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Un grupo de derechos humanos critica duramente a EEUU por la situación de la mujer en Irak

Fuentes: Znet

Cuando dos mujeres iraquíes hicieron una denuncia pública por violación contra fuerzas de seguridad iraquíes el mes pasado, dirigieron la atención internacional hacia un asunto que suele ser tabú en un país destrozado por la guerra como el suyo: las agresiones sexuales. Las agresiones sexuales y otros modos de violencia contra las mujeres, cuestiones rodeadas […]

Cuando dos mujeres iraquíes hicieron una denuncia pública por violación contra fuerzas de seguridad iraquíes el mes pasado, dirigieron la atención internacional hacia un asunto que suele ser tabú en un país destrozado por la guerra como el suyo: las agresiones sexuales.

Las agresiones sexuales y otros modos de violencia contra las mujeres, cuestiones rodeadas de un silencio cultural, están en auge en Irak, de acuerdo con un informe publicado por Madre, una organización internacional pro derechos humanos de las mujeres, en Nueva York.

Y, según el informe, los Estados Unidos tienen buena parte de la culpa.

Después de prohibir el régimen laico del Baath en junio de 2003, el gobierno de EE. UU. se marcó un breve plazo para establecer una nueva democracia en Irak para justificar su intervención militar en el país.

Para cumplir ese plazo autoimpuesto, el gobierno de EE. UU. puso en peligro su declarado compromiso con la igualdad de género y negoció con los religiosos fundamentalistas islámicos que ven la subordinación de la mujer como una condición previa para establecer un orden social tradicional, de acuerdo con el informe. Desde que consiguieron el poder, estos funcionarios islamistas han restringido duramente los derechos de las mujeres, llevando a una ola de secuestros, raptos, palizas públicas, amenazas de muerte, agresiones sexuales, maltrato doméstico y los llamados asesinatos de honor, de nuevo de acuerdo con el informe.

«Necesitábamos constituir algo a lo que la gente pudiera señalar y decir que es fundamentalmente un sistema democrático y necesitábamos la cooperación de estos grupos islamistas», dijo Frida Berrigan, investigadora en el World Policy Institute, un grupo de expertos de Nueva York, que hablará sobre el tema hoy durante un debate en grupo en Nueva York.

«Por supuesto, había estadounidenses en la zona que tenían muy buenas intenciones. Pero los derechos de las mujeres eran como un pedacito de la negociación para poner realmente a todo el mundo en la mesa», añadió Berrigan. Como resultado, el nuevo gobierno iraquí «tenía que funcionar sobre la base de su mínimo denominador común».

‘Se han hecho un montón de cosas’

Leslie Phillips, un portavoz del Departamento de Estado, rehusó hacer comentarios sobre el informe. Pero dijo que «se han hecho un montón de cosas» por parte de Estados Unidos para impulsar mayores libertades para las mujeres iraquíes.

Señaló a un informe publicado por la Oficina de Asuntos Internacionales de la Mujer del Departamento de Estado el año pasado que resume los esfuerzos de la administración para apoyar a la mujer iraquí en las áreas de política, educación, cultura y economía.

En lo alto de esa lista están los logros políticos de las mujeres iraquíes. En enero de 2005, apunta el informe, las mujeres ganaron el 31 por ciento de los 275 escaños en las elecciones legislativas para la Asamblea Nacional, el gobierno de transición del país. Once mujeres formaron parte del comité encargado de redactar la nueva constitución del país, que fue aprobada en octubre de 2005.

La nueva constitución marcó una referencia del 25 por ciento de representación femenina en la Asamblea Nacional iraquí. Las mujeres están cerca de alcanzar ese objetivo en el nuevo Consejo de Representantes, uno de los dos cuerpos legislativos de la Asamblea Nacional. De acuerdo con el Departamento de Estado, la mujeres tienen el 24 por ciento de los 27 escaños de la cámara que se constituyó en marzo del año pasado.

El Departamento de Estado ha lanzado también programas por los derechos de las mujeres, como la Iniciativa por la Democracia de las Mujeres Iraquíes, que proporciona subvenciones a programas que den a las mujeres iraquíes una formación en construcción de la democracia, liderazgo político y organizativo, enseñanza, creación de coaliciones, dirección de organizaciones, empresariales y medios de comunicación. La iniciativa también está dirigida a incrementar las microsubvenciones a las mujeres jóvenes y desempleadas de Irak y a fortalecer las organizaciones independientes sin ánimo de lucro que se centran en los derechos de las mujeres.

«Nuestro trabajo para ayudar a construir democracias dinámicas y que funcionen en Afganistán e Irak es parte de un esfuerzo mayor para impulsar el progreso en todo el Oriente Medio», dijo el presidente Bush el 7 de Marzo del año pasado, en un discurso del Día Internacional de la Mujer, ante líderes políticos (incluidas mujeres) de Irak y Afganistán.

