En un intento desesperado por no perder más apoyos en el Congreso para su estrategia de guerra, Bush presentó un informe optimista que minimiza las dificultades políticas en Bagdad y pone el acento en supuestos logros militares del ejército de ocupación. Es un documento extraño pero importante. Luchando para apuntalar un apoyo que se desmorona […]
En un intento desesperado por no perder más apoyos en el Congreso para su estrategia de guerra, Bush presentó un informe optimista que minimiza las dificultades políticas en Bagdad y pone el acento en supuestos logros militares del ejército de ocupación.
Es un documento extraño pero importante. Luchando para apuntalar un apoyo que se desmorona para la guerra en Irak, el presidente George Bush emitió ayer un informe afirmando que había suficiente progreso político y militar como para justificar la presencia de 170.000 tropas en el país. El presidente Bush dijo que todavía creía que la victoria en Irak era posible. «Aquellos que creen que la batalla en Irak está perdida, probablemente señalarán el desempeño insatisfactorio en algunos de los puntos de referencia políticos», dijo. «Aquellos que creen que la batalla en Irak puede y debe ganarse ven el desempeño satisfactorio en varios de los puntos de referencia de seguridad como un motivo de optimismo.» Añadió que era demasiado pronto para decir si su nueva estrategia en Irak estaba funcionando.*
En Irak como en Estados Unidos hay una sensación de que Washington está jugando sus últimas cartas. «Presumo que Estados Unidos va a comenzar a retirarse porque el 70 por ciento de los estadounidenses y el Congreso quieren que las tropas regresen a casa», dice el veterano político iraquí, Mahmoud Athman. «Los estadounidenses están derrotados. No han logrado ninguno de sus objetivos aquí.» El informe mismo admite que la sensación en Irak es que Estados Unidos, de una manera u otra, está camino a irse, cuatro años después de su invasión en 2003.
Dice que la reconciliación política se está debilitando por la «creciente preocupación entre los líderes políticos iraquíes de que Estados Unidos no pueda mantener un compromiso a largo plazo con Irak». La Casa Blanca trató ayer de dar la sensación de un posible cambio para mejor en Irak, diciendo que se había progresado en ocho de los 18 objetivos establecidos por el Congreso. Se informa del progreso insatisfactorio en seis, insatisfactorio pero con algún progreso en dos y «demasiado pronto para evaluar» en otros dos.
El panorama que trata de dar – y esto no ha sido cuestionado por los medios de Estados Unidos- es una mezcla de progreso y frustración en Irak. La sugerencia totalmente engañosa es que la guerra se puede ganar o perder. En realidad, los seis fracasos son sobre temas críticos para la supervivencia de Irak, mientras que los ocho éxitos son sobre temas en su mayoría, triviales. Por lo tanto se informa sobre el progreso insatisfactorio en «las fuerzas de seguridad iraquíes haciendo valer la ley en forma pareja (en las distintas minorías étnicas)» y en el número de unidades iraquíes deseando luchar independientemente de los estadounidenses. Esto significa que no existe un ejército nacional iraquí, sino uno que consiste de kurdos, chiítas y sunnitas que nunca actuarán contra sus propias comunidades. A pesar de los tres años de entrenamiento las fuerzas de seguridad iraquíes no pueden defender al gobierno.
Opuestos a estos fracasos vitalmente importantes hay casi ridículos éxitos triviales o sin sentido. Por ejemplo, «se están defendiendo los derechos de los partidos políticos minoritarios» pero estos grupos no tienen influencia política. La alianza de los partidos religiosos chiítas y los nacionalistas kurdos que conforman el gobierno, no está interesada en compartir el poder con nadie. No es sorprendente ya que ellos triunfaron en la última elección, en el 2005.
Hubo algunas mejoras reales en los últimos seis meses. Las matanzas sectarias en Irak han disminuido a 650 en junio comparados con las 2.100 en enero. La llamadas bombas de «alto perfil», incluyendo los ataques de terroristas suicidas en los mercados chiítas, declinaron a 90 en junio comparadas con 100 en marzo. Pero no se sabe si esto se debe totalmente o principalmente al aumento de tropas de Estados Unidos. La merma en las matanzas sectarias, la mayor parte de sunnitas por chiítas, puede ser el resultado de que la milicia del ejército Mehdi de Muqtada al Sadr haya recibido órdenes de su líder de frenar su campaña asesina. También es verdad que el año pasado, después del ataque al santuario chiíta en Samarra el 22 de febrero de 2006, hubo una batalla por Bagdad que los chiítas ganaron y los sunnitas perdieron.
Bagdad es cada vez más una ciudad chiíta en que los sunnitas están encerrados en el sudoeste y en otros pocos enclaves. A medida que los sunnitas y los chiítas son muertos o echados de las áreas mixtas, son menos los que quedan para matar. Unas 4.2 millones de personas en Irak son ahora refugiados y la mitad ha huido del país.
