Nos remontamos hasta 1917, en plena Primera Guerra Mundial, año en que las tropas británicas conquistan Bagdad de los turcos del Imperio Otomano y éste se derrumba. Tras la derrota definitiva de los turcos, los británicos delimitan lo que llaman el Estado de Irak el 10 de enero de 1919 y reparten la principal riqueza […]
Nos remontamos hasta 1917, en plena Primera Guerra Mundial, año en que las tropas británicas conquistan Bagdad de los turcos del Imperio Otomano y éste se derrumba. Tras la derrota definitiva de los turcos, los británicos delimitan lo que llaman el Estado de Irak el 10 de enero de 1919 y reparten la principal riqueza del país: el petróleo. El Reino Unido, Francia, Holanda y EEUU se quedan cada uno con el 23,5%, dejando el 5% restante en manos de una corporación privada encabezada por Calouste Gulbenkian. La Liga de Naciones decide el 11 de noviembre de 1920 dejar Irak bajo control británico. Éstos nombran rey a Faisal Ibn Huseín de la dinastía hachemita, hermano del monarca de la vecina Transjordania (actualmente Jordania) Abdulah Ibn Huseín. Un plebiscito popular celebrado en 1921 confirma a Faisal I como rey de Irak. Los británicos redactan una constitución, estructuran el parlamento y minan las fuerzas del movimiento nacionalista e independentista que comienza a surgir en los núcleos urbanos. Las autoridades del Imperio Británico no dudan en recurrir a la fuerza para hacer respetar sus decisiones y proteger sus intereses.
Se descubren más reservas petrolíferas cerca de Kirkuk y Faisal I le otorga los derechos exclusivos de explotación a la británica Iraqi Petroleum Company. En 1932 finaliza el mandato británico sobre Irak según la Liga de Naciones, pero no hay cambios importantes en la vida política y económica del país. En diciembre de 1933 muere el rey Faisal y le sucede su hijo Ghazi, cuyo reinado no dura mucho, puesto que muere en un accidente de coche el 3 de abril de 1939. Su único hijo, Faisal, es nombrado rey con tan sólo 4 años, con lo que la regencia recae sobre su tío Abdul-Ilah. Aprovechando la debilidad de la monarquía y la ausencia de los británicos, el militar Rachid Alí Al-Gaylani destrona a Faisal II en 1941, pero una nueva invasión del ejército británico devuelve al trono a Faisal II y a su regente en mayo de ese mismo año. En 1945 el país ingresa en las Naciones Unidas y, bajo el auspicio del Reino Unido, se convierte en miembro fundador de la Liga Árabe. La minoría kurda que ocupa el norte del país se rebela contra la monarquía bajo el mando de Mustafá Barzani, pero el levantamiento fracasa y sus líderes huyen a la URSS.
El establecimiento del Estado de Israel en 1948 lleva al gobierno iraquí a aliarse con Transjordania y declararle la guerra. El 40% del presupuesto se destina a las fuerzas armadas y a atender a los refugiados palestinos. Israel corta el oleoducto de Haifa, dejando a Abdul-Ilah con la mitad de los impuestos por explotación de los yacimientos petrolíferos. A pesar de que la emigración está prohibida en Irak, miles de judíos huyen a Israel. En 1949 se firma la paz con el estado judío tras una humillante derrota de la coalición árabe y al año siguiente se legaliza la emigración: 110.000 judíos abandonan el país entre mayo de 1950 y agosto de 1951. La guerra, el corte del oleoducto y la huída de una de las comunidades más prósperas de Irak deja la economía seriamente tocada.
