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Silvia Delgado, poesía necesaria como el aire

Fuentes: Rebelión

La obra poética de Silvia Delgado la descubrí, me atrevería a decir, de manera casual. Era julio de 2011, el momento de máximo esplendor de lo que se dio en llamar crisis económica, pero que era mucho más que una vulgar crisis relacionada con el dinero: devastación económica, devastación ética, devastación moral. Como digo, leí […]

La obra poética de Silvia Delgado la descubrí, me atrevería a decir, de manera casual. Era julio de 2011, el momento de máximo esplendor de lo que se dio en llamar crisis económica, pero que era mucho más que una vulgar crisis relacionada con el dinero: devastación económica, devastación ética, devastación moral. Como digo, leí uno de sus poemas en la página web de Kaosenlared, medio de información anti-hegemónico, como les gusta definirse, en el que yo empezaba, por aquella época, a colaborar con mis artículos de opinión. Silvia me llevaba una gran ventaja. Ella ya era una veterana en aquel medio contestatario y molesto para el poder. Aquel primer poema se titulaba, lo recuerdo perfectamente, «Yo acuso». Y era demoledor.

Aquello fue como penetrar en el corazón de un huracán. Las palabras de aquel poema te sacudían con la fuerza de diez mil ejércitos, te zarandeaban y te golpeaban sin saber desde qué punto exacto procedían los golpes. Quedé impactado con la magnitud de los versos de aquella mujer. Hasta tal punto que decidí buscar la manera de entrar en contacto con ella. En algún sitio, probablemente en la misma Kaosenlared, encontré su dirección de correo electrónico. Decidí escribirle. Era un mensaje breve en el que le venía a decir que me habían sacudido poderosamente sus palabras, las imágenes que creaba con ellas, la fuerza que emergía de su literatura. Le proponía que hiciéramos un intercambio de libros. Aquel mismo día recibí la respuesta. A partir de aquel día iniciamos una relación epistolar que se extendió durante varios años.

Silvia Delgado Fuentes nació en la localidad de Villabuena de Álava, allá por 1968. Ahora reside en Sopelana, al lado mismo de Bilbao, aunque siempre ha sido una mujer inquieta que ha recorrido medio mundo, sobre todo América Latina y siempre del lado de los más desfavorecidos.

Silvia empezó con esto de la poesía a la edad de 28 años. Como veis, no era ninguna niña. Ella misma contaba en una entrevista cuáles fueron las motivaciones que la llevaron hasta aquella orilla:

En esa época comprendí que mi mundo había ido creciendo sobre el silencio. Mi infancia, mi adolescencia, mi juventud se fueron edificando sin hablar, sin contar, sin decir… Me faltaba la palabra y me fui llenando de ella. Era poeta y no lo sabía, no me había dado cuenta de que eso era lo que había estado solapado bajo tanta mudez y tristeza. Desde entonces mi empeño es aprender este oficio, letra a letra.

Desde aquellos lejanos días en que Silvia empezó a escribir, lo ha hecho sin parar, de una manera urgente, porque aún no lo he dicho, pero la poesía de esta mujer rebelde y nada complaciente con el poder, nace de la urgencia de plantar cara a la injusticia, a todas las injusticias: la del imperialismo, la del machismo, la del fascismo, la del neoliberalismo o la del militarismo, porque al fin y al cabo, la injusticia, tenga el apellido que tenga, es básicamente, la misma.

A lo largo de estos años, Silvia Delgado ha escrito extensamente, publicando en la red prácticamente a diario, ya sea en alguno de sus blogs personales -Si vis pacem, Sospecho que soy terrorista o Ni un paso en falso- o en otros medios alternativos. También ha ido recopilando parte de su obra en los siguientes títulos: No está prohibido llorar con los supervivientes (2005), Pese a todo (2005), -se trata de un cd en el que se pueden escuchar los recitados de Silvia junto con los de la poeta argentina Norma Segades Manías; Las cuarenta chimeneas del infierno (Ayuntamiento de Sevilla, 2006) Premio Antonio Machado; Canción inútil para Palestina (2007, Ed. Sodepaz); Los partos de la bestia, (2012) o Venid a ver la sangre de mi memoria herida, (2017, Reflector Libros).

