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Trata de blancas en el Iraq post-Saddam

Fuentes:

Desde la invasión estadounidense de Iraq, en marzo de 2003, más de 5.000 mujeres y niñas han sido víctimas de la trata y la explotación sexual, la mayoría de las cuales han terminado en Siria, siendo Jordania el segundo destino para las mujeres que son víctimas de este tráfico, según se desprende de un informe […]

Desde la invasión estadounidense de Iraq, en marzo de 2003, más de 5.000 mujeres y niñas han sido víctimas de la trata y la explotación sexual, la mayoría de las cuales han terminado en Siria, siendo Jordania el segundo destino para las mujeres que son víctimas de este tráfico, según se desprende de un informe publicado por la organización Social Change Through Educacion in the Middle East [Cambio Social mediante la Educación en Oriente Próximo], con sede en Londres [1]. Estos dos países fronterizos han mantenido una política relativamente liberal en lo que respecta a la concesión de visados para los refugiados, al mismo tiempo que ponían restricciones para los permisos de trabajo. Según el informe, esta combinación coloca a las mujeres en una situación de alto riesgo frente al mundo de la prostitución y de las redes organizadas, como una forma de obtener dinero.»[…] Tanto el gobierno iraquí como el gobierno regional del Kurdistán iraquí, no han sido capaces de abordar el problema de la trata de blancas», indica el informe que, además señala que el tráfico de mujeres y niñas,  al igual que la trata de blancas y la esclavitud, están expresamente prohibidas en la constitución iraquí. No obstante, a pesar de esta prohibición, el estudio culpa al gobierno iraquí por no ser capaz de identificar y perseguir a los traficantes de personas ni de proteger a las víctimas. Bien al contrario, el gobierno «[…] con frecuencia castiga a las víctimas de trata de blancas por los delitos cometidos como resultado directo de haber sido sometidas a este tráfico de personas».

El estudio titulado «Karamatuna»  («Nuestra dignidad») supone el primer paso de un proyecto para evaluar la extensión del tráfico de mujeres iraquíes y la forma en la que dichas mujeres están siendo explotadas. El estudio analiza la literatura existente y los datos recogidos por organizaciones no gubernamentales y organizaciones internacionales. En la siguiente fase del proyecto, los investigadores entrevistarán a las víctimas.

«[…] Lo que se afirma en las páginas de esta investigación es solo la punta del iceberg», señala Imán Abou-Atta, fundador y director de la organización: «[…] Continuaremos trabajando para llegar al fondo de este asunto; llevaremos a cabo las investigaciones de campo necesarias, desafiaremos a las autoridades e informaremos para despertar la conciencia internacional, de forma que el mundo se posicione en contra del tráfico de mujeres y niñas en el mundo árabe.

El informe describe, por ejemplo, los sufrimientos de Leyla, una refugiada iraquí de la que lo último que se sabe es que vive con su madre y sus hermanos. «[…] Imposibilitados de trabajar legalmente por ser refugiados en Siria, su familia se ha quedado sin ahorros. A la edad de 14 años su madre la obligó a trabajar en un club nocturno como prostituta para que la familia pudiera sobrevivir».

Aunque Siria y Jordania se encuentran a la cabeza de los destinos de la trata de blancas, otros países de la región como Kuwait, Líbano, Irán, Los Emiratos y Arabia Saudí, también están implicados.

El estudio titulado «Karamatuna» («Nuestra dignidad») considera que mientras el caos y la anarquía han hecho más vulnerables a las personas frente al tráfico de seres humanos, las mujeres y las niñas son las más afectadas. «[…] La dejación de las autoridades para enfrentarse a este problema ha llevado a una situación de impunidad, de hecho, en la que los crímenes cometidos contra las mujeres se minimizan y los culpables quedan libres».

La violencia doméstica, la violación y otras formas de violencia de género se han convertido en práctica habitual entre los desplazados internos iraquíes en las grandes comunidades de refugiados de Siria, Jordania, Líbano y otros países de Oriente Próximo, según se indica en el informe.

La vulnerabilidad de las mujeres iraquíes frente a la trata de blancas se inició con la guerra del Golfo de 1991 y las subsiguientes sanciones contra el régimen del Baaz de Saddam Husein, indica el estudio. En las dos décadas anteriores a la guerra del Golfo (desde 1979 a 1991), el régimen de Sadam impulsó la participación civil de la mujer. Se permitió a las mujeres ir a la escuela, lo que amplió la alfabetización e hizo posible el acceso de la mujer a puestos de mayor cualificación en las instituciones del Estado y en los ministerios.

Las leyes de divorcio se liberalizaron, dando a la mujer mayor libertad para romper el matrimonio. En 1980 la mujer obtuvo el derecho al voto y a poder presentarse a un cargo político.

