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«Sincericidio» macrista: la plata que se nos va financia a los países ricos

Fuentes: Rebelión

Con esa sinceridad con la que los dueños del poder explican la brutalidad de sus decisiones, el presidente del Banco Central argentino Luis Caputo acaba de reconocer una situación que motivara grandes debates políticos e ideológicos durante largas década. Frente a quienes proclamaban que las «inversiones extranjeras» del mundo capitalista nos sacarían del pozo, estaban […]

Con esa sinceridad con la que los dueños del poder explican la brutalidad de sus decisiones, el presidente del Banco Central argentino Luis Caputo acaba de reconocer una situación que motivara grandes debates políticos e ideológicos durante largas década. Frente a quienes proclamaban que las «inversiones extranjeras» del mundo capitalista nos sacarían del pozo, estaban los que sostenían que era la plata de nuestras sociedades dependientes la que financiaba el crecimiento y bienestar de los países más desarrollados.

Quien echó luz en medio de este debate, fue -ni más ni menos- que la máxima autoridad monetaria del país; un funcionario perteneciente a un gobierno enamorado de las inversiones extranjeras y desesperado por recibir algunas migajas de las mismas.

Muchas veces, militantes y estudiosos del campo popular adelantaron que nuestras sociedades fueron empobrecidas ayudando al crecimiento de los países poderosos que nos someten. Esas opiniones eran desechadas por ser voces «politizadas». Pero ahora, un connotado funcionario macrista -justamente el encargado de resguardar el valor de nuestra moneda- es quien formula el aviso más rotundo.

Advierte que nuestro dinero, que representa el trabajo del conjunto de los argentinos, es el alimentador de las riquezas de los países más poderosos.

Las razones de este insólito reconocimiento por parte de un gobierno macrista pueden responder a múltiples razones: la cercanía con la profundidad de la crisis, la negativa del mundo financiero a seguirlos financiando o están eligiendo otros mercados para irse. Las razones pueden ser muchas y variadas, pero lo importante es ese sincericidio.

El gobierno de Mauricio Macri cerró una semana más de nerviosismo, con un tipo de cambio al alza alcanzando 40.53 pesos por dólar y cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) frenó los desembolsos para Argentina -que se esperaban el próximo lunes- hasta definir un nuevo acuerdo. Mientras, un juez insiste en investigar la legalidad del pacto logrado con la entidad financiera, que no que no pasó por el Congreso para su aprobación.

Es bueno que vayan apareciendo las causas reales de lo que nos está pasando, lo más lamentable ocurre que sea este mismo gobierno el mayor defensor de esa política de vaciamiento y entrega. Ésta, desesperada y muy tardía explicación, es fruto de la crisis que nos rodea por todos los costados.

Mientras, tras la multitudinaria marcha que se realizó el jueves en la localidad bonaerense de Moreno para repudiar las agresiones recibidas por Corina de Bonis, la maestra secuestrada y torturada con un punzón por realizar ollas populares en el centro educativo en el que trabaja, la policía intimidó a los escolares: «¿Por qué vas al acampe de los maestros de mierda que no van a dar clases?», le dijeron a uno de los chicos. Las intimidaciones ya no solo apuntan a los docentes y directivos, en un clima de creciente violencia: padres y escolares también son blanco de amenaza de la represión.

Presupuesto y Corte Suprema

Pero, mientras se pone a discusión el próximo Presupuesto Nacional, todos observan el significado del cambio en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, cabeza del Poder Judicial.

Entre tanto, hay otros elementos que se visibilizan al calor de la evolución de la realidad y que vale la pena mencionar: La utilización de las relaciones con China para presionar sobre EEUU; los problemas que aparecen en los yacimientos de Vaca Muerta; los cambios comerciales producido en las fronteras con países vecinos.

Estos temas, efectos de una crisis de fondo, puede llevarse puesto al gobierno de Mauricio Macri, que recibió otro sopapo el viernes pasado cuando el FMI le comunicó que se suspendía una entrega de cerca de tres mil millones de dólares, prevista para el próximo lunes. ¿La causa?: incumplimiento de los compromisos asumidos.

Las relaciones con China metidas en la negociación con EEUU

El gobierno argentino procura encontrar en la política de EEUU el aire que perdió en los mercados financieros internacionales. Sabe que, después de la reunión del G 20 (en diciembre), nadie dará mucho por su suerte futura. Es conocido el rumor sobre la posibilidad que -después de ese evento- los inversores financieros levanten vuelo y se vayan, satisfechos con las ganancias acumuladas. En ese caso el default podría dejar de ser una palabra y transformarse en realidad.

