Recomiendo:
2

La Fábrica de Sueños

The Straight Story: La historia de dos hermanos

Fuentes: Rebelión

La cámara en helicóptero sobrevuela los campos de maíz. Luego, llega a Laurens, Iowa. Un golpe crea tensión: poco después, se sabrá qué pasó.

Aparecen Rose, hija de Alvin, Dorothy, su vecina, y Bud, amigo de Alvin y quien luego de preguntar por él en su casa, no sin molestia por la vecina entrometida, halla a aquél en el piso. Después de un malentendido, causado por el apunte desconfiado de Rose, ella y Bud lo llevan al médico. Al “no voy a entrar” inicial, lo sucede la promesa hecha de antemano por él mismo, con lo cual se pone de manifiesto un carácter que se corresponde con su apellido, Straight, de ahí The Straight Story (1999) o Una historia sencilla, de David Lynch. A Alvin le molestan las caderas, pero se resiste a usar caminador: en cambio, usará otro bastón. Tiene, además, principio de enfisema. No obstante, fuma tabaco y otea el horizonte, pensando en lo que hará. Su hija, que hace casas para pájaros, le pregunta qué dijo el médico y él responde: “Que viviré hasta los cien años”.

Alvin prende su vieja podadora Rehds, para cortar el pasto. Luego, junto a su hija, observalo que tanto le gusta: la tormenta de rayos. Esta vez, el preludio de una tragedia: su hermano Lyle, ha sufrido un infarto. Rose, hábil para los datos, aunque para los demás sea lenta, recuerda cuándo dejaron de verse los dos hermanos: el 7.jul.1988. Rose observa la manguera, de la que sale agua; un balón atraviesa el patio en la noche y aparece uno de sus hijos: como en Angelopoulos, sin cambio de plano, se funden pasado y presente. Alvin anuncia su regreso a la carretera, porque tiene que ver a Lyle. Lo cual, de paso, pone al frente el género del filme: Road Movie o película de carretera, heredera de la tradición del viaje iniciático griego que se remonta a las gestashoméricas, como sonPaisaje en la niebla, de Angelopoulos y los filmes de Wenders:Alicia en las ciudades(1973),Movimiento en falso(1974),Al filo del tiempo (1975) luego,El estado de las cosas (guion de WW y Robert Kramer, además,‘camarógrafo’ en el filme) (1982) Paris, Texas (1984)(no, París, Francia) e Historia de Lisboa(1994).(1)

Aunque algunas cosas juegan contra Alvin: por su escasa visión, no puede conducir; vive en Laurens, Iowa, distante 507 Km de Mount Zion, Wisconsin; está muy mal de las caderas; tiene 73 años, lo que quiere decir que nació cuando Calvin Coolidge era presidente de USA (y abUSA); y, por último, Rose no puede llevarlo. Así que ésta va al mercado a comprar salchichas para su viaje, con el pretexto de que le encantan las fiestas. Porque sí, Wisconsin es el Estado de las fiestas. Alvin repara su vieja podadora Rehds. Va con Rose a la tienda: llevan tres latas de 20 litros de gasolina, es decir, 60 en total. Sig hace la pregunta indiscreta, sobre por qué lleva tanta gasolina y Alvin, le suelta: “Eres un chismoso de cuidado”. Cuando quiere comprar una agarradera, no dura nada en aparecer la especulación capitalista: termina comprándola en diez dólares, cuando “cinco dólares es su precio justo”. El remolque es muy pesado para la podadora que lo arrastra, le recuerda Rose. Con lo cual los guionistas dejan huella y sueltan claves, de a poco, del drama que vendrá al tener Alvin su primer accidente.

