Traducido por Yasmin González Vale y revisado por Miguel Serrano del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión.
Tony Blair admitió lo que George Bush niega aún desesperadamente: la derrota. Iraq se está convirtiendo en uno de los campos de batalla más sangrientos del mundo en el cual nadie está a salvo. Ciego ante esta realidad, el primer ministro británico expresó a principios de esta semana que Gran Bretaña podría reducir sin percances el número de sus tropas en Iraq porque el gobierno iraquí se está fortaleciendo.
De hecho, la guerra civil empeora cada día. La comida escasea en algunos lugares del país. Un cuarto de la población moriría de hambre sin los alimentos racionados que entrega el gobierno. Muchos iraquíes están enfermos porque su único suministro de agua proviene de los ríos Tigris y Éufrates, los cuales se encuentran altamente contaminados.
En ninguna parte de su declaración el Sr. Blair dio señales de arrepentimiento por haber convertido a Iraq en una tierra baldía, la cual han abandonado dos millones de personas y 1,5 han sido desplazadas internamente.
El 25 de diciembre, unos milicianos chiítas obligaron bajo amenaza de muerte a Nadia al-Mashadani, una mujer sunita con cuatro hijos, a abandonar su casa en el distrito de Hurriya en Bagdad No le permitieron llevar ninguna pertenencia y está viviendo con su familia en una pequeña habitación de una escuela de un barrio sunita. Me confesó: «Ellos nos prometieron libertad y ahora estamos como esclavos: no tenemos derechos, ni hogares, ni libertad, ni democracia, ni la fuerza suficiente para decir una palabra.» Como muchos otros sunitas, ella cree que los EE.UU. han fomentado deliberadamente el odio sectario en Iraq con el fin de mantener el control sobre el país.
La descripción que ofreció el Sr. Blair de Iraq debe haber sido la de otro país diferente al país en el que la señora Mashadani está tratando de sobrevivir. Eludió la pregunta sobre por qué Gran Bretaña puede reducir sus fuerzas en Iraq a menos de 5 000 soldados para finales del verano al mismo tiempo que EE.UU. va a enviar alrededor de 21 500 refuerzos. Recalcó que la ubicación de las tropas británicas alrededor de Basora es muy distinta a Bagdad y al centro de Iraq, donde se concentra la mayor parte de las tropas estadounidenses.
El proceso de reducción de las fuerzas británicas en el sur de Iraq será más lento de lo que los oficiales británicos de alto rango habían exhortado en privado. El Sr. Blair expresó: «la presencia militar del Reino Unido continuará en el año 2008.» Pero mucho antes de esa fecha todas las fuerzas británicas restantes se ubicarán en la base aérea de Basora y apoyarán a las unidades militares y de la policía iraquíes.
El Sr. Blair dio la impresión de que los iraquíes simpatizan con la presencia de las fuerzas británicas y estadounidenses. De hecho, un sondeo que mencionó el informe bipartidista de Baker-Hamilton, realizado por connotados Demócratas y Republicanos de Washington, reveló que el 61 por ciento de los iraquíes están a favor de los ataques armados contra las fuerzas británicas y estadounidenses.
En los mismos momentos en que el Sr. Blair estaba hablando, hubo amargas divisiones en Iraq debido a la presunta violación de una mujer sunita de Bagdad el domingo pasado por tres miembros de las fuerzas de seguridad dominadas por los Chiítas. El gobierno fundamentalmente chiíta denunció a la presunta víctima de violación, aseguró que estaba mintiendo y elogió a los tres oficiales a quienes ella acusó de haberla violado. Aunque las cifras de la ONU revelan que todos los meses los asesinos sectarios matan a casi 3 000 iraquíes, la supuesta violación en pandilla podrá llevar al país aún más hacia una guerra civil.
El Sr. Blair describió un Iraq donde sólo los descabellados terroristas son los que obstaculizan el progreso político y económico. Aseguró que el objetivo de estos grupos era «impedir que funcionara la democracia en Iraq». Pero uno de los problemas fundamentales es que la constitución y las dos elecciones efectuadas en el año 2005 han arraigado las diferencias entre los sunitas, los chiítas y los kurdos.
