El largamente esperado estudio de la OMS y del Ministerio de Salud de Iraq sobre la prevalencia de malformaciones congénitas y cáncer en ese país tendrá una amplitud inusitada, pero también un vacío difícil de explicar. Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el tamaño de la muestra abarcó 10.800 hogares. La investigación iba […]
El largamente esperado estudio de la OMS y del Ministerio de Salud de Iraq sobre la prevalencia de malformaciones congénitas y cáncer en ese país tendrá una amplitud inusitada, pero también un vacío difícil de explicar.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), el tamaño de la muestra abarcó 10.800 hogares. La investigación iba a publicarse en los primeros meses de este año, pero sigue demorada. Científicos y médicos han comenzado a cuestionar esa demora, pero hay otro aspecto que les preocupa más.
De acuerdo a la OMS, el estudio no examina el vínculo entre la prevalencia de malformaciones congénitas y el empleo de municiones con uranio empobrecido durante la guerra y ocupación estadounidense de Iraq (2003-2011).
El uranio empobrecido, un residuo del proceso de enriquecimiento de ese metal, es empleado en munición por su poder para perforar muros y vehículos blindados. Pero los proyectiles cargados con uranio empobrecido se pulverizan al contacto y generan un polvo que es inhalado y se aloja en los pulmones. La exposición a material radiactivo es un factor desencadenante de cáncer, alteraciones en la reproducción (esterilidad, abortos) y malformaciones congénitas.
La investigación de la OMS tampoco considerará otros contaminantes -plomo y mercurio- como factores o variables, dijo a Tierramérica el jefe de la misión de la agencia mundial en Iraq, Syed Jaffar Hussain.
Establecer las relaciones causales entre la exposición a uranio empobrecido y la prevalencia de defectos congénitos y cáncer requeriría más investigaciones a cargo de entidades competentes, alega la OMS. La preparación y discusiones sobre este estudio comenzaron a mediados de 2011, tras una ola de reportes e investigaciones puntuales que registraban un aumento notable de malformaciones congénitas en Iraq. Esos estudios indicaban algún tipo de relación entre la contaminación con metales, posiblemente uranio empobrecido que se empleó en los ataques estadounidenses de 2003 y 2004 contra la central ciudad de Faluya, y el aumento de casos de recién nacidos con malformaciones en la zona.
Mozhgan Savabieasfahani, toxicóloga ambiental residente en Estados Unidos, que ha publicado con su equipo estudios sobre estos problemas de salud en Iraq, juzga «preocupante» que la OMS no considerara el uranio y otros contaminantes como elementos causales.»Esta va a ser una de las mayores debilidades del informe, pues estudios previos mostraron esa vinculación», dijo. «Hubiera sido lógico que realizaran su análisis recolectando muestras humanas y ambientales y estudiando la presencia de metales o contaminantes en ellas».Las tropas estadounidenses y británicas emplearon en Iraq grandes cantidades de armamento con uranio empobrecido, sostiene un reporte publicado en enero por la organización no gubernamental holandesa KV Pax Christi.
Otro informe, que divulgó en septiembre de 2012 el Bulletin of Environmental Contamination and Toxicology, indica que el bombardeo de Faluya y de Basora (sudeste) puede haber «exacerbado la exposición pública a metales, culminando posiblemente en la actual epidemia de malformaciones congénitas en recién nacidos». Las tasas de daño genético y cáncer que tiene hoy Faluya son peores que las registradas en las poblaciones sobrevivientes de las bombas atómicas arrojadas contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, señala un estudio que publicó en 2010 el International Journal of Environmental Research and Public Health.
Otra investigación da cuenta del hallazgo de uranio y otras sustancias contaminantes en el pelo de los padres de niños nacidos con problemas genéticos en Faluya. No examinar el uranio es «una omisión importante», dijo el genetista Keith Baverstock, exconsultor de la OMS en salud y radiaciones ionizantes. «No hay ninguna duda de que el uranio empobrecido es tóxico si se convierte en sistémico e ingresa al torrente sanguíneo», dijo Baverstock a Tierramérica. La pregunta respecto de su uso militar es «¿en qué circunstancias puede volverse sistémico?», añadió.
Puesto que hay una preocupación general acerca del riesgo que entraña el uranio empobrecido, «mi mente no abriga dudas de que la dirección de la OMS falló en el cumplimiento de sus obligaciones de examinar las consecuencias de este contaminante en la salud pública».
Human Rights Now, una organización internacional de derechos humanos con sede en Tokio, emprendió en febrero de este año una misión de recolección de datos en Faluya, en la que registró nacimientos con defectos congénitos y entrevistó a personal médico y a padres de niños con tales problemas. «Esta epidemia de malformaciones requiere inmediata atención internacional», dijo a Tierramérica el secretario general de Human Rights Now, Kazuko Ito. «El uranio empobrecido es una de las causas posibles, si bien todavía no se ha probado que sea la causa principal», sostuvo. «La OMS no da una explicación razonable de por qué es correcto dejar este asunto afuera».
Human Rights Now envió su reporte a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña. En su respuesta, el Ministerio de Defensa británico alegó que no hay evidencia científica confiable para sugerir que el uranio empobrecido es responsable de problemas de salud aparecidos después del conflicto en las poblaciones civiles, y que las normas de ese país permiten emplearlo en armamento.
Lo esencial ahora es intervenir de inmediato en las zonas afectadas, dijo Saeed Dastgiri, profesor del departamento de medicina familiar y comunitaria de la Facultad de Medicina de la Universidad de Tabriz, en Irán. En Faluya y Ramadi (centro de Iraq), los casos de defectos del tubo neural son 2,6; 3,4; 3,8; 4,7 y 6,7 veces mayores que los registrados respectivamente en Cuba, Noruega, China, Irán y Hungría, dijo Dastgiri a Tierramérica. Y son 3,2 veces superiores que los estimados en la población mundial, agregó.
Con todo, la decisión de la OMS de determinar la prevalencia antes de ingresar en las causas no es ilógica, opinó John Pierce Wise, director del Centro Maine de Toxicología y Salud Ambiental de la estadounidense University of Southern Maine. «Ese procedimiento sería más lento, pues toma tiempo llegar a las verdaderas causas, pero la lógica indica que uno debe primero determinar que hay un problema para después buscar las razones que lo causaron», explicó.
Si bien el impacto del uranio empobrecido en las malformaciones congénitas no está todavía aclarado por la comunidad científica, Wise opinó que si la información señala ciertos factores que están provocando el problema, sería más humano concebir un estudio que aborde los dos aspectos a la vez. Si se identifica la causa, entonces se puede proteger a los niños que están siendo concebidos, añadió.
La profesora canadiense Susanne Soederberg, encargada de investigaciones en la Queen’s University, prefirió no dar tantos rodeos. «La OMS, como la mayoría de las organizaciones internacionales, no es una entidad neutral, sino sometida a la influencia y los poderes geopolíticos de sus miembros», dijo a Tierramérica. «Entonces sí hay una razón por la cual un grupo de científicos muy capacitados no están investigando el porqué en su estudio».
Este artículo fue publicado originalmente el 27 de julio por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.