Recomiendo:
0

El debate en Estados Unidos sobre la ampliación de tropas en Iraq

Tenemos el poder para destruirlo todo y la autoridad para no construir nada

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Un discurso en el que lo arriesga todo de un presidente Usamericano asediado es usualmente precedido por una demostración del poderío USamericano en algún sitio del planeta y el período previo a la alocución de Bush del miércoles por la noche no fue una excepción. El avión artillado AC-130 de USA que masacró a un convoy de islamistas fugitivos en la frontera sudoeste de Somalia, al parecer junto con docenas de nómadas, sus familias y ganado, fue enviado a su misión el domingo, para que apareciera a tiempo en los titulares de la prensa, indicando la determinación de Bush de atacar al terrorismo dondequiera aceche. La moraleja para los nómadas: cuando el presidente de USA programe un discurso, no se agrupen, no vayan a fiestas de matrimonio, ocúltense en la caverna más cercana.

El presidente Bush presentó el texto esperado y dijo que planea aumentar las fuerzas de USA en Iraq con 4.000 Marines para la provincia Anbar y 5 brigadas de combate — 17.500 soldados – para Bagdad, en un nuevo plan para reconquistar el control de la ciudad. Las estrategias pasadas para lograrlo han fracasado, explicó Bush, por falta de la cantidad suficiente. Agregó en tono inquietante: «También, hubo demasiadas restricciones para los soldados que teníamos.»

En otras palabras, se acabaron las contemplaciones en el inminente ataque contra las áreas de Bagdad controladas por Muktada al Sadr y su ejército Mahdi. En la contrainsurgencia urbana – la especialidad del políticamente ágil y ambicioso nuevo comandante de USA, general David Petraeus – la reacción irrestricta de USA al ataque de un francotirador o a una emboscada en la esquina de una calle será arrasar toda la manzana, y si es necesario, todo el vecindario, en una
reedición de lo que ocurrió con gran parte de Faluya a fines de 2004.

Pero Bagdad es una ciudad inmensa, y el componente combativo real de la fuerza de USA reforzada en todo Iraq no será más de 30.000 – y probablemente menos, así que es imposible decir que el nuevo plan es otra cosa que estúpido y cruel, destinado sólo a profundizar los odios sectarios, y a matar, herir y privar de vivienda a grandes cantidades de iraquíes apiñados en las áreas pobres – es decir, en casas muy abarrotadas – que forman la base de Muktada.

Diez minutos después del discurso de media hora de Bush, el senador demócrata Dick Durbin de Illinois hizo una refutación sorprendentemente fogosa en nombre de su partido, (mucho mejor que la acostumbrada zalamería de Obama) diciendo que las estrategias militares han fracasado, y que es hora de llevar a los soldados a casa y de decir a los iraquíes que se las arreglen solos. Pero semejante crudeza no es la única manera mediante la cual los demócratas podrían terminar la guerra, que es negarse a aprobar el dinero para pagar por ella. Es algo que los demócratas podrían hacer, ya que ahora controlan el Congreso.

Pero a pesar de los llamados del senador Ted Kennedy, del representante Jack Murtha y de algunos otros, eluden la oportunidad que los votantes les dieron el pasado 7 de noviembre. Aunque están bajo considerable presión de sus electores, una mayoría de los demócratas en el Congreso teme acusaciones de la Casa Blanca de que negar los fondos equivaldría a dejar sin defensa a los soldados de USA en Iraq. De manera que, en lugar de hacerlo, fraguarán votos simbólicos de protesta contra la escalada de Bush, aprobarán el dinero y luego pasarán el período previo a la elección presidencial en 2008, diciendo piadosamente: «Se lo dijimos» a medida que las malas noticias y los cadáveres vuelvan a casa desde Iraq.

HAGEL DICE ME OPONDRÉ

En un intento de explicar por qué los demócratas no harán nada tan atrevido como tratar seriamente de detener la guerra, un demócrata dijo con aire de suficiencia en el televisión a un incrédulo Pat Buchanan, que después de todo se trata de una guerra republicana: «Ellos la comenzaron.» ¿Existe una presentación más risible de estupidez y de engreimiento fuera de lugar que la que hizo el senador Joe Biden, nuevo presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado? Al interrogar a Condoleezza Rice, Biden divagó en un zarzal de perogrulladas, dejando ilesa a la eternamente necia Secretaria de Estado.

