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Debate sobre las elecciones iraquíes

Respuesta a Alex Callinicos

Fuentes: Znet

Traducido para Rebelión por Felisa Sastre

Querido Alex;

Muchas gracias por tu carta ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10338 ). Estoy encantado con esta nueva oportunidad de tener un intercambio de ideas contigo, y más aún porque admiro tu admirable capacidad de compaginar una actividad intelectual exigente y una carrera académica simultáneamente con un muy militante compromiso en la política activa.

Los dos estamos profundamente comprometido en la puesta en marcha de un movimiento contra la guerra y el imperialismo, tal como lo hemos venido haciendo desde hace muchos años. Esa es la verdadera razón por la que nuestros diferentes puntos de vista tienen validez en su reflexión sobre las diversas posturas de la izquierda militante y no simplemente como una discusión retórica de salón. Más aún, somos capaces de mantener discrepancias que ofrecen un buen ejemplo de intercambio de opiniones, de forma amistosa entre camaradas que exponen argumentos reales, en lugar de lanzarse calificativos mutuamente y distorsionar el punto de vista del otro.

Pero vamos a comentar el contenido de tu carta. Dices que has leído mi artículo «Sobre las próximas elecciones en Irak» ( http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10336 ) en ZNet «con creciente sensación de consternación». Estoy seguro de que no te va a sorprender si te digo que a mí no me ha cogido de sorpresa. La realidad es que escribí mi artículo con el propósito de advertir a algunos sectores del movimiento occidental anti-imperialista sobre el peligro de equivocarse en el análisis de la situación en Irak, lo que podría ocasionar funestas consecuencias políticas- en particular en los esfuerzos que se están llevando a cabo para recuperar el grado de movilización alcanzado por el movimiento pacifista antes de la invasión de Irak. Entre esos sectores quería advertir al movimiento contra la guerra en EE.UU. y Gran Bretaña- los dos países cuyas fuerzas armadas desarrollan el papel fundamental en la ocupación de Irak- que ocupan un lugar primordial en mi mente. Yo también he experimentado «un creciente sentimiento de consternación» en relación con algunas de las posturas adoptadas por ciertos círculos de izquierda sobre este asunto.

Desde este punto de vista, debo decir que tras leer con detenimiento tu carta me he sentido al mismo tiempo complacido y desconcertado. Me ha encantado el hecho de que mis argumentos hayan tenido, aparentemente, un impacto en tus planteamientos- quizás como un caso extremo de la amable confianza en mis opiniones como «fuente de orientación» a la que aludes al principio de tu carta. Y me sentido desconcertado por las incoherencias que se expresan en ella, y que son el resultado de aceptar a medias mis puntos de vista y, a partir de ahí, caer en contradicciones inusuales en una inteligencia tan aguda como la tuya.

Esas contradicciones giran alrededor de los tres puntos clave planteados en mi artículo: las próximas elecciones, la resistencia iraquí y los planes de EE.UU.

  1. Las próximas elecciones:

Me alegra el que coincidas conmigo en el razonamiento de que no es relevante, en sí mismo, el que las elecciones se celebren bajo ocupación extranjera (aunque muchos de quienes «denuncian» su celebración recurren a ese engañoso argumento). Tú conoces también los hechos indiscutibles: que «las masivas protestas que convocó el Gran Ayatolá chi’í, Ali al Sistani, hace justo un año, obligaron a Bush y Bremer a aceptar las elecciones». Para recordarte la atmósfera que se vivía entonces, déjame citar a la prensa de tu propio partido. En el Socialist Worker (Londres) del 31 de enero de 2004, un artículo titulado «Deeper into the Quagmire» (Más hundidos en el cenagal») informaba así:

«En el sur, donde predominan los musulmanes chi’íes, se produjeron manifestaciones de decenas de miles de personas que pedían con insistencia elecciones directas inmediatas. Sin embargo, EE.UU. tiene previsto traspasar el poder a un Consejo tapadera mientras mantiene sus actuales niveles de poder. El Consejo no sería elegido sino respaldado por una reunión de notables. Esos notables serían invitados a las reuniones por los mismo miembros del Consejo a los que deberían elegir. El Plan ha enfurecido a la mayoría del pueblo iraquí».