Alvin tiene que ver a Lyle y hacer el viaje solo pues se trata de intentar restablecer una relación rota hace diez años. El cielo está lleno de estrellas. El mismo que recuerda ese texto entrañable de Giovanni Papini, el Papa Negro de la literatura en los 70, Estrellas hombres(2) que, en otro texto,Una visita a Lin-Yutang(3),cabe recordarlo, seguido de un paréntesis prefigura la aparición del “peligro amarillo” como potencia y “amo del mundo”, por encima de EEUU, como pasa desde 2004: hoy un hecho irrefutable.(4) Sobre todo, después de saber que el opio suministrado, por ingleses y gringos, al pueblo chino durante las guerras del látex, “no lo ha embrutecido”, “las guerras perdidas no lo han vencido” ni “las revoluciones lo han sacudido”(5). Se habla de la I Guerra del Opio, cultivado en la India, entre británicos y chinos y que llevó a los Tratados Desiguales impuestos por EEUU, Francia y Rusia y a la firma del Tratado de Nanking que los obligaba al libre comercio, incluido el del opio, con Inglaterra, a través de cinco puertos, de los cuales Cantón era el mayor; y a la cesión, por 150 años, de Hong-Kong al Reino Unido (1839-1842).Y de la II Guerra del Opio (1856-1860), que implicó a Francia y a Inglaterra y que fue alimentada por el interés comercialcreado a causadel contrabando inglés de opio en India y China, que a su vez hizo nulossus esfuerzos por crear leyes para frenarlo:su derrota en ambas guerras la llevó no solo a tolerarlo, sino que su impotencia se acentuó con la derrota frente a Japón (1894-1895) que la llevó a perder amplios territorios, así como a ver sublevara los bóxers (1898-1901) y a ver caer la Dinastía Qing (1912), haciendo difícil conservar su independencia frente a las potencias imperialistas.(6)

Amanece. Se ve venir a Alvin en su podadora. “¿Qué vas a hacer?”, pregunta la envidia, travestida de preocupación. Parte. La cámara en picado apunta al cielo y baja en contrapicado a la tierra. Saluda a una madre y a su hijo. La cámara sobrevuela los campos de maíz, como quien de paso hace énfasis en la deforestación: hoy, un problema grave y un delito oficial para cambiar la razón del uso del suelo por doquier. “Grotto – 5 millas”. Un camión pasa a alta velocidad: viento y polvo elevan el sombrero de Alvin, quien, con paciencia, lo recoge: una advertencia/aprendizaje del viaje. Se sienta de nuevo en su Rehds, pero la máquina no prende. Se sube a un bus en el que va “El Tour de la Edad de Oro”, como le cuenta el chofer. Plano/contraplano y fundido: el bus en el que regresa a Grotto se funde con la pick-up Ford roja que, en sentido opuesto, lo lleva a Laurens. El chisme asoma de nuevo su poco envidiable cabeza, en la persona de Sig: “¡Vengan, rápido!”, anota. La envidia, por ahora, reposa.

Rose y Dorothy sobre el que trajo en la camioneta a Alvin, mientras éste las sorprende al pasar por el comedor con su rifle o escopeta. Gesto típico gringo, en el país de las armas y que arma todas las guerras, porque con ellas todo lo resuelve: desde su creación, EEUU ha invadido más de 70 países, y 50 desde el fin de la II GM y tiene 900 bases militares regadas por el mundo, de las cuales 85 están en América Latina, incluyendo 9 en Fosa Común, ex Colombia: qué curioso, con 4 de ellas ubicadas en Cauca, el mayor corredor de narcotráfico. (7) Alvin apunta a su vieja Rehds y la “mata” con un par de disparos. En otro gesto gringo, propio del capitalismo, el de la fijación por las marcas, va a John Deere, a comprar una nueva podadora, porque la vieja fue masacrada/desaparecida a punta de plomo. Una del año 66, con motor Kohler, a la que Tom, el diligente funcionario de la empresa le ha quitado piezas, pero “siempre las he repuesto”. Sujeto capitalista precavido vale por dos: el que, además, para seguridad del cliente, resulta ser el mismo dueño de la máquina que compra por USD$325.