Según un informe realizado en 2010 por la Iglesia Noruega [2], que se cita en este estudio, en ese proceso de liberalización se produjeron dos excepciones: la mujer iraquí musulmana shií y las mujeres de las comunidades kurdas, que se vieron sujetas a la discriminación religiosa y fueron víctimas de violaciones de la trata de blancas, cuyo destino era Irán, Turquía, Egipto o Sudán.

Las Sanciones

Tras la guerra del Golfo se aplicaron durísimas sanciones económicas cuyo último fin no era otro que el derrocamiento del régimen del Partido del Baaz de Saddam Huseín. Las sanciones provocaron el derrumbe económico del país: las mujeres fueron despedidas de sus trabajos, se restringieron las libertades y la asistencia de las niñas a los colegios disminuyó. Todo ello tuvo como consecuencia la explotación de la mujer en su lugar de trabajo, lo que generó un alarmante incremento de la prostitución. «[…] Un elevado número de viudas y madres solteras, sin ningún ingreso, sin ingresos fijos o que simplemente ganaban unos cuantos dólares,  se vieron forzadas a la prostitución como forma de supervivencia», afirma el informe.

Algunas familias, enfrentadas a graves dificultades económicas, forzaron a sus hijas a caer en la prostitución, las vendieron a los tratantes o las obligaron a aceptar matrimonios pactados. En el informe se da a conocer la situación de Amira, una joven «[…] de una familia que padecía problemas económicos. Un hombre ofreció al padre de Amira contratar a su hija por 200 dólares al mes para que cuidara a su esposa, discapacitada. La familia no se resistió a esta oferta tan tentadora, pero Amira, de 17 años, no tenía ni idea de lo que le estaba reservado. Su trabajo no sólo era ocuparse de la casa sino que tenía que mantener relaciones con el hijo y con los amigos del hombre que la contrató».

Con esta falta de seguridad y la absoluta falta de castigo para estos crímenes, el estudio considera que con frecuencia las mujeres y las niñas se confinan en sus casas por miedo a ser violadas o secuestradas.

«[…] Todas tenemos miedo y no podemos ir solas a ningún sitio. Incluso temo por mis hijas mayores. Esto que estamos viviendo no es vida», afirma una farmacéutica de Bagdad, que citan en el estudio sus autores.

Las mujeres traficantes

Con frecuencia, las mujeres están implicadas en la industria del sexo, según se afirma en el informe. Estas mujeres traficantes tienen como objetivo captar, a menudo en las ciudades y muchas veces en los medios de transporte, a mujeres y niñas que han abandonado sus casas huyendo de los abusos, de los matrimonios forzosos o de la amenaza de los crímenes de honor. Los traficantes simulan darles ayuda y un refugio, el cual finalmente se convierte en un burdel. En otros casos, las bandas de traficantes reclutan a hombres y a taxistas para atraer a las jóvenes.

Además, el estudio investiga el incremento de matrimonios mut’a (temporales) en Siria, permitidos por la comunidad shií. La práctica, con diversos grados de aceptabilidad social, se puede considerar tráfico de mujeres porque a una mujer o a una niña la casan el jueves, por un precio pactado, y el domingo ya está divorciada.

La investigación sugiere que «[…] la proporción en la que estos matrimonios temporales se celebran aumenta en el verano, cuando los turistas masculinos de los países del Golfo visitan Siria». En Líbano se han detectado prácticas similares.

Salma es un ejemplo. Cuando tenía 15 años, su padre la forzó a un matrimonio temporal con su primo. Tras 48 horas de explotación sexual, él la abandonó y su padre se negó a aceptarla de nuevo en el hogar, por lo que la llevó a Siria para entregársela a su madre, pero en la frontera la vendió a un extranjero quien la sometió a una serie de violaciones y la obligó a trabajar en un club de alterne de Damasco durante dos años. Cuando se quedó embarazara fue expulsada a las calles de Damasco. «[…] Aunque a este ‘matrimonio’ no se le llama explícitamente prostitución, en realidad no es otra cosa que una explotación sexual, a menudo forzosa, como medio de asegurarse un medio de vida o de obtener un beneficio», afirma el estudio.

Los tratantes intentan conseguir niñas y cuanto más jóvenes mejor porque por ellas obtienen los precios más elevados. «Por una virgen se llegan a pagar miles de dólares, y algunas situaciones son demoledoras. Además, los tratantes obligan a las niñas a pasar operaciones terribles y peligrosas para restaurar sus hímenes y poder venderlas de nuevo como vírgenes».

Traducido para IraqSolidaridad por Paloma Valverde

Notas de IraqSolidaridad

1.- Alexandra Micha et all, «Karamatuna, An investigation into the sex trafficking of Iraqi women and girls», Social Change Trhough Educacion in the Middle East, 2011. http://www.sce-me.org/images/stories/sceme-projects/karamatuna-web.pdf

2.-Norwegian Church AID Actalliance «Trafficking, Sexual exploitation and Prostitution of Women and Girls in Iraq», http://www.kirkensnodhjelp.no/PageFiles/726/Report,%20Trafficking