Estoy seguro de que habida cuenta de tu implicación, en aquellos momentos, en la situación de Irak , no hubieras dudado en expresar tu total apoyo a las masas de iraquíes que luchaban por imponer las elecciones a los ocupantes. Entonces, ¿Cómo puedes justificar tu ultimo cambio de postura sobre las elecciones? Escribes:

«Pero las cosas han cambiado desde entonces. Ahora, siempre que algún miembro del gobierno títere da muestras de duda ante la insurrección, son Bush, Blair y su marioneta, Iyad Allawi, quienes se muestran inflexibles y afirman que las elecciones no pueden posponerse, lo que revela que EE.UU. ha desarrollado una estrategia que busca servirse de las elecciones para legitimizar la ocupación y presionar a la Unión Europea y a Naciones Unidas para que se involucren más en Irak, etc.».

El núcleo de tu razonamiento parece ser el siguiente: las masas iraquíes- o en último extremo la Chi’a, a la que pertenecen los dos tercios de la población iraquí, entre los que se encuentran los grupos más oprimidos y pobres prácticamente privados del voto hasta ahora- han conseguido forzar una elecciones gracias a sus protestas frente los ocupantes. Podríamos apoyarles en el caso de los ocupantes rechazaran sus exigencias. Pero dado que Bush y Blair han dado marcha atrás y aceptado a regañadientes sus demandas, e intentan ahora, como es lógico, aprovecharse al máximo de ellas (realmente, con bastante poco éxito, tal como la prensa mundial no cesa de informar), deberíamos oponernos a las aspiraciones de esas masas a celebrar las elecciones.

¿Crees honradamente que esa es una forma seria de plantear una posición política? Es decir, ¿afirmar lo contrario de lo que Bush y Blair están diciendo, sin que importe lo que digan e incluso si se les ha obligado a ello? ¿Cómo podrías explicar el cambio de postura a la abrumadora mayoría de la población iraquí que insiste en celebrar esas elecciones y consideran que han conseguido el derecho de celebrarlas gracias a su lucha? ¿Qué podrías decirles a esos millones de personas que ven cualquier intento de posponerlas o deslegitimizarlas como una maniobra de los ocupantes o de las sectarias fuerzas que se mueven entre los sunníes, ninguna de las cuales puede aceptar la idea de que una mayoría (chi’í) gobierne en Irak?

Incluso aunque no tuvieras que dirigirte al pueblo iraquí, ¿cómo podrías explicar a la opinión pública occidental que unas elecciones, que Bush se ha visto obligado a celebrar, son ilegítimas sólo porque Bush finalmente las respalda? Pero todavía más importante, ¿cómo defenderás el resultado de esas supuestas elecciones «ilegítimas» si la mayoría de la asamblea elegida se enfrenta a la ocupación (una situación bastante probable, aunque no segura al depender, entre otras cosas, de la actitud de Washington)?

Aquí, precisamente, es dónde tu primera incoherencia aparece con claridad porque afirmas: «¿Promoverán las elecciones un régimen democrático legítimo? No, no en mayor medida que en Afganistán. La ocupación seguirá y el gobierno títere continuará en el poder». (Pareces ignorar el hecho de que el mandato del gobierno títere de Allawi termina el 30 de junio y que la nueva Asamblea se supone que va a elegir un nuevo gobierno). Pero continuas: «Todo ello quiere decir que si se produjera un relativamente auténtico voto popular en enero, el movimiento contra la guerra debería exigir que los estadounidenses y sus aliados se retiraran inmediatamente y se permitiera a la nueva Asamblea elegir un Gobierno que respondiera a la auténtica voluntad del pueblo iraquí».

En resumen, si uno considera ilegítimas las elecciones, ¿cómo va a defender sus resultados? ¿En qué medida la nueva Asamblea puede representar la voluntad real del pueblo iraquí y al mismo tiempo ser ilegítima? Mi propósito era, precisamente, el de advertiros a ti, y la izquierda anti-imperialista en su conjunto, de que no cayerais en la trampa de considerar «ilegítimas» las próximas elecciones sólo porque algunos grupos armados del círculo sunní y ciertos partidos reaccionarios sunníes intentan quitarles legitimidad con argumentos contradictorios.