El ascenso al poder de Gamal Abdel-Nasser en Egipto en 1956 mueve a EEUU y Reino Unido a diseñar una alianza militar con sus principales estados en la región para contrarrestar la euforia pronasserista. El Pacto de Bagdad une a Irak, Turquía, Irán y Pakistán a las citadas potencias. Ante tal movimiento, Nasser acusa a Faisal II de ser una marioneta en manos de los británicos y hace un llamamiento a los militares para que le derroquen. El ataque combinado entre Francia, Reino Unido e Israel sobre Egipto en la Península del Sinaí ese mismo año aviva aún más la llama antioccidental y antimonárquica en Irak. Estamos en febrero de 1958 y el rey Huseín de Jordania y Abdul-Ilah proponen una unión entre ambas monarquías hachemitas para contrarrestar la reciente unión sirio-egipcia (la llamada República Árabe Unida) bajo el mandato de Nasser y el creciente descontento popular en Irak. Nuri Al-Said, primer ministro del país, viaja a Kuwait para convencer a sus emires de formar una triple unión. Los iraquíes siempre han visto a este país como una creación artificial de los británicos. Sin embargo, Kuwait aún era por entonces protectorado británico, y éstos se oponen a darle la independencia.
El 14 de julio de 1958 oficiales de la 19ª Brigada de las Fuerzas Armadas Iraquíes, llamados los «Oficiales Libres», de tendencia pronasserista y dirigidos por el brigada Abdul-Karim Kassem «Azzaím» (El Jefe) y el coronel Abdul-Salam Arif destronan al rey Faisal II. Éste, junto con varios miembros de la familia real, es ejecutado y sus cadáveres expuestos en público. Es declarada la república, se disuelve la unión con Jordania y se retiran del Pacto de Bagdad. El nuevo gobierno declara los acuerdos para la explotación del petróleo iraquí nulos, pero emplaza a la Iraqi Petroleum Company a seguir explotando los yacimientos a cambio de un pago sustancialmente mayor. La IPC acepta el acuerdo. Con el paso del tiempo, Kassem comienza a distanciarse de las políticas nasseristas, con lo que crece una oposición a su gobierno dentro del ejército, encabezada por Abdul-Salam Arif. Éste termina siendo encarcelado. En un intento fracasado de asesinato de Kassem interviene un hombre que iba a ser llamado a dominar Irak en el futuro: Saddam Husseín. Éste es herido en la pierna de un disparo; a pesar de ello consigue huir a Siria. La guarnición del ejército de Mosul se rebela contra el gobierno de Kassem. Ante la presión, éste autoriza la vuelta al país del líder kurdo Barzani a cambio de su colaboración en la derrota de los insurrectos. Finalmente, éstos no logran deponer a Kassem, pero el gobierno se halla muy debilitado. De ello se aprovecha el mismo Barzani, que lidera una nueva insurrección kurda que no será sofocada hasta varios años más tarde. Al otorgarle el Reino Unido la independencia a Kuwait en 1961, Kassem ve una oportunidad para fortalecer su imagen y declara la soberanía sobre el emirato, alegando que éste formaba parte de la provincia otomana de Basra (ahora provincia de Irak). Los británicos rechazan esta afirmación y como medida disuasoria despliegan una brigada del ejército en Kuwait. Kassem se ve obligado a dar marcha atrás.