El Primer Ministro afirmó que había 130 000 soldados en el ejército iraquí y 135 000 en la policía. Sin embargo, mostró poco reconocimiento sobre la medida en que estas fuerzas están aliadas a las milicias chiítas o a los insurgentes sunitas. Los funcionarios del gobierno estadounidense no perdieron la compostura al reaccionar ante la reducción de las tropas británicas en Iraq. El portavoz estadounidense aún se refiere a «la coalición», pero ahora no es más que un pequeño grupo de países. El mayor grupo después del contingente británico lo constituyen 2 300 soldados de Corea del Sur. Dinamarca anunció ayer que retirará sus 470 efectivos en agosto.
Las presiones contradictorias que ejercen los EE.UU. y sus propios partidarios chiítas están destrozando al gobierno del primer ministro Nouri al-Maliki. Los EE.UU. han considerado la idea de obligarlo a abandonar el cargo pero aunque cualquier otro gobierno subsiguiente podría estar más unido a los EE.UU., éste tendría menos apoyo del pueblo. Mientras tanto, el Sr. Maliki se quejó de que, a pesar de lo que ha hablado la coalición de respetar la soberanía iraquí, no puede mover ningún grupo de soldados sin el permiso estadounidense. La retirada parcial de las tropas británicas del sur de Iraq que anunció Tony Blair esta semana es consecuencia de un fracaso político y militar, y no de una mejora en la seguridad local.
En un comentario titulado The British Defeat in Iraq (La Derrota Británica en Iraq), el conocido analista estadounidense Anthony Cordesman, del Center for Strategic and Internacional Studies (Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales) radicado en Washington, afirma que las fuerzas británicas perdieron el control de la situación en Basora y sus alrededores en la segunda mitad de 2005.
El Sr. Cordesman asegura que el hecho de que los británicos hayan ganado algunos enfrentamientos tácticos en Basora y en la provincia de Maysan en el año 2004, «no impidió que los islamistas obtuvieran más poder político a nivel local y controlaran la seguridad en los barrios cuando las tropas británicas no estaban presentes». Como consecuencia, el sur de Iraq, de hecho, ha estado por mucho tiempo bajo el control de la Asamblea Suprema para la Revolución Islámica en Irak (ASRII, por sus siglas en español), y las llamadas facciones «sadristas».
Según el Sr. Blair, Gran Bretaña había estado trabajando durante tres años en base a la creación, el entrenamiento y el equipamiento de Fuerzas de Seguridad Iraquí capaces de asumir la seguridad del país ellos mismos. Pero el Sr. Cordesman llegó a la siguiente conclusión: «Las fuerzas iraquíes que Gran Bretaña ayudó a crear en la zona significaron un poco más que una ampliación del control chiíta-islámico ejercido por otros medios.»
El control británico del sur de Irak fue precario desde el principio. Sus fuerzas no tenían experiencia en las zonas donde estaban operando ni tenían ningún aliado confiable. Al igual que los estadounidenses en Bagdad, no pudieron detener los saqueos masivos en Basora a raíz de la caída de Saddam Hussein, y nunca establecieron la ley y el orden.
Los estadounidenses y los británicos nunca se preocuparon por el desagrado del pueblo iraquí chiíta y sunita por la ocupación. El Sr. Blair hasta niega que la ocupación era rechazada o que traía como consecuencia la resistencia armada. Pero desde la caída de Saddan Hussein, una furia creciente en contra de la ocupación dio lugar a una situación en la que los intolerantes insurgentes sunitas y las milicias chiítas, por lo general criminales, pudieran prosperar.
Las fuerzas británicas recibieron una lección sobre el peligro que representa provocar a la bien armada población local, cuando asesinaron a seis miembros de la policía militar británica en Majar al-Kabir el 24 de junio de 2003. Durante el levantamiento de las milicias del Ejército Mehdi de Muqtada al-Sadr en 2004, las unidades británicas vencieron en varios enfrentamientos sangrientos en Amara, capital de la provincia de Maysan.
Pero en las elecciones de enero de 2005, alabadas por el Sr. Blair esta semana, la ASRII se convirtió en el mayor partido de Basora, seguido de Fadhila, que son los que apoyan a Mohammed Sadig al-Sadr, el padre de Muqtada al-Sadr. Estos seguidores se convirtieron en el mayor partido de Maysan.
