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Entrevista a Benito Rabal, cineasta y guionista, sobre el libro Ayer, mañana (Algaida, 2023)

«Tenemos mucha información pero poco debate»

Fuentes: Mundo Obrero (España) [Imagen: Benito Rabal firmando libros. Créditos: Mundo Obrero]

A Benito Rabal (Madrid,1954) lo que más le gusta es contar historias. Al principio fueron historias en movimiento; a los 15 años ya era ayudante de dirección, más tarde trabajó con Mario Camus, Imanol Uribe y José Luis Garci, entre otros, como director de segunda unidad. También escribía guiones, obras de teatro -dirigió dos-, cuentos, poemas y artículos de los que da buena cuenta su columna Ni Dios ni amo que todos los meses cierra las páginas de Mundo Obrero, una colaboración que inició en Alpedrete, hace más de 15 años, y que continúa desde Aguilas donde se instaló hace casi una década.

Ayer, mañana podía haber sido el nombre de su última película -por ahora-, pero es el título de su primera novela, eso sí, muy cinematográfica: Unos chicos y chicas anarquistas en el Madrid represivo de comienzos de los setenta se enfrentan a la dictadura y a la sociedad en blanco y negro que les tocó vivir cuando el mundo se vestía de colores y de expectativas de futuro tras el mayo del 68 que desbordaba al otro lado de los Pirineos. Son anarquistas, luchan, planean acciones, se manifiestan y corren delante de la policía, se reúnen en las casas de unos y otros, beben, fuman y se aman mientras intentan fabricar artefactos caseros con poco éxito; se mueven mejor entre libros, música y cine. Son jóvenes y quieren vivir. Algunos se dejan la vida por el camino. El protagonista, que narra en primera persona, podía ser Benito, pero no; se llama Pedro.


Gema Delgado.- ¿Quién es Pedro?

Benito Rabal.- Uno que se parece a mí (risas) pero no soy exactamente yo. Al final siempre es ficción.

Gema Delgado.- ¿Por qué este libro ahora?

Benito Rabal.-  Primero porque necesitaba contar una historia de amistad, y luego porque es una parte de nuestra historia que está olvidada o al menos silenciada. Sentía que era necesario hablar de una generación diezmada, tanto por la represión como por las drogas, que ha contribuido a traer esta democracia imperfecta que tenemos, pero que al fin y al cabo es mejor que la dictadura que sufrimos.

Y, sobre todo, quería reivindicar la necesidad de la lucha y de intentar ser libres. Una lucha no sólo por las conquistas sociales sino por la propia vida. Es complicado llegar a ser libre, pero sí que lo eres en el momento en que lo intentas y cuando rompes las normas absurdas de aquella época que nos tocó vivir.

Gema Delgado.- En la faja del libro leemos: «El pasado ya había muerto y el futuro no parecía llegar nunca». Hablas de una generación atrapada en un espacio aislado y en un tiempo gris.

Benito Rabal.-  Más que un país, esto era una comisaría. Nos tocó vivir en la última gota de agua, la que desbordó el país. No veías futuro, todo estaba prohibido. Y entonces dices, pues bueno, el futuro es ya, y vamos a vivirlo día a día. Y eso es lo que habría que reivindicar, no quedarse en el «me impiden» esto, sino en el «intenta conseguirlo».

En el libro digo en algún momento que era una lucha casi más personal que política. Era un sentir «tengo que hacer algo porque ya no aguanto más». Cuando acusaban a los personajes del libro de aventurerismo o de provocar más represión, decías, pero si es que es lo mismo, te van a arrestar o te van a matar igual. Así que vivamos a tope.

«Es libro es una historia de amistad y de superación del miedo. El miedo es uno de los sentimientos más primitivos del ser humano y nos tiene acogotados. De ahí nacen las religiones»

El libro es una historia de amistad y de superación del miedo. El miedo es uno de los sentimientos más primitivos del ser humano y nos tiene acogotados. El miedo a la hipoteca, el miedo a la represión, a perder el trabajo, el miedo a todo. De ahí nacen las religiones.

