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Relajación en Bagdad

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

«Mi lista llegó a 32» dice Salam al llegar al hotel, «Ya han matado a 32 de mis amigos.»

Sigue teniendo lágrimas en los ojos, pero su actitud es estoica. Le dispararon a otro de sus amigos y ha muerto.

«Sabe que me siento como una mierda cada vez que sumo a alguien a mi lista. A veces me parece como si fuera todos los días», dice.

Bienvenido a Irak. Donde las noticias mejoran con cada día que pasa.

Violentos combates continúan en Faluya. Mientras los militares afirman que controlan la situación, sus cazabombarderos vuelven a bombardear áreas de la ciudad.

Fuentes de dentro y de los alrededores de Faluya siguen declarando que los muyahidín controlan grandes sectores de la ciudad ya que han podido arreglárselas para introducir más armas.

En cuando a Bagdad hay nuevos y feroces enfrentamientos en Adhamiya y la Guardia Nacional Iraquí circula por las calles con sus máscaras negras.

La crisis de la gasolina continúa y ahora el servicio telefónico celular apenas funciona.

Pareciera que aquí nada funciona correctamente. No hay gasolina, no hay mucha electricidad, no se puede beber el agua, todos los precios aumentan. La gente muere a diario.

«Ésta es la libertad», como dicen los iraquíes, y es el título perfecto para un nuevo libro de mi colega Christian Parenti: «La Libertad» que recomiendo con entusiasmo.

Hoy es mi cumpleaños… lo celebro compartiendo una gran comida con un jeque y algunos de mis amigos iraquíes.

Me llevan al límite las noticias recibidas de Salam, las bombas que siguen estallando y el acostumbrado tiroteo en las calles. Podrán comprender mi humor sombrío.

El día siguiente, el 12, fue un día gris y llovió intermitentemente en Bagdad. Salam y yo rezamos por nuestra seguridad y nos atrevimos a tomar la ruta al aeropuerto.

Bloqueados en una larga fila de vehículos, mantenemos silencio. Contenemos la respiración. Imaginen estar bloqueado en una larga fila de coches sabiendo que cualquiera de ellos podría ser un coche bomba, que espera que nos acerquemos unos centímetros más al puesto de control.

Sólo vi a un soldado de EE.UU. que estaba ahí – el horrible deber de revisar los coches y dirigir el puesto de control es realizado casi exclusivamente por contratistas «Global» de la seguridad, casi todos nepaleses. El resto son de la Guardia Nacional Iraquí. Imagínense que se fuera su trabajo.

Mi bolsa no la revisaron, y el coche no lo revisaron minuciosamente ni mucho menos.

«Cuida tu culo y sale de aquí lo más rápido posible, habibi», le dije a Salam cuando nos dimos la mano.

Las despedidas en Irak son siempre sinceras… porque la posibilidad de no volverse a ver vivos es muy real. Nuestros ojos le dicen todo al amigo.

En el aeropuerto se corta la corriente. Sólo me río, termino por subir al avión y hacemos el acostumbrado despegue en espiral.

Por sobre las nubes volamos hacia occidente hacia el sol poniente y comienzo a sentirme tranquilo por primera vez en seis semanas. Una relajación acompañada por la tristeza y el sentimiento de culpabilidad acostumbrados que proviene del poder irse cuando la mayoría de los iraquíes están ahora atrapados dentro de su propio país.

13 de diciembre.

7 Marines han sido muertos en la provincia Al-Anbar, es decir Faluya. ¿Creen los militares que les es útil no anunciar que ha habido combates violentos en Faluya durante los últimos días? ¿Cómo ayuda esto a las familias de los soldados que están allí? ¿Cómo lo viven sus seres queridos en la patria que sufren de un apagón informativo? ¿Cuando saben que las únicas noticias válidas que recibirán realmente de los militares son las que les informan que sus seres queridos han muerto?

Las familias de los soldados miran las noticias de los horribles coches bomba, en la esperanza de que alguien que conocen no haya estado presente. Hay que imaginarse lo que es vivir así cada día.

Los duros combates continúan, así como los coches bomba, y los pocos días relativamente ‘tranquilos’ fueron seguidos por más sangre. Es el modelo permanente durante toda la ocupación. Con la excepción de que los períodos de ‘calma’ son más breves y el derramamiento de sangre es más generalizado que nunca antes.

No queda otra que suponer que esto continuará hasta las ‘elecciones’ así como después de ellas. Es lo que se llama escalada.

Estoy en Jordania para un descanso y volveré a Irak en enero, mucho antes de fines de mes.

Quiero agradecerles a todos por sus extraordinarios apoyo y lectura. Sin su ayuda, este trabajo no sería posible. No tendré contacto por correo electrónico durante aproximadamente una semana, luego vuelvo a enviar noticias y blogs que escribí en Irak, pero no me alcanzó el tiempo para despacharlas.