Alvin inicia, ahora sí, su viaje. Se detiene a hacer uso de su agarradera con unos cuantos palos para pasar la noche. Fundido con la mañana siguiente. Un vehículo pita y surge una caminante que no responde al saludo de Alvin. Luego, ala noche, se verán de nuevo. Ella irrumpe en su tienda de campaña, mientras cocina. La joven le cuenta que nadie la ha recogido. Él le pregunta si tiene hambre. “¿Qué tiene para comer?”Él: “Salchichas”. Su charla gira sobre la brecha generacional. “¡Que montón de chatarra!” “Cómete la cena, señorita”. Cuando inquiere sobre su tiempo en carretera, Alvin señala: “Me he pasado casi toda la vida viajando”. Se confirma que es de Laurens, que su mujer se llama Francis (m. en 1981) y que parió 14 bebés, de los cuales siete sobreviven. Su hija Rose le acompaña. “¿Dónde está tu familia? ¿Te has fugado?” Así pregunta Alvin a la chica con 5 meses de gravidez. Y le cuenta que va a ver a Lyle pasando la frontera, en Wisconsin: “Ah, los Cabeza de Queso”, dice ella y reitera que Wisconsin es el Estado de las fiestas: se ve que no conoce Fosa Común. Alvin le ofrece una manta que está en el remolque, pero prefiere dormir afuera porque las estrellas la inspiran/serenan. Le cuenta que su familia la odia y que lo harán aún más cuando se enteren de su embarazo, sobre el que nadie sabe, ni siquiera su novio.

Como consuelo, Alvin le dice que podrán odiarla mucho, pero no como para perderla a ella o a su problemilla. Una cama y un techo, siempre será mejor que una salchicha pinchada por un palo y compartida con un viejo en su podadora. Rose tuvo cuatro hijos. Hubo un incendio y su segundo hijo sufrió quemaduras graves, por lo cual intervino el Estado: la consideró incapaz de cuidarlos y se los quitó. No pasa un solo día sin penar por ellos. Flashback y primer plano a su rostro en llanto; al cerrar los ojos se funde con otro Close Up de la chica que habla con Alvin: una vez roto el árbol de la familia, imposible rehacer el atado de ramas. La soledad, el desamparo, la tristeza parecen surgir por doquier. Amanece y ella ya se ha ido: aun así, cuando baja la arrogancia juvenil, le deja un atado de palos para la fogata próxima. Alvin se levanta y lo ve, amarrado con una cinta roja.Él avanza, el aguacero amenaza y se viene. Busca refugio, mira a la derecha y, justo, aparece una suerte de aparcadero. Prende su tabaco y mira al horizonte, sobrecogido, como quien continúa persiguiendo la utopía.

Nueva toma en helicóptero sobre los campos de maíz. La John Deereque recoge la cosecha, se funde con la máquina de Alvin y su remolque. Frente a la lentitud pasa la velocidad: un grupo de ciclistas saluda a Alvin, quien responde. Luego, él se suma a la caravana: “Cuando eres joven no piensas en envejecer”, sentencia. Y agrega a un joven: “Y no deberías”. Algo bueno tendrá hacerse viejo, piensa el joven. Pero, a Alvin no se le ocurre nada bueno por estar ciego/cojo a la vez: por demás, a su edad ya ha visto casi todo lo que la vida puede ofrecer. Él sabe separar el trigo de la paja y dejar que las nimiedades las arrastre el viento.“¿Qué es lo peor de ser viejo, Alvin?”, le pregunta otro joven ciclista, con uno más de los símbolos de la sifilización (Darcy Ribeiro) gringa en las manos: un balón de rugby. “Bueno, lo peor de ser viejo es recordar cuando eras joven”. En un día de lluvia, arranca de nuevo su periplo con fines fraternales. Los grandes camiones de la otrora superpotencia surcan la carretera, al lado de su nave cuyo minúsculo tamaño parece la metáfora de un combate fratricida: el de la aparente debilidad frente a la simuladora fortaleza, la de los “poderosos”.

De pronto, otro carro lo rebasa por la izquierda y unos pocos metros más adelante se presenta el primer accidente grave del filme: una mujer choca con su carro a un ciervo. No es la primera vez. La mujer baja, histérica, a tratar de justificar el hecho. Aunque en realidad su histeria es más producto del estrés capitalista que de la propia histeria, la misma de la que Freud extrajo las primeras hipótesis para formular/crear el psicoanálisis, mezcla de arte y ciencia: creación de un polímata que vivió entre los siglos XIX y XX: a quien, a propósito, Papini también rinde pleitesía en su texto Visita a Freud. (8)Alvin hereda el cuerpo del animal, la carne que luego intenta devorar y los cuernos que ahora adornan la carpa del remolque. De la bronca de la mujer no tienen la culpa Public Enemyni San Francisco ni San Cristóbal: apenas, reitero, se trata del estrés capitalista que avanza raudo por las vías del país. Bueno, cuando se podía, no ahora con el virus/negocio apartheidista, ¿verdad? Ha atropellado 13 ciervos en las últimas 7 semanas, en la misma vía: 65 Km de ida y 65 de vuelta al trabajo. ¿Por qué sale tanto ciervo de los campos desolados, sin árboles…será por los monocultivos?