Por favor, toma nota de que no estoy diciendo que el movimiento contra la guerra o la izquierda anti-imperialista debiera apoyar las elecciones- mientras Washington no intente de nuevo impedirlas- y mucho menos el que debiéramos aceptar los resultados con independencia de las circunstancias que las rodeen (1). Lo que afirmo es que para el movimiento y para la izquierda es un error total condenar las elecciones antes de su celebración, lo que nos situaría, probablemente, en contra de la mayoría del pueblo iraquí. Bien, la mayoría que surgiera de las próximas elecciones estaría en condiciones de negociar con Washington y arrancar de Estados Unidos algunas concesiones en Irak. Los comunistas de Vietnam (en 1954) y el Frente de Liberación Nacional de Argelia (en 1962) coincidieron en obtener concesiones de los ocupantes franceses de sus respectivos países; y ello no les ilegitimó como representantes de la mayoría de sus pueblos (2).

2. La resistencia iraquí.

Disculpa que cite mi artículo y subraye algunas frases:

«La denominada resistencia iraquí está formada por un conglomerado heterogéneo de fuerzas, muchas de ellas exclusivamente locales. En su mayor parte, se trata de gente que se rebela ante la dura ocupación de su país, y lucha contra los ocupantes y sus auxiliares iraquíes armados. Pero otro segmento de las fuerzas comprometidas en acciones violentas en Irak lo constituyen fanáticos enormemente reaccionarios, principalmente fundamentalistas islámicos, que no distinguen entre civiles- incluidos los propios iraquíes- y personal armado, y recurren a acciones horrendas como la decapitación de trabajadores emigrantes asiáticos y al secuestro y / o asesinato de todo tipo de personas que en ningún caso son hostiles o perjudiciales para la causa nacional iraquí. Esas actuaciones las utiliza Washington para contrarrestar el efecto de los legítimos atentados contra las tropas estadounidenses: la tarea de presentar al «enemigo» como el mal se convierte así en más fácil.

Incidentalmente, esto significa que cualquier apoyo incondicional a la «resistencia» iraquí en su totalidad en los países occidentales, donde el movimiento contra la guerra lo necesita extremadamente, es gravemente contraproducente en tanto que está profundamente equivocado (si bien basado en buenas intenciones). Debería existir una clara distinción entre las acciones contra la ocupación que son legítimas, y las de los denominados grupos de «resistencia» que deben ser rechazados. Un caso muy obvio es el de los atentados sectarios del grupo de Al-Zarqawi contra la Chi’a».

A ello, contestas explicando, en primer término, que «la plataforma del movimiento contra la guerra no debería incluir el apoyo a la resistencia armada a la ocupación»- una declaración con la que estoy totalmente de acuerdo, y un principio sobre el que recientemente he intentado convencer a algunos de tus propios camaradas franceses en una organización pacifista a la que pertenezco en Francia»(3). Después, de forma subrepticia, presentas un notable cambio de postura en tu partido- afirmas «Desde luego que deberíamos condenar el tipo de secuestros y decapitaciones perpetradas por grupos como el de Zarqawi».

¿Desde luego? ¿Realmente era tan obvio? Entonces, ¿por qué os habéis abstenido de hacer una condena tan explícita hasta que algunos derechistas de los sindicatos han lanzado una lamentable campaña contra vuestro partido y la coalición contra la guerra que con tanta eficacia habéis puesto en pie en Gran Bretaña, tomando como pretexto las atroces torturas y asesinato del miembro del Partido Comunista y sindicalista Hadi Salih? (4). Pero en cualquier caso, ¿ No estamos ahora totalmente de acuerdo sobre este asunto? Sin embargo, en lugar de reconocer esta realidad, intentas minimizar tu cambio de postura al decir que «me niego a equiparar la ‘resistencia iraquí’ en su totalidad con las barbaridades llevadas a cabo por Zarqawi.», para a continuación «suponer» acertadamente (¿no ha quedado suficientemente claro con mis citas anteriores?) que considero «legítimas» muchas de las acciones armadas contra los ocupantes y sus auxiliares armados, y preguntarme: «¿por qué nos adviertes con tanta intensidad contra el apoyo a Zarqawi, cuando sólo los islamistas radicales y unos pocos fanáticos e imbéciles izquierdistas pensarían en hacerlo?».

