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"Isla de perros" (2018), de Wes Anderson

Una historia de intolerancia, marginalidad y… ¡justicia restaurativa!

Fuentes: Rebelión

No importa cuán necesaria o justificable sea una guerra: ella siempre será un crimen. ERNEST HEMINGWAY

La libertad es preferir los riesgos de la autonomía, a la seguridad de la servidumbre. ANTONIO ESCOHOTADO

Cuando tu educación limita tu imaginación, se llama adoctrinamiento. NIKOLA TESLA

El Ciclo de Cine de Animación, que se emite desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, por vía del Cine-Club Al Filo del Tiempo, continúa con Isle of Dogs (2018) o Isla de perros, de Wes Anderson, a su vez una comedia dramática realizada, al igual que Pinocho (2022), bajo la técnica de Stop Motion o Animación en volumen por estar filmada cuadro a cuadro para aparentar el movimiento de objetos estáticos mediante imágenes fijas sucesivas. Para ello, Anderson partió de un anuncio sobre una isla de perros que vio en UK mientras rodaba El fantástico Sr. Fox, según el libro homónimo de Roald Dahl. Doce escultores, que trabajaron seis días a la semana, crearon 20 mil rostros y más de mil muñecos de los personajes, y entre 500 modelos fueron elegidos los perros protagonistas, c/u con su armadura esquelética metálica para facilitar movimientos y posturas. En suma, una historia de intolerancia, de marginalidad y, por contraste, de justicia restaurativa gracias a perros y niños.

La técnica Stop Motion o Stop Action es también conocida como filmación fotograma a fotograma o cuadro a cuadro. En síntesis, se llama así a toda técnica cinematográfica que usa la constante parada y puesta en marcha de la cámara, para permitir cambios en el sujeto durante el lapso en que la cámara no filma, lo cual producirá cierto efecto cuando el filme positivado se proyecte una vez más. Dicha técnica puede desglosarse en cinco categorías: 1. Se filma un solo fotograma o cuadro cada vez, para mostrar cómo se desarrolla algún proceso o evolución a lo largo de un periodo extenso, v. gr., la salida de una flor, por lo que también se llama filmación a intervalos. 2. Se para la cámara durante un plano, se ejecuta

una alteración en la escena y, luego, la cámara vuelve a rodar con el fin de lograr algún efecto de trucaje en la escena proyectada. 3. Técnica cinematográfica para acelerar una escena parando de forma intermitente la cámara, hacer avanzar la acción y luego reanudar la filmación… (1)

Las otras dos categorías del Stop Motion o Filmación fotograma a fotograma son: 4. Una técnica cinematográfica utilizada para lograr un efecto de pixelación en figuras reales; los personajes se filman en una posición fija por espacio de un fotograma o más y después se mueven ligeramente mientras la cámara está detenida. 5. Una técnica basada en el trabajo de animación que otorga movimiento a dibujos o miniaturas (como se ve en los 240 micro decorados de Isla de perros); en ambos casos, se usan cámaras especiales que pueden filmar un fotograma cada vez; en el primer caso, los dibujos individuales, cada uno con un ligero cambio en la posición del sujeto u objeto, se filman de forma individual; en el segundo, se filman las miniaturas un fotograma cada vez, y sus posiciones se alteran de modo ligero entre fotogramas. Cuando las fotografías se proyectan de forma consecutiva, las figuras dibujadas o modelos dan la impresión de moverse con un movimiento continuo y por demás armónico.

Todo ello es posible sentirlo/percibirlo en Isla de perros de cara a distintas expresiones: los gestos de los animales; su particular dicción: la que emana de grandes actores y actrices gringos en su mayoría (salvo Ken Watanabe): Bryan Cranston (Chief), Edward Norton (Rex), Bill Murray (Boss), Jeff Goldblum (Duke), y Bob Balaban (King), los cinco protagonistas en tanto animales que son personificados, aunque sean personas que hablan por animales; sin olvidar, claro, a Scarlett Johansson (Nutmeg), Liev Schreiber (Spots), F. Murray Abraham (Júpiter), Harvey Keitel (Gondo) y Tilda Swinton (Oracle u Oráculo); la gracia en los rostros tanto de animales como de personas que son títeres sólo en apariencia, en tanto unos y otras son seres anclados en la dignidad, así se hallen en una alegórica Isla de la Basura o se vean lastrados en su aspecto, aunque jamás en su condición ética, como quiera, además, que todos luchan desde distintas orillas por una ciudad, una sociedad, un mundo mejores de lo que hay.

