día»… Y se marchó.

Llegó hasta su casa y su trozo de tierra. Unas cuantas horas después, alguien llamó a la puerta. Abrió. Eran caras familiares, del distrito. Tres hombres armados. «Salam aleikom», dijo. «Ua aleikom», contestaron.

En ese mismo momento, le vendaron los ojos, le pusieron unas esposas y le empujaron hasta un coche. Su calvario dio comienzo. Su odisea de tortura estaba a punto de dar comienzo…

Le tuvieron retenido durante tres días y tres noches completos. Tres días y tres noches torturándole SIN PARAR.

Utilizaron varas de hierro, cadenas, tubos de goma, palos…

Algunas veces le aporreaban los tres al unísono. En otras se turnaban. El único respiro que le concedían era cuando paraban ¡¡¡para rezar!!!

Y de nuevo a interrogarle, a los interrogatorios sin sentido.

«¿Qué es lo que he hecho?», gritaba.

«Encontramos una lata vacía de cerveza junto a la puerta de tu casa, ¿por qué no te has dejado crecer la barba? ¿Por qué no llevas túnica larga?… y le volvían a golpear un poco más.

Pero, ¡por suerte, paraban para los rezos y no tenían taladradora!

  • Ok, ¿cuánto?, les preguntó.

  • 100.000 dólares.

  • Imposible. Ninguno de nosotros tenemos esa suma.

  • ¿Quiénes sois vosotros?

  • Pues yo, mi familia de Bagdad.

  • ¿Quién es tu familia en Bagdad?

  • Son X, Y, Z y Layla A. Algunos me dejaron su casa.

  • Es decir, que sois todos ricos.

  • No, sólo me prestaron una casa vacía. Estamos todos sin trabajo.

  • Vende la casa y el terreno.

Llamaron a una inmobiliaria. Raouf habló y le suplicó que encontraran un comprador para la casa y la tierra.

  • «Imposible», replicó el agente, «nadie compra nada».

Los «piadosos» hombres armados perdieron la paciencia.

  • Bien, Raouf, cuéntanos cómo te gustaría morir. ¿Decapitado? ¿Un tajo en la garganta? ¿Unas cuantas balas en la cabeza? Elige…

La mujer de Raouf mostró un coraje impresionante. Estaba en contacto constante con los «piadosos» hombres armados. Se mantuvo hablándoles pacientemente, con la voz de la razón. Algunas veces les rogaba, les suplicaba. Otras les recordaba su barrio común, la gente que ambos conocían, quizá un vecino, un pariente lejano, un colegio, un profesor, un comerciante… Algo, cualquier nombre, cualquier rostro que pudiera servir como puente hacia la vida.

Su mujer me recordó la forma en que Sherezade relataba cuentos sin fin al rey Shahrayar en Las Mil y Una Noches. De esa forma, retrasando e impidiendo su decapitación. Excepto que los cuentos de la mujer de Raouf eran para impedir que su marido fuera decapitado… Debió tocar alguna fibra de su memoria colectiva. Le soltaron al cuarto día, en medio de la noche, en alguna calle oscura…

Raouf se movió con sus heridas y su cuerpo roto y caminó durante kilómetros antes de poder conseguir alguna ayuda.

Y nosotros, durante tres días y tres noches, deambulamos por las habitaciones como animales enjaulados, yendo atrás y adelante… Rezando, llorando, regateando, rogando, suplicando, mendigando. A Dios, al Universo, a la Oscuridad, al Silencio, a los Muros…

Cuando Raouf llegó finalmente a Bagdad, toda la familia fue a visitarle. Lo que vimos no puede describirse con palabras.

Raouf estaba tan terriblemente torturado, que resultaba irreconocible. No podías ver sus ojos. Su rostro y su nariz estaban terriblemente hinchados, como si estuvieran a punto de estallar de pena y dolor.

Su cuerpo, con las marcas de miles de varazos, cadenazos, golpes sobre él. Sus piernas, la espalda, el pecho, los brazos, el estómago… Su camisa blanca estaba marrón oscura de sangre.

Alguien tomó fotos, para la memoria, para el recuerdo, para el álbum familiar. El álbum de una familia iraquí.