La situación real y terrible en el terreno iraquí ha sido muy evidente esta semana. Treinta cadáveres, la cosecha de los escuadrones de la muerte, fueron encontrados en las calles de Bagdad el miércoles. La cifra del martes fue 26 y además se dispararon 20 cohetes y morteros contra la Zona Verde, matando a tres personas. Esto es significativo porque fueron disparados por el Ejército Chiíta Mehdi que ha estado molesto por las críticas que recibió del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki. Como forma de suave reprobación, atacaron sus oficinas en la Zona Verde.
Las afirmaciones de éxito de Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak durante los últimos cuatro años tienen el triste origen de haber sido esculpidas para las necesidades políticas de ambos países. Los ministros británicos anunciaron el éxito de la Operación Simbad en Basora el año pasado y a principios del actual, diciendo que acabaron con lo peor de la milicia. Pero son esas milicias las que hoy gobiernan Basora. En general, el «aumento de tropas» fracasó. Nunca fue necesario esperar el informe de ayer o la nueva evaluación de septiembre. Los motivos del fracaso son los mismos que los de los fracasos estadounidenses desde 2003. Tienen muy pocos aliados sinceros en Irak aparte de Kurdistán. La ocupación es impopular y siempre lo fue.
Las condiciones económicas y sociales son cada vez más desesperadas en todo Irak. En teoría hay 5,6 horas de electricidad en Bagdad cada 24 horas, pero muchos distritos no tienen ninguna. Hace un calor terrible en la planicie mesopotámica donde las temperaturas aún a la noche son de 40 grados centígrados o más. La gente tradicionalmente duerme en el techo pero esto se ha convertido en algo peligroso a causa de los bombardeos con morteros. Los oleoductos son saboteados por los insurgentes y pinchados por los ladrones. «En sólo un trecho de oleoducto entre Bagdad y Baiji, encontramos 1.488agujeros», le dijo el ministro de Petróleo, Hussein Shahristani, al Parlamento iraquí, hablando de un importante conducto que traía petróleo a la capital desde la refinería de Baiji. «No funciona como un oleoducto, es más como un colador.»
La gasolina llega a Bagdad en camiones pero no pueden pasar por los puentes por temor a los terroristas suicidas. En otra señal de cómo se vive en Bagdad, los clérigos han emitido una fatwa contra el consumo de pescado de río -antes era el alimento favorito en la capital- porque los peces se alimentan de los cuerpos muertos que flotan en el Tigris.
Asombrosamente el informe entregado ayer ve como uno de los éxitos en Irak el gasto de 10 mil millones de dólares para la «proyectos de reconstrucción, incluyendo la entrega de servicios esenciales en forma equitativa». El peligro del falso optimismo del informe entregado ayer es que evita que se conciban otras políticas. En enero el Presidente Bush decidió ignorar efectivamente las recomendaciones más importantes del informe Baker-Hamilton, que eran hablar con Irán y Siria y retirar tropas estadounidenses. En cambio, Bush envió refuerzos a Irak, denunció a Irán y a Siria y aumentó el número de sus enemigos al amenazar con tomar medidas drásticas contra las milicias chiítas.
Pero hablar con Irán siempre ha sido esencial para cualquier solución en Irak. «Los iraníes pueden darse el lujo de transigir en Irak pero no pueden darse el lujo de perder», dijo un observador iraquí. Cuanto más amenazados se sienten por Estados Unidos, por el poder nuclear o la posibilidad de un ataque aéreo, es mayor el incentivo que tienen para asegurarse que Estados Unidos no logre ganar control de Irak. Durante la mayor parte de los últimos cuatro años no tuvieron mucho que hacer porque Estados Unidos amablemente aseguró sus propios fracasos al ejercer políticas desastrosas.
Paradójicamente, los iraníes, a diferencia de Arabia Saudita y los estados arabes sunnitas, en realidad apoyan al gobierno iraquí en Bagdad. Está gobernado mayormente por sus correligionarios chiítas y líderes políticos chiítas y kurdos que fueron apoyados por Irán durante años en su lucha contra Saddam Hussein. El problema aquí es que Washington nunca quiso aceptar que la gran campaña que lanzó para derrocar a Saddam Hussein aumentó la influencia de los iraníes y que entronizó en Bagdad a los mismos clérigos chiítas con turbantes negros que han tenido el poder durante largo tiempo en Teherán.
Los «puntos de referencia» en el informe del presidente Bush son triviales y no prueban nada. Parecen ser un intento de pretender que la guerra se puede ganar en Irak hasta la elección presidencial del año que viene en Estados Unidos. Estas esperanzas vanas de victoria descartan los compromisos que Estados Unidos todavía puede alcanzar y son un pretexto por el morirán en vano que muchos estadounidenses e iraquíes.
** De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12*
*Traducción: Celita Doyhambéhère.*