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Un general mexicano-estadounidense al servicio del Imperio

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

En su tema de portada de diciembre 2003, la revista Hispanic publicó un artículo sobre el teniente general Ricardo Sánchez intitulado «Soldado de fortuna: lejos de casa, el teniente general Ricardo Sánchez dirige el esfuerzo por estabilizar Irak en la posguerra». Sánchez fue el máximo comandante en Irak durante el primer año de la ocupación.

Rick Sánchez, como lo llamaban durante su juventud, pasó su infancia a 3 kilómetros de la frontera mexicana en Rio Grande City en Starr County, Texas. Hoy en día, Starr County sigue siendo el condado más pobre de Estados Unidos. Hijo de una familia monoparental, su madre, carente de educación, lo hizo pasar una vez un día recogiendo algodón como ella lo había hecho para que aprendiera el valor del trabajo duro.

En 1973, hizo lo imposible y se graduó de la Texas A&I University con dobles asignaturas en historia y matemáticas, entró al ejército y ascendió rápidamente. También tiene una maestría en investigación de operaciones y en ingeniería de análisis de sistemas de la Escuela Naval de Postgrado.

Según las estadísticas de 2002 del Departamento de Defensa, sólo un 4,1% de todos los oficiales en servicio activo en las fuerzas armadas de EE.UU. son de «origen hispánico» (en comparación con un 8,5% de africano-estadounidenses). Como el latino de mayor rango en el U.S. Army y sólo el noveno general latino en la historia del ejército, Sánchez considera que representa un modelo para jóvenes latinos. Declaró a la revista Hispanic: «Te guste o no, una vez que eres honorado con este tipo de responsabilidades, y lo que es aún más importante, bendecido por todas esas grandes personas a través de los años, que te permitieron tener éxito, es inevitable que seas considerado como un modelo».

Es verdad que los modelos son escogidos a menudo de entre los pocos que parecen desafiar las expectativas. Pero la reciente historia de Ricardo Sánchez revela un área más urgente de preocupación para las familias latinas – la forma en la que la cultura militar contradice los valores básicos de la decencia y del servicio a los demás que se enseñan en la mayoría de los hogares y comunidades latinas de clase trabajadora.

Las afirmaciones de Sánchez en su entrevista en Hispanic merecen nuestro análisis. Dijo: «Cuando me hice soldado, la ética y el sistema de valores de la profesión militar correspondieron casi a la perfección a mi propio patrimonio. Me resultó muy fácil adaptarme al sistema militar de valores». A la luz de recientes revelaciones sobre el papel de Sánchez en el abuso de prisioneros realizado por personal de EE.UU. en la prisión Abu Ghraib, hay que preguntarse qué entiende Sánchez por «la ética y el sistema de valores de la profesión militar» y los valores de su «patrimonio».

Documentos oficiales obtenidos por el Washington Post en junio, revelaron que Sánchez tuvo una conexión directa con los métodos inhumanos de interrogatorio empleados contra prisioneros iraquíes. Aunque en octubre de 2003 redujo ligeramente la cantidad de prácticas extremas, autorizó la continuación del uso de métodos como la utilización de perros guardianes para incitar miedo, la reclusión en solitario durante más de 30 días y la manipulación de la dieta de un prisionero. Sánchez no eliminó estos métodos hasta que salieron a la luz las revelaciones de los medios sobre el escándalo de la tortura.

A medida que avanzaba la investigación del escándalo de Abu Ghraib, se supo que el Comité Internacional de la Cruz Roja había presentado numerosas quejas sobre el tratamiento de prisioneros en Abu Ghraib y en otras instalaciones carcelarias de EE.UU. en Irak. Aunque esos informes fueron entregados a las autoridades de EE.UU., Sánchez declaró ante el Comité de Servicios Armados del Senado que nunca los había visto y que no sabía de los abusos.

Pero un oficial militar citado en el artículo del Washington Post afirmó que, en realidad, Sánchez estuvo presente en la prisión y que en varias ocasiones presenció el abuso mientras éste tenía lugar. Según un informe, la versión completa de una foto ampliamente circulada de un guardia estadounidense sujetando un perro ante un prisionero iraquí desnudo en cuclillas, muestra al teniente general Sánchez situado a la derecha, observando la escena.

El Pentágono sigue negando estas acusaciones y, como era de esperar, la familia de Sánchez se ha apresurado a defenderlo. En la emisora local de NBC en Texas del sur, su hermana Diane Sánchez declaró: «Conozco a mi hermano y sé qué clase de persona es, y es un hombre de muy alta moral y elevados estándares».

A pesar de las protestas de su hermana, jóvenes latinos y latinas que buscan modelos tendrán que preguntarse en qué medida Sánchez estuvo dispuesto a abandonar su «alta moral» y sus «elevados estándares» al servicio del salvaje poder imperial. ¿En qué medida transformó el proceso de asimilación y del «éxito hispánico» a un pobre muchacho mexicano-estadounidense en un capataz del régimen de torturas Bush/Rumsfeld? Si el gran sindicalista César Chávez nos enseñó que la mayor contribución que podemos hacer es servir a los pobres y a los oprimidos, ¿no debemos ver las acciones del teniente general Sánchez como una brutal corrupción de los «valores latinos»?

Cuando el Pentágono anunció en mayo la salida de Irak del teniente general Sánchez, muchos supusieron que sería ascendido a general de cuatro estrellas y que se le daría el máximo puesto en el Comando Sur de EE.UU. a cargo de América Latina. Pero no pasó mucho tiempo antes de que NBC News informara que aunque Sánchez podría aún ser nominado para una cuarta estrella, el escándalo del abuso de prisioneros podría «complicar ese proceso». En una entrevista con la BBC, la general de brigada Janis Karpinski, que estuvo a cargo de las unidades de policía militar de EE.UU. en las prisiones iraquíes, sugirió que Sánchez estaba perfectamente informado sobre los abusos.

Este Horatio Alger hispánico, que cree que sus valores culturales coinciden con los de los militares, podría seguir sirviendo como modelo para algunos jóvenes. Pero como antes Colin Powell, debe ser visto ahora por las familias latinas como un anti-modelo cuyos supuestos principios éticos y valores fueron arrollados con demasiada facilidad por la cultura fundamental de violencia y racismo de los militares, una cultura que queda al desnudo especialmente en tiempos de guerra. Los latinos y latinas deben rechazar el ejemplo del teniente general Sánchez para iluminar el sitio en el que el orgullo étnico conduce a un compromiso con la justicia social universal.

Sea cual sea su futura tarea, Rick Sánchez quedará inscrito en la historia como el general mexicano-estadounidense que aprobó el uso de perros de ataque contra prisioneros iraquíes desnudos. En el futuro, estudiantes perspicaces señalarán que los perros fueron una de las armas más efectivas utilizadas por los invasores y colonizadores españoles de México para incitar el terror en la población indígena. Notarán la inquietante ironía del teniente general Sánchez, el «Hispánico del Año» con raíces mexicanas, que suelta los perros de la guerra contra otros pueblos colonizados.