…Aceptaríamos la «legalidad» de la invasión colonial anglo-norteamericana a Iraq. Aceptaríamos dentro de ella el bombardeo de poblaciones civiles, el uso de armas de destrucción masiva prohibidas por las convenciones internacionales, las torturas y asesinatos extrajudiciales de los campos de exterminio norteamericanos, la guerra sucia de los mercenarios occidentales, el expolio de las riquezas de […]
…Aceptaríamos la «legalidad» de la invasión colonial anglo-norteamericana a Iraq. Aceptaríamos dentro de ella el bombardeo de poblaciones civiles, el uso de armas de destrucción masiva prohibidas por las convenciones internacionales, las torturas y asesinatos extrajudiciales de los campos de exterminio norteamericanos, la guerra sucia de los mercenarios occidentales, el expolio de las riquezas de Iraq (culturales, energéticas…).
… Aceptaríamos la falacia de que esta invasión colonial se hizo para liberar a un pueblo de un dictador. Esto sería similar a creer la propaganda fascista italiana de los años 30, que repetía que Mussolini invadía Etiopía para liberarla del ·feudalismo» del negus Haile Selassie.
… Aceptaríamos la farsa de que Saddam Hussein se mantuvo en solitario en el poder, y que la represión que llevó a cabo fue obra exclusiva de su régimen. Aceptaríamos así la ocultación de los Estados Unidos como la fuerza decisiva que le mantuvo en el poder, le armó, le apoyó internacionalmente, le ayudó en la guerra contra Irán y miró hacia otro lado durante la represión a la población chií del sur del país, que se desarrolló impunemente a escasos kilómetros de su poderosa flota de guerra.
… Aceptaríamos que un juicio justo puede hacerse teniendo incomunicados a los acusados, impidiendo a sus abogados ponerse en contacto con ellos, prohibiendo a las organizaciones internacionales comprobar la posibilidad de torturas. Aceptaríamos que esa pandilla criminal que las grandes corporaciones mediáticas llaman hoy «gobierno de Iraq» tenía derecho a amenazar de muerte a los abogados defensores si se presentaban en el país, como éstos denunciaron en su día, y a «permitir» su asesinato, como ha sucedido realmente con algunos de estos letrados. En definitiva estaríamos de acuerdo con una farsa judicial que iguala o supera a los más esperpénticos «juicios» nazis de los años treinta.
… Aceptaríamos la legalidad de la banda de títeres que Estados Unidos y sus socios han colocado en Bagdad, banda cuya misión única es organizar la represión interna contra quienes se resistan al dominio anglo-estadounidense y a su saqueo colonial. Aceptaríamos entonces que el agente de la CIA colocado como «presidente» de Iraq y su pandilla son realmente el «gobierno legítimo» del país.