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Discurso demencial de Tony Blair sobre Iraq

¡Sí, es una cruzada!

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Germán Leyens

Estimado primer ministro:

Entre las cartas que recibo sobre Iraq hay unas pocas que evidentemente han sido escritas por lunáticos. Su estilo paranoico es fácilmente reconocible. Utilizan mayúsculas para distinguir a las fuerzas de la oscuridad y las fuerzas de la luz en Iraq. Tienen una explicación conspirativa simplista de la guerra. Ignoran los hechos bien documentados sobre Iraq y Oriente Próximo. Desdeñan abiertamente a los críticos que no comparten su visión indiscutible de los acontecimientos.

Me sorprendió leer su discurso del 1 de agosto sobre Oriente Próximo ante el Consejo de Asuntos Mundiales de Los Ángeles, y encontrar todas las características de esos escritores epistolares alienados. Incluso contiene el mismo uso de mayúsculas del demente obsesionado. En las complejas crisis de Oriente Próximo y más lejos, usted dice que ve sobre todo ‘una lucha entre lo que llamaré el Islam Reaccionario y el Islam Moderado, Dominante.’ Su visión es apocalíptica. Usted ve ‘una lucha elemental por valores’ y resulta que las guerras en Afganistán e Iraq ‘no se trató sólo de cambios de regímenes sino de cambio de sistemas de valores. La bandera no fue realmente «cambio de régimen» sino «cambio de valores.»‘

Algunas de estas tonterías empalagosas se sitúan en mucho en la línea de lo que articula frecuentemente el Tony Blair ficticio de Private Eye, el vicario de St. Albans. Pero si son tomadas en serio significan que EE.UU. y Gran Bretaña intervinieron en Afganistán e Iraq para interferir con la religión musulmana y para apoyar a aquellos musulmanes que están de acuerdo con la interpretación de su fe por Tony Blair. En otras palabras, la afirmación de los combatientes islámicos en Iraq de que su religión está bajo ataque por nuevos cruzados de Occidente es enteramente correcta, por su propia admisión. Otro aspecto profundamente inquietante de su discurso es su ignorancia. Algunas veces incluso la admite. Usted dice que en los años antes del 11-S «Apenas habíamos oído hablar de los talibán.» Pero los talibán, respaldados por Pakistán y Arabia Saudí habían estado tomando el control de Afganistán durante años. Seguramente usted había oído hablar de ellos más que un poco.

En cuanto a tantas explicaciones paranoicas monocausales del mundo, su discurso muestra ceguera ante otros acontecimientos, a menudo fundamentales. En Iraq, esto significa no sólo que los gobiernos de EE.UU. y Gran Bretaña no tienen la menor idea de lo que está sucediendo sino que, como nunca pueden admitir sus errores, son incapaces de descubrir nuevas políticas para reemplazar las que han fracasado. Ha sido el patrón de los últimos tres años desde la caída de Sadam Husein. Por ejemplo, usted dice que sólo el extremismo religioso musulmán causa la violencia en la región y que sus acciones no tienen nada que ver con la ocupación estadounidense. Pero toda la evidencia apunta a lo contrario. Un sondeo del Ministerio de Defensa del año pasado mostró que un 82% de los iraquíes quiere que las fuerzas de EE.UU. y Gran Bretaña se retiren del país.

He estado visitando Iraq desde 1978 y he pasado la mitad de mi tiempo en el país desde la caída de Sadam Husein. Desde el verano de 2003 fue evidente que los cinco millones de la comunidad suní apoyaban la resistencia armada. Cada vez que iba al sitio en el que un soldado estadounidense había sido muerto o herido, la gente local bailaba de alegría. Fue esto lo que dio fuerza a los grupos islámicos extremos. Tenían un entorno amigo en el cual operar. Al Qaeda no tenía base alguna en Iraq antes de 2003; la única base de sus pocos adherentes estaba en las montañas kurdas, fuera del control de Bagdad. Fue enteramente la obra de George Bush y de usted que se hayan establecido ahora en Iraq y que se fortalezcan con cada día que pasa. Pero usted prefiere sugerir que el verdadero problema es que ‘Siria permitió que agentes de Al Qaeda cruzaran la frontera.’

El Islam Reaccionario no teme las elecciones, porque las gana. Los vencedores en la última elección en Iráq en diciembre de 2005 fueron los partidos religiosos chiíes y suníes entre los partidos árabes y kurdos. El principal grupo laico bajo Iyad Allawi, a pesar del considerable apoyo de EE.UU. y Gran Bretaña, salió mal parado de las urnas. El Islam tradicional se fortalece en el Iraq suní porque ha mostrado que puede combatir al invasor extranjero, mientras que es evidente el fracaso de nacionalistas laicos como Sadam Husein. Entre los chiíes, los seguidores de Muqtada al-Sadr, el clérigo nacionalista, obtuvieron 30 escaños en el parlamento iraquí. Las historias de éxito político en Iraq pertenecen a los que combinan el Islam, el nacionalismo y la capacidad de combatir. EE.UU., con Gran Bretaña trotando detrás, se podría encontrar pronto empantanado en una guerra contra los 15 a 16 millones de la comunidad chií en Iraq, así como contra los suníes.

Su discurso es esencialmente una visión ‘neoconservadora’ de Iraq. Ignora de manera aterradora la realidad en el terreno. Su propio embajador saliente William Patey escribió en un memorando que usted filtró la semana pasada que una guerra civil era más probable que una democracia. Unos 3.000 civiles fueron muertos en junio. El general John Abizaid, el máximo comandante de EE.UU. en Oriente Próximo, dijo a un Comité del Senado el jueves que: «Creo que la violencia sectaria es probablemente la peor que yo haya visto, en Bagdad en particular, y que si no es detenida, es posible que pueda orientarse hacia una guerra civil.»

A los ojos de la mayoría de los iraquíes la guerra civil comenzó hace seis meses, si no antes. Hay ahora dos guerras en Iraq: una, entre chiíes y suníes, y la segunda entre los insurgentes y los ocupantes. Iraq se está escindiendo. El país podrá sobrevivir como expresión geográfica, pero nada más. Por dos veces durante el siglo pasado primeros ministros británicos afirmaron que habían descubierto la fuente de todos los males en Oriente Próximo. Lloyd George quiso combatir a Ataturk y Turquía en 1922 y perdió su puesto de inmediato. Anthony Eden fue a la guerra para derrocar a Nasser en 1956 con consecuencias igualmente nefastas para su persona. Su intervención en Iraq ha sido aún más desastrosa desde el punto de vista británico.

Sólo espero que Al Qaeda, Hezbolá o Hamas no traduzcan su discurso al árabe, ya que cada párrafo paranoico confirma su afirmación de que luchan contra una cruzada occidental contra el Islam.

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Patrick Cockburn escribe para The Independent de Londres y para CounterPunch. Es autor de «The Broken Boy».

http://www.counterpunch.org/patrick08052006.html

Germán Leyens es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.