Aunque pensándolo bien, estoy segura que Raouf no necesitará nunca fotos para recordar. Conozco su carácter y su predisposición. Estoy segura que esas huellas permanecerán con él para siempre…

Es un milagro que no muriera en la tortura. Tiene hipertensión y el hígado en mal estado. Con tantos golpes, podría haber muerto fácilmente de hemorragia cerebral, o de fallo hepático o de un paro cardíaco.

Es un milagro que le dejaran ir a cambio de nada porque no había nada que dar. Es un milagro que no le mataran.

Es un milagro que no le taladraran…

Mírennos. Vean en qué pueblo agradecido y humilde nos hemos convertido. Nos sentimos agradecidos de que nuestros seres queridos sean torturados pero no asesinados o taladrados o de que no les saquen los ojos. Vean en qué pueblo obediente y agradecido nos hemos convertido… Deben estar contentos de nuestra docilidad actual.

Pero Raouf se murió por dentro… Lo sé.

Su voz era apenas audible… Intentaba hablar y su voz enseguida se apagaba lentamente y sus labios paraban de moverse.

«Duele respirar», dice. «Realmente me duele respirar.»

Entonces intenta musitar otra frase, que repite y repite como algún mantra sagrado.

«Os llevaré a todos hasta la frontera. Estoy deseando mendigar o convertirme en barrendero en Damasco. Pero no seguiré aquí más tiempo. Este ya no es mi país.» Y su voz se acalla de nuevo.

«Toma fotos», grita en otro momento. «Muéstraselas a las Naciones Unidas. Muéstraselas al mundo… Llévales las fotos.»

Toma las fotos como si tomaras una postal y muéstraselas a todos. Compártela con todos. Una postal desde Iraq.

Tras la visita, algunos nos turnamos para vomitar, vomitar físicamente, por la sádica y viciosa crueldad que Raouf tuvo que soportar.

No es posible reconocer ya a Raouf, una reflexión de lo que Iraq ha llegado a ser: Algo que está fuera de cualquier posibilidad de reconocimiento.

Reflexioné después sobre el «objeto» de todo ello. ¿Por qué hicieron lo que hicieron?

Y ahora estoy absolutamente convencida de que esos tres hombres armados, a los que se suele denominar como «Al Qaeda», junto con los coches bombas, las milicias sectarias y sus centros de tortura y sus taladros… son pagados, entrenados y dirigidos por un consorcio estadounidense-Mossad-iraní para cumplir la política de Bremer: «Redúzcanlos a cinco millones».

Una política deliberada de vaciar el país a base de aterrorizarnos a todos. Estoy segura de eso.

Y yo le digo a esas hienas: Tomadlo todo. Lleváoslo. Tragáoslo. Engullidlo. Escupidlo. Y atragantaros y ahogaros hasta morir. Tomad Iraq. Lleváoslo todo.

Este ya no es nuestro país.

Mi madre decía: «Quizá Dios les guíe».

Tía Samira le contestaba: «Umm Layla [**], ¿estás loca? ¿Cómo es que rezas para que les guíe?

A lo cual contestaba mi madre: «Sí, quizá dirijan su atención hacia otro lugar y se marchen lejos y nos olviden…»

Sí, tomadlo todo y olvidadnos.

Por eso, cuando algunos bastardos me escriben llamándome «negativa y plañidera reina del drama» porque no utilizo mis «talentos» para «inducir» a las arrogantes mentes occidentales al «Perdón y a la Belleza»… ¡observen cómo el ocupante le pide al ocupado que le suba el ánimo!, les ofrezco esta postal desde Iraq en lugar de mi usual «lloriqueo». Hay una parte «positiva» en ella. Raouf sigue vivo aunque se haya convertido en un hombre roto que anhela hacerse mendigo o barrendero en Damasco antes que permanecer un minuto más en el «Libre» Iraq.

Sí, lleváoslo todo y olvidadnos. Sólo olvidadnos… y dejadnos respirar un poco. Porque duele respirar, realmente duele respirar en Iraq.

N. de T.:

[*] Véase en Rebelión traducción artículo mencionado:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=52317

[**] Umm Layla: Madre de Layla, forma usual para dirigirse en los países árabes a las mujeres que han sido madres en vez de su nombre original.

Fuente: