Recomiendo:
0

¡Silencio!, o llamaré a la democracia

Fuentes: IraqSolidaridad

«El silencio de las ‘feministas’ del régimen de Alawi es ensordecedor. Al sufrimiento de sus hermanas en las ciudades bañadas con napalm, fósforo y bombas de racimo por los aviones de combate de EEUU, a la muerte de unos cien mil civiles iraquíes, la mitad de ellos mujeres y niños, les sale al paso la […]

«El silencio de las ‘feministas’ del régimen de Alawi es ensordecedor. Al sufrimiento de sus hermanas en las ciudades bañadas con napalm, fósforo y bombas de racimo por los aviones de combate de EEUU, a la muerte de unos cien mil civiles iraquíes, la mitad de ellos mujeres y niños, les sale al paso la retórica de la formación para la democracia.»

Las mujeres iraquíes han sido durante mucho tiempo las más liberadas de Medio Oriente. La ocupación las ha confinado a en sus hogares.

El Departamento de Estado norteamericano ha lanzado una «iniciativa para la democracia de las mujeres iraquíes» de 10 millones de dólares para formar a las mujeres de Irak en las técnicas y prácticas de la vida democrática ante las próximas elecciones. Paula Dobriansky, vicesecretaria de Estado norteamericana para asuntos globales, ha declarado que «[…] daremos a las mujeres iraquíes los instrumentos, la información y la experiencia que necesitan para desempeñar funciones y ejercer de lobby para [que reciban] un tratamiento justo». El hecho de que el dinero irá destinado principalmente a organizaciones empotradas con la administración norteamericana como el Forum de Mujeres Independientes creado por la esposa de Dick Cheney, Lynn, no ha sido, obviamente, mencionado.

De todos los errores garrafales que ha cometido la Administración Bush en Irak, el mayor es su fracaso en comprender al pueblo iraquí, y en especial a sus mujeres. La principal equivocación es percibir a las mujeres iraquíes como víctimas silenciosas y empobrecidas de una sociedad controlada por los hombres en urgente necesidad de liberación. Esta imagen encaja convenientemente con esa otra general del pueblo iraquí como víctima pasiva que daría la bienvenida a la ocupación de su país.

Las mujeres iraquíes en la Historia contemporánea

La realidad es diferente. Las mujeres iraquíes participaron activamente en la vida pública incluso bajo el Imperio Otomano. En 1899 se estableció en Irak la primera escuela para chicas; en 1924, la primera organización de mujeres. Para 1937 había cuatro revistas de mujeres publicadas en Bagdad. Las mujeres participaron en la Revolución de 1920 contra la ocupación británica, incluyendo los combates. En la década de los 50 los partidos políticos establecieron organizaciones de mujeres. Todas reflejaban el mismo principio: combatiendo junto a los hombres, las mujeres se liberaban también a si mismas. Así se demostró tras la Revolución de 1958 que acabaría con la monarquía impuesta por los británicos, cuando las organizaciones de mujeres lograron en dos años lo que en 30 años de ocupación británica no se había conseguido: la igualdad legal.

Este proceso condujo a Unicef a informar en 1993 de lo siguiente: «[…] Raramente las mujeres en el mundo árabe disfrutan de tanto poder como en Irak […], los hombres y las mujeres tienen que recibir el mismo salario por igual trabajo. Los ingresos de la esposa están reconocidos como independientes de los de su marido. En 1974, la educación pasó a ser libre en todos los niveles, y en 1979 se convirtió en obligatoria para las niñas y niños hasta la edad de 12 años». A comienzos de los años 90, Irak tenía la tasa de alfabetización más elevada del mundo árabe. Había más mujeres profesionales en puestos de poder que en casi cualquier otra nación de Medio Oriente.

La tragedia fue que las mujeres vivían bajo el régimen represivo de Saddam. Ciertamente, había mujeres que ocupaban altos cargos políticos pero no hicieron nada para protestar por la injusticia inflingida contra sus hermanas opuestas al régimen.

