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Una conferencia internacional denuncia la gravísima situación de los refugiados iraquíes

Fuentes: World Socialist Web Site

Traducido del inglés por Sinfo Fernández

En Ginebra, los pasados días 17 y 18 de abril, tuvo lugar una conferencia internacional sobre la crisis humanitaria causada por la invasión de Iraq. El forum estuvo discutiendo un informe presentado por un grupo de ONG que documentaron las necesidades de «ayuda y protección inmediatas» de más de ocho millones de iraquíes.

La presentación de la situación por parte de las ONG implicó la denuncia de la ocupación estadounidense: «Aunque una violencia terrorífica está aplastando las vidas de millones de ciudadanos normales en el interior de Iraq, el desplazamiento, la desnutrición la pobreza crónica y la enfermedad que no han dejado de aumentar en los últimos cuatro años están paralizando las vidas de cientos de miles más. El vacío de protección que caracteriza gran parte de la vida iraquí ha provocado un inmenso cúmulo de necesidades no satisfechas y una denegación de los derechos más fundamentales. El pueblo de Iraq tiene derecho a recibir asistencia humanitaria pero ese derecho está siendo descuidado», se afirmó.

Las estadísticas presentadas en la conferencia producen aún mayor asombro si se considera que Iraq era anteriormente una de las naciones más desarrolladas de Oriente Medio. Alrededor del 50% de la población vive con menos de 1 dólar USA al día. Se calcula que al menos cuatro millones de seres no tienen «seguridad alimentaria», lo que significa que viven al borde de la inanición. Un porcentaje estimado en el 28% de niños iraquíes sufren desnutrición y un 10% padecen enfermedades o dolencias crónicas. Iraq tiene en estos momentos la tasa de mortalidad más alta de Oriente Medio en los niños menores de cinco años [dos de cada tres niños menores de esa edad están muriendo].

Aunque la acusación presentada mencionaba la violencia que enfrenta a los iraquíes, no daba cifras concretas de muertos o heridos como consecuencia de la ocupación estadounidense. Tanto las fuerzas estadounidenses como el gobierno iraquí han rechazado recopilar datos o publicar estadísticas. Sin embargo, la investigación independiente dirigida por la Universidad John Hopkins llegó a hacer una estimación de 655.000 muertos desde marzo de 2003 a junio de 2006, aproximadamente el 2,5% de la población existente antes de la guerra.

Las tropas ocupantes han sido directamente responsables de la tercera parte de esas muertes. La invasión estadounidense es también responsable de que los conflictos sectarios en Iraq hayan producido la muerte de cientos de miles más de personas. Los extremistas de entre la población sunní, que conformaba la mayoría de las clases medias y altas antes de la invasión y que han sido marginadas bajo el gobierno estadounidense, están dirigiendo una campaña homicida contra los chiíes, culpándoles por el régimen títere de dominio chií instalado en Bagdad. Las milicias chiíes, muchas de ellas actuando desde el interior de las fuerzas de seguridad iraquíes entrenadas y equipadas por EEUU, se están vengando asesinando a sunníes indiscriminadamente.

La amenaza diaria de resultar muerto o herido, combinada con la catástrofe social a que se enfrenta el pueblo iraquí, ha hecho que al menos dos millones de personas hayan huido ya del país. Y se estima que hay 1.900.000 iraquíes desplazados en el interior del país, obligados a dejar sus hogares a causa de la violencia o la pobreza.

La mayoría de los que han salido del país son personas que tenían ciertos medios económicos. Se cree que se ha exiliado cerca del 40% de la clase media iraquí (profesionales con formación universitaria, tales como doctores, profesores, ingenieros y directivos) ante las amenazas de muerte lanzadas contra sus vidas en pueblos y ciudades iraquíes. Son los iraquíes quienes están presentando en todo el mundo el mayor número de peticiones de asilo.

Se cree que cerca de 1.200.000 iraquíes están refugiados en Siria, un país vecino donde hasta ahora podían entrar sin grandes dificultades y tenían acceso a algunos servicios sociales. Jordania, que también tiene fronteras con Iraq, ha visto llegar a unos 750.000 iraquíes. Unos 100.000 han buscado refugio en Egipto. Otros 200.000 más han huido a estados del Golfo como Arabia Saudí, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar. Cerca de 50.000 están viviendo en Irán y unos 40.000 en Líbano.

Siria, un país de sólo 16 millones de habitantes, está sufriendo transformaciones a causa de la migración iraquí. Según el viceprimer ministro sirio para asuntos económicos, Abdallah Dardari, la afluencia de refugiados desde Iraq ha hecho aumentar la población en un 7%. La utilización de la electricidad en Damasco se ha elevado un 16% en los últimos doce meses. Suburbios de la capital siria han pasado a llamarse «Pequeña Faluya» y «Pequeño Mosul», según las ciudades de las que provenían los exiliados iraquíes.

