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Sombras contra la Pared

Fuentes: An Arab Woman Blues

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

No puedo borrar su rostro de mi mente. Ni el de ella ni el de otras muchas que me veo obligada a contemplar un día sí y otro también.

La misma escena, como si estuviera indeleblemente fijada y se repitiera a sí misma en Bagdad, en Damasco, en Ammán…

Debía tener alrededor de 70 años. Parecía delgada. La abaya negra caía perdidamente desde su cabeza. Su pálido rostro no mostraba amargura, ni rabia, ni odio. Hubiera deseado que mostrase algún sentimiento que me hiciera pensar que estaba viva. Pero no hallé nada. Tan sólo una perdida mirada cual si fuera un sello, una marca, una etiqueta de «made in Iraq» (o, más exactamente, made in EEUU o made in Irán), por la cual Vds. pueden ya reconocernos a nosotros, nosotros, los seres «ordinarios».

Dejaba que unos mechones desaliñados escaparan de su abaya y le cubrieran uno de los ojos…

Se acurrucaba acuclillada en la sombra, apoyándose contra una agrietada pared gris. Con una mano se sostenía la cabeza, la otra caía desmayadamente. Hablaba consigo misma. Algo muy común estos días. También a mí me ocurre a menudo.

La oí musitar: «¿Qué podría contarte? Se han ido. Todos se fueron y me dejaron atrás».

Entonces se detuvo y su mirada se perdió por algún sitio lejano, vagando más allá, como visitando un lugar de no retorno… Como si estuviera aguardando algún momento…

No era una mendiga. No mendigaba nada. No creo que fuera siquiera consciente de necesitar nada ya. Lo había perdido todo, perdida también ella…

La estuve observando discretamente. Un par de críos pasaron a su lado y se burlaron. Alzó sus ojos y repitió la misma frase: «¿Qué podría contarte? Se fueron todos y me dejaron atrás».

Los niños echaron a correr, asustados ante lo que parecía ser su «locura».

Ella seguía acuclillada al borde de todos los límites, apoyando la cabeza en una mano, mientras la otra era libre para extenderse hacia la «Vida» en ese lugar del no retorno, aguardando la liberación final.

El otro retrato que permanece vívido en mi corazón y todo el tiempo me acompaña como el fondo de esos papeles pintados es la imagen de «otra». De otro ser anónimo.

De nuevo, ronda los 70 años, incluso puede que tenga alguno más. Me la encuentro también contra la pared, al doblar una esquina. Sin embargo, está sentada sobre una pequeña caja de cartón. Tampoco está mendigando.

Veo cigarrillos, no paquetes de cigarrillos, sino cigarrillos sueltos, unos cuantos lápices, un par de pinzas oxidadas, pequeños paquetes de pañuelos, que aparecen colocados con esmero en otra caja grande… demasiado grande para ella.

Vuelve a acomodar meticulosamente sus «productos», asegurándose de situarlos en medio de la caja, dejando los bordes y márgenes muy vacíos. Muy vacíos, tan vacíos como su vida.

Cada vez que pasaba por su lado, decía: «‘Binti’ (hija mía). Que Dios guarde a tu familia. Cómprame algo. No tengo a ninguna ‘Binti'».

Yo la llamo Hijjia (madre) y ella me llama a mí Binti.

Pero, por mucho que pueda darse, la necesidad es tan inmensa que nunca nada es suficiente. Y no sólo es grande la necesidad material, también las otras necesidades, las necesidades internas, esas que nadie se molesta en mirar.

Algunas veces, si cojo algo de comida y le digo: «Hijjia, hemos cocinado esto. Está reciente», ella me contesta: «Binti, como si tuviera una semana, lo aceptaría igualmente. Es Alimento».

Les he ofrecido dos retratos de dos ancianas iraquíes. Pueden multiplicar esos dos ejemplos miles de veces… Esas mujeres tuvieron una vez un hogar, una familia, hijos, nietos y ahora ni tienen nada ni se sienten nada – Nada. No son nada más que sombras contra una agrietada pared gris…

Y como esperan y desean, secretamente, otra forma de «liberación» que las pueda hacer finalmente libres de no ser más que sombras contra una pared… Y como no hacen sino esperar… Me gustaría hacerles llegar mis más sinceras felicitaciones por el «trabajo bien hecho».

Bravo y miles de bravos por cada una de esas sombras que tan cuidadosamente han modelado en el muro gris de nuestra deshecha existencia.

Enlace texto original:

http://arabwomanblues.blogspot.com/2007/07/shadows-on-wall.html