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Un amor prohibido

Fuentes: An Arab Woman Blues

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

¿Alguna vez se han sentido enamorados?

¿Recuerdan aquellos instantes en los que estaban dispuestos a cruzar océanos para llegar hasta el ser querido?

¿O cuando eran capaces de conducir millas interminables para poder verla?

¿O cómo su corazón latía queriéndoseles salir del pecho y su mente se nublaba anticipando el encuentro? ¿Y cuando sentían que ya no podían esperar más para estrecharla de nuevo en sus brazos?

¿Recuerdan tantas nostalgias y tantos anhelos? ¿Recuerdan cómo todo parecía insípido sin ella?

¿Recuerdan cómo no podían desprenderse de los recuerdos de su unión, evocando cada instante una y otra vez con toda intensidad?

¿Recuerdan cómo cada minuto de espera parecía una eternidad y el alivio sentido cuando la espera terminaba y se veían finalmente el uno al otro, sintiéndose de nuevo renacer?

Bien, Nayla y Sami están perdidamente enamorados.

Se conocieron en Bagdad, en 2004. Ella es sunní, él es chií. Pero eso jamás fue un problema ni para ellos ni para sus respectivas familias.

Ambos eran jóvenes adultos y comprendieron que estaban ante ella/él. La búsqueda había terminado.

Se comprometieron y esperaban anhelantes su boda, su unión final.

Pero Sami necesitaba algún tiempo más. Tenía que resolver su situación económica para poder formar una familia y Nayla también quería esperar un poco.

Lo único que importaba era poder estar juntos, así pensaban ambos.

A principios de 2006, la familia de Nayla recibió varias amenazas de muerte y se vieron obligados a abandonar Bagdad. Su padre, un antiguo empleado del gobierno, comprendió que se había convertido en objetivo. Decidió que no estaba dispuesto a permitir que su mujer enviudara. Empaquetaron algunas de sus pertenencias, cogieron los pocos ahorros que habían apartado para la boda de su hija y escaparon a Amman.

Nayla se sintió devastada ante la separación de Sami, lo mismo que él, que prometió que se reuniría con ella ese mismo año, un poco más adelante. Nada iba a interponerse en su camino, al menos así lo creían.

Siguieron en contacto a través de llamadas telefónicas, mensajes y correos. Su amor no hizo sino aumentar con la distancia y Sami no podía esperar más para reunirse de nuevo con Nayla en Amman.

Hace más o menos un mes, Sami decidió que no soportaba más la separación. Y para cumplir su palabra, se despidió de su trabajo, amontonó unas cuantas cosas en una maleta, alquiló un taxi y se dirigió hacia Amman. Iba a ser una sorpresa para Nayla. Su regalo de boda, lo único que podía ofrecerle.

Finalmente llegó hasta la frontera jordana tras un largo y atribulado viaje. Y allí le retuvieron durante cinco horas para poder pasar el control de pasaportes.

No había nada, ni un lugar donde poder comer, ni un baño, sólo una gran muchedumbre, un sin fin de hombres, mujeres y niños esperando cruzar ese límite y Sami era uno de ellos.

Paciencia, se dijo, pronto terminará y todo habrá merecido la pena cuando vea a Nayla.

Finalmente, llegó su turno. El hombre que controlaba los pasaportes examinó el suyo, le miró fijamente a él, miró de nuevo al pasaporte, movió la cabeza y dijo con voz adusta «No puedes entrar».

«¿Qué, por qué?», exclamó Sami, «Este pasaporte se emitió en 2005, es nuevo. Estoy limpio. Tengo una carta de la persona que me tenía empleado, este es mi documento de identidad, voy a estar aquí en Amman…»

«He dicho que no entras, no es posible, ¡ale!, el siguiente».

«No, espere. ¿Por qué no puedo entrar? He estado viajando durante once horas y esperando en la cola cuatro horas más… por favor, no me haga esto.»

«He dicho que está prohibido. ¡Ordenes!»

«¿Qué ordenes? ¿A qué se refiere?»

«¡Prohibido, significa que no vas a entrar…, ale, el siguiente!»

«Pero, por favor, comprenda…»

«No me hagas perder los nervios, tu pasaporte es de categoría M. Tu gobierno nos dio órdenes precisas para que la categoría M no entre. Sólo son válidos los pasaportes emitidos en el 2006. Normas del gobierno… el siguiente»

«Pero…»

«¡He dicho el siguiente o te llevaré para que te interroguen!»

El mundo de Sami se derrumbó. Sus esperanzas, sus deseos, sus anhelos, todos los momentos anticipando la dicha se evaporaron.

Llamó a Nayla. Le explicó lo que ocurría y cuanto sentía que se hubiera estropeado la sorpresa que pensaba darle… Pero le prometió que volvería a Bagdad y se iría a Siria al día siguiente. Y eso es exactamente lo que hizo. No había tiempo para conseguir un pasaporte nuevo, la lista de espera era demasiado larga. Alquiló otro taxi y se dirigió hacia Damasco.

Finalmente, tras otro largo itinerario y otra espera en las fronteras, sellaron su pasaporte y ahora estaba en… y ya sólo era cuestión de días poder reunirse con Nayla. Ella había decidido que si a él no le permitían entrar en Jordania, ella iría a encontrarse con él en Damasco. El la llama. Ambos están extasiados. Pronto podrán estar juntos.