Siguiente secuencia: fuera de las cámaras, que no nota, Alvin siente que alguien más lo mira: se trata de la familia del ciervo, mientras él busca engullir un bocado de la preciada carne del pariente ciervical, jeje. Se reubica en la silla, dispuesto a hacerse el loco, como si se pudiera… Y vuelve a mirar a los animales, que parecen petrificados de lo rabiaficados que están por el occiso compañero. Fundido a negro, para que la opípara familia gringa no vea cómo tragan carne sus comensales. En la toma próxima, Alvin y sus cuernos ocupan la pantalla. Tras posarse en miles de Has de monocultivos, al fin la cámara aérea toma un tupido bosque; y, luego, una vieja casa de madera que se incendia y que es tomada por los bomberos para hacer pruebas. Un nuevo accidente se avizora, detrás del hecho, mientras un grupo de amigos observa la escena desde el lado opuesto de la carretera. Alguien de ellosmueve los labios para tararear el himno de los EEUU en son de broma. “Esa casa era un horror para la vista”.

Una señal advierte sobre el descenso y sus eventuales peligros, como el que ya anunciaba Rose al inicio del filme, en relación con el peso del remolquey la pequeñez de la podadora. Otro aviso: “Pendiente peligrosa”. Tal vez parezca un asunto previsible: lo que así resulta; por contraste, no el susto de Alvin tratando de detener la máquina, que cada vez adquiere mayor velocidad. “¿Qué es eso?”, se oye decir a la familia gringa reunida, los futuros salvadores del viejo llanero solitario, ante los apremios del peligro. Quien primero lo asiste, Danny Riordan, en otro típico gesto gringo, resulta ser un antiguo trabajador de John Deere, durante 30 años. Alvin no tiene pase de conducir, por eso no viaja en carro adonde Lyle. Tras aclarar de dónde viene, observa que después de haber estado en las trincheras de la II GM, qué miedo puede sentir al estar en un campo de maíz que se le presenta para pasar la noche.

Montaje paralelo entre lo que sucede al interior de la casa de los huéspedes de Alvin, Danny y Darla, y la charla de aquél con su hija Rose, para que le envíe el cheque de la Seguridad Social, a fin de poder cancelar el “arreglo” de los gemelos Olsen: otro guiño al muy capitalista asunto del pago por reparaciones en el competitivo universo del consumo, consumismo e hiperconsumismo gringo y, más allá, planetario. El mismo universo guiado por el prurito de la acumulación que requiere, hoy con urgencia, ser cambiado por el principio de cooperación, en el intento por hallar una nueva racionalidad económica/ecológica, es decir, que tenga que ver tanto con el Bienestar Social como con la Casa Común. Primer plano al piso: ahí quedan plasmadas/esculpidas las huellas de la honradez de Alvin: el teléfono y, bien pisados por él, los tres dólares que él calcula por la llamada a Rose. Riordan ya ha hablado con los gemelos Olsen (=inmigrantes: mecánicos/obreros, sirvientes en un país extraño) y calcula el arreglo de la podadora en USD$250. Alvin piensa que es el doble de lo que vale, pero supone que “eso será por lo que son gemelos” y lo hace con humor negro/sucio, el propio del capitalismo.