Miembros del Partido Socialista del Renacimiento Árabe (el Baat) dan un golpe de estado en febrero de 1963 y nombran primer ministro a Ahmed Hasán Al-Bakr y presidente al excarcelado Abdul-Salam Arif. La ideología baatista, que iba a dominar los siguientes años la vida de los iraquíes, toma sus raíces en el marxismo, y propone la unificación panárabe, la independencia respecto de las potencias occidentales y la realización de una programa de carácter socialista («Unión, Libertad, Socialismo»). Saddam Husseín es autorizado a volver a Irak. El gobierno baatista reconoce la independencia de Kuwait en octubre, pero el Baat es expulsado del gobierno por Arif al mes siguiente y varios de sus miembros encarcelados, entre ellos Saddam Husseín. El 13 de abril de 1966 Abdul-Salam Arif muere en un accidente de helicóptero y le sucede en la presidencia su hermano el general Abdul-Rahmán Arif. Al año siguiente Saddam escapa de la cárcel y se convierte en uno de los líderes más importantes del Baat en la clandestinidad. Este hecho junto con otra derrota de la coalición árabe en la tercera guerra árabe-israelí y la rotura de las relaciones con EEUU ese mismo año, debilita el poder y la credibilidad de Arif. Finalmente el 17 de julio de 1968 el Baat vuelve a dar otro golpe de estado. Ahmed Hasán Al-Bakr es nombrado presidente de Irak y del Consejo de Mando de la Revolución. Saddam Husseín es ya Secretario General del Baat y también vicepresidente del país y del Consejo. El gobierno de Al-Bakr se encuentra con un presupuesto dedicado al 90% al ejército. Se decide darle prioridad a la agricultura y la industria. En cuanto al petróleo, se rompe el monopolio de la Iraqi Petroleum Company al firmarse otro contrato de explotación con la francesa ERAP. Al año siguiente del golpe de estado, y vista la imposibilidad de reducir por la fuerza a los rebeldes kurdos, se deja en manos de Saddam Husseín la responsabilidad de llegar a un acuerdo con los independentistas. Éste llega en 1970: los kurdos ganan una determinada autonomía dentro de Irak, con un gabinete de 5 cargos, el reconocimiento oficial de la lengua y cultura kurdas y una parte proporcional de los ingresos nacionales. Se rechazaron todas las pretensiones kurdas sobre los campos petrolíferos de Kirkuk. Una delegación iraquí visita Moscú en 1972 y se firma un tratado de ayuda económica y militar con las autoridades soviéticas. Ese mismo año también se normalizan las relaciones con EEUU, Siria y Jordania. El 1 de junio se acepta la propuesta de Saddam Husseín de nacionalizar las compañias petrolíferas. Saddam es nombrado general en 1973, y comienza a obtener serios apoyos tanto dentro del Baat como en el ejército. Fue uno de los máximos responsables de la política de seguridad nacional represiva, pero también de la modernización y activación de la economía. Gracias a la crisis petrolífera que arranca ese año 1973 y que dispara los precios del crudo, los ingresos del gobierno de Al-Bakr se multiplican. Se instauran la educación universal gratuita (incluída la superior) y programas de erradicacción del analfabetismo, las ayudas a las familias de los soldados muertos en defensa de la partia, la hospitalización universal gratuita, subsidios a los campesinos, la expropiación de los terrenos a los grandes terratenientes y su repartición entre los campesinos más pobres, la modernización del transporte, la distribución de electricidad, etc… así como la promoción de otras industrias aparte de la petrolífera, como la minera.
Las disputas con Irán se recrudecen en 1975 al ocupar los tropas de éste la vía acuífera iraquí de Shatt Al-Arab, al norte del Golfo Pérsico, una importante vía para la exportación de petróleo para ambos países. Existen informes que demuestran que el Secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, incitó al Shah de Irán a dar este paso. Sin embargo, estos hechos no derivaron en incidentes más graves, pues el 6 de marzo ambos países firman los Acuerdos de Argel. Irak reconoce el derecho de Irán sobre la parte oriental de Shatt Al-Arab a cambio del cese de las ayudas a los kurdos. Poco más tarde se reanudaron por parte del gobierno las hostilidades contra los kurdos. También con se enfriaron las relaciones con Kuwait debido a cuestiones fronterizas y con la URSS a causa de la ejecución en Irak de varios comunistas. En febrero de 1979 se produce la revolución islámica chií en Irán, un hecho clave que afectará a toda la historia posterior iraquí. Las tensiones entre ambos estados aumentan, al considerar Al-Bakr la revolución chií y su carácter expansivo un peligro para su gobierno de minoría sunní (el 60% de la población iraquí es chií). Al-Bakr decide preparar un proyecto de unificación son Siria (también gobernada por el Baat), que prevee a Hafez Al-Asad, presidente de Siria, como futuro máximo dirigente de la unificación. Viendo su futuro puesto de sucesor de Al-Bakr en peligro, Saddam Husseín reúne a los máximos líderes del Baat el 22 de junio de 1979 y leee varios nombres de una lista elaborada por él mismo. Aquellos cuyos nombres son pronunciados, son arrestados y fusilados. Pocas semanas después, el 16 de julio, Al-Bakr dimite y Saddam Husseín Abdel-Mayid Al-Tikriti (n. 28/04/1937) asume tanto la presidencia del estado como la del Consejo de la Revolución.
