Daniel Nina y Dennis Mario, o lo que es lo mismo, el primero entrevista al segundo de seis de la mañana a seis de la tarde. El primero es un escritor, periodista, politólogo, criminólogo, historiador, jurista (que no abogado), profesor, y recientemente, nos hemos enterado que también es uno de los deportistas menos conocidos del […]
Daniel Nina y Dennis Mario, o lo que es lo mismo, el primero entrevista al segundo de seis de la mañana a seis de la tarde. El primero es un escritor, periodista, politólogo, criminólogo, historiador, jurista (que no abogado), profesor, y recientemente, nos hemos enterado que también es uno de los deportistas menos conocidos del Caribe. Nina, sin duda es uno de los intelectuales mejor formados en el Puerto Rico de hoy, por no decir que en las Antillas hispánicas de las que son oriundos él y sus padres, cubanos (padre) y dominicanos (madre). Dennis Mario es Dennis Mario Rivera, conocidos por todos los que no le conocemos por Dennis Mario, el del Don Pedro y los pitirres (1982), la obra que lo hizo ser Dennis Mario Rivera, el de la calle San Sebastián en el Viejo San Juan, Puerto Rico.
Ese es el Dennis Mario al que entrevista Daniel Nina, con el que comparte desde un café en casa de sus padres hasta una conversa en Barcelona. Es esa conversación, tipo monólogo, la que ha de marcar el encuentro o los encuentros que son la materia prima de la que versa esta entrevista o diálogo fluido y casual. Ya Daniel se había sentado con Don Juan Mari Brás, y no nos había aborrecido. Con Dennis Mario, tampoco lo hace. Con ambos logra algo que considero importante; y, es rescatar la memoria de dos hombres que son y han sido ellos y sus circunstancias: las de un país que se quiere y no se deja querer, que se tiene pero no se deja tener, que si no fuera porque se quiere y se tiene, no sería tan querido ni tenido. En fin, los dos entrevistados son dos entrevistados de un país que lo mejor tal vez haya sido que no haya sido.
Me refiero a ese trayecto, ¿qué hubiese sido de Dennis Mario si Dennis Mario Rivera hubiese tenido que ser presentado en el Museo de la Organización de los Estados Americanos por el Estado Libre Asociado de Puerto Rico? Lo clave en la vida del Dennis Mario de Daniel Nina es la de un artista que no ha pedido permiso, que no ha tenido permiso pero que tampoco le ha hecho falta para que su obra haya sido expuesta en Washington y en París, en La Habana, como en ese espacio de nueva vida que él decidió fundar, el Museo Sin Techo a Sol y Agua, allí en la Calle San Sebastián, Viejo San Juan, Puerto Rico (1983). Lo clave de esta historia de vida es que es la historia de una vida marcada por unas circunstancias muy particulares. Ese museo tiene un origen de cuya memoria se trata de forma pormenorizada en esta entrevista. Y ese origen, es fundacional de ese mito por el que quienes no conocemos a Dennis Mario le conocemos. Pero lo que Dennis Mario no sabe es que no tiene derecho a reescribir la historia, si bien podrá tener derechos de autor sobre esa imagen que quedó allí plasmada y de la que recibió un encargo cuya ruta le marcaron Benjamín Torres, y su madre, la que le dijo que lo tenía que hacer, y la que le puso hasta el nombre. Lo cierto es que hizo historia. Una historia que le debe a la proeza del Certamen «Sin Nombre», ese que no le dio nombre a él ni al Don Pedro y los pitirres.
En esta entrevista, sin embargo, Daniel Nina capta más de Dennis Mario. Con esta entrevista logramos entender al artista, más que al pintor que ya conocíamos. Dennis Mario es también músico. Dennis Mario es también… es también cubano. Dennis Mario es por cuestión de fe, cubano. Su producción musical como su pictografía es cubana. Dennis Mario reconoce que no puede, que no puede separar su obra de su fe. Me resulta interesante, que viajara a Cuba a hacerse la comunión. Que viajara tantas veces, pero no me extraña. Quienes comulgamos en esa fe muy bien sabemos que Dennis Mario es cubano de nación y no de nacimiento. De nacimiento, es como Daniel Nina, caribeño. Son esas señales, las señales del espíritu las que creo que le han permitido crear esa ruta sin saber queriéndolo. Que adrede le pusieron en el camino ese obstáculo en ese poco nombrado certamen que sólo le sirvió para que le conociéramos sin conocer a ese muchachito criado y maleducado en Puerto Nuevo.
Dennis Mario no lo sabía. Pero lo cierto es que hay un vínculo entre Don Pedro y los pitirres. Dennis Mario no lo sabe, pero ese pitirre moribundo no llegó a su vida así porque sí. Ese pitirre se lo envió Don Pedro. Sí, Don Pedro se lo envió por mediación de ese obrero al que no pudo en vida representar, pero que le dijo y le habló. Y a su rescate llegaron tres. Primero… el primero fue Benjamín, su biógrafo; el segundo, fue ese obrero del que no se conoce nombre, y el tercero o, más bien la tercera, Dennis Mario, fue tu santa santísima madre, la que le puso el nombre a esa obra que en ese certamen te hicieron el favor de no aceptar. En fin, que Dennis Mario no por cosas del destino reservas una foto en la que de niño estás con el lazo de Don Pedro. Lo clave, son los pitirres. Sin saberlo, fueron y son símbolo de la resistencia, de esa resistencia cuya voz en vida fueron y son esos pitirres a cuya memoria se dedica tu historia de vida.
Esa es sin duda una historia de vida que has vivido para contar, y para que le pudieras ver presentar en vida, con tu hermano, con tu madre, con Elizam Escobar y con tu banda, de esa que nos habla en los ritmos de tu fe con origen en nuestra amada Cuba. Yo, que soy hijo de Santiago por cuestión de padre y fe (sincretismo religioso), te lo agradezco que hayas vivido para contárselo a Daniel; también, que no te hayas dejado morir porque de lo contrario no hubiese disfrutado en vida de la presentación de tu historia de vida. Considero que para entender tu obra pictórica y musical nos hacía falta esta entrevista. Ahora entiendo porque Labrador llegó al Cuartel de Juan Domingo aquella madrugada vestido con un traje blanco en el verano de 1998, y porque tener una camisa puesta con esa imagen de Don Pedro y los pitirresera símbolo de resistencia para Pedro Toledo y los niños de sangre azul. También, entiendo porque los cargos contra todos los encausados por rebelión no prosperaron, incluido mi hermano, el que tenía la camiseta porque se la presté yo. Fue, ahora entiendo, un asunto de fe cubana, no de justicia.
Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.
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