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Reseña del libro "Un pistoletazo en medio de un concierto. Acerca de escribir de política en una novela" de Belén Gopegui

Quiero la otra mitad

Fuentes: Rebelión

  . Aproximarse al conocimiento de la realidad es recorrer las cadenas de causas y efectos que hay desde la superficie hasta la raíz de los hechos, levantar capa a capa hasta la primera, sólo de esa manera se puede tener en cuenta en la misma medida lo que se nos muestra como ejemplar y […]

 

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Aproximarse al conocimiento de la realidad es recorrer las cadenas de causas y efectos que hay desde la superficie hasta la raíz de los hechos, levantar capa a capa hasta la primera, sólo de esa manera se puede tener en cuenta en la misma medida lo que se nos muestra como ejemplar y lo que se oculta. Es, en fin, saber el por qué y el para qué de los acontecimientos, es abrir paso al saber. Así, Belén Gopegui, sosteniendo ese afán por el equilibrio entre las diferentes partes ha conseguido que sus novelas revolucionen a los lectores: «La escala de los mapas», «Tocarnos la cara», «La conquista del aire», «Lo real», «El lado frío de la almohada», «El padre de Blancanieves».

El título «Un pistoletazo en medio de un concierto. Acerca de escribir de política en una novela» contiene una conferencia que dio la autora en la Universidad de California en el 2006 como representante de la literatura española. Su objetivo es poner en claro por qué hoy no se habla de política en la literatura, o mejor dicho por qué no se habla desde un punto de vista crítico y desde una concepción política que abra paso a la conciencia social del lector. Por la Universidad de California pasaron escritores de Francia, Alemania e Italia.

«Un pistoletazo en medio de un concierto» comienza con la elección de una voz representativa del contenido de la conferencia; su personaje es un militante comunista que va a repasar los condicionamientos que hacen a la creación de una novela, el objetivo es reflexionar sobre ellos, y, desde la conciencia elegida acude a la frase que Sthendal dejó escrita en «Rojo y negro», más tarde en «La cartuja de Parma», frase que le sirve en parte de título para la conferencia: «La política en una obra literaria es un pistoletazo en medio de un concierto,…» Pero ¿cuál es su significado? Para algunos escritores, Belén Gopegui cita lo escrito por Pamuk, escribir en términos políticos es