El gobierno de Saddam apuesta por medidas radicalmente opuestas a las que predica la vecina revolución islámica: se amplían los derechos de las mujeres (obteniendo incluso altos cargos en el gobierno y la industria), se crea un sistema legal a la occidental, en que la ley islámica está ausente (salvo en los casos de injuria personal), etc… Así mismo cultiva una imagen de líder político y espiritual del pueblo iraquí, haciendo referencias a la época abbasida, en que Bagdad era la capital política, económica y cultural del mundo árabe, pero también a la cultura mesopotámica y a reyes como Nabuchadnezzar o Hammurabi (incrementando también la inversión en arqueología). Aparte del típico uniforme militar, aparece vestido como beduino, kurdo o occidental, así como rezando hacia La Meca. Pero Saddam se tiene que enfrentar a los mismos problemas que sus antecesores en el cargo: sigue teniendo una fuerte oposición por parte de los kurdos, que ven opresoras las medidas arabizadoras del Baat, y de la mayoría chií, que se extremiza más tras el triunfo de la revolución iraní. Conviene apuntar también que la modernización y el crecimiento de la economía permiten a los iraquíes con sueldo de profesor viajar y hacer turismo en Europa a finales de la década de los 70 .
Los planes de Sadddam Husseín de hacer de Irak la primera potencia regional pasan por debilitar el régimen iraní de los ayatolás y, a ser posible, hacer suya la provincia iraní de Khuzestán, que supondría poner en sus manos el 20% de las reservas mundiales de petróleo. La reciente revolución, la purga de altos oficiales militares y el cese de la ayuda norteamericana dejaban al país persa más vulnerable que nunca. Así pues, el 22 de septiembre de 1980 Irak declara la guerra a Irán usando como pretexto un supuesto intento de asesinato del Ministro de Exterior Tarik Aziz. Las fuerzas armadas iraquíes usan básicamente el material militar adquirido a la URSS y sus aliados, pero también de China, Francia, Egipto y probablemente Alemania. Saddam también obtiene tecnología europea para la fabricación y mejora de armamento químico. Los dos primeros años resultan desastrosos para el mando iraní. Las fuerzas de Saddam consiguen penetrar profundamente en territorio persa en un largo frente. Pero la suerte de los iraquíes acaba en junio de 1982, cuando los contraataques iraníes les obligan prácticamente a retirarse del país. A partir de este momento, las postura iraquí será únicamente defensiva. Este hecho empuja a EEUU a apoyar abiertamente a Saddam Husseín, ofreciéndole ayuda militar y financiera. Irak ofrece un alto el fuego, pero el régimen iraní lo rechaza, prolongado durante 6 años más una guerra estática extremadamente brutal, parecida a la Primera Guerra Mundial, incluído el uso de armas químicas por ambos bandos. Es muy posible que la repentina mejora del material militar iraní tuviera como causa el llamado «Asunto Irán-Contra»: oficiales militares estadounidenses le vendieron ilegalmente material bélico a Irán para poder financiar a la guerrilla de la Contra en Nicaragua. En los últimos años de la guerra, la creciente ayuda exterior permite a Irak modernizar su ejército