Alvin y Verlin van a tomar una cerveza, pero el primero, como los drugos de Una naranja mecánica por otras razones, las de la ultraviolencia, prefiere un vaso de leche, después de narrar su experiencia en Francia con motivo de la II GM, donde todos pretendían esconder los hechos tras el alcohol. Luego, Verlin narra el choque con los alemanes, luego de que un Fokker les lanzara una bomba sobre el rancho en que comían él y sus colegas, tras probar comida caliente por primera vez en diez días. Mientras tanto, Alvin cuenta algo de lo que no se ha podido librar: la mirada de sus colegas cuando eran jóvenes. Es decir, aún ya viejo los sigue viendo jóvenes. Entre más años tiene él, menos tienen ellos. Y relata el caso de Kotz, un joven polaco de Milwaukee, gran explorador. Un día vio moverse algo, y él le disparó. Al día siguiente, Kotz fue hallado con un tiro en la cabeza. Todos, todos, aseguraban que habían sido los alemanes: todos, menos Alvin. Fundido a negro, para que no se capte su vergüenza…

Alvin observa, de nuevo, las estrellas. Y viene el estrellín económico/capitalista con los Olsen, quienes después de una breve operación ya están “listos para cobrar”, como cualquier agencia formal. Entre piezas y mano de obra son USD$247.80. Pero, una cosa piensan los burros y otra el que los enjalma: Alvin, quien desde atrás cuenta con la complicidad tácita de Riordan, cada vez que pide o exige un descuento con respecto al recibo de la especulación que los Olsen le presentan: “Me parece mucho, por tan poco trabajo”, espeta sin rodeos el directo (eso es Straight, en español) Alvin. Sus ojosde viejo no le impiden ver que las ruedas no son nuevas y ya no sabe si le están cobrando por bueno o por nuevo. Thorvald piensa que pueden ajustar el precio. Alvin piensa que podría ser por unos 30 dólares. Y que a eso hay que quitar un 20% dela mano de obra. Además, en su pueblo, ese aceite normalito no es tan caro. “Quédese el aceite, gratis”, riposta Thorvald. Alvin piensa que es una buena oferta y la agradece. Riordan asiente. Con los 180 dólares finalmente acordados entre uno y otros, queda claro que, al menos un filme franco/anglo/gringo, le ha quebrado el espinazo al capitalismo.

El viaje de Alvin ha sido hasta ahora largo, espera tragarse su orgullo con respecto a Lyle y aspira a no llegar tarde. “Un hermano es un hermano”, dice (mientras yo recuerdo a Jorge a través de su hermano Lyle) y los Olsen parecen asimilar la moraleja. Como todo caballero, Alvin agradece a Danny su hospitalidad/amabilidad con un extraño; éste, agrega que ha sido un placer tenerlo allí y que ojalá un día les escriba: “Lo haré”, dice. Unas tomas aéreas sobre los campos de maíz y sectores aledaños, permiten ir acercándose hacia el río Misisipi. Ya en la noche, Alvin se halla en el cementerio cercano a Mount Zion, donde el cura del lugar sale a atenderlo con puré de papa y carne: se excusa de antemano por la intrusión que aquél niega. Y le recuerda que acampa en uno de los cementerios más antiguos del medio oeste, poblado por tramperos católicos franceses: “La expedición Marquette”, añade el curtido viajero. “Dos de sus hombres”, aclara el cura, que no es el primero, según Alvin, que se fija en su insólito medio de transporte. Mediante el cual, se reitera, Lynch hace un tributo a la lentitud. El que ahora hago a la muerte(precoz) de mi hermano Jorge, ocurrida en Bogotá el 12/oct/2020.

El cura señala que conoce a Lyle, porque trabajó en el hospital de Boscobel, tuvo un infarto varias semanas atrás y es de su parroquia: baptista, agrega Alvin. Es decir, lo mismo que le dijo Lyle al cura, salvo que no le contó que tenía un hermano. Alvin esclarece el asunto: ninguno de los dos ha tenido un hermano desde hace tiempo. Ambos crecieron lo más unidos que pueden ser unos hermanos. Crecieron en una granja en Minnesota. Trabajaron duro, mientras sus padres casi mueren intentando sacarla adelante. Otro guiño típico gringo a la pujanza, a la laboriosidad de sus habitantes, a la par que otro al Self-Made-Man u Hombre-hecho-a-sí-mismo, dentro del sistema capitalista, aunque pueda no ser esa la intención inicial. Así, la posible crítica no va a Lynch ni a sus guionistas, John Roach y Mary Sweeney (además, montajista y productora del filme: hazaña colosal), porque uno y otros simplemente describen un problema, hacen la síntesis, mientras el espectador o el crítico, lo analizan.