Por eso una de las pocas cartas que le quedan al macrismo es refugiarse en un apoyo del presidente Donald Trump. De allí que tampoco sea extraño que vuelva a hablarse de la dolarización de nuestra moneda. Esa cuestión -aunque lo nieguen- está en la agenda de las reuniones con el Tesoro de los Estados Unidos. El macrismo necesitar cautivar a Trump y presionar para lograr su apoyo, sabe que su compromiso ideológico es importante para el gobierno norteamericano y una de los pocos argumentos que le quedan.

El gobierno quiere usar el «cuco» chino para lograr un mayor apoyo de los EEUU. A ese objetivo le sirven las vastas inversiones chinas en el país, más aún si tenemos en cuenta el valor estratégico de algunas de ellas, como las que tiene en la región patagónica. La relación histórica de Franco Macri (padre de Mauricio) con China, como representante de sus intereses en la región, ayuda a que esa presión sea creíble.

Confía en que algunos fondos del Tesoro de los EEUU le permitan llegar hasta el final de su mandato. Aspiraba que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Seguridad Social-una de las últimas «joyas de la abuela»- le serviría para ese objetivo, pero la Justicia le ha impedido disponer de esos fondos que, de todos modos, perdieron con la devaluación producida en estos meses, el 28% de su valor.

Vaca Muerta: ¿salvación o hipoteca?

La explotación de gas y petróleo de Vaca Muerta atraviesa varias dificultades, como la cuestión de su explotación por el método no convencional de «fracking», prohibido en varios lugares. Pero el actual problema, que tiene el gobierno, con la explotación de Vaca Muerta (de dónde se extrae más del 35% del total del gas nacional) es una muestra del modo que operan las mentadas «inversiones».

En su momento el ex Ministro de Energía (y CEO de la Shell), Juan José Aranguren, firmó la Resolución 46/2017 para regir la actividad del sector. Ahora con la presión del FMI y las exigencias del «ajuste» esa Resolución se ha vuelto incumplible. ¿En qué consistía? El Estado fijaba un «precio estímulo» y el gobierno subsidiaría a las empresas por la diferencia entre ese «precio» y el valor de mercado.

Aranguren evaluó que el valor del gas aumentaría y bajaría el «precio estímulo», lo que haría que para el 2019 el subsidio se reduciría en un 50% respecto a 2018. Pero el precio del gas (en boca de pozo) bajó, por lo cual el subsidio en lugar de bajar, debería aumentar. En el 2018 el subsidio rondará los 600 millones de dólares y según la estimación actual de la evolución de los valores del gas, pero para el 2019 andaría por los 1.100 millones de dólares. El gobierno pretende subsidiar por 500 millones.

Las cinco empresas que se benefician con esa Resolución son Tecpetrol (de Techint, que tiene la mitad de la producción de gas de Vaca Muerta); la estatal YPF; Pan American Energy (PAE); la francesa Total y CGC, la petrolera del argentino Eduardo Eurnekian. Bajo estas condiciones, cuanto más se produzca crecen los subsidios estatales, por valores que rondan el 80% del valor de boca de pozo.

De este modo y con ese seguro de precio, el «riesgo empresario» es -prácticamente- igual a cero. Además de este principio, había algunas otras «perlitas» menores que ahondan el problema.

Fronteras con Chile, Bolivia, Paraguay y Uruguay: ya no van; vienen

Hasta hace un par de semanas no eran pocos los comerciantes establecidos en la Argentina que se quejaban amargamente del régimen de cambios vigente. Un peso relativamente alto respecto del dólar hizo que -durante largo tiempo- muchos argentinos fueran a comprar a Chile, Bolivia, Paraguay; siendo Brasil y Miami los lugares preferidos para el descanso de esos mismos sectores sociales.

Los tours de compras, individuales, familiares o colectivos continúan. Pero ahora la situación se han invertido. Son residente en esos países quienes cruzan sus respectivas fronteras en busca de mejores precios. Hay otros, como los uruguayos que se dan una vuelta buscando cargar su tanque con nafta (gasolina), a pesar del precio que tiene por estos lares. Para otras compras, el mismo Uruguay ha puesto un límite: Se pueden ingresar, desde la Argentina, hasta cinco kilos de mercadería.

Si alguien implora que los precios no vuelvan a dispararse son los comerciantes ligados al turismo y a estos negocios. Pero todos saben que esos beneficios se pueden licuar rápidamente con los aumentos de precios, que irán acompañando a la devaluación. Por eso, más allá de su confianza, saben que sólo tendrán algunos días, posiblemente unas pocas semanas, para seguir disfrutando los beneficios actuales. A menos que el dólar trepe hasta las nubes.

Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.