y reanudar sus ofensivas, incluyendo bombardeos sobre ciudades principales de Irán como su capital Teherán. El 16 de marzo de 1988 el ejército iraquí lanza gas nervioso sobre la ciudad kurda iraquí de Halabuyah, asesinando a 5.000personas, incluídos niños. El 3 de julio el crucero norteamericano USS Vincennes derriba un avión de pasajeros de las líneas iraníes, resultando 290 muertos civiles. El gobierno de EEUU afirma que lo confundieron con un F-14 Tomcat de las fuerzas armadas de Irán. Varios analistas consideran el acto como advertencia al régimen iraní para poner fin a la guerra. Efectivamente, el 20 de agosto se firma el cese de hostilidades. El conflicto ha durado casi 8 años y ha costado a ambos países millones de muertos y la destrucción del sector más productivo de sus economías: el petrolífero. Al final de la Guerra Irano-Iraquí, Saddam Husseín se encuentra al mando del ejército más numeroso de la región, pero con la economía destrozada, los kurdos en pie de guerra y gigantescas deudas, sobre todo con Kuwait (14 mil millones de dólares) y Arabia Saudí. El gobierno intenta obtener fondos instando a la OPEP a disminuír la producción de petróleo para hacer subir los precios, a lo que Kuwait responde aumentándola. Las tensiones entre Irak y Kuwait aumentan al acusar Sadddam al emirato de haber aprovechado la guerra para excavar pozos petrolíferos en el territorio fronterizo disputado. Además proclama que la guerra con Irán fue en favor de todos los países árabes al haber impedido la extensión de la revolución islámica y que por ello tanto Arabia Saudí como Kuwait deben condonarle la deuda contraída. La negociaciones con Kuwait comienzan en julio de 1990, pero sólo incrementan la tensión. Sadddam se reúne con el embajador norteamericano April Gillespie, y le transmite su intención de no renunciar a acciones bélicas si las negociaciones no avanzan. El embajador le responde que EEUU «no tiene ninguna postura en los conflictos entre estados árabes, como sus desaveniencias fronterizas con Kuwait». El 1 de agosto se reúnen los representantes iraquíes y kuwaitíes en Arabia Saudí para reiniciar las negociaciones. Sólo consiguen amenazas e incluso insultos mutuos. Al día siguiente ls tropas iraquíes penetran en Kuwait y poco después de medianoche han asegurado todo el país. Pocas horas después, el Consejo de Seguridad de la ONU y la Liga Árabe condenan la invasión, ordenan a Irak a retirarse y le imponen sanciones económicas. El gobierno saudí recibe información del embajador estadounidense de que sus satélites han captado supuestas imágenes (que nunca fueron mostradas) de que las tropas iraquíes estaban a punto de cruzar la frontera kuwaití-saudí. El 7 de agosto los EEUU despliegan sus tropas en Arabia Saudí. Más tarde salieron a la luz imágenes de satélites soviéticos en los que no aparece ninguna evidencia de que las tropas iraquíes fueran a invadir Arabia, e incluso el comandante en jefe norteamericano, el general Norman Schwarzkopf, admitió que nunca hubo ninguna prueba de que aquella información fuera cierta. Saddam responde a estos hechos el 8 de agosto anexionando Kuwait y declarándolo la 19ª provincia de Irak.