Todos estos libros están repletos de poesía visceral, utópica, combativa, rabiosa, anticapitalista, feminista, hermosa, poesía fieramente humana y comprometida con el ser humano. No en vano, Silvia es heredera directa de poetas como Ángela Figuera, Olga Orozco, Miguel Hernández, Pablo Neruda, Antonio Machado, Gloria Fuertes, Eduardo Galeano, Gabriela Mistral o Blas de Otero, todos ellos nombres esenciales de la poesía militante.

Estos adjetivos y estas influencias se pueden aplicar y se pueden rastrear también en la más reciente publicación de Silvia Delgado: Entre el yugo y el salitre, un libro que se editó en noviembre del año 2019 y de cuya edición se encarga, como ocurrió con su anterior obra, Reflector Libros. Un libro que contiene 24 poemas que suponen un viaje al pasado, concretamente a uno de los episodios más crueles y terribles de la Guerra Civil española. Silvia rememora en las páginas de su nuevo libro aquellos terribles días de febrero de 1937 en los que un ejército de desarrapados, de parias de la tierra, emprendieron un viaje desde la ciudad de Málaga, a punto de caer en las garras asesinas del fascismo, hasta la de Almería, donde aún era posible la esperanza. De todos es más o menos conocido lo que ocurrió durante aquellas jornadas. Miles de personas emprendieron una huida a pie, o en burro o mulo si eran de los pocos afortunados que aún tenían uno, llevando a cuestas las pocas pertenencias que tenían, porque sabían que cuando los fascistas entraran en Málaga lo harían a cuchillo, como había ocurrido ya en otros muchos lugares de la geografía española.

Durante todo el camino desde Málaga a Almería filas interminables de seres humanos fueron atacadas por aire, tierra y mar, de manera indiscriminada, por la Legión Cóndor de Hitler y por los barcos de Mussolini y de Franco. El fascismo internacional unido contra un enemigo común: la población civil desarmada, hambrienta y atemorizada.

Desde hace varios años, con la llegada del mes de febrero, un puñado de personas comprometidas con la verdad, la justicia y la memoria, rememora aquellos días no tan lejanos del invierno de 1937. Y lo hace caminando desde Málaga a Almería, durante varias jornadas. Además se celebran otros actos, como conferencias, presentaciones de libros, conciertos, documentales, etc. En 2019 Silvia Delgado estuvo, como escribió nuestro admirado Antonio Machado, haciendo camino al andar, recordando a aquellas pobres gentes, intentado revivir sus recuerdos, sus pesares, sus deseos. De ese viaje nacieron estos versos. Como la propia autora escribe en una breve introducción que abre el libro, «Los poemas que componen este libro fueron escribiéndose en la misma carretera donde los fascistas masacraron 82 años antes al pueblo que huía.» Así pues, de aquella experiencia vivida justo hace un año, nació este libro. Del dolor y la rabia de conocer de primera mano tanta violencia, tanta ignominia, tanta muerte. Pero también tanta dignidad, tanta solidaridad, tanta camaradería.

Silvia nos cuenta en los versos de este libro algunos de los momentos más épicos de aquellas mujeres y niños, de aquellos ancianos y ancianas, mal alimentados y peor vestidos, que apenas podían sostenerse y que nunca sabían si serían o no capaces de dar el siguiente paso. Y lo hace como ella sabe hacerlo. De una manera pasional, con la vehemencia de una mujer que siempre encuentra la palabra precisa, el término justo. Por las páginas de este libro transitan los nombres de hombres y mujeres que durante aquella masacre en la que los muertos se contaron por centenares y los heridos por miles, estuvieron al pie del cañón: el médico canadiense Norman Bethune o su ayudante Hazen Sise; Tina Modotti o Matilde Landa, que organizaron la ayuda a los refugiados en la ciudad de Almería; o Anselmo Vilar, el farero de Torre del Mar, que con su comportamiento heroico evitó una muerte segura a miles de personas.

Por todo esto, estoy absolutamente seguro de que estos poemas no dejarán indiferente a quien se sumerja en ellos. Porque están escritos desde el corazón mismo de la verdad. Y la verdad nunca, jamás, deja indiferente. Exactamente como ocurre con la poesía de Silvia Delgado, que no deja indiferente a quien se acerca a ella. Un libro absolutamente necesario. Para que el olvido no tenga la última palabra.

Blog del autor: http://mimargenizquierda.blogspot.com.es/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.