Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Hoy once de enero ya han muerto por lo menos 18 iraquíes, mientras la violencia continúa su escalada a medida que se acercan las así-llamadas elecciones.
Los atacantes suicidas con coches bombas atacan ahora casi a diario a la Policía Iraquí (PI).
El objetivo de hoy fue en Tikrit, donde el portavoz militar de EE.UU., el mayor Neal O’Brien dijo que seis murieron en un ataque a los cuarteles de la policía.
También dijo: «Mientras la policía iraquí continúe fortaleciéndose, y siga siendo una amenaza para los insurgentes y terroristas, constituirá un objetivo».
La mayoría de los iraquíes con los que he hablado parece estar en desacuerdo con Mr. O’Brien.
«Los policías iraquíes son títeres de los estadounidenses», dice Abdulla Khassim, un iraquí que vende vegetales en el centro de Bagdad, «¿Quién los va a respetar si están tan avergonzados que llevan máscaras para ocultar sus caras?
Por cierto los PIs que llevan máscaras lo hacen por su propia seguridad, y la de sus familias. Si se considera que alguien es un colaboracionista con los ocupantes, es inmediatamente atacado por la resistencia, así como sus familias. Muchos en la Guardia Nacional Iraquí, que ahora han sido incorporados al Ejército Iraquí, también llevan máscaras negras por el mismo motivo.
«Nadie los respeta porque obviamente no pueden proporcionar seguridad», me dijo hoy Abu Talat mientras adelantábamos un camión con dos PIs frente a una gasolinera cerrada.
Durante mi anterior viaje entrevisté a varios PIs que se quejaron de la falta de armas, radios y vehículos de las fuerzas de ocupación. Sus quejas se centraban en el hecho de que la resistencia tiene mejores armas que la policía.
Más tarde, en mi habitación, miramos una conferencia de prensa en la televisión con el así-llamado primer ministro interino Iyad Alaui. Un periodista le preguntó si era verdad que el servicio de teléfonos móviles sería cortado el 15 de este mes por las próximas «elecciones».
Eludió la pregunta… pasándosela al ministerio de defensa. El mismo ministerio de defensa que ayer anunció que el Ejército Iraquí tenía 50.000 soldados y que esperaba que fuera aumentado a 70.000. Precisamente hoy, Alaui anunció que tenía 100.000 soldados.
Evidentemente la crisis de la gasolina continúa empeorando. La mayoría de las gasolineras en Bagdad están cerradas. En lugar de coches que llenan sus tanques, muchas de ellas están ocupadas por alambradas de púas y camiones tanque vacíos.
A los iraquíes se les recuerda a diario el 70% de desempleo y la falta de gas aumenta hasta lo inimaginable los costes de la vida. Hasta la gasolina cuesta 1.000 dinares iraquíes (DI) por litro en el mercado negro, que constituye, a menos que uno esté dispuesto a pasar entre 12 y 24 horas haciendo cola, la única manera de llenar el tanque.
Cuando estuve en Irak hace un mes, la gasolina costaba 300 DI por litro. Imagínese lo que usted haría si su país tuviera un 70% de desempleo, si usted estuviera desocupado, y si el coste del combustible aumentara un 333% en un mes, aumentando así los costes de todo, desde los alimentos al queroseno para la calefacción.
Hablando de la crisis de la gasolina: Esta mañana volaron un oleoducto entre Kirkuk y la refinería Beji y también destruyeron varias líneas al sudoeste de Kirkuk.
En el centro de Samarra reventó hoy un coche bomba al paso de un convoy de EE.UU., pero los militares no dijeron una palabra sobre víctimas, lo que significa que probablemente hubo algunas. Una segunda bomba estalló un poco después, matando por lo menos a un soldado iraquí y a un civil.
Además, una bomba al borde de la ruta destinada a un convoy de EE.UU. cerca de Yusufiyah no dio en el blanco y alcanzó un minibús, matando a 8 iraquíes e hiriendo a tres más.. Por razones desconocidas, el minibús fue atacado a continuación por pistoleros, que secuestraron a tres iraquíes.
Hay que tener en cuenta que Yusufiyah, justo al sur de Bagdad y en el «triángulo de la muerte» fue recientemente escena de una operación militar en gran escala de EE.UU. y Gran Bretaña para limpiar el área de combatientes de la resistencia. Parece haber sido una de esas operaciones tan exitosas como Faluya, donde los combates continúan casi a diario.
Al conducir hoy por Bagdad, en camino a una entrevista, pasamos de nuevo casi todo el tiempo atrapados en el tráfico. En casi todas las intersecciones, mujeres y niños mendigan dinares caminando entre los coches, estirando sus manos… suplicando.
Abu Talat busca algunos dinares en su bolsillo mientras un anciano ruega que Dios le ayude delante de la ventana del coche.
Con un bastón en la mano, bendice repetidamente a Abu Talat por su bondad y recibe algo de dinero.
«Mira lo que ha pasado con Bagdad Dahr,» me dice cuando el tráfico termina por moverse un par de centímetros, «Ahora todos sufrimos. Esto no es vida.»