Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos
Cuando en 1981 empecé a trabajar en la sección en inglés de Radio Netherlands como locutor/entrevistador/redactor fui preparado por un experto, Hans Kramer. Rápidamente cambió mi forma estadounidense de expresarme por un estilo más internacional.
Sus consejos sobre la forma de hacer entrevistas ha permanecido conmigo durante al menos tres décadas: nunca hacer una pregunta que se pueda contestar «sí» o «no», no hacer nunca afirmaciones, sólo preguntas, no tener nada escrito, excepto para la primera y última pregunta, y otros. Cuando hablaba acerca de las noticias escritas insistía en las virtudes de la brevedad y la precisión. Entonces afirmaba: «Y nunca uses la palabra ‘terrorista’. Lo que para una persona es un terrorista, pera otra es un luchador por la libertad».
En aquella época yo raramente escribía noticias que pudieran rayar en ese tema, pero se me quedó grabada la afirmación. Hoy, sin embargo, la palabra «terrorista» se maneja con frecuencia, la mayoría de las veces en el contexto equivocado.
En Iraq una resistencia está en pleno desarrollo. La resistencia se está llevando a cabo contra una fuerza ocupante, por consiguiente, cada vez que los altos cargos de la administración estadounidense o los títeres iraquíes utilizan la palabra, lo hacen erróneamente.
Algunas agencias de noticias han suavizado el término al llamar a la resistencia «insurgencia». De nuevo es falso. Una insurgencia es un levantamiento contra una entidad legal. El actual gobierno iraquí es ilegal y quienes estaban en el verdadero gobierno han sido asesinados o están en prisión. Por lo tanto, los combatientes de la resistencia en Iraq definitivamente no forman parte de la insurgencia.
Veamos la Francia ocupada de la Segunda Guerra Mundial. La resistencia trataba de poner las cosas difíciles a los ocupantes alemanes. Después de la guerra fueron considerados héroes por Estados Unidos, que hasta la fecha no ha dejado de recordar constantemente a Francia que fueron los soldados estadounidenses quienes también ayudaron a liberar el país.
Si aplicamos la misma lógica, ¿cómo se puede considerar a Estados Unidos el liberador de Iraq? En realidad, es tan ocupante como lo fue Alemania de Francia durante la Segunda Guerra Mundial. La única diferencia es que Alemania no destruyó tanto Francia como Estados Unidos ha destruido en Iraq.
Por consiguiente, los luchadores de la resistencia iraquí son héroes. Están tratando de expulsar [de su país] a una fuerza ocupante.
Los medios de comunicación estadounidenses plantean las cosas al revés porque utilizan la misma terminología que la administración. Mencionan a los «malos» cuando hablan de la resistencia y la mayoría de los ciudadanos estadounidenses lo han asumido. Un método simple de reflejar la realidad es simplemente cambiar «los malos» por «los buenos». Este cambio de 180 grados podría entonces ser indicativo de una mirada más veraz a Iraq.
Iraq lleva resistiendo desde 1991, pero la resistencia no adoptó su forma actual hasta que las tropas estadounidenses entraron en su territorio. La primera Guerra del Golfo mató a unos 250.000 iraquíes, pero la matanza no cesó con el alto el fuego de 1991. Desde marzo de 1991 hasta marzo de 2003 aproximadamente dos millones de iraquíes murieron prematuramente debido al embargo ilegal contra su país.
La mayoría de la gente no se acuerda de las falaces «zonas de exclusión aérea»* establecidas por Estados Unidos. Durante los años del embargo murieron unos 850 iraquíes a causa de las travesuras de los pilotos estadounidenses que sobrevolaban Iraq y hubo además varios miles de heridos.
Durante aquellos años se presentaron al gobierno iraquí varias proclamas. Una, en particular, afirmaba que si Sadam Husein firmaba el documento se levantaría el embargo y Estados Unidos daría una nueva imagen de él como un hombre de paz, algo similar a la transición del coronel Ghadaffi de terrorista a «árabe bueno».