Novela de Benito Rabal 'Ayer, mañana'

Gema Delgado.- : Los protagonistas son unos jóvenes, entre adolescentes y veinteañeros, de capas medias y clase trabajadora que se juntan para luchar en las universidades, en los barrios y en los bares, ¿por qué luchan?

Benito Rabal.-  Lo primero de todo, luchan por lo que luchábamos todos: por acabar con la dictadura y escapar del agobio que había. El mundo entero estaba en proceso de cambio, se estaba acabando un mundo caduco y se anunciaba un mundo nuevo surgido a partir de las ideas del 68; coincide con el fin del colonialismo, los movimientos de liberación sexual, los movimientos pacifistas, los movimientos de autogestión en las fábricas, etc. Parecía que el mundo podía haber cambiado. Y bueno, perdimos la batalla pero no la guerra.

Me parecía importante contar la historia porque a la gente que no estaba en organizaciones más tradicionales les acaban calificando de terroristas cuando nadie se atrevería a llamar terrorista a un partisano o a la resistencia francesa. Todos, con nuestro granito de arena, contribuimos a la caída de la dictadura y a lograr una serie de avances. Y todos se merecen respeto.

Gema Delgado.- Solidaridad, unión, fraternidad es lo que liga a todos los personajes que habitan el libro ¿qué ha pasado con esos principios?

Benito Rabal.-  Había dos bandos: los que estaban a favor de la dictadura y los que estábamos en contra; y los que estábamos en contra nos apoyábamos todos. Es como si a uno le aplastan con una bota y todos empujan hacia arriba para quitarla, como en la canción de la L´Estaca de luis Llac. Había un concepto muy valioso de la solidaridad. Cuando llego la Transición todo eso se cayó como un castillo de naipes.

«Me molestan mucho todas las batallas que hay ahora entre la gente que pensamos lo mismo. Al fin y al cabo se trata de construir un mundo más justo, solidario e igualitario«

Gema Delgado.- Unidad es el título de tu último artículo publicado en Mundo Obrero

Benito Rabal.-  Me molestan mucho todas las batallas que hay ahora entre la gente que pensamos lo mismo. Al fin y al cabo se trata de construir un mundo más justo, solidario e igualitario.

Creo que la concepción del mundo se divide en dos: los que piensan que es lícito vivir del sufrimiento de los demás y los que pensamos que no. Y a partir de ahí puedes optar por varios caminos, pero el horizonte compartido es que no se pueda vivir del sufrimiento de los demás. Y quienes pensamos así debemos mantenernos unidos

Ya lo dijo Federica Montseny, que siendo anarquista fue ministra en la República y la criticaron por ello. Pero ella lo decía claramente: ahora no somos ni anarquistas, ni comunistas ni socialistas, somos todos antifascistas. Todos sabemos lo que significa el fascismo y lo tenemos a las puertas.

No todo está perdido. Y todo se puede conseguir.

«El mundo se divide en dos: los que piensan que es lícito vivir del sufrimiento de los demás y los que pensamos que no. Y quienes pensamos que no debemos mantenernos unidos»

Gema Delgado.- Ha pasado medio siglo desde los años 70 en que se desarrolla la novela. ¿Dónde estamos?

Benito Rabal.- Me molesta mucho cuando alguien dice que estamos igual. No. En aquellos años ser homosexual suponía 6 años de cárcel, bueno es que todo significaba cárcel, hasta comprar un preservativo. Hubo muchos avances en las libertades civiles. En otros conceptos no se ha avanzado, hoy hay gente que no hace huelga porque le quitan un día de sueldo; a nosotros nos quitaban la vida. Perdimos una batalla pero hay que seguir la lucha porque el capitalismo ha declarado hace tiempo la guerra a la humanidad.

Gema Delgado.- ¿Qué te ha comentado la gente joven que ha leído tu novela?

Benito Rabal.- Por una parte dicen, “pues no sabía yo que era así”. Todavía hay gente que piensa que la democracia la ha traído el rey este comisionista y Adolfo Suárez, que era el jefe del Movimiento. ¡Qué coños!. Aquí había una población combativa que forzamos el fin de la dictadura.

