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Reír y morir en Bagdad

Fuentes: Bitacora

En el Irak de hoy, el comediante que dice una palabra de más, tiene el camino asegurado a la morgue. Una encrucijada mortal para quienes apuestan al humor pero no encuentran respuestas a la desesperación. »¡Atención! Acaban de anunciar la partida de las tropas norteamericanas de Irak, a partir del 1-1…» El comediante frunce el […]

En el Irak de hoy, el comediante que dice una palabra de más, tiene el camino asegurado a la morgue. Una encrucijada mortal para quienes apuestan al humor pero no encuentran respuestas a la desesperación.

»¡Atención! Acaban de anunciar la partida de las tropas norteamericanas de Irak, a partir del 1-1…» El comediante frunce el ceño antes de continuar. »Eh, perdón… Los norteamericanos están partiendo, pero 1 por 1. Hicimos la cuenta y estarán todos en su casa de acá a… un poco menos de 600 años».

¿Se puede seguir haciendo humor en Irak? Al-Sharqiya, una de las muchas cadenas de televisión satelital creadas después de la invasión anglo-norteamericana en marzo de 2003, se aboca al humor cada noche y con cierto éxito. »Caricaturas», su programa de 45 minutos de »informaciones cotidianas verdaderas o falsas» se esfuerza por tomar las noticias del día a la chacota. En tres años de existencia, el programa se convirtió en uno de los más populares del paisaje audiovisual iraquí.

La corrupción, la voracidad de los partidos, el gobierno »fantasma», los ministros cada vez más en el extranjero que en sus oficinas de la ultrafortificada »zona verde» en Bagdad, la multiplicación de las fuerzas policiales, las brutalidades, la ignorancia y las sandeces norteamericanas son los temas favoritos del programa. »No hablamos de religión, nunca nombramos a los políticos sobre los que hacemos bromas ni identificamos a las milicias o a los grupos guerrilleros a los que aludimos», le había dicho recientemente a un colega iraquí Walid Hassan Djahaz, el conductor del programa. Esta prudencia, sin embargo, no le sirvió de nada.

El lunes 20 de noviembre, este cómico chiíta de 47 años y padre de cinco hijos fue asesinado por una banda de milicias armadas que lo esperaban cerca de su casa en Bagdad. Cuatro balas en el pecho. Los tres colegas que actuaban con él partieron al día siguiente a Siria. »Para descansar», explica un periodista de la cadena. No es seguro que »Caricaturas» vuelva a estar en el aire.

Desde hace casi cuatro años, así es la vida en Irak: caótica y mortal. Los iraquíes pasan la mayor parte del tiempo encerrados en sus casas por la inseguridad creciente, que junto al toque de queda diario y el desempleo endémico, los ha convertido en verdaderos adictos a la televisión. Teóricamente, bajo la dictadura, sólo tenían acceso a cuatro cadenas públicas, pero los más prósperos corrían el riesgo de esconder antenas satelitales para mirar ilegalmente las cadenas del mundo, y le pagaban a la policía cuando los descubría. Ahora, los techos de Bagdad y otras ciudades están cubiertos de antenas.

Pero, en el Irak actual, el humor es una práctica más peligrosa aún que bajo el antiguo régimen. »Con Saddam», dice Jassem Charaf, un reconocido comediante, »no se podía mencionar el nombre de Dios, de Saddam, de sus allegados o de sus ministros. Pero diría que se nos toleraba». Hoy, una palabra de más te manda directamente a la morgue.

Hace algunas semanas, Saad Bazzaz, dueño de la cadena Al-Sharqiya, un empresario sunita hoy refugiado en Londres, prohibió la difusión de una sátira sobre el juicio a Saddam Hussein. »Al saber que tres abogados del ex tirano fueron asesinados, que tres de nuestros periodistas también fueron asesinados este año, esto nos demuestra que nadie hoy está al abrigo de las represalias», confía uno de sus allegados en Bagdad.

Escrito por Taleb Al-Soudani, un chiíta laico de 40 años que creó el concepto de otro programa llamado »¡Apúrate, está muerto!», el tema estaba destinado a este nuevo programa muy cáustico que desembarcó en Al-Sharqiya a principios de octubre. El juicio del siglo dio lugar a otro tema sobre los riesgos muy graves de la división étnico-confesional que amenazan al país. Saaed Khalifa, una estrella cómica local que utiliza todo tipo de maquillajes (se disfraza de mujer, de boxeador, etc.), anuncia así la realización en Bagdad de una gran conferencia »de la liga de las repúblicas libres de Irak». »Los gobiernos de Waziriya y de Kasra (dos barrios adyacentes a Bagdad, uno sunita y el otro, chiíta) emprendieron negociaciones de paz», dice el comediante en tono serio. »En cambio, persisten los problemas entre las repúblicas de Karrada-in y Karrada-out» un único barrio central de Bagdad donde los residentes sunitas están huyendo en estos tiempos de limpieza étnica con
ametralladora en
mano.

»Otra cuestión ultrasensible que se debate en la conferencia de la liga es el embargo insostenible iniciado contra la república de Bab el-Sharji», un barrio de Bagdad muy conocido por sus tiendas electrónicas de bajos precios.

Ya célebre en el régimen de Saddam, Saaed Khalifa sueña ante todo con convertirse en una gata. »Pero, ¿para qué?», pregunta un colega. »¿Alguna vez viste a alguien preguntarle a un gato si es kurdo o árabe, chiíta o sunita?» En otro número de »¡Apúrate, está muerto!», Khalifa, vestido como un príncipe, anuncia: »Estamos en 2017, soy el último iraquí vivo. Para mí todas las mujeres, los autos hermosos y la riqueza. Para mí les manijas de la electricidad nacional: de ahora en más, yo solo decido a qué hora se corta la luz!»

Los residentes de Bagdad, que en promedio sólo reciben entre tres y cinco horas de electricidad por día, según los barrios y la pertenencia social o confesional mayoritaria de sus habitantes-, valoran este humor negro. El autor, que inventó el concepto del programa y vendió todos sus derechos a la cadena por 2.500 euros, afirma no tener »esperanzas para Irak». Piensa que los ministros que se suceden son incompetentes y están ocupados en llenarse los bolsillos. También piensa que la experiencia democrática prometida por los norteamericanos estaba muerta antes de nacer. Como todos los humoristas, Taleb Al-Soudani es un verdadero desesperado.

 Patrice Claude es periodista de Le Monde. Francia.