El filme se inicia con un Prólogo: El niño samurai, Atari Kobayashi, y el ancestro sin cabeza al que aquél cercena por liderar una dinastía que ama a los gatos y de paso no tolera, margina y expulsa a todos los perros con la intención de exterminarlos. Como hoy hacen las élites con la Humanidad a través del virus/negocio, la vacuna/genocida, el fascismo que campea por el mundo. Está estructurado en cuatro partes más: El pequeño piloto; En busca de Spots; El punto de reunión; y La linterna de Atari y con un movimiento de cámara axial y determinante que de inmediato conduce a Godard, quien dijo que el montaje es una cuestión de moral y luego se le atribuyó que había dicho lo mismo del travelling, en tanto respeto por los objetos, sujetos (personas o animales) y demás elementos que toma la cámara. (2) Cabría agregar que, más allá, es una cuestión de ética: lo que en Isla de perros se manifiesta con el tratamiento dado a perros/niños y adultos, a los 240 decorados y a los mil títeres que pueblan el filme…

20 años en el futuro, una rara gripe canina surge en un archipiélago del Japón, con sede en la ciudad de Megasaki, lo que pone en riesgo todo tipo de vidas. El alcalde Kenji

Kobayashi declara estado de emergencia sanitaria y exilia a todo perro salvaje, doméstico, callejero a la Isla de la Basura, donde quedan en cuarentena, metáfora de lo que hoy pasa con toda suerte de virus y Bioarms. El veterinario Watanabe critica la absurda e inhumana decisión de Kobayashi, trata de convencer a los pobladores para hallar solución a la gripe canina, pero el alcalde, cual Dr. Cianuro, más temprano que tarde, se deshará de él. Además, los pobladores y dueños de mascotas se alinean con el verdugo por influencia de los medios, la cartilla oficial, el miedo inoculado. Una ironía que el primer perro exiliado, como si se tratara de un poeta antiguo, sea la mascota de la dinastía real, mestizo negro, en realidad blanco con manchas: guardespaldas del sobrino huérfano y lejano del alcalde, el citado Atari, de 12 años.

Júpiter, con su ojo izq. gris por muerto relata que diez siglos atrás, en la Era de la Obediencia, los perros vivían en libertad: guiño total al tríptico El jardín de las delicias, del Bosco, (3) aunque cabría el agregado perrunas, en tanto el cuadro original va sobre el mundo entregado al pecado, el de la lujuria y no el único, y la expulsión del paraíso; entonces, los perros marcaban su territorio: hoy se lo limitan y los confinan a la servidumbre o al eufemismo de la seguridad. El que no sirve se va. Las ciudades están infestadas de perros, a nombre tácito de la inseguridad y del espíritu de emulación: si Ud. tiene un pinscher, otro tiene un dóberman o pastor alemán o gran danés o Akita: el asunto es el toque de clase o de distinción. No el bienestar de los perros, a los que hoy se confunde con humanos, dada la disolución de la familia nuclear o funcional en pro de la atomizada y/o disfuncional, todo por el identitarismo de las élites para someter a la Humanidad, que cada día alcanza mayores niveles de extinción.

El niño samurai, Atari, deja un haikú luego de ‘traicionar’ al traidor Clan Kobayashi que expulsa a los perros en favor de los gatos: ‘¡Mi espalda le doy / a la Humanidad! / Escarcha en la ventana’. Sutil metáfora del frío por desidia o indiferencia en clave de desesperanza. Y los avisos cuentan que ‘los humanos en esta historia sólo hablan en su lengua nativa (en ocasiones traducida por una intérprete bilingüe, alumna extranjera de intercambio [caso de Tracy Walker], o dispositivo electrónico’. O celular, que llaman. Con humor, Anderson añade: ‘Todos los ladridos fueron traducidos al español’, lo que, de forma graciosa, lleva a la novela Akenatón, la historia de la Humanidad contada por un gato, cuyo subtítulo reza: ‘Traducida directamente del siamés por Gérard Vincent’. El Prólogo acaba con la soberbia intervención, en plano cenital, de tres niños que en perfecta sincronía y ritmo tocan el taiko, en un derroche de explosión/vitalismo sonoro para de paso aludir a la unión y a la solidaridad.

Seis meses después. Aquí, Anderson suelta los perros para que ellos mismos hagan un balance sobre Isla de Basura, cómo los ha afectado, qué expectativas tienen, si las hay, y por eso el aviso de ‘Cuidado con los perros – No desembarcar’. Jaurías enteras recorren senderos de inmundicia tras unas sobras. Todas dieron positivo en la prueba de gripe canina, como los humanos en la deliberada del virus/negocio. Igual que la Isla, el mundo es un vertedero de basuras, como lo previó el eco/cineasta Kurosawa en los años 60 del XX. Los canes sufren los mismos síntomas que los humanos hoy: pérdida de peso, mareo, narcolepsia, insomnio, y una extrema conducta agresiva. Basta montar en esas grúas sobre el mar u hoy en