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Pueblo preso en una cárcel de arena

Fuentes: IPS

Los más de 3.000 habitantes del poblado iraquí de Siniyah, 200 kilómetros al norte de Bagdad, están furiosos por el muro de arena de unos 10 kilómetros que construyen las fuerzas estadounidenses para contener los ataques insurgentes. «Nuestra ciudad se convirtió en un campo de batalla», dijo a IPS el ingeniero Fuad Al-Mohandis, de 35 […]

Los más de 3.000 habitantes del poblado iraquí de Siniyah, 200 kilómetros al norte de Bagdad, están furiosos por el muro de arena de unos 10 kilómetros que construyen las fuerzas estadounidenses para contener los ataques insurgentes.

«Nuestra ciudad se convirtió en un campo de batalla», dijo a IPS el ingeniero Fuad Al-Mohandis, de 35 años, mientras aguarda en un puesto de control en las afueras de la ciudad.

«Han destruido muchas viviendas. Los estadounidenses también instalan minas antipersonal en áreas que creen habitadas por combatientes. La mayoría de esos artefactos están cerca de las casas de civiles inocentes», advirtió Al-Mohandis.

Soldados de la 101 División Aerotransportada de Estados Unidos son sometidos diariamente a ataques con bombas en las carreteras.

Fuad dijo que las fuerzas estadounidenses pusieron en marcha un toque de queda desde las cinco de la tarde. «Hay tantas explosiones que nuestros niños están aterrados», sostuvo.

Los soldados del contingente ocupante comenzaron a construir con aplanadoras, a comienzos de este mes, una gran barrera de arena para aislar a los combatientes que los atacaban. Un objetivo habitual de sabotaje han sido los oleoductos que se dirigen a Turquía.

La drástica medida enfureció a los más de 3.000 pobladores de Siniyah.

«Creen que así lograrán frenar a la resistencia», dijo Amer, operario de la cercana refinería petrolera de Beji, de 43 años. «Pero la empeoran al hacer esas cosas. La resistencia dejará de atacarlos sólo cuando se vayan del país.»

Durante varios días, Amer no pudo salir de su casa para trabajar o visitar a familiares fuera del poblado.

Las fuerzas armadas estadounidenses denominaron el proyecto con el nombre de una batalla de la primera guerra munidal, Operación Verdún.

Los militares creen que este poblado se convirtió en la principal plataforma de lanzamiento de ataques contra sus tropas, en especial de disparo de morteros contra la cercana Base Summerall.

Se instalaron puestos de control cerca del pueblo, a cargo de uniformados estadounidenses e iraquíes que registran cada automóvil en busca de armas y explosivos.

«No podemos trabajar más. Nuestro ingreso depende de la distribución de combustible», dijo a IPS el camionero Abdul Qadr en uno de los puestos de control. «La situación es muy mala. La ciudad está aislada y llenan todo de barricadas para frenar a la resistencia.»

«Nuestras casas sufren redadas a diario, y aun así no encuentran a nadie», agregó.

Abdul Qadr, que creció en Siniyah, dijo a IPS que él y sus vecinos se sentían en un «campo de concentración». Lo mismo dicen los residentes en Faluya y Samarra, donde fuerzas estadounidenses construyeron muros similares.

El de Samarra mide 18 kilómetros. Los puestos de control al estilo israelí continúan en Faluya. Medidas del mismo tenor se implementaron en poblados como Al-Qa’im, Haditha, Ramadi, Balad y Abu Hishma.

Tales medidas de seguridad llevan algún tiempo, pero los ataques contra las fuerzas de seguridad no han hecho sino aumentar a un promedio de más de 100 diarios.

«Los estadounidenses creen que los combatientes vienen desde fuera de Iraq», dijo Qadr. «Pero no es así. ¿Por qué no se dan cuenta de que la única solución real es dejar al pueblo de un país gobernarse a sí mismo?»