Es importante profundizar la discusión del Software Libre como una forma de relación económica diametralmente opuesta a cualquiera de las planteadas en el capitalismo. Su «filosofía», determinada por cuatro libertades, no es suficiente para insertase y triunfar en un complejo modelo económico orientado a la acumulación del capital. Es necesario visualizar la concepción materialista de […]
Es importante profundizar la discusión del Software Libre como una forma de relación económica diametralmente opuesta a cualquiera de las planteadas en el capitalismo.
Su «filosofía», determinada por cuatro libertades, no es suficiente para insertase y triunfar en un complejo modelo económico orientado a la acumulación del capital. Es necesario visualizar la concepción materialista de la historia para entender que la aplicación de una forma distinta de producción, basada en el intercambio de saberes, debe fundamentarse en resolver una necesidad material en la sociedad. Una vez establecida su existencia como un elemento perteneciente a la estructura económica de la sociedad, se levantará la base real sobre la cual se apoyarán las superestructuras jurídicas y políticas que determinarán las formas de conciencia social.
El primer error drástico es pensar que el Software Libre no genera ningún costo. La información y el conocimiento son recursos con valores de uso, que tienen una utilidad definida en el trabajo material y mental, excluir al Software Libre de las relaciones económicas generaría la pérdida de su interpretación como fuerza productiva. Las utilidades relativas a este tipo de relación son esencialmente producidas por la transferencia de conocimiento.
Pero no debe confundirse con la nefasta trasgresión que produjo el capitalismo con la generación de patentes que intentaban convertir el conocimiento en un bien capital. La acción activa de propagar el conocimiento en la sociedad es la que genera una utilidad, no el conocimiento que se transmite. Este debe ser de libre acceso. El efecto de esta actividad provoca la diseminación masiva de los saberes y propicia una evolución tecnológica constante. Erradica la dependencia monopólica permitiendo que la sociedad resuelva sus necesidades escogiendo en una diversidad de posibilidades, tejiendo una red de fuerza productiva en la estructura económica social.
Como antecedente histórico extremo encontramos en la extinta Unión Soviética el resultado negativo de una fuerte estatización que, mediante el excesivo control del conocimiento no permitió el progreso tecnológico adecuado. Si bien se contaba con la mitad de los ingenieros del mundo entero, estos estaban sometidos a fuertes controles en el acceso a la información. Por el otro lado el capitalismo prácticamente privatizó el conocimiento y lo confinó en las grandes multinacionales, teniendo como resultados nefastos la dependencia y sometimiento tecnológico de la mayoría de los países del mundo a unos pocos países imperialistas.