«Nos negamos a aceptar el statu quo en los Estados Unidos de América, en particular cuando encontramos a las mujeres oprimidas», dijo. «Según se incorporan las mujeres como parte del proceso democrático, ayudan a difundir la libertad y la justicia y, lo más importante de todo, esperanza para el futuro.

Refutación de la retórica vacía

Yifat Susskind, directora de comunicaciones de Madre y autora del informe de hoy, desestima los comentarios de la administración como retórica vacía.

«Contrariamente a su retórica y a sus obligaciones legales internacionales, la Administración Bush se ha negado a proteger los derechos de las mujeres en Irak», escribe en el informe. «De hecho, ha canjeado los derechos de las mujeres por la cooperación de los islamistas a los que ha puesto en el poder».

Susskind señaló las recientes acusaciones de violación contra las fuerzas de seguridad iraquíes como ejemplos más recientes de la implicación de EE. UU. en Irak que han hecho aumentar la violencia contra las mujeres.

En la primera acusación, hecha el 19 de febrero, una mujer sunní de 20 años acusó a tres policías iraquíes de violarla después de ser detenida durante el registro de su casa al oeste de Bagdad, según los teletipos. Una segunda acusación salió a la luz en 22 de febrero en la que cuatro soldados iraquíes fueron acusados de violar a una mujer sunní de 50 años y de intentar violar a sus dos hijas.

Las mujeres hicieron sus acusaciones en televisión, disparando la atención internacional.

«Lo que llama la atención sobre esa acusación es el hecho de que los presuntos violadores han sido entrenados, armados y financiados por los Estados Unidos», dijo Susskind. «La mayoría de la gente de EE. UU. estaría horrorizada si de verdad alcanzaran a comprender que los EE. UU. han estado respaldando a las tropas en Irak que han cometido estas graves violaciones de los derechos humanos».

Las estadísticas sobre el auge de la violencia contra las mujeres son difíciles de obtener porque el gobierno iraquí no ha clasificado los datos sobre las víctimas por su género, según Susskind.

Pero, asegura, las evidencias generalizadas de las que se tiene constancia prueban lo que está ampliamente aceptado como cierto por las organizaciones de derechos humanos internacionales: que la violencia contra las mujeres ha aumentado desde que los Estados Unidos invadieron Irak en 2003.

Antigua periodista y activista de los derechos humanos en Oriente Medio, Susskind, ahora directora de comunicaciones en Madre, ha escrito mucho sobre los derechos humanos de las mujeres y la política exterior de EE. UU. Es la autora en solitario del informe que ha propiciado diversas investigaciones sobre los derechos de las mujeres iraquíes desde 2003.

Las advertencias son ignoradas.

La ola de violencia contra las mujeres tiene sus raíces en los días anteriores a la invasión, cuando la administración Bush ignoró las advertencias de las organizaciones a favor de los derechos de las mujeres de que derrocar al gobierno del Partido Baath daría poder a las fuerzas islamistas que buscan restringir los derechos de las mujeres, de acuerdo con el informe de Susskind. Aquellas advertencias resultaron ser acertadas, cuando los dos partidos políticos islamistas chiíes (el Partido Dawa y el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak) subieron al poder militarmente y políticamente.

Sus puntos de vista misóginos quedaron cimentados en la nueva constitución iraquí, que declaró al Islam como la religión oficial del estado y contenía condiciones que comprometían los derechos de las mujeres, dijo Susskind.

Mientras tanto, el gobierno de EE. UU. daba apoyo a las milicias islamistas chiíes para poner freno a una creciente insurgencia sunní. Estos grupos (la Brigada Badr, el brazo armado del Consejo Supremo para la Revolución Islámica, y el ejército Mahdi, que pertenece a un grupo político dirigido por el clérigo Moqtada al-Sadr) son «notorios» por sus ataques a las mujeres, escribe Susskind.

Preocupado por la insurgencia dirigida por suníes, el ejército de EE. UU. no ha sido capaz de contener la creciente ola de violencia basada en el género, de acuerdo con el informe. Mientras tanto, las chicas han sido sacadas de las escuelas y las mujeres de las calles y, cada vez más, de los trabajos, llevando a una esfera pública dominada por los hombres. Las llamadas bandas de la miseria y los comités de castigo imponen nuevas restricciones en el modo de vestir de las mujeres y en su comportamiento con palizas y amenazas de muerte, de acuerdo con el informe.

Los asesinatos de honor (asesinatos de mujeres por acciones que se perciben cono vergonzantes para sus familias) también han aumentado, de acuerdo con el informe. Y hay mujeres iraquíes que han sido detenidas y torturadas por su sexo, un fenómeno minimizado por el gobierno de EE. UU. y pasado por alto por los medios internacionales, según escribe Susskind.

Todos estos factores juntos han llevado a lo que Susskind llama femicidio, una situación en la que diferentes formas de violencia contra las mujeres se llevan a cabo con impunidad.

Traducido por Miguel Montes Bajo y revisado por Jain Alkorta

* Alison Stevens es jefa de redacción de Women’s eNews en Washington.