Nos situamos en noviembre de 1990 y la crisis de la invasión iraquí a Kuwait sigue abierta. El Consejo de Seguridad adopta la resolución 678, que autoriza el uso de todos los medios para liberar Kuwait y pone como fecha límite el 15 de enero para que las fuerzas iraquíes abandonen Kuwait. Irak condiciona su retirada a la retirada de Israel de los territorios palestinos y a la de Siria del Líbano. El 12 de enero el Congreso de los EEUU aprueba el uso de la fuerza militar contra Irak. El 16 de enero las tropas de una coalición de 33 países (Afganistán, Alemania, Arabia Saudí, Argentina, Australia, Bahrein, Bangladesh, Canadá, Checoslovaquia, Corea del Sur, Dinamarca, EAU, Egipto, España, Francia, Grecia, Holanda, Honduras, Hungría, Italia, Kuwait, Marruecos, Níger, Noruega, Omán, Pakistán, Polonia, Portugal, Qatar, Reino Unido, Senegal, Siria y Turquía, varios de ellos convencidos gracias a ayudas económicas o condonación de deudas) liderada por EEUU lanzan un bombardeo sobre Bagdad a las 3 de la mañana. Irak responde lanzando 8 misiles Scud sobre Israel, en un intento de arrastrar a éste a la guerra y avivar la llama antisionista en los países árabes, pero Israel se mantuvo neutral, al igual que la vecina Jordania. Los ejércitos de la coalición obtuvieron rápidamente la superioridad aérea y los objetivos de los bombardeos, aparte de los claramente militares, fueron también industrias de producción de electricidad (cuyos niveles en la posguerra se vieron reducidos al 4%), depuradoras, equipos de telecomunicación, puertos, refinerías petrolíferas, raíles, puentes y dos centrales nucleares activas (violando la resolución 45/52 de la ONU). Irak lanzó sus misiles Scud contra las bases de la coalición en Arabia y Kuwait, con muy poco éxito. El 22 de febrero la URSS propuso un alto el fuego si las fuerzas iraquíes se retiraban a posiciones anteriores a la invasión. El plan fue aceptado por el gobierno iraquí, pero rechazado por los EEUU, aunque aceptaron no atacar a las tropas que se retiraran. El 24 los hombres de la coalición comenzaron a penetrar en territorio iraquí. El 26 el ejército iraquí se retiraba en masa hacia su país, prendiendo fuego a los campos de petróleo. El convoy de retirada fue tan masivamente bombardeado que se le denominó la «Autopista de la Muerte». Ni Irak ni la coalición usaron armas de destrucción masiva, aunque varios soldados de la coalición presentaron el llamado «Síndrome del Golfo», probablemente debido al uso de uranio empobrecido en las municiones. El presidente de los EEUU, George H.W. Bush declara el alto el fuego el 27 de febrero (aunque muchos periodistas occidentales afirman que hasta el 29 la tropas norteamericanas dirigidas por Barry McCaffrey seguían persiguiendo y abatiendo a soldados iraquíes). Saddam Husseín acepta las condiciones de la ONU (embargo económico, inspecciones a sus instalaciones militares…) en abril de 1990. La resolución 986 permite al gobierno iraquí exportar 5,2 millones de dólares en petróleo cada 6 meses a cambio de alimentos y productos de necesidad humanitaria.
La Guerra del Golfo fue un desastre para el país. Se estima que sus bajas fueron entre 1.500 y 200.000, situándose posiblemente las cifras más realistas en torno a 75.000, contra 378 muertos y menos de 1.000 heridos en los rangos de la coalición. El coste de las operaciones supusieron para los EEUU 61,1 miles de millones de dólares, sufragados en sus 2/3 por Japón, Kuwait y Arabia Saudí. Los líderes iraquíes afirmaron haber encontrado en manos del gobierno kuwaití un documento de la CIA que instaba a Kuwait a multiplicar las provocaciones contra Irak con la promesa de que iban a ser defendidos y solucionados sus problemas fronterizos. Los EEUU desmintieron la existencia de tales planes. Por otro lado, las promesas de ayuda por parte de los norteamericanos a los rebeldes kurdos se toparon con la oposición frontal de Turquía, que también cuenta con una minoría kurda considerable. Así que los restos del ejército iraquí se dedicaron a masacrar tanto a los kurdos del norte como los chiítas del sur. EEUU impuso una zona de exclusión aérea al norte del paralelo 36 y al sur del 32. Los cazas y bombarderos estadounidenses y británicos sobrevolaban diariamente estas áreas, bombardeando prácticamente a cada salida. Debido al miedo de los países árabes (sobre todo las monarquías y emiratos del Golfo Pérsico) a una nueva revolución islámica, los EEUU no derrocaron a Saddam. Sin embargo, éste se ve obligado a moverse hacia posturas más islamistas para contentar el creciente extremismo religioso: aparece mucho más en posturas de claro carácter religioso, se reintroducen elementos de la ley islámica como la pena de muerte por homosexualidad y la frase de «Al-Lahu Akbar» («Dios es grande») es añadida a la bandera nacional.