Alvin y Lyle hacían del trabajo un juego. Mientras, el capitalismo hace del juego un trabajo y por eso castiga el ocio, en griego, escuela, y por eso solo premia la plusvalía, la diferencia entre el valor creado por el obrero y el salario que recibe. Mientras crecieron, ambos no dejaron de hablarse. Al preguntar el cura qué pasó entre ellos, Alvin recurre al mito: “Es tan viejo como la Biblia. Caín y Abel. Ira, vanidad, si los mezclas con alcohol, el resultado son dos hermanos que llevan diez años sin hablarse”. Lo que fuera que los enfrentó, ya da igual: Alvin quiere hacer las paces; sentarse con él a contemplar las estrellas, como hacían tantos años antes. Plano general y fundido a negro. Alvin llega al bar Pabst: un guiño, cinéfilo, esta vez a uno de los pioneros del expresionismo alemán, el checo/austriaco Georg Wilhelm que los alemanes hacen pasar por alemán, y autor de uno de los filmes que incorpora la corriente sicologista al séptimo arte: Secretos de un alma(1926).(9)Toma una cerveza: “Si viene desde Iowa, sí que debe tener sed”, apunta el barman. Epílogo: Alvin le pide la dirección de Lyle. Arranca y al llegar al valle, la podadora se apaga. Aparece un tractorista, le ofrece ayuda y lo insta a arrancar. Aquel le hace señas, obedece, voltea a la derecha y ya está frente a la humilde cabaña de Lyle. A metros de su puerta, se detiene y lo llama. Poco después aparece: “¡Alvin!”. Éste, se sobrecoge y aquél ya está ahí, en caminador. El que Alvin cambió por un segundo bastón, menos hiriente para su dignidad de anciano directo/honesto/correcto. Se miran, Lyle recula un ápice, como quien recuerda el muro que ira y vanidad + alcohol causaron y le pide sentarse. Vuelven a mirarse. Alvin recula, esta vez. Quizáspor el charco en la mirada de Lyle. Al girar a la izquierda, ve el vehículo de Alvin y la sorpresa toma sus ojos, según lo delata un rictus de las cejas: “¿Has conducido esa cosa hasta aquí para verme?”

Al final de The Straight Story, filme que se estrenó en Colombia el año 2000, David Lynch muestra a Alvin Straight y a su hermano Lyle, sentados frente a su casa, observando las estrellas: contra toda posible interpretación, eso y nada más muestra el director. Previamente, el espectador sabe que ellos dos están enemistados por ira, vanidad, alcohol. Y por eso, diez años después, Alvin decide visitar a su hermano: para eso tendrá que recorrer más de 500 Km, en su podadora a cinco Km por hora. En otras palabras, en aquellas imágenes que recogen al comienzo el encono, la bronca mutua acumulada durante una década, se condensa poco a poco el reencuentro de dos seres que, igual que las estrellas, por su desvalimiento, andan por parejas, no pueden ir solos. También aquí, por más abstracciones existenciales que haya en medio, nunca Lynch olvida relacionarlas ni luego plasmarlas en lo real inmediato. 

En una subjetiva ambos miran las estrellas, mientras un sutil o rotundo sentimiento, según sea el ánimo del espectador, se toman la pantalla y el ánimo de aquel. El que acaba de ver uno de los filmes más pletóricos de humanidad de/en la historia del cine, con menor recurso a la violencia de todo el cine gringo y una de las historias más plenas de austeridad, belleza y emoción del cine contemporáneo: la de dos hermanos que ya no pelean. Porque están cansados. Algo que podrían asimilar, aquí, ahora, los políticos fosacomunianos.Aún hay algo más: Lynch ha hecho, a través del rol de Richard Farnsworth y de la breve aparición de Harry Dean Stanton, la diferencia entre la naturaleza “interpretativa” del actor de teatro y la naturaleza “creativa” del actor de cine (Umberto Bárbaro)(10): el primero, en el papel de Alvin, ha hecho una creación única y demostrado que el estado de una persona, expresado por un actor, tiene que conservar siempre algo misterioso (Tarkovski)(11); el segundo, en el papel de Lyle,en su tendencia natural a la sencillez proyecta lo que esta supone, la profundidad del ser y de la vida representados. Así, queda demostrado que el ansia de lo absoluto es el faroque alienta el desarrollo de la Humanidad: a ese impulso va unido el concepto de realismo en el arte que, por lo demás, consiste no en saber cómo son las cosas verdaderas, sino en cómo son verdaderamente las cosas (Godard). El arte es realista cuando expresa una idea ética, el realismo tiende a la verdad y esta siempre es bella (bueno, salvo hoy en épocas de Fake News/Posverdad y/o del virus/negocio apartheidista): aquí, sin duda, en esa historia de dos hermanos que ya no riñen, porque de ello no quedan sino amarguras, de las cuales los políticos salen torcida/perversa/puercamente invictos, hay una estrecha correspondencia entre las categorías ética y estética: los arquetipos que Alvin y Lyle construyen a su manera, introducen en los hechos la dimensión de lo verdadero y de lo eterno.