«El intelectual no debe vivir en una burbuja de cristal, tiene que ser una ventana al mundo. Ha tenido la oportunidad de trabajar con el intelecto y su labor es comunicar lo que él ya sabe»

Gema Delgado.- Este número dedicamos El Mono Azul a reflexionar sobre la responsabilidad de los periodistas e intelectuales en la batalla cultural a la hora de enfrentar al relato único y hegemónico. ¿Qué responsabilidad crees que tienen?

Benito Rabal.- Mucha. Si has tenido la oportunidad o la capacidad de trabajar con el intelecto, lo que te lleva inmediatamente a saber que este mundo no debía ser como es, tu responsabilidad es denunciarlo e intentar que la gente lo entienda. Creo que el intelectual no debe vivir en una burbuja de cristal, todo lo contrario, tiene que ser una ventana al mundo. Y su labor es comunicar lo que él ya sabe.

Gema Delgado.-  ¿Te ha afectado tu activismo político con tu profesión?

Benito Rabal.- Sí me ha afectado, pero no me preocupa mucho. También le afecta al obrero de la construcción que reivindica sus derechos. Lo que importa es dormir tranquilo por la noche y saber que has hecho algo contra la opresión.

Gema Delgado.- Estás trabajando ya en una segunda novela.

Benito Rabal.- Me pidieron una novela inspirada en mi vida y en mi relación con mis padres, pero novelado. Esa sí que es más autobiográfica. Y la verdad que me lo he pasado muy bien. Sale en otoño.

Gema Delgado.- No te has desvinculado del cine. Llevas muchos años dando talleres. ¿Qué enseñas?

Benito Rabal.- Creo que la gente joven está demasiado presa de la técnica y de la cantidad de pixeles de la cámara. Y lo que yo intento transmitirles es que cuando coges una cámara, un ordenador o un bolígrafo, lo primero es saber qué quieres contar. A partir de ahí les enseño la técnica de cómo narrar una historia en imágenes. Los planos no tienen que ser bonitos per se, sino que están contando una historia, conduciendo al espectador hacia lo que les quieres expresar; son los puntos seguidos, la coma, el punto y a parte, la exclamación, que tienes que traducir a imágenes.

«La imagen debería ser una asignatura obligada en las escuelas para poder entender bien la información. Habéis visto planos cortos de ucranianos, pero de rusos no porque no existen»

La imagen debería ser una asignatura obligada en las escuelas para poder entender bien la información. Porque los telediarios también son ficción; no lo digo porque mientan, sino porque cuando pones la cámara en un ángulo y no en otro estás dando diferentes punto de vista y eso siempre es ficción. En los cursos les digo: habéis visto planos cortos de ucranianos, pero ¿habéis visto algún plano corto de un ruso? No, porque no existen. Pasaba lo mismo en la guerra de los Balcanes. Los serbios, que eran los malos, siempre salían en plano general, los croatas, que eran medio buenos medio malos salían en plano medio, y los albano kosovares, que eran los buenos, salían en plano corto. 

Gema Delgado.- La reivindicación de la cultura está en toda la obra.

Benito Rabal.- Sí. Cuando uno piensa en una serie de figuras míticas en la lucha como la Pasionara, Durruti, y tantos otros, te dices, pero ¿de dónde vienen? Pues es que había Ateneos donde aprendían; la cultura se había democratizado, se leía, se discutía. Y creo que eso es lo que falta hoy; tenemos mucha mucha información pero poco debate. Estamos en un mundo que se ha convertido en una especie de centro comercial donde tienes todo a tu alcance pero sólo lo puedes conseguir si tienes dinero.

Gema Delgado.-  Acabamos con la música de fondo de la novela, y no sólo de tu novela, sino de tus artículos y de tu vida: “Si no puedo bailar tu revolución no me interesa”

Benito Rabal.- Lo dijo Emma Goldman. Y sí, la estética y la ética tienen que ir juntas siempre.

Fuente: https://mundoobrero.es/2023/07/30/benito-rabal-tenemos-mucha-informacion-pero-poco-debate/

Primer capítulo del libro: https://novela.algaida.es/primer_capitulo/ayer-manana.pdf