El monstruo llama a nuestra puerta es un libro absolutamente extraordinario. Lo es, claro está, por la enormidad de su asunto: una humanidad inexorablemente amenazada por una pandemia gripal de virulencia y alcance sin precedentes históricos. Lo es también por su oportunísima actualidad: la amenaza pandémica en ciernes es inminente. Gran enigma para muchos expertos: […]
El monstruo llama a nuestra puerta es un libro absolutamente extraordinario.
Lo es, claro está, por la enormidad de su asunto: una humanidad inexorablemente amenazada por una pandemia gripal de virulencia y alcance sin precedentes históricos.
Lo es también por su oportunísima actualidad: la amenaza pandémica en ciernes es inminente. Gran enigma para muchos expertos: por qué aún no ha estallado.
Y lo es más aún, si cabe, por la hondura y amplitud de miras de su enfoque, que parte de una visión soberbiamente original y -valga la ironía- de verdad «global» de la «globalización» capitalista de impronta neoliberal de las últimas décadas. Lugares comunes, ninguno; trivialidades campanudas o jaculatorias de rutina, menos aún.
En unas pocas páginas de prosa cautivante y singularmente tersa -elegantemente vertida al castellano por María Julia Bertomeu-, este pequeño gran libro junta a satisfacción ingredientes de muy delicada posología: eficaz crónica periodística de un desastre anunciado; instructivo análisis (biomolecular, bioevolutivo, epidemiológico, epizoósico, ecológico, económico, sociológico, politológico, urbanístico, geográfico, polemológico e histórico-social) de su etiología y de sus causas próximas; demoledora denuncia política de la acción, omisión o negligencia de los causantes; y en fin, honrada propaganda a favor de los remedios más urgentes y razonables.
¿Se necesitaba acaso la osadía del diletante -o el oportunismo del ensayista gacetillero- para escribir un libro así?
Mike Davis no es un diletante ni un gacetillero, como es suficientemente obvio.
Pero tampoco es presa de la idiocia especializada que destruye la capacidad de comprensión y hasta el llano sentido común de tantos académicos, en lo demás excelentes: el bien informado realismo y la aguda pertinencia de varias reflexiones hechas como de pasada en este libro provocarán tal vez el sonrojo de más de un filósofo político profesional educado en la ignorationis elenchi.
No osadía, sino consumada pericia; múltiples saberes especializados, cabalmente entendidos todos; la firme voluntad de conocer -inescindible de la firme voluntad de cambiar a mejor- que distingue al verdadero hombre de acción del palabrero, y al que va en serio, del demagogo o del logrero -o del farsante-; todo eso se precisaba para escribir El monstruo llama a nuestra puerta.
Y radicalidad e inteligencia bastantes.
En el reducido pero deslumbrante firmamento de una izquierda supremamente inteligente a fuer de radical y supremamente radical a fuer de inteligente, brilla hoy con luz inconfundiblemente propia la estrella de Mike Davis.
El monstruo llama a nuestra puerta, de Mike Davis
(trad. María Julia Bertomeu, Ediciones El Viejo Topo, Barcelona, 2006)