Los británicos sufrieron una derrota política en las elecciones de 2005, y una militar en el otoño del mismo año, cuando los ataques cada vez más frecuentes dieron a entender que sólo podían obrar mediante patrullas blindadas. Las tan alabadas operaciones militares, como la «Corrode», que tuvo lugar en mayo de 2006, no cambió el equilibrio de fuerzas. Un estudio llamado La calma antes de la tormenta: la experiencia de Gran Bretaña en el sur de Iraq, que realizaron Michael Knights y Ed Williams y publicó el Washigton Institute for Near East Policy (Instituto de Washington para la Política del Oriente Próximo), confirmó las funestas conclusiones del Sr. Cordesman sobre la derrota de Gran Bretaña Al comparar las ambiciones originales de Gran Bretaña con la realidad actual, con el estudio se llega a la conclusión de que «en vez de ser una región estable, unida, respetuosa de la ley, con un gobierno que la represente y con una primacía policial, el sur de Iraq está dividido en facciones, regido como una cleptocracia, es anárquico, inestable y objeto de la primacía de las milicias».
Las milicias locales, por lo general no sólo están fuera del control del gobierno iraquí, sino también de sus supuestos líderes en Bagdad. La mayor entrada de dinero para las facciones locales se obtiene mediante el desvío del petróleo y sus derivados, lo cual constituye una fuente constante de rivalidad y la causa de enfrentamientos armados. Según el Sr Knights y el Sr. Williams, el control en el sur lo ejerce un «grupo bien armado de Mafiosos, criminales políticos y que mantienen fuera del poder tanto al gobierno central como al pueblo».
¿Pudo el Ejército Británico haber buscado otra estrategia? Lo acusaron de haberse derrumbado ante las milicias. Pero no tuvo muchas alternativas debido a la falta de un apoyo local poderoso. El tema recurrente del presidente Bush y del Sr. Blair desde que comenzó la invasión ha sido que están entrenando a fuerzas iraquíes.
Entre policías y miembros del ejército suman 265 000, pero el problema no es el equipamiento o el entrenamiento, sino la falta de lealtad al gobierno central. Aunque los insurgentes y los miembros de las milicias por lo general son sanguinarios, para los iraquíes tienen una cierta legitimidad, lo cual no sucede con las fuerzas oficiales del gobierno. Las limpiezas periódicas como la «Corrode» y la «Sinbad» no dan solución a esta este problema.
No hay duda de que el deterioro de esta situación es lo contrario a la imagen optimista que ofreció Downing Street. Los Señores Knights y Williams advirtieron: «En septiembre de 2006, las fuerzas británicas se vieron en la necesidad de desplegar un convoy de vehículos de guerra blindados para transportar entrenadores de policías hacia una sola estación de policía a fin de entregar un envío de juguetes a un hospital cercano.» Algunas posiciones del ejército británico estaban recibiendo más disparos de morteros que cualquier otro lugar de Iraq. Existían constantes desavenencias con las facciones políticas locales.
¿Por qué el Ejército Británico está aún en el sur de Iraq y qué beneficio ofrece a la región? Aumenta la sospecha de que el Sr. Blair no retiró sus tropas porque eso implicaría reconocer que fracasaron y que los soldados perdieron la vida en vano. También habría dejado a los EE.UU. sin aliados, lo cual hubiese sido vergonzoso para estos.
Reidar Visser, un experto en Basora, señala que, luego de toda la publicidad que se hizo sobre el proceder «suave» de los británicos en Basora en el año 2003, las personas del lugar comenzaron a notar que el número de soldados en las calles era cada día menor y que las milicias los estaban sustituyendo. «Esto, a su vez, creó una situación en la que los críticos aseguran que el único objetivo que les queda a las fuerzas británicas en Iraq es resistir y mantener una presencia física en algún lugar dentro de las fronteras de la gobernación del sur que quedaron formalmente bajo su control, al mismo tiempo que reducen al mínimo sus propias bajas.» afirmó el Sr. Visser.
En otras palabras, los soldados británicos han permanecido y muerto en el sur de Irak, y continuarán haciéndolo, porque el Sr. Blair considera que es muy vergonzoso terminar con lo que se ha convertido en una presencia simbólica y retirar a los soldados.
© 2007 Independent Media Institute. Todos los derechos reservados. Ver este artículo en línea en: htt://www.alternet.org/story/48437/
Traducido por Yasmin González Vale y revisado por Miguel Serrano del Equipo de Traductores de Cubadebate y Rebelión.