» … hablar de cosas muy feas» (Pamuk no es de éste mundo, lo digo yo) y cuando nos fijamos en la explicación que dan los críticos al libro en el que declara eso, los críticos subrayan que el escritor que se emplea en historias donde entra la política es un polemista no un novelista, y -para alejarse aún más de éste mundo (esto también lo digo yo)- Belén Gopegui señala que entonces dicen, «escribe sobre las almas». Ya tenemos aquí el objetivo de la novela y la crítica elaborados desde el pensamiento dominante: por un lado la defensa del poder de la distracción a través de un mundo que lo escriben mutilado para los lectores, y por otro el trato desfavorable en los medios en manos del capital, de toda obra que exponga una visión del mundo que invite a pensar y produzca la conciencia social de los lectores. Un método de trabajo que da como resultado la forma de censura más asumida: la novela, la literatura, no puede mostrar lo que se oculta, y si lo hace están ellos para disminuir su importancia, si no para desfigurarla. Permítanme un ejemplo, lo acabo de leer en otro libro magnífico y que les recomiendo: «La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre», de Naomi Klein, recoge documentación histórica y datos reveladores sobre organismos capitalistas en lucha contra los pueblos que intentan su liberación, y en el caso que expongo encontramos el trato dado por un periódico de grandísima tirada a una obra de denuncia que se basa en un hecho real, lo expuesto por Budhoo, un economista del Fondo Monetario Internacional, en una carta tras presentar su dimisión, escribió: «Hoy he dimitido como miembro del personal del Fondo Monetario Internacional tras más de doce años, y tras mil días de labores oficiales del Fondo sobre el terreno, pregonando su medicina y su saco de trucos y ardides a gobiernos y pueblos de América Latina, El Caribe y África. Para mí, esta dimisión es una liberación inestimable, porque con ella he dado el primer gran paso hacia ese lugar en el que algún día espero poder lavarme las manos de lo que, en mi opinión, es la sangre de millones de personas pobres y hambrientas (…) La sangre es tanta, sabe usted, que fluye en ríos. También se reseca y se endurece sobre toda mi piel; a veces, tengo la sensación de que no hay suficiente jabón en el mundo que me pueda limpiar de las cosas que hice en su nombre». Budhoo continua detallando las operaciones capitalistas que llevaba a cabo el Fondo para arruinar países y doblegar su resistencia, y cómo provocaban crisis que mataban de hambre a los pueblos: «Para él, dice Naomi Klein, el programa de ajuste estructural del FMI era, en su conjunto, una forma de tortura de masas en la que «gobiernos y pueblos que gritan de dolor se ven obligados a ponerse de rodillas ante nosotros, rotos, aterrorizados y en pleno proceso de desintegración, rogando por que les mostremos un ápice de decencia y de actitud razonable. Pero en vez de eso, nos reímos cruelmente en su cara y la tortura continúa, sin que remita en lo más mínimo». Pues bien, esta carta dio lugar a una obra dramática que se estreno en 1996 en un pequeño teatro de una zona apartada de Nueva York, y el New York Times, aquí viene el mercenario, sacó una pequeña nota y bien apartada, hablando de «creatividad inusual» y «golpes de inventiva». Al autor de la carta, al economista del FMI que dimitió, se le había silenciado cuando la escribió, y con motivo del estreno de la obra se le mencionó esta única vez en el periódico desvirtuando la obra. Lo que decíamos: la censura asumida contiene dos elementos, ignorar o desvirtuar, que pueden, también, ir unidos. El resultado que obtienen es que la gente llegue a asumir que hablar de política no es literatura, o sencillamente se desprestigie hablar de ello.

Ahora volvamos a lo que dice Belén Gopegui en su conferencia, pregunta: «¿De qué tratan en general hoy las novelas que son consideradas literatura?: tratan del vaivén del entusiasmo y el decaimiento, tratan de la vergüenza, de los sentimientos de culpa, de las reservas…, tratan de todo lo que los burgueses decentes utilizan en sus relaciones con el mundo para que sus vidas sean interesantes y se dificulten las vidas de los demás.» Como viene a decir a continuación, se limita, se prohíbe, está mal visto, no el hablar de política, sino hablar de cierta política, de aquella política que responde a los por qué y para qué, de aquella política que saca la novela del más puro individualismo y la pone en relación con el mundo. O novela contemplativa en la que la vida se pierde, o novela que coge el testigo y se dispone a narrar la vida, desde los motivos «privados y públicos» hasta «los públicos y limpios.»

Pero ¿es libre el escritor a la hora de elegir?, porque no hay nada más cierto que si se sigue a favor de la corriente eso facilita las cosas, o podría decirse: si aceptas el chantaje te van a dejar tranquilo, y puede que llegues a servir como cuerpo de operaciones especiales contra el que sea distinto. De ahí que la verosimilitud de la novela se establezca por la fuerza, por estar predeterminado lo que se debe creer o no en función de los límites difundidos y las ideas aceptadas. De modo que la verosimilitud como condición novelística está formateada por el capitalismo como maquina de producción, son ideas que distribuyen quienes tienen el dinero porque les son útiles y les encubren, y discriminan o persiguen las que abren el espacio de pensamiento crítico. Siguiendo a la voz elegida por Belén Gopegui usted puede observar que faltan partes narrativas importantes en la novela actual, es: «Como si hablase de un mundo donde todas las personas tienen un solo brazo y una sola pierna y un solo ojo y media nariz y donde los cristales nos e rompen al caer. (…) Quiero la otra mitad «, y detalla el por qué «los dueños del discurso» preferirían que no se detuviese en el mundo de la novela actual.