La respuesta a tu pregunta es sencilla: tú eres el único que te «has centrado» específicamente en Zarqawi (5). Mi advertencia era mucho más general y amplia, y sólo mencionaba al grupo de Zarqawi como el que lleva a cabo, en nombre de la «resistencia» a la ocupación, algunas de las actividades más obviamente condenables.

2. Los planes de EE.UU.

Otro de los fines de mi artículo era el de recalcar el hecho de que Washington está llevando a cabo una «estrategia de la tensión» en Irak (tomando prestada la forma en que se acostumbra a describir en Italia el deliberado y manipulado aumento de la tensión que lleva a cabo el Estado o los aparatos paraestatales con el fin de agudizar una situación de emergencia o su práctica equivalencia). He explicado que la forma en que los ocupantes están manejando las relaciones entre kurdos y no kurdos en el norte, y entre chi’íes y sunníes en el resto del país, podría presagiar una peligrosa «solución» final. Washington podría recurrir «a la bien conocida receta imperialista de dividir y vencer, asumiendo el riesgo de llevar a Irak a una devastadora guerra civil». Describía la forma de manejar las elecciones por parte de los ocupantes como uno de los elementos de esa estrategia, y afirmaba que «existen buenas razones para creer que el objetivo real (del violento ataque contra Faluya) era precisamente el de agravar la caótica situación en Irak, con el fin de restar legitimidad al resultado de las elecciones del 30 de enero».

A esta afirmación mía tú contestas «La idea de que- como sugieres- las ofensivas militares contra Nayaf y Faluya fueron diseñadas por Washington para provocar el caos y deslegitimar las elecciones me parece bastante rocambolesca». Pero, pocas líneas después, escribes lo siguiente:

«Sin embargo me resultan muy sospechosos algunos sucesos- por ejemplo el asesinato de chi’íes en ciudades al sur de Bagdad, atribuidos a militantes salafistas. Al analizar este tipo de actuaciones lo único racional es preguntarse Quis profuit (¿a quién beneficia?) y recordar, asimismo, la larga y sangrienta historia de la CIA, del SIS y del resto de trabajos sucios llevados a cabo por el imperio anglo-estadounidense. Este peligro se percibe intensamente: Ali Fahdi, un médico iraquí que ayudó a rodar un terrible documental- que se acaba de emitir aquí en Gran Bretaña en el Canal 4, en el que se muestra la devastación de Faluya- afirma que «el ejército estadounidense ha incrementado las posibilidades de desatar una guerra civil al utilizar en Faluya a su nueva guardia nacional chi’í para eliminar a los sunníes».

¿Rocambolesco cuando lo escribo yo, y realista cuando lo haces tú?

Déjame que termine esta carta, ya demasiado larga, con una última cita tuya. «pero en las próximas semanas el movimiento en EE.UU. y Gran Bretaña, especialmente, se enfrentará a una enorme ofensiva ideológica que trata de presentarnos como antidemocráticos partidarios del terrorismo» para añadir a continuación «en este clima, bastante contrario a tus propias intenciones, tu artículo es, por decir lo mínimo, de poca utilidad ya que no ayuda».

He intentado demostrarte por qué, por el contrario, mi artículo puede ayudar mucho más que la postura que has mantenido tú hasta ahora, si nos referimos a los intentos efectivos de presentar al movimiento contra la guerra «como anti-demócratas que apoyan el terrorismo». Mi artículo del 1 de enero aparentemente ya ha contribuido a algunos cambios en tu propia postura. Permíteme que repita su final en el cual espero que coincidamos plenamente: » ello significa que la tarea más urgente desde fuera de Irak es complementar las elecciones del 30 de enero, y las legítimas actuaciones de resistencia contra la ocupación de EE.UU. y sus aliados, con la organización, el 19 de marzo, de manifestaciones mundiales lo más masivas posibles contra la guerra».