A mi hermano Luis Jorge (1949-2020), con quien me hubiera gustado ver de nuevo las estrellas.

A mis hermanos Álvaro, justo, en su cumpleaños 65 (3 nov), y a Jaime, mancorna de Jorge.

A mi adorado hijo Santiago, quien también sabe separar el trigo de la paja.

Notas y bibliografía:

(1) Otras Road Movies: Easy Rider o Busco mi destino, de Dennis Hopper. Rebelde sin causa, de Nicholas Ray. Diarios de motocicleta, de Walter Salles. Paris, Texas, de Wim Wenders. Thelma & Louise, de Ridley Scott. Corazón salvaje, de David Lynch. Stand by Me, de Rob Reiner.

(2) Papini, Giovanni. Gog/El libro negro. Círculo de Lectores, Barcelona, 1969, 517 pp.: 155 a 160.

(3)Íbidem: 329 a 331.

(4) PDF de El libro negro: ver pp. 51 a 53: Visita a Lin-Yu-Tang (o del peligro amarillo). http://www.librosmaravillosos.com/libronegro/pdf/El%20Libro%20Negro%20-%20Giovanni%20Papini.pdf

(5)Papini, 1969: 330.

(6)http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2448-654X2016000200391

(7) https://criterio.hn/estados-unidos-ha-invadido-70-paises/

(8) Papini, 1969: 88 a 93.

(9)https://www.youtube.com/watch?v=aYoXy3bYD1k

(10) Barbaro, U. El cine y el desquite marxista del arte, Vol. 1. El Cine. Gustavo Gili, Barcelona, 1977, 174 pp.: 57.

(11)Tarkovski, Andrei. Esculpir en el tiempo. Rialp, Madrid, 2005, 273 pp.: 134.

FICHA TÉCNICA: Título original: The Straight Story. En español: Una historia sencilla o Una historia verdadera. Año: 1999. País: Francia/UK/EEUU. Género: Drama/Road Movie.Formato: 35 mm; color; 113 min.Dir.: David Lynch. Guion: John Roach/Mary Sweeney. Fot.: Freddie Francis. Mon.: Mary Sweeney. Int.: Richard Farnsworth (1920-1996) (Alvin Straight); Sissy Spacek (Rose Straight); Harry Dean Stanton (1926-2017). Prod.: Mary Sweeney/Neal Edelstein,Asymmetrical Productions; Canal +; Channel Four Films; Ciby 2000; Les Films Alain Sarde; Studio Canal; The Picture Factory; Walt Disney Pictures. Dist.: Buena Vista Pictures. Premios: Círculo de Escritores Cinematográficos de 2000, Madrid, España.Independent Spirit al Mejor Actor (1999), para Richard Farnsworth.

Luis Carlos Muñoz Sarmiento. (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine y de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, 2012, y columnista, 23/mar/2018. Corresponsal de revista Matérika, Costa Rica. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao Eds., 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Invitado por UFES, Vitória, Brasil, al III Congreso Int. Literatura y Revolución – El estatuto (contra)colonial de la Humanidad(29-30/oct/2019).Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por UFES, Vitória (Edufes, 2020). Autor, traductor y coautor, con LES, enportalRebelión. E-mail: [email protected]