Parecía claro que el «sí» se habría impuesto en el referéndum constitucional de ayer, pero parece menos claro que la nueva Carta Magna allane el camino hacia un Irak unido. Hay seis ejes de controversia que pueden generar conflictos en el futuro próximo
«El logro más importante de esta Constitución es haber sentado las bases para el establecimiento de una estructura federal en Irak», defiende Wael Abdel Latif, uno de sus redactores chiítas. «Esa fórmula política supone la destrucción de Irak como país», discrepa sin embargo el sunnita Samir Abdalá. Es sin duda el asunto más controvertido de la Carta Magna y al que se oponen no sólo los sunnitas, sino también algunos chiítas.
«No había tiempo para otro año de negociaciones porque el país se estaba desintegrando», señala por su parte Joost Hilterman, responsable para Medio Oriente del International Crisis Group (ICG), una organización sin fines de lucro que trabaja para la solución de conflictos. A estas alturas parece claro que los grupos dominantes -chiítas y kurdos- consiguieron un respaldo mayoritario para el texto e incluso el apoyo de una parte de la comunidad árabe sunnita, pero eso no va a cerrar la controversia política ni a acabar con la violencia. El líder espiritual chiíta, el gran ayatola Alí Sistani, instó esta semana a los iraquíes a que acudieran «masivamente» a votar por el «sí» en el referéndum de ayer. Incluso los sunnitas que lo respaldaban -Partido Islámico y Mutamar Ahl al Sunna- confían en poder cambiar puntos básicos a través del mecanismo de revisión incorporado el pasado miércoles.
Estos son algunos de los aspectos más controvertidos del proyecto constitucional:
– Federalismo. Toda la sección tercera de la Carta Magna -artículos 45 al 105, ambos incluidos- se dedica a la estructura federal de la República de Irak que consagra el artículo 1. Sin embargo, la ausencia de normas sobre cómo se forman las regiones ha exacerbado el temor de los árabes sunnitas a que a la autonomía kurda se le sume una macroautonomía chiíta de nueve provincias y ellos queden relegados a la única zona del país que carece de recursos petrolíferos. Tampoco los tranquiliza que, según el artículo 109, la gestión conjunta de los hidrocarburos entre el gobierno federal y los gobiernos regionales se limite al «petróleo y gas extraídos de los depósitos actuales», lo que da a entender que los que se descubran en el futuro podrán quedar en manos de cada autonomía. Otro aspecto preocupante es la descentralización de los cuerpos policiales que, según el ICG, equivale «al respaldo de hecho a las milicias locales (formadas sobre bases étnicas, sectarias y de partido) que ya son preponderantes».
– Islam. El artículo 2 establece que «el Islam es la religión oficial del Estado y una fuente de básica de legislación». Algunos analistas estiman que la precisión de que «ninguna ley puede contradecir las disposiciones del Islam» viola el principio básico de soberanía parlamentaria. Sin embargo, el mismo artículo también establece que «ninguna ley puede contradecir los principios democráticos» y garantiza los derechos de las minorías, por lo que el resultado dependerá de su desarrollo legal y de la práctica más que de la Constitución. Excepto entre algunos liberales, esta formulación no ha despertado preocupación entre los iraquíes.
– Ciudadanía. Menos comentada, pero más grave, en opinión del ICG, es la concesión del artículo 29 a los islamistas. En él se establece que «la familia», y no el ciudadano, «es la fundación de la sociedad», y que «el Estado se compromete a preservar su entidad y sus valores religiosos, morales y patrióticos».
– Identidad nacional. Aunque no aparece en el borrador distribuido a los iraquíes, la Asamblea aprobó el miércoles pasado la inclusión del adjetivo «árabe» en el artículo 3, donde se reconoce que «Irak es un país de muchas nacionalidades, religiones y sectas» y su pertenencia a «los mundos árabe e islámico». Excepto por la referencia en el preámbulo a «nosotros, los hijos de Mesopotamia», el texto no instituye un vínculo que una tanto aárabes como a kurdos, a musulmanes y cristianos, yazidíes o sabeos.
– Partido Baas. El artículo 7, que prohíbe el racismo, el terrorismo, el sectarismo y la limpieza étnica, hace una mención explícita al Partido Baas de Saddam Hussein y sus símbolos. Dicho partido «no podrá ser parte del pluralismo político en Irak; una ley regulará este extremo». Este punto adquiere una dimensión personal para la élite árabe sunnita, incluidos miles de profesionales, hombres de negocios e incluso artistas, porque la mayoría fueron miembros del partido y temen que se utilice para impedir su futura participación en la administración.
– Tratados internacionales. Las ONG han mostrado su preocupación por la desaparición, del artículo 44, de una provisión que establecía «la obligación de cumplimiento de las responsabilidades adquiridas en tratados internacionales». Fuentes de la ONU achacan la supresión a Estados Unidos.