Con mis mejores saludos,

Gilbert Achcar

Notas.

(1) Ni trato de que el movimiento contra la guerra, como pareces creer, respalde la estrategia de Sistani como «la más provechosa para enfrentarse a la ocupación». Esa es únicamente mi opinión personal; creo que las movilizaciones masivas que convocó (que es lo que quiero decir cuando hablo de la estrategia seguida por él, no cualquier otra postura que haya tomado) fueron claramente más eficaces para obligar a Washington a dar marcha atrás que las acciones armadas. De la misma manera, creo que la primera Intifada palestina con sus manifestaciones de masas y lanzamiento de piedras resultó mucho más efectiva que la segunda, con el recurso a las armas y los atentados suicidas; el uso de la violencia, siempre que no sea indiscriminada, no es una cuestión de principios sino de adecuación de los medios a los fines, el equilibrio de fuerzas y otras circunstancias concretas). Lo que no quiere decir que las acciones armadas en Irak sean ineficaces; son mucho más efectivas que en Palestina. He subrayado en muchas ocasiones la magnitud del atolladero iraquí y he hablado públicamente de un «nuevo Vietnam» (en el sentido de una posible derrota política de EE.UU. frente al lodazal militar) desde los primeros meses tras la invasión.

(2) Por supuesto, ello no significa que debamos apoyar cualesquiera de las concesiones que una dirección nacionalista pueda hacer ( por ejemplo, sabes cuál fue mi postura ante las concesiones de la OLP que culminaron en los «Acuerdos de Oslo»).

(3) Ya que mencionas a «mis camaradas de otras épocas en Gran Bretaña (¿)- por cierto, algunos amigos británicos e irlandeses me han dicho que has distorsionado la postura que adoptó el IMG en los años 70 en Irlanda- ¿por qué no mencionas en su lugar a mis «camaradas de otras épocas» en el SWP estadounidense que desempeñaron un papel clave en la organización del movimiento contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, y que lideraron «la unidad del movimiento», eligiendo con acierto la unificación del movimiento bajo la única exigencia de traer a los soldados a casa?

(4) Me refiero a las recientes cartas a The Independent (7 de enero) y The Observer (9 de enero) de líderes de la Coalición «Paremos la Guerra». La participación de miembros del Partido Comunista iraquí en las instituciones creadas por los ocupantes responden a una vieja tradición de oportunismo, que previamente había llevado a varios partidos comunistas a colaborar con las autoridades coloniales en sus países cuando las metrópolis colonialistas se aliaron con Moscú contra el eje fascista en los años 30 y 40. Ni entonces había razón ni tampoco hoy para convertirlos en objetivo de brutales asesinatos. (La forma en que Hadi Salih ha sido asesinado sugiere que los criminales pudieran ser elementos residuales de la terrible policía política de Saddam Hussein).

(5) Tu afirmación de que alguno de mis razonamientos «giran peligrosamente hacia los de Toni Blair» o están «muy cercanos al discurso dominante en Washington y Londres» son ejemplos extremos de excesos polémicos de un estilo que afortunadamente no tiene el resto de tu carta.

Fuente original de este debate:

Debate on the Iraqi Election

What should the attitude of the anti-war movement be toward the Iraqi election scheduled for the end of January? And what should the attitude of the anti-war movement be toward different political forces in Iraq, including the armed resistance?

Iraqi Elections
by Phyllis Bennis (posted on ZNet Dec. 20, 2004)

On the Forthcoming Election in Iraq
by Gilbert Achcar, Jan. 1, 2005 (posted on ZNet Jan. 3, 2005)

Letter to Gilbert Achcar
by Alex Callinicos, Jan. 12, 2005 (posted on ZNet Jan. 13, 2005)

Reply to Alex Callinicos
by Gilbert Achcar, Jan. 18, 2005 (posted on ZNet Jan. 19, 2005)