¿Se ha preguntado usted qué es una novela? ¿qué trata de representar la novela? ¿se ha preguntado en qué se recrea la novela que lee? ¿se ha preguntado si metaforiza principios distintos a la norma que a usted le han impuesto y que se establece como de procedencia «natural»?

Belén Gopegui, a través de «la voz de un joven revolucionario de nuestros días, Diego, un militante político de alguno de los grupos de izquierdas que hay en España», añade: «La mejor definición de lo que debería ser una buena novela la leí una vez en un poema de una revista de poesía, «Revista futura de poesía actual», basada en una idea de Juan Ramón Jiménez que consiste en que todos los poemas sean anónimos. Dice así: Los que viven tranquilos pueden ver en tus ojos / la primavera de mi oscuridad, y el color conmovido / de un mundo que no duerme». Paradojas, contradicciones, convulsión. La verosimilitud de hoy esta compuesta de creencia y descrédito de lo no convencional. Pero continúa el análisis entrando en un apartado que viene colocándose en primera línea desde Aristóteles: ¿lo verosímil es lo verdadero? En el desarrollo de la exposición la autora recurre a ejemplos tan pertinentes y claros que descabeza el discurso general dejándolo caer en el territorio de la propaganda absolutista del capitalismo, de ahí que el mayor interés de la novela obediente esté centrado «en conflictos morales y turbios, pues cualquier otra opción obligaría al personaje a enfrentarse con las estructuras que le rodean dando el salto a la lucha colectiva.» Para que no se de tal caso el camino de los personajes ha de estar sembrado de imprevistos basados en deseos y miedos que entretengan, y así puedan parecer, como ahora se dice, «más humanos». En el fondo todo lo expuesto en la novela esta medido por el carácter del pensamiento admitido sobre la sociedad en la que vive el escritor. Por ejemplo: ¿qué significa en una sociedad injusta el que un personaje sea bueno? La respuesta la encontrarán en la lectura de la conferencia de Belén Gopegui. ¿Por qué en muchas novelas se difumina el contexto? ¿Por qué se propicia el sentimentalismo? ¿Por qué las acciones colectivas se presentan como espontáneas y fugaces?

Tomo dos párrafos de la conferencia como grandes referentes para el lector: «… la novela, cuando es buena, cuando no es un producto adulador e inconsistente, entonces argumenta de tal modo que logra fundar visiones del mundo. Y lo que ella no funda, lo que no argumenta, pierde su lugar en el imaginario colectivo y, en última instancia, en lo real.» «… ¿a quién serviría que hubiera más novelas políticas, más novelas con personajes no mutilados, más novelas en donde quienes intentan transformar el rumbo de la historia no estuvieran abocados a un psiquismo delirante? … Es fácil, me parece, saber a quien beneficia hoy que no haya apenas historias de personas que no se resignan, que intentan salir y que abren brechas, y a veces escapan, y entonces vuelven con recursos para provocar motines y lograr que salgan todos.»

Belén Gopegui, la escritora más conocida de la novela reivindicativa en el panorama literario actual, despide la conferencia con un recuerdo a los cinco cubanos presos en EEUU por denunciar a los responsables de la preparación de actos terroristas contra Cuba; ¿han leído u oído algo sobre el caso?: busquen en la página de Internet rebelión.org, y, allí, en la columna titulada «Territorios» pinchen «Cuba»,o marcar en «Búsqueda avanzada» «cinco cubanos», podrá leer noticias sobre los cinco cubanos detenidos en EEUU.

Terminada la conferencia de Belén Gopegui, encontramos una magnífica entrevista que completa todo lo dicho.

Un libro que no deben dejar escapar. Una lectura que le va a formar como lector y quizás, si escribe, como escritor.

Título: Un pistoletazo en medio de un concierto. Acerca de escribir de política en una novela.

Autora: Belén Gopegui.

Editorial Complutense.