Alrededor de 40.000 iraquíes más entran cada mes en Siria. Dardari declaró a la BBC: «Esta afluencia ha tenido efectos negativos sobre la economía siria y ha aumentado la presión sobre los recursos nacionales.» Más de 75.000 niños iraquíes han sido matriculados en colegios sirios. El gobierno sirio estima que proporcionar atención sanitaria y educación a los refugiados va a costar mil millones de dólares al año. Hizo un llamamiento a la conferencia de la pasada semana para que se les concediera una ayuda de emergencia de 256 millones de dólares.

El gobierno de Jordania pidió también ayuda financiera. Los refugiados iraquíes han inflado la población del país en más de un 10%. Gran número de refugiados han agotado sus visados de visita temporal y viven con el temor constante de la deportación. El régimen jordano se ha ido volviendo más punitivo en la medida en que el flujo de refugiados elevaba las presiones económicas. Muchos han agotado sus recursos y están hundidos en la pobreza de forma inexorable. Los iraquíes de edades entre 20 y 40 años tienen ahora prohibido entrar en el país. Otros a los que se permite entrar tienen que probar que tienen suficiente dinero para poder mantenerse ellos mismos. Un permiso de trabajo de doce meses de duración, para quienes pueden conseguir uno, cuesta 225 dólares, una suma igual al salario mensual que se paga en la mayoría de los trabajos y fuera del alcance de muchos de los refugiados.

Una gran parte de los refugiados, tanto en Siria como en Jordania, son árabes sunníes que huyeron en respuesta a la situación de marginación en que los ha colocado la ocupación estadounidense. La preocupación de que una población de refugiados iraquíes cada vez más volátil desestabilice estados de Oriente Medio es un factor importante en el enfoque internacional respecto a la crisis. El pasado noviembre, Kenneth Pollack y Daniel Byman, de la Institución Brookings de EEUU, escribieron un artículo para el Atlantic Monthly titulado «Los refugiados iraquíes: portadores de conflicto».

El artículo afirmaba: «Con mucha frecuencia, la inestabilidad y la guerra siguen muy de cerca a los refugiados a los lugares hacia los que en gran número escapan… La mayoría de los refugiados iraquíes no están en campamentos sino dispersos entre las poblaciones locales. Pero los refugiados, se encuentren o no en campamentos, pueden también erosionar el poder estatal desde dentro, fomentando la radicalización de las poblaciones domésticas y estimulando la rebelión contra los gobiernos anfitriones. La carga de atender a cientos de miles de refugiados es dura, pone a prueba la capacidad administrativa de los gobiernos y posiblemente debilita el apoyo de los pueblos hacia los regímenes que se muestren débiles, indiferentes o crueles. Y la repentina presencia de combatientes armados con aspiraciones revolucionarias puede llevar a clanes locales o correligionarios desafectos a aliarse con los refugiados en contra de su propio gobierno, especialmente cuando una afluencia de un grupo étnico o religioso altera un equilibrio demográfico delicado, como podría ser en el caso de algunos de los vecinos de Iraq».

Pollack y Byman advertían que el régimen sirio baazista, la monarquía jordana pro-estadounidense y la monarquía saudí eran especialmente vulnerables ante un posible desafío de extremistas sunníes que se han atraído los apoyos de los emigrados iraquíes. La elite sunní en Kuwait estaba potencialmente amenazada por una afluencia de refugiados chiíes del sur de Iraq que «podrían animar a los chiíes del país a levantarse contra los gobernantes sunníes».

En los últimos meses, tanto el New York Times como el British Financial Times han publicado editoriales demandando que las administraciones de Bush y Blair proporcionen los recursos que las agencias para los refugiados necesitan para poder comenzar a proporcionar ayuda a la población iraquí desplazada. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), por ejemplo, ha pedido 60 millones de dólares en fondos de emergencia, una cifra que el Financial Times señaló era «el equivalente de lo que el Pentágono gasta cada cinco horas en una ocupación que no acierta a restablecer una situación de seguridad y en un esfuerzo de reconstrucción que nunca llega a prender».

Las graves advertencias hechas durante la conferencia sobre los profundos problemas a que se enfrentan los iraquíes aparecen en marcado contraste con la miserable ayuda que hasta ahora se ha ofrecido a los refugiados iraquíes: De los 60 millones de dólares solicitados, sólo se han entregado 9,1 millones.

La administración Bush, que es la responsable de la creación de este desastre humanitario, no ha dado respuesta alguna a las peticiones de ayuda efectuadas por sirios y jordanos. Durante los últimos cuatro años, EEUU ha reasentado tan sólo a 466 refugiados iraquíes. En respuesta a las condenas internas e internacionales, la administración Bush anunció en febrero que este año admitiría a 7.000 iraquíes, una cifra menor que los que Suecia acogió a lo largo de 2006.

Enlace texto original en inglés:

www.wsws.org/articles/2007/apr2007/refu-123.shtml

Sinfo Fernández forma parte del colectivo de Rebelión y Cubadebate