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Tragedia aérea de película

Fuentes: IPS

En la historia de la cinematografía mundial se acumulan numerosos y muy buenos largometrajes sobre accidentes de aviones. Sin embargo, el filme que se estrenó este mes en Argentina acerca de una tragedia aérea ocurrida en el país en 1999 tiene características sin precedentes. La película «Whisky, Romeo, Zulu» fue producida, escrita, filmada y actuada […]

En la historia de la cinematografía mundial se acumulan numerosos y muy buenos largometrajes sobre accidentes de aviones. Sin embargo, el filme que se estrenó este mes en Argentina acerca de una tragedia aérea ocurrida en el país en 1999 tiene características sin precedentes. La película «Whisky, Romeo, Zulu» fue producida, escrita, filmada y actuada por Enrique Piñeyro, un ex comandante de la empresa que sufrió el accidente y que había sido empujado a renunciar tres meses antes de la tragedia debido a sus quejas y denuncias públicas sobre la falta de seguridad con que operaba la aerolínea.

El filme consiguió una excelente repercusión entre la crítica, cosechó ocho premios internacionales antes del estreno comercial, y goza de una enorme aceptación del público argentino, que reconoce en el relato una historia recurrente de tragedias evitables.

Cada noche, desde su estreno a mediados de mes, el realizador presencia la proyección nocturna en un cine del centro de Buenos Aires, el Village Recoleta, donde permanece luego entre el público para responder múltiples preguntas sobre la tragedia y la investigación judicial posterior.

Piñeyro rodó el filme en base a una historia que lo tuvo como uno de los protagonistas. En mayo de 1999 renunció a la empresa LAPA, donde se desempeñaba como piloto desde hacía 11 años, cansado de las presiones que sufría de sus superiores por denunciar la inseguridad con la que se volaba en esa compañía.

La gota que rebasó el vaso en su enfrentamiento con las autoridades de la firma había sido un artículo que él mismo escribió para el diario Clarín de Argentina, en el que advertía sobre los serios riesgos de que ocurra en el país una tragedia evitable.

Tres meses después de su renuncia, un boeing 737 de LAPA identificado con la sigla WRZ despegó del aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires y sufrió una falla que lo arrastró por la avenida Costanera, junto a esa aeroestación, hasta toparse con un talud que lo envolvió en una masa de fuego. Hubo 67 muertos.

«Yo tenía gran cantidad de documentación que probaba la falta de seguridad en la operación de LAPA y la complicidad de la Fuerza Aérea, encargada de controlar la actividad», contó Piñeyro a IPS durante una entrevista luego del estreno.

«Fui con todo ese material a un prestigioso estudio de abogados, pero me dijeron que ‘hasta que no se cayera un avión’ no se podía hacer nada», relató. Entonces el ex comandante, que es además médico y especialista en seguridad aérea, conservó el material y lo entregó a la justicia tres días después del «accidente».

Piñeyro se transformó así en un testigo clave de la investigación que, en un principio, se había orientado a indagar en una falla humana del piloto. Actualmente hay seis directivos de la empresa y tres oficiales de la aeronáutica procesados por su responsabilidad en la tragedia y a la espera del juicio oral.

El ex piloto, devenido actor y productor cinematográfico, se abocó en 2000 a escribir el guión de una película que contara todo lo que ocurrió antes del siniestro.»Sentí la necesidad de dirigirla yo mismo, y también de actuarla», confesó el realizador. La terminó en 2003 y recorrió con éxito diversos festivales internacionales.

La película obtuvo el «Sol de Oro» del festival de Biarritz, la actuación de Piñeyro fue destacada con otro galardón en el festival de Viña del Mar, y en el Festival de Cine Internacional de Buenos Aires se alzó con el «Premio del Público», entre otros numerosos reconocimientos.

El filme muestra la presión que ejercía la empresa sobre los pilotos y el rechazo airado a las denuncias sobre fallas de seguridad. Los comandantes que abortaban vuelos por fallas mecánicas eran castigados, y había pilotos, entre ellos el que murió en el accidente, que seguían volando tras haber sido reprobados en el simulador.

Pero además, Piñeyro consigue una cuota de realismo de la que carecen otras películas de aviones. Las escenas en la cabina de pilotaje fueron filmadas de forma tal que transmiten al espectador la sensación de estar volando, un hecho que por momentos produce un enorme placer y en otros gran angustia.

«LAPA estableció una cultura operativa donde la aberración se había transformado en la norma», remarcó Piñeyro. En el filme se ve cómo un piloto puede ser forzado a volar ignorando las alarmas, que solían sonar por error, con matafuegos sin carga, o sin las correspondientes instrucciones desde tierra en caso de mal tiempo.

Para Piñeyro «no hay ninguna diferencia» entre la tragedia de LAPA y la que ocurrió el 30 de diciembre último en la discoteca República Cromañon, donde murieron 193 jóvenes a causa de un incendio dentro de un local que funcionaba sin control y con las puertas de emergencia cerradas en forma permanente.

«El afán de lucro de las empresas, la negligencia y la falta de control del Estado, la corrupción, la desvalorización de la vida, todo se repite en las sucesivas tragedias de Argentina», puntualizó el cineasta, que se especializó en investigación de accidentes aéreos en la Universidad del Sur de California.

Piñeyro confesó que el desmadre de la operación de la empresa llegó a ser tan grande que paradójicamente resolvió omitir en su relato muchas anécdotas porque «le hubieran restado credibilidad» a la historia, de tan insólitas que resultaban en la vida real.

Pocos días antes del estreno, ingresaron en la productora de Piñeyro dos desconocidos que, ante la presencia del realizador y otras nueve personas, se llevaron computadoras, teléfonos celulares y dinero. «Vos sabés que estás haciendo las cosas mal», le dijo uno de ellos al director, apoyándole el caño de una pistola sobre la cabeza.

Con ese antecedente, que según ironizó la productora contribuyó a publicitar la película, el realizador resolvió estrenar en Córdoba, la provincia de destino del vuelo de LAPA que nunca llegó.

La central ciudad de Córdoba, donde vivía la mayoría de las víctimas fatales de la tragedia, es también residencia de sus familiares y de 38 sobrevivientes que siguen esperando el juicio.

«No quería un evento ‘fashion’ para el estreno. Los familiares me invitaron a hacerlo en Córdoba y fuimos allí con los actores», contó el director. La proyección fue muy emotiva y las reacciones «intensas y agradecidas», dijo. El público se acercaba luego a saludarlo presentándose por su vínculo con cada una de las víctimas. ( (FIN/2005)