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Lunes, 14 de abril a las 19.30h. Contaremos con la presencia de la autora, Casilda Rodrigáñez Bustos.

Presentación del libro «La sexualidad y el funcionamiento de la dominación. La rebelión de Edipo IIª parte.»

Fuentes: Rebelión

http://www.traficantes.net/index.php/trafis/libreria/noticias/presentacion_del_libro_la_sexualidad_y_el_funcionamiento_de_la_dominacion_la_rebelion_de_edipo_iia_parte Hay dos conceptos claves para entender la sexualidad: la pulsión del deseo y la capacidad orgásmica del cuerpo humano. Sin deseo, la práctica del sexo no es sexualidad, sino como decía Juan Merelo Barberá, tecnosexología. Sin deseo, los cuerpos no pueden desarrollar su genuina capacidad orgásmica, necesaria para su autorregulación y para su funcionamiento […]


http://www.traficantes.net/index.php/trafis/libreria/noticias/presentacion_del_libro_la_sexualidad_y_el_funcionamiento_de_la_dominacion_la_rebelion_de_edipo_iia_parte

Hay dos conceptos claves para entender la sexualidad: la pulsión del deseo y la capacidad orgásmica del cuerpo humano. Sin deseo, la práctica del sexo no es sexualidad, sino como decía Juan Merelo Barberá, tecnosexología. Sin deseo, los cuerpos no pueden desarrollar su genuina capacidad orgásmica, necesaria para su autorregulación y para su funcionamiento normal. El deseo y el desarrollo de la capacidad orgásmica se producen espontáneamente, no necesitan «educación»; solo necesitan que se eliminen las prohibiciones, el Tabú del Sexo. La tecnosexología sí es objeto de educación porque es la práctica del sexo sin deseo, o con el deseo inducido con técnicas artificiales es la práctica del sexo de los cuerpos acorazados, educados en la inhibición más o menos sistemática e inconsciente del deseo; las mujeres, en la inhibición del latido del útero, en la desconexión entre la conciencia y el útero.

En el estado de inhibición, las emociones se desconectan de las pulsiones corporalesy se convierten en emociones erráticas que producen ansiedad. El conductismo pretende educarnos y «alfabetizarnos» emocionalmente, sin cuestionar el estado de represión del deseo y el estancamiento de la capacidad orgásmica desde la etapa primal. Pero el «analfabetismo emocional» no es innato, es precisamente el resultado directo del estado de represión en el que nos socializamos, y al permanente esfuerzo para adaptarnos a la norma de la institución del matrimonio o de la llamada «pareja de hecho». Las emociones brotan del cuerpo para apoyar la implementación de las pulsiones (ya sean eróticas y sexuales, o de defensa, como la ira y la cólera…).

Son tan sabias como las pulsiones, y su objeto es facilitar la autorregulación del cuerpo. En una sociedad de sexualidad espontánea, percibiríamos nítidamente el sentido de cada emoción en la autorregulación corporal, así como su conexión con su pulsión correspondiente. Las emociones serían el medio más importante para percibir lo que pasa en cada rincón de los cuerpos autorregulados. En las sociedades patriarcales del Tabú del Sexo, el acorazamiento produce la pérdida de la transparencia y la desconexión entre la conciencia y las pulsiones, entre la epidermis y las vísceras… La desconexión es la otra cara de la moneda del acorazamiento.

La desconexión juega un papel importantísimo para impedir que el deseo recorra el campos social (Deleuze y Guattari). Los seres humanos, además de producir deseos, estamos hechos para percibir y acoger el deseo del otro o de la otras; y para que cuando el deseo del otro o de la otra nos alcance, induzca la producción del nuestro. La tecnosexología que pretende hacer funcionar a las parejas que ya no se desean, y la educación emocional que engaña a las personas sobre su desorden emocional, deben ser denunciadas. El matrimonio o la pareja es un pacto o convenio social que solo se corresponde con el deseo corporal durante un tiempo limitado. Mientras que no se separe la sexualidad de la institución, la sexualidad seguirá estando corrompida.

Este es el origen social del malestar individual: el Tabú del Sexo que se viene implementado del diversas maneras a lo largo de unos cuatro milenios de dominación patriarcal. La corrupción de la sexualidad ha sido y es imprescindible para el establecimiento de las relaciones de dominación en general, y entre los sexos en particular: porque la verdadera sexualidad desarrollaría relaciones armónicas entre los sexos y entre las generaciones; porque el amor verdadero es complaciente y se opone a la dominación; nadie podría reprimir o infligir sufrimiento alguno al ser amado; de hecho, las relaciones entre amantes son siempre relaciones de tú a tú (A: Moreno), nunca relaciones jerarquizadas de Autoridad.