En una visita del ya ex-presidente de los EEUU George Bush padre el 27 de julio de 1993 a Kuwait se produce un intento de asesinato. Las autoridades norteamericanas culpan a los servicios secretos iraquíes y bombardean la Oficina de Inteligencia Iraquí en Bagdad. En mayo de 1995 Saddam expulsa del gobierno al Ministro del Interior Watban y en julio hace lo mismo con su poderoso Ministro de Defensa Alí Hasán Al-Mayid (apodado «El Químico» por los occidentales). Estos cambios supusieron el ascenso de sus dos hijos Udai y Kusai a la vicepresidencia, que comenzaron a purgar oficiales e instaurar un régimen de terror y corrupción. El general Husseín Kamil Hasán Al-Mayid, Ministro de la Industria Militar y nuero de Saddam Husseín, huye junto con su hermano (también nuero de Saddam) y sus respectivas mujeres (hijas de Saddam) a Jordania en agosto. Desde ahí hacen un llamamiento al derrocamiento del régimen iraquí. Antes de que Husseín Kamil pudiera desvelar nada, el líder iraquí ofreció plena colaboración a los inspectores de la UNSCOM, la comisión de desarme de las Naciones Unidas; posteriormente rechazará la visita a algunas instalaciones, expulsará a los inspectores y se encontrarán pruebas de desarrollo de ADMs. Los desertores volvieron a Irak, donde fueron asesinados ambos maridos.
Posiblemente debido a las evasivas y secretismo del régimen iraquí, norteamericanos y británicos deciden comenzar la operación «Desert Strike» («Golpe del desierto») en septiembre de 1996, con varias semanas de bombardeos intensivos sobre el país. Al año siguiente, son expulsados inspectores estadounidenses acusados de espionaje. Evidentemente el gobierno de Bill Clinton lo desmintió, aunque en 1998 el marine yankee Scott Ritter, miembro del equipo de inspecciones, dimitió alegando que la CIA usaba sus visitas para realizar operaciones encubiertas. En diciembre de ese año fue declarada la operación «Desert Fox» («Zorro del desierto»), con más bombardeos intensivos. Tras los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, concretamente en septiembre de 2002, el presidente de los EEUU George W. Bush declara que Saddam Husseín viola 16 de las resoluciones de la ONU y que no ha desmantelado su industria de producción de ADMs. Los oficiales iraquíes desmienten tales acusaciones y los inspectores afirman que no tienen ninguna prueba de ello. Al obtener una resolución negativa del Consejo de Seguridad respecto al uso de la fuerza, EEUU y Reino Unido, junto con países como España, Portugal, Bulgaria, Australia, Japón (cuya Constitución le impide desplegar sus tropas fuera de su propio país), etc… invaden Irak en marzo de 2003, bajo las acusaciones de posesión de ADMs y apoyo al terrorismo islámico. Ambos hechos serán desmentidos por el mismo presidente de los EEUU George W. Bush. El prácticamente inexistente ejército iraquí es rápidamente derrotado. Udai y Kusai son abatidos por las fuerzas yankees y Saddam Husseín es capturado cerca de Kirkuk. El Baat es prohibido por la administración norteamericana y se instaura una administración provisional en vistas de elecciones al nuevo parlamento iraquí.