El documento exigía a Iraq entregar a Estados Unidos su producción petrolífera y permitir a Estados Unidos construir varias bases militares enormes en el país. Sadam y sus adjuntos se negaron a firmarlo. Cuando se le mencionaba este asunto, así como otros acontecimientos que sucedieron en Iraq en aquella época, Sadam Husein afirmaba: «Iraq ha sido puesto en una situación en la que tenía que elegir entre el sacrificio y la esclavitud».
Iraq se encuentra hoy ante el mismo dilema. Algunos colaboracionistas han elegido la esclavitud. No se dan cuenta de que cooperando con el ocupante estadounidense se ha escrito el destino del país durante décadas.
La resistencia ha tomado el camino del sacrificio. Sus miembros han sacrificado sus propias carreras y sus relaciones familiares para garantizar que Iraq no caiga en la esclavitud total.
Cuando el 17 de enero de 1991 Sadam Husein declaró «ha empezado la madre de todas las batallas» se le ridiculizó. Sabía que su ejército no podría luchar contra Estados Unidos, pero era una postura que alguien tenía que adoptar al luchar contra el imperialismo. También sabía que aquello no era sino el principio de una larga lucha que podía durar años o décadas.
Desde el 17 de enero de1991 hasta el 9 de abril de 2003 Iraq resistió, pero no de una manera que fuera muy visible. Iraq perdió mucha gente y se perdieron muy pocas vidas en el otro bando.
El 8 de abril de 2003 el ministro de Información iraquí, Mohammed Sahaff, estaba dando su informe diario al mundo. Se le conocía como Bagdad Bob y tenía una audiencia a escala mundial debido a sus vistosas declaraciones en inglés y árabe.
Sahaff estaba diciendo a la audiencia que las tropas estadounidenses se iba a quedar empantanadas en Iraq. Un periodista gritó: «¡Mire, los estadounidenses ya están en Bagdad!». Sahaff se volvió para mirar un tanque estadounidense que estaba a unos 200 metros de distancia. Tomó el micrófono y dijo: «No se precipite porque su decepciones van a ser descomunales … No van a cosechar nada de esta guerra agresiva que ustedes han emprendido contra Iraq, excepto vergüenza y derrota … Envolveremos a los estadounidenses en un embrollo, los desconcertaremos, los mantendremos en un lodazal … No pueden simplemente entrar en un país de 26 millones de personas y ponerlas bajo asedio. Son ellos quienes se encontrarán asediados».
Se marchó y nunca más se le volvió a ver en público.
En los meses siguientes surgieron páginas web mofándose de Sahaff y particularmente de su última declaración. Se hicieron camisetas y tazas de café burlándose de su declaración.
Sahaff acudió a las autoridades estadounidenses y se rieron pero no le hicieron prisionero. En esencia eso era una declaración que significaba «usted ni siquiera merece que se le capture».
Unos pocos meses después en una entrevista que se le hacía en los Emiratos Árabes Unidos, donde se había instalado, un periodista le preguntó a Sahaff por su última declaración. En aquel momento la resistencia estaba en su fase de formación, pero no tan activa como lo está hoy. Sahaff se negó a retirar la declaración y dijo: «Dejemos que la historia hable de este asunto».
Hoy la resistencia es sólida y cada día leemos u oímos acerca de un nuevo plan aplacar a los iraquíes. Los planes cambian, pero la eficacia de la resistencia no.
Cuando se mira hoy, con el tiempo, la declaración de Sahaff ya nadie parece reírse.
*N. de la t.: Las llamadas «zonas de exclusión aérea» fueron impuestas a Iraq por Estados Unidos y Gran Bretaña de forma unilateral al término de la primera Guerra del Golfo (1991). Eran zonas en las que la aviación iraquí no podía intervenir, ni defensiva ni ofensivamente, pero si la británica y estadounidense, lo que, como afirma el autor del texto, lo hicieron con demasiada frecuencia.
Enlace con el original: www.uruknet.info?p=46116