Gran Bretaña podría retirar sus tropas de Irak tras las elecciones previstas para inicios del año próximo en ese país, bajo ocupación anglo-estadounidense, especula el periódico The Times. Esa publicación cita al teniente-general Andrew Ridgeway, quien habría reconocido que cualquier agrupación política con intención de ganar esos comicios deberá prometer un recorte de la presencia […]
Gran Bretaña podría retirar sus tropas de Irak tras las elecciones previstas para inicios del año próximo en ese país, bajo ocupación anglo-estadounidense, especula el periódico The Times.
Esa publicación cita al teniente-general Andrew Ridgeway, quien habría reconocido que cualquier agrupación política con intención de ganar esos comicios deberá prometer un recorte de la presencia militar extranjera en ese estado árabe.
Altos oficiales reconocieron, afirma The Times, que al nuevo gobierno de esa nación del Golfo Pérsico, agredida unilateralmente por Washington y Londres en marzo del 2003, de ninguna forma le agradaría la permanencia allí de fuerzas foráneas.
Los ocupantes transfirieron el pasado 29 de junio una soberanía limitada a un gobierno provisional, el cual deberá trabajar hasta la realización de la justa electoral de enero venidero.
Hasta el momento, el gabinete laborista del primer ministro británico, Tony Blair, afirma que sus uniformados permanecerán en Irak todo el tiempo necesario, en tanto la prensa se refirió a un posible envío de tres mil militares adicionales para sumarse a los nueve mil 800 desplegados en la sureña región de Basora.
El rotativo londinense subraya que los comandantes de las fuerzas del Reino Unido en el estado árabe comparten la posición de Ridgeway, uno de los dirigentes del servicio de inteligencia del ministerio de Defensa.
Pero la misma publicación recuerda que muchos de esos oficiales en otras ocasiones prometieron mantener por unos años el dispositivo bélico desplegado en Irak.
Blair, por su lado, justificó la necesidad de extender la permanencia de los efectivos nacionales en esa convulsa nación con el objetivo de garantizar la estabilidad en suelo iraquí.
Pero las acciones cada vez más frecuentes contra la presencia militar extranjera, más bien hablan de un rechazo generalizado a la ocupación, la cual de ninguna forma concluyó con el reciente traspaso de poder a las autoridades iraquíes.
Cerca de 60 británicos perecieron en combate y a causa de acciones de rebeldes iraquíes desde la ilegal invasión contra Bagdad.
Los órganos de inteligencia salieron mal parados en un reciente informe de una comisión investigadora, dirigida por el lord Robin Butler, quien dejó al gobierno casi sin argumentos para justificar la participación de Londres en la acción bélica contra Irak.
Butler, sin embargo, solo se refirió a una responsabilidad colectiva por la utilización de argumentos alterados para agredir a esa nación del Golfo Pérsico, pero dejó fuera de toda acusación a Blair.
En septiembre de 2002 el Primer Ministro presentó a la Cámara de los Comunes un reporte de inteligencia sobre Irak, en el cual afirmaba que ese país podía emplear armas de destrucción masiva en 45 minutos, lo cual resultó falso.