Queridísimo Alfonso: Llevamos ya tres años sin Eva, sin su voz, sin su risa y su sonrisa, sin su mirada penetrante e irónica, sin la fuerza arrolladora con la que abría camino… Si para sus amigos y amigas su ausencia es un abismo que, lejos de menguar, se agranda con el tiempo, ¿qué no será […]
Queridísimo Alfonso:
Llevamos ya tres años sin Eva, sin su voz, sin su risa y su sonrisa, sin su mirada penetrante e irónica, sin la fuerza arrolladora con la que abría camino… Si para sus amigos y amigas su ausencia es un abismo que, lejos de menguar, se agranda con el tiempo, ¿qué no será para ti?
Pero cuando, inconsolables, nos asomamos a ese abismo sin fondo, lo encontramos poblado de palabras luminosas y de imágenes elocuentes. Hay recuerdos estáticos y grises como viejas fotografías; pero el recuerdo de Eva es una vívida sucesión de escenas animadas y llenas de colores, entre los que destacan con luz propia el azul de sus ojos transparentes y el rojo de su lucha infatigable, que es la nuestra. No pudieron con ella las decepciones, las mentiras, las torturas, la sucia baba de los cobardes y los traidores, y no ha podido con ella ni la muerte. Sigue a nuestro lado, contagiándonos su vigor inagotable, su determinación rotunda. Estaba con nosotros y nosotras en las trincheras de Iniciativa Internacionalista, y sobre todo contigo, nuestro capitán, redoblando tu valor y tu valía, sosteniendo tu brazo. Y sigue a nuestro lado en esta durísima batalla, que podría ser la definitiva, contra los enemigos de los pueblos del mundo.
Tres años ya sin Eva, Alfonso, con Eva en el corazón y en la bandera. In memoriam, in amorem, in bellum.
Con toda nuestra admiración, nuestra gratitud y nuestro cariño,
Irene y Carlo
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