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Reseña del libro "El camino de la realidad. Una guía completa de las leyes del universo" de Ropger Penrose

Una fiesta para la inteligencia

Fuentes: Rebelión

    Ropger Penrose, El camino de la realidad. Una guía completa de las leyes del universo. Debate, Madrid, 2006, 1471 páginas, traducción de Javier García Sanz (edición original 2004).     Lo esencial de este voluminoso ensayo del gran científico, y no menos importante pensador, Roger Penrose puede decirse en muy pocas palabras, todas […]

 

 

Ropger Penrose, El camino de la realidad. Una guía completa de las leyes del universo. Debate, Madrid, 2006, 1471 páginas, traducción de Javier García Sanz (edición original 2004).

 

 

Lo esencial de este voluminoso ensayo del gran científico, y no menos importante pensador, Roger Penrose puede decirse en muy pocas palabras, todas ellas elogiosas: magnífico, excelente, imprescindible, deslumbrante. No pueden perdérselo.

El camino a la realidad está compuesto de 34 capítulos. Un capítulo metodológico introductorio, 32 apartados que trazan un amplio arco del conocimiento físico-matemático iniciado con el teorema de Pitágoras y finalizado en la teoría de los twistores, pasando por el cálculo infinitesimal sobre reales y complejos, por los grupos de simetría o por la geometría minkowskiana, más un capítulo final netamente filosófico donde Penrose nos habla sucintamente, pero siempre con interés y originalidad, de temas diversos: de la física dirigida matemáticamente, del papel de las modas en ciencia, de qué es la realidad, de belleza y milagros, o de los papeles, así en plural, de la mentalidad en la teoría física.

No es El camino a la realidad un libro fácil. No es un libro que deba ser situado en algún apartado lejano después de haberse estudiado en dos o tres semanas. Acaso lo mejor que cabe hacer es tomarlo como una enciclopedia físico-matemática actualizada escrita por uno de los grandes científicos del siglo XX, que es además un escritor muy notable que no hace ascos de la divulgación y la formación de la ciudadanía, enciclopedia que, como todo lo que vale la pena, no debe ser saboreada de golpe ni a grandes tragos.

Hay matemáticas, derivaciones, cálculos, hay fórmulas en El camino. Las hay desde Pitágoras, por no ir más lejos. Y no todas son fáciles. Este reseñador debe confesarles que algunas de ellas y no pocos desarrollos están fueran de su alcance. Pero no por ello se impide la comprensión parcial del tema y el darse cuenta de la hondura de la cuestión tratada y de su importancia.

Penrose ha tenido la delicadeza de indicar al lector los pasos que no son triviales y los especialmente difíciles. Ha señalado tres niveles de dificultad mediante tres divertidos iconos: quad muy sencillo, quad necesita un poco de reflexión, quad no debe abordarse con ligereza. Los ejercicios propuestos intentan tentar las habilidades del lector y ayudarle en el dominio de la cuestión desarrollada. Se lo puedo asegurar con (des)conocimiento de causa: tampoco son triviales.

Podemos, pues, hacernos una idea aproximada de los temas aunque no entremos en los detalles y aunque sepamos, con Teresa de Ávila, que la verdad suele estar en los pucheros y en los pasos y desarrollos demostrativos. Nos perdemos seguramente un 90%. Sin duda. Queda un 10% a nuestro alcance nosotros. No es poco en este caso. No se salten tampoco las ilustraciones, que sin duda esta vez ilustran y hacer pensar, ni las notas convenientemente situadas al final de los capítulos. Hay joyas. No todas pequeñas.

Hay otra característica cultural presente, tenazmente presente a lo largo de estas casi 1.500 páginas: una sentida humildad intelectual que no conlleva, claro está, deseo de limitación o parálisis en la búsqueda de saber. Esa misma prudencia es la que no habrá permitido a Penrose situar como subtítulo de su obra la singular afirmación que sí figura, acaso como reclamo, en la edición española del libro. Bien mirada es casi contradictoria con el espíritu y la letra del ensayo. Pelillos a la mar. Olvídense de ello. Pasen, lean y disfruten.

De hecho, si los tiempos lo permitieran este libro debería tener un destino ilustrado, republicano. Ética y ciencia para la ciudadanía. Un colectivo de profesores deberían ofrecer cuatro semestres de estudio a la ciudadanía sin título ni matriculación, sin papeles esta vez, que tuvieran como eje único el análisis del libro de Penrose. Dos sesiones por capítulo, 68 en total. Dos años de trabajo. Los frutos conseguidos valdrían la pena. ¿A qué esperan? ¿Qué institución pública va a lanzar esta oferta tentadora?

Desconozco el tiempo que ha tenido el traductor, Javier García Sanz, para realizar su casi inabordable tarea. Por las fechas de las ediciones original y castellana no puede haber sido excesivo. Más méritos en su haber. Mayor reconocimiento por nuestra parte.

La filosofía de fondo del ensayo de Penrose, y acaso la concepción del mundo del propio autor, queda explicitada en las líneas que cierran el volumen: «Mientras [Antea] estaba allí [en el Instituto Albert Einstein en Golm, cerca de Postdam], mirando al este, fue sorprendida por un fogonazo momentáneo e inesperado de luz verde, como si llegara el alba, antes de irrumpir el rojo vivo del sol. El fenómeno del «rayo verde» y su bien establecida explicación física eran muy conocidos para ella, pero nunca lo había presenciado antes, y le produjo un extraño efecto emocional. Esta experiencia se mezcló con varias ideas matemáticas que le habían dado problemas durante la noche» (p. 1404). Física, matemáticas, percepción, belleza, universo, emoción. ¿Falta algo? Me olvidaba: libertad, justicia, igualdad, fraternidad. No me olvidaba. Si lo miran bien, también están parcialmente ahí.