Le fue mucho peor con el león de Nebraska, senador Chuck Hagel, así como con otros republicanos como George Voinovich. Hagel: «Usted no puede estar sentada aquí hoy – no porque usted sea deshonesta o no comprenda – pero nadie en nuestro gobierno puede estar sentado aquí hoy y decir a los USamericanos que no entablaremos combate con los iraníes y los sirios a través de la frontera. Algunos de nosotros recordamos 1970, señora Secretaria, y fue Camboya. Y cuando nuestro gobierno mintió al pueblo de USA y dijo: «No cruzamos la frontera yendo a Camboya,» en realidad lo hicimos. Por casualidad sé algo al respecto, como algunos en este comité. Así que, señora Secretaria, cuando usted pone en acción el tipo de política de la que habla el presidente, es muy, muy peligroso. En realidad, tengo que decir, señora Secretaria, que pienso que este discurso pronunciado anoche por el presidente representa el disparate de política exterior más peligroso de USA desde Vietnam, si tiene lugar. Me opondré.»

«No lo veo, y el presidente no lo ve así, como una escalada,» tartamudeó Rice. «¿Lo llamaría una disminución?» preguntó Hagel. «Yo lo llamaría, Senador, un aumento.»

Por lo menos una docena de senadores republicanos, algunos de ellos a la espera de contiendas electorales difíciles en 2008, como el senador Norman Coleman de Minnesota, denunciaron el plan de Bush incluso antes de que se presentara ante las cámaras para anunciarlo.

Por lo menos el senador Russ Feingold extrajo la lección objetiva obvia, respecto a lo que puede hacer el Congreso, es decir la Enmienda Boland, aprobada por los demócratas en tiempos de Reagan, prohibiendo que el gobierno enviara apoyo material a los contras nicaragüenses. Los esfuerzos por el gobierno de Reagan de burlar esa ley – organizados en parte por el actual Secretario de Defensa, Robert Gates, llevaron al escándalo Irán-Contra, que afectó fuertemente a Reagan en sus últimos años. Pero Feingold no obtuvo apoyo para una nueva Enmienda Boland de sus colegas demócratas.

Cerca de un 80% de los USamericanos creen que Bush hizo una verdadera chapuza en Iraq y que no hay riesgo de equivocarse si se dice que el discurso del presidente no habrá hecho gran cosa por cambiar esa evaluación. Tal vez fue el cambio a la biblioteca de la Casa Blanca para su alocución a la nación lo que hizo parecer incómodo al presidente. Con la excepción de Laura, la ex bibliotecaria, el clan de Bush no está compuesto de ratones de biblioteca. El difunto Brendan Gill informó que en una estadía en el complejo de la familia Bush en Kennebunkport, Maine, buscó por todo el lugar tarde una noche a la busca de algo para leer hasta dormir y sólo pudo encontrar «The Fart Book» [El libro del pedo].

Si a Bush le gustara meter su nariz en un libro en lugar de tenerla sobre el manubrio de su bicicleta de montaña, podría echar un vistazo de Sun Tzu quien, (como nos lo recordó hace poco Chuck Spinney en este sitio), dijo: ¨Evita la guerra prolongada y ataca ciudades como último recurso.»

Después del discurso Frank Bardacke me escribió desde Watsonville:

«Alex, una cosa buena en esta marejada de la que no he visto o escuchado hablar a nadie (no es que haya investigado) es que arruinará las posibilidades de McCain para la presidencia. No va a funcionar, e imposibilitará que se presente para presidente con una consigna de enviar más tropas a Iraq. Así que tal vez, cuando más tropas sólo signifiquen más derramamiento de sangre habrá que liquidar toda la aventura. El próximo presidente la terminará, será históricamente resumida como la Guerra del Niño Emperador, y la mayor parte de la gente en este país hará lo posible por olvidar todo el maldito asunto.»

Le respondí: «Tienes razón. Pensé que McCain apareció muy atarantado en el análisis después del discurso. ¿Pero lo terminarán todo? Quiero decir, en qué momento dijo un emperador romano: «Al diablo, denles la maldita Dacia. No la necesitamos. Tampoco Partia.» No, jamás. Fue marejada, marejada marejada hasta que finalmente la ciudadanía abrumada por impuestos del Imperio Romano sacó letreros diciendo «¡Bienvenidos, godos! ¡15% de descuento para los partianos! Los británicos todavía estaban combatiendo por el Sud Yemen en los años sesenta, cuando no tenían un centavo en el banco. En esos días Adén era un «depósito crucial,» en la actualidad, es un «lugar apartado,» igual que Granada que, cuando el movimiento Nueva Joya brilló brevemente, estaba «a través de nuestras rutas marítimas vitales.»

Una última palabra de Frank: «Los romanos construyeron acueductos, el derecho, la paz, sabes, toda la lista de «La Vida de Brian.» ¿Qué construimos nosotros? Nada. Es lo que le he estado diciendo a mi perra Nellie cuando la saco a pasear: «Tenemos el poder para destruirlo todo, y la autoridad para no construir nada.»

http://www.counterpunch.org/cockburn01132007.html