Ella tiene todo preparado, mañana va a coger un taxi para marcharse a Siria a reunirse con el hombre que adora, el hombre que se convertirá pronto en su marido.

«Hay esperanza», pensaba consigo misma, «después de todo, la vida es buena». «Me sentiré tan bien cuando le vea, mi tristeza por la distancia y la separación pasará pronto, es sólo cuestión de horas.»

Con esta firme creencia y una fe firme en su Amor y en la Vida, se embarca en un trayecto de cinco horas hasta la frontera siria.

De nuevo, se repite, esta vez para ella, la misma escena, colas sin fin. Ella espera y espera… Por fin, llega su vez.

El controlador de pasaportes, hojea su pasaporte, la mira, hojea de nuevo, la vuelve a mirar y dice «Lo siento, no puede entrar».

«¿Qué? ¿Por qué? Todos mis documentos están en orden. Por favor…»

«No, lo siento, no puede entrar, está prohibido. ¡El siguiente!

«Por favor, por favor… ¿por qué?, dígame, ¿por qué?» Nayla estalla en llanto.

«Normas del gobierno», contesta bruscamente. «¡Siguiente!»

«¿Qué normas? Tengo un pasaporte válido.»

«No me haga perder la paciencia», replica secamente. «Su pasaporte fue emitido en 2004, ya no tiene validez».

«Pero sí la tiene, mire la fecha».

Su voz suena ya más alta. «He dicho que ya no es válido. Ordenes del gobierno. ¡El siguiente!».

«Pero, por favor, se lo ruego»

«El siguiente o…»

Nayla regresa al taxi sollozando. «Lléveme de regreso a Amman», le dice al conductor. Llama a Sami y le cuenta las noticias. Un breve intercambio de palabras, seguido de un largo silencio… y después una frase de despedida y ambos se dicen: «Inshallah, quizá algún día».

Negada, prohibida la entrada al Amor, pero todo lo que se necesitaba era un sello…

El amor continúa atrapado en las fronteras, incapaz de enraizar en ningún lugar, incapaz de florecer, incapaz de alcanzar su destino final.

Un Amor bajo la ocupación, un amor robado… un reflejo de la tierra donde nació.

Cada uno de los amantes regresa a su prisión, lejos el uno del otro, sintiéndose viejos y acabados, con los sueños y esperanzas rotos, tan rotos y desesperados como el «nuevo» Iraq.

P.S.: Hay un artículo (*) en el que se confirma este nuevo «orden gubernamental» P.S.S.: A propósito, no han contestado a mi pregunta. ¿Alguna vez se han enamorado? ¿Sí? ¡Qué afortunados son, no son iraquíes! ¡Hasta eso nos han prohibido también s nosotros! ¡El siguiente!

Texto original en inglés:

http://arabwomanblues.blogspot.com/2007/03/forbidden-love.html

N. de T.:

(*) Enlace artículo citado por la Sra. Anwar: http://news.bbc.co.uk/2/hi/middle_east/6403549.stm) Se adjunta su traducción:

Jordania introduce nuevas regulaciones para frenar el flujo de refugiados iraquíes que entran en su territorio

La [nueva] normativa afirma que los refugiados que escapan de la violencia en Iraq deben llevar un nuevo tipo de pasaporte, válido tan solo desde 2006.

Un corresponsal de la BBC en Jordania manifiesta que esa ley significa que las fronteras estarán prácticamente cerradas para los iraquíes, aunque cientos de miles han escapado ya a Jordania.

Los nuevos pasaportes de serie G sólo pueden emitirse en Bagdad y, muy frecuentemente, sólo se consiguen a cambio de un abultado soborno.

Jordania se ha convertido en puerto seguro hasta para un millón de iraquíes, pero en los últimos meses el flujo se ha ido reduciendo al compás de las restricciones de las regulaciones de frontera, dijo el corresponsal de la BBC, Jon Leyne.

Gran Bretaña y los EEUU tampoco reconocen ya los viejos pasaportes de Serie-S porque, según declaran, pueden ser fácilmente falsificados.

Nuestro corresponsal dice que la medida hará que aumente el sentimiento de inseguridad compartido por muchos iraquíes en Jordania, y muchos temerán dejar el país por si no se les permite regresar.

Restricciones

Un iraquí que llegó a Jordania a finales de 2006 comentó el cambio habido en las normativas jordanas en la página de Internet de BBC News.

«No creo que mis padres puedan reunirse conmigo a causa de esta decisión. Ellos tienen pasaportes antiguos, lo que significa que con esas restricciones no pueden viajar», dijo el traductor Amar Abdullah.

Naciones Unidas ha estado tratando de presionar para que la comunidad internacional se implique más en la solución del problema de los refugiados iraquíes.

Al parecer, hay unos cuatro millones de iraquíes viviendo como refugiados o desplazados en el interior de su propio país.

Además de los que hay en Jordania, hay otro millón de refugiados en Siria, que también introdujo sus propias normas más restrictivas para la obtención de residencia por los iraquíes a principios del pasado mes de febrero.

En ambos países, la afluencia de refugiados ha provocado subidas de los precios de la vivienda y de los productos, y los colegios están ahora abarrotados.

***

Sinfo Fernández forma parte de los colectivos de Rebelión y Cubadebate