Traducido para Rebelión por Montse Gurguí
Karl Rove, principal asesor del presidente Bush, se presentará a declarar otra vez sobre la filtración del nombre de una agente de la CIA. Mohamed El Baradei, a quien la derecha de EEUU ha acusado de falta de agresividad, gana el Premio Nobel de la paz por su valiente trabajo al timón de la Agencia Internacional de la Energía Atómica. Larry Franklin se declara culpable de pasar información privilegiada a Israel. Una semana normal en el mundo de la política, pero hay un hilo conductor que une estos hechos y este hilo se llama Irak.
Los políticos nos dicen que actuaron de buena fe en el camino que nos llevó a la guerra y tal vez fue así pero esto da pie a una espinosa cuestión: alguien tenía tantas ganas de demostrar que Sadam Husein era un peligro inminente que llegó a falsificar pruebas sobre su presunta compra de 500 toneladas de uranio a Níger con el fin de fabricar armas nucleares. ¿Quién fue? El Baradei informó al Consejo de Seguridad de la ONU de que se trataba de una falsificación. Era una mentira descarada, un invento para confundir a la opinión pública y comenzar una guerra.
A principios de 2001, pocas semanas antes de que George Bush tomase posesión de su cargo, se produjo un robo en la embajada de Níger en Roma. Extrañamente, no desapareció nada de valor. Meses más tarde llegó el 11 de septiembre y un mes después, mientras George Bush se preguntaba cómo responder a los terroristas, llegó a la CIA un informe procedente del servicio secreto italiano (Sismi). En él se decía que Irak intentaba comprar uranio.
Para decepción de los neocon, la CIA envió al embajador Joseph Wilson a Níger a comprobar la veracidad de la información y, a su regreso, Wilson afirmó que era una estupidez. Cuando George Bush repitió la historia, Wilson hizo públicos sus informes. Entonces, la Casa Blanca reveló a la prensa que su mujer, Valerie Plame, era miembro de la CIA. De aquí la situación apurada en la que se encuentra Rove.
Douglas Feith, ex asesor del Likud, había establecido en el Pentágono una organización llamada Oficina de Planes Especiales (OSP, por sus siglas en inglés). En palabras de Robert Baer, distinguido ex agente de la CIA, «era un centro de inteligencia de la competencia, del Pentágono (…) Si no les gustaba la respuesta que recibían de la CIA, las informaciones falsas tenían una segunda oportunidad en la OSP».
Un antecedente de estas prácticas fraudulentas lo encontramos en 1980, cuando la derecha republicana quería ver elegido presidente a Ronald Reagan y dió publicidad a la historia de que Billy Carter, el pintoresco hermano del entonces presidente Jimmy Carter, había recibido 50.000 dólares del gobierno libio.
El presidente Carter siempre negó la historia y no se encontró ninguna prueba de dicho pago, pero la mentira contribuyó a la elección de Reagan. ¿Cuál fue el origen de la historia? El Sismi y el socio de un hombre llamado Michael Ledeen.
Leeden es una presencia intrigante y persistente en las zonas más oscuras de la política exterior de Estados Unidos. Es un especialista en asuntos italianos y tiene importantes vínculos con Israel. Según el New York Times, en diciembre de 2001, pocos meses antes de que a la CIA le llegase por primera vez la información sobre la compra de uranio a Níger, Leeden voló Roma con Manucher Ghorbanifar, ex traficante de armas iraní, y dos oficiales de la OSP, uno de los cuales era Larry Franklin. En Roma se reunieron con el director del Sismi.
Al cabo de unos meses, los documentos fueron hechos públicos después de que un hombre de negocios de Roma vinculado con el Sismi los vendiera a una periodista italiana. Hasta aquí, todo circunstancial. Un hombre que quizá podría conocer la respuesta a todo esto es Vincent Cannistrato, ex jefe de operaciones de contraterrorismo de la CIA. Cannistrato opina que los documentos se crearon en Estados Unidos pero que «fueron diseminados a través de los italianos.» Cuando un periodista preguntó a Cannistrato: ¿Y si le dijera que ha sido Michael Leeden?», éste respondió: «Creo que no ha podido demostrarse (…) Pero no anda muy equivocado».
Al saberlo, Ledeen hizo pública la siguiente declaración: «No tengo ninguna relación con los documentos de Níger, nunca los he visto. No he trabajado con ellos, no los he manejado. En realidad, no sabía ni que existían. Nunca he hablado de ellos ni he escrito nada al respecto.»
Parece que no fue Ledeen sino alguien próximo a él. ¿Quién fue entonces el que desde antes del 11 de septiembre creó un casus belli fraudulento contra Sadam?
Norman Dombey es profesor de física teórica de la Universidad de Sussex y experto en armamento nuclear
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