Las mujeres en el Irak ‘liberado’ por la ocupación

Lo mismo está ocurriendo en la actualidad en «el nuevo Irak liberado». Tras la liberación, Bush y Blair han publicitado los avances de las mujeres como parte central de su visión para Irak. En la Casa Blanca, mujeres iraquíes elegidas a dedo recitaron desesperadamente las cantinelas necesarias para justificar la invasión de Irak. En junio, se otorgó la soberanía nominal a un gobierno interino designado por Estados Unidos que incluye a seis mujeres en los gabinetes ministeriales. No han sido elegidas por el pueblo iraquí.

Bajo el régimen de Iyad Alawi, las «fuerzas multinacionales» siguen inmunes ante el desagravio legal que raramente se aplica para los crímenes cometidos contra los iraquíes. La brecha entre las mujeres miembros del régimen de Alawi y la mayoría de las mujeres iraquíes aumenta cada día. Mientras que los gabinetes ministeriales y las embajadas de Estados Unidos y de Gran Bretaña están escondidas dentro de la fortificada «Zona Verde», a las iraquíes y a los iraquíes se les niega el derecho elemental de caminar con seguridad en sus propias calles. La parte derecha de la calzada es para los tanques estadounidenses etiquetados con la frase: «Si adelantas al convoy serás asesinado».

La falta de seguridad y el miedo de ser secuestradas hace a las mujeres iraquíes prisioneras en sus propias casas. Son testigos del saqueo de su país por parte de Halliburton, Betchel, las ONG estadounidenses, los misioneros, los mercenarios y los subcontratistas locales, mientras se les niega el agua potable y la electricidad. En la tierra del petróleo, tienen que hacer colas durante cinco horas al día para obtener keroseno o petróleo. La malnutrición aguda se ha duplicado entre los niños. El desempleo del 70% de la población está exacerbando la pobreza, la prostitución, los abortos clandestinos y los asesinatos por causa de honor. La corrupción y el nepotismo son rampantes entre el gobierno interino. Al-Naquib, el ministro de Interior, ha reconocido haber designado a 49 familiares para altos cargos, pero sólo porque estaban cualificados.

El asesinato de académicos, periodistas y científicos no ha escatimado en mujeres: Liqa Abdul Razaq, locutora de la TV al-Sharqiya, fue asesinada junto a su bebé de dos meses. Layla al-Saad, decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Mosul, fue brutalmente asesinada en su casa.

El silencio de las feministas del régimen de Alawi es ensordecedor. Al sufrimiento de sus hermanas en las ciudades bañadas con napalm, fósforo y bombas de racimo por los aviones de combate de Estados Unidos, a la muerte de unos cien mil civiles iraquíes, la mitad de ellos mujeres y niños, le sale al paso la retórica de la formación para la democracia.

Tony Blair reconoció en Bagdad que la violencia continuaría tanto antes como después de las elecciones, pero añadió: «[…] Por otro lado, tendremos una clara expresión de voluntad democrática». ¿No sabe que «la democracia» es lo que las mujeres iraquíes utilizan en estos días para asustar a sus hijos traviesos increpándoles: «¡Silencio, o llamaré a la democracia!

Haifa Zangana es una novelista iraquí que estuvo encarcelada temporalmente durante el régimen baasista. Exiliada en Londres desde los años 80, se situó en contra del régimen de sanciones de las Naciones Unidas contra su país en 1990 y se opuso a la invasión y ocupación de Irak en 2003. Zangana, que visitó Irak en varias ocasiones desde 1990 y tras la invasión estadounidense, ha participado en calidad de testigo en las sesiones del Tribunal Internacional sobre Irak celebradas en Bruselas (abril 2004) y Estocolmo (diciembre, 2004). Este artículo ha sido publicado en el diario británico The Guardian bajo el título: Quiet, or I’ll call democracy.
La traducción al español pertenece a Loles Oliván para IraqSolidaridad
.