Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez
Lo oigo decir a menudo. La gente dice «tengo que utilizar software propietario » . Pero, por regla general, se trata de una justificación o de una excusa. Cuando dicen » tengo que » se presupone que se han visto obligados a hacerlo por alguna fuerza ajena.
La situación pide a gritos una pregunta: ¿Quién te obliga? No niego que pueda haber ocasiones con ciertas dosis de presión. Imaginemos que estamos en paro y que llevamos meses buscando un empleo. Conseguimos uno por fin, pero no suele ser nada relacionado con el software . Al cabo de unas semanas trabajando, el jefe nos dice que utilicemos un ordenador con Windows. Las opciones son las siguientes: utilizar el software o ser despedido y volver a dedicar meses a buscar un empleo. En ese caso, si decimos que que tenemos que utilizar software propietario, estaré de acuerdo fácilmente.
Pero imaginemos a la gente que simplemente quiere hacer alguna cosa que no tiene la menor relación con su trabajo, y que es cómodo hacerlo con software propietario. En ese caso no hay tengo que que valga. No tenemos necesidad de hacer un proyecto colateral. Así que se trata de una opción. La expresión adecuada es quería , no tengo que .
Decir que uno está obligado a hacer algo cuando en realidad no lo está representa un fracaso en la asunción de responsabilidad por los propios actos. En general, no considero que a quienes haya que culpar primeramente de los obstáculos para la libertad de software sea a los usuarios de software propietario; casi toda la culpa recae sobre quienes programan, comercializan y distribuyen software propietario. Sin embargo, creo que los usuarios de software deben expresar con claridad las razones por las que utilizan el software . Es bastante raro que alguien se vea obligado a utilizar software propietario bajo amenaza de perjuicio económico (o de otro tipo). Por tanto, sólo raras veces está justificado decir que uno tiene que utilizar software propietario. En la mayoría de los casos, decirlo es tan sólo poner una excusa.
Por lo que se refiere a verse obligado a desarrollar software propietario, creo que es más raro todavía. La primera vez que leí el Manifiesto GNU , allá por 1991, me conmovieron las palabras de Richard Stallman al respecto:
–¿No se morirán de hambre los programadores?«
-Yo diría que nadie está obligado a ser programador. La mayoría no podemos conseguir dinero plantándonos en la calle y haciendo muecas. Pero no por eso estamos condenados a dedicar la vida a plantarnos en la calle y hacer muecas… y morirnos de hambre. Hacemos otras cosas.
Esa es la respuesta equivocada, porque presupone la suposición implícita de quien la formula: que sin software propietario los programadores no tienen posibilidad de cobrar un céntimo. Parece como si se tratara de todo o nada.
Bueno, aun cuando fuera una cuestión de todo o nada, Richard Stallman tenía razón en realidad en un asunto: podemos hacer otra cosa. A mediados de la década de 1990, esas palabras me animaron a hacerme un plan que me garantizara para toda la vida que jamás tendría que confeccionar o apoyar nunca más el software propietario. Pese a haberme formado principalmente como informático, he dedicado mucho tiempo a elaborar planes de contingencia para garantizar que el apoyo o desarrollo de software propietario no fuera el único conocimiento o habilidad vendible que me quedara.
En la década de 1990 no estaba claro que la libertad de software fuera a gozar de demasiado éxito. Era una actividad marginal; Cygnus apenas era la única empresa lucrativa capaz de contratar a personas para elaborar Software Libre. Así yo, por supuesto, empecé a aprender cómo era el conjunto de compiladores GCC, imaginándome que quizá algún día conseguiría trabajo en Cygnus. También empecé a formarme como intérprete de lenguaje de signos estadounidense (ASL, American Sign Language), para así tener una profesión de recambio en caso de no conseguir empleo en Cygnus. Más adelante aprendí a jugar al póquer bastante bien, imaginándome que, en el peor de los casos, acabaría siendo jugador de póquer profesional a perpetuidad.
Tal como fueron sucediendo las cosas, nunca he tenido que depender en absoluto de esos planes alternativos, sobre todo porque en 1999 me contrató la Fundación Software Libre (FSF, Free Software Foundation). Durante los últimos once años he conseguido garantizar que jamás tendría un empleo que me exigiera utilizar, apoyar o elaborar software propietario, y sólo he trabajado en actividades que promovían directamente la libertad de software . Reconozco que a menudo temí no ser capaz de encontrar empleo algún día, y tener que volver a utilizar o confeccionar software propietario. Pero, a pesar de mis temores temor, desde 1997 nunca he estado cerca de esa situación.
De modo que, con toda franqueza, sencillamente no creo a quienes dicen que tienen que utilizar software propietario. Casi siempre eligen utilizarlo, porque es más cómodo que todo lo que tendrían que hacer para evitarlo. O tal vez prefieran elaborar o utilizar software propietario antes que elaborar o utilizar ningún otro tipo de software , si es que pudieran evitar por completo utilizar algún tipo de software.
En resumen, quiero dejar claro que no juzgo a las personas que utilizan software propietario. Soy consciente que no todo el mundo quiere vivir la vida igual que yo: con un montón de planes alternativos por orden de prioridad para tratar de evitar utilizar, elaborar o apoyar al software propietario. Sin embargo, creo que es falso decir que uno tiene que utilizar, apoyar o desarrollar software propietario. Es una opción y, con cada año que pasa, la opción se vuelve más fácil; de modo que la afirmación no deja de parecerse más que nada a una excusa.
Fuente: http://ebb.org/bkuhn/blog/2010/08/09/have-to-use.html