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Una «fanática» iraquí

Fuentes: An Arab Woman Blues

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


 

Cuadro del artista iraquí Qais Al-Sindi (2007).

El otro día, alguien fue y me dijo: «¿Sabes una cosa? Tú, lo que eres, es una «fanática» iraquí… confiando en herirme con esa frase.

Pero sólo consiguió que me alejara con la cabeza muy alta.

Por supuesto que soy una fanática iraquí. Mi país lleva agonizando dieciocho años ante la total indiferencia del mundo. Mi país está completamente desfigurado y convertido en un monstruo atroz. Mi país está absolutamente destruido, absolutamente…

Desde los años de las sanciones, con toda su miseria y enfrentamientos, hasta la actual ocupación por una supuesta «gran democracia»… Una ocupación por la potencia más poderosa sobre la tierra, y de nuevo la indiferencia total del mundo.

Millones de muertos, millones de exiliados, millones de huérfanos, millones de viudas, millones de inválidos de por vida y ¿todavía esperan que no me haya convertido en una fanática iraquí?

Si fuera necesario, inventaría una y otra vez el fanatismo. Lo redefiniría para Vds. en mi versión iraquí. Reconstruiría ese concepto y le daría una perspectiva nueva y completa acerca de qué es el fanatismo. No les quepa duda, soy una «fanática» en todo lo que a Iraq respecta.

Algunos de Vds. desdeñan esta ocupación y no hacen más que recordarse a sí mismos, y a mí, el caso de Vietnam. Eso no es más que una sandez. Vietnam no es nada comparado con esto. Vietnam se produjo en medio de un mundo bipolarizado.

A otros les gusta compararlo con la ocupación israelí. No hay tal de nuevo, hemos sido testigos en cinco años de lo que los palestinos han sufrido en sesenta. Actualmente estamos compitiendo con los palestinos en la cantidad total de muertos y refugiados que esta ocupación ha logrado provocar. Y también competimos con los muros. En quién tiene más muros y en quién tiene más ghettos.

Pero al menos la UE y unas cuantas ONG visitan la Palestina ocupada y llevan a cabo investigaciones sobre las violaciones de los derechos humanos… o intentan hacerlo. En Iraq, nadie viene a vernos.

Una «fanática». Sí, eso es lo que soy. Una terrible y horrible «fanática».

Cuando uno es abandonado en la forma en que lo hemos sido nosotros. Cuando uno es olvidado en la forma en que lo hemos sido nosotros. Cuando hemos sido apartados a un lado, para no irritar sus sensibilidades y su corrección política, sí, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando durante dieciocho años no hemos hecho más que recoger nuestros pedazos y apretar los dientes, cuando durante dieciocho años vuestras bombas y vuestro silencio han amordazado nuestros gritos, sí, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando nuestras bibliotecas, universidades, colegios, libros… han sido convertidos en cenizas y nuestros niños se han olvidado de leer y escribir, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando nuestros cerebros son asesinados uno por uno -desde nuestros académicos a nuestros científicos a nuestros artistas y cantantes- y nos enteramos que guardáis nuestros cerebros como trofeos en jarras, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando nuestras riquezas son saqueadas, nuestras casas convertidas en un montón de ruinas, nuestros museos desvalijados, nuestras antiguas tablas pisoteadas y hechas pedazos, nuestra historia borrada y falsificada, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando todo nuestro sistema sanitario se ha venido abajo, cuando tocamos en las puertas y no podemos encontrar trabajo, cuando tenemos que mendigar un visado de entrada o un permiso de residencia, cuando somos rechazados, ridiculizados, considerados una carga, empujados, humillados, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando vemos a nuestros ancianos mendigando por las calles, a nuestras mujeres que no encuentran comida, a nuestros hombres torturados, a nuestras hijas convertidas en prostitutas y a nuestros niños sometidos a tráfico infantil y vendidos, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando no podemos visitar a nuestros seres amados ni en los cementerios ni en las prisiones, cementerios y prisiones que han devenido tan atestados, tan anónimos, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando nuestros campos están abandonados, la tierra baldía o convertida en campos de amapola a partir de semillas iraníes. Cuando nuestros ríos están siendo desecados y nuestros árboles arrancados. Cuando nuestro cielo apesta de radiación y el aire que respiramos está plagado de uranio, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Cuando vemos cómo se apoya a todas y cada una de las «resistencias» del mundo, menos a la nuestra, la nuestra -hecha de cuerpos y almas que resisten forjados por el fuego de sus armas-. Cuando oímos sus acalorados debates y ardiente celo revolucionario y sentimos que nosotros sólo encontramos vientos helados envolviéndonos, nos convertimos en «fanáticos» iraquíes.

Y cuando finalmente nos entregan, en bandeja de plata, a la más atrasada, racista, chauvinista, puta de los alrededores, seguir siendo una «fanática» iraquí se convierte en una obligación, una tarea, un deber.

Eso es lo que soy, una «fanática» iraquí. Ya pueden considerar que para mí ser una «fanática» iraquí es mi bandera, mi credo, mi canción y mi sello.

Ser una «fanática» iraquí es todo lo que me queda ser cuando a nuestro alrededor todo se ha derrumbado; cuando todo ha desaparecido, cuando todo se ha desvanecido… y nadie, absolutamente nadie, podrá quitar eso de nosotros, de mí.

Enlace con texto original en inglés:

http://arabwomanblues.blogspot.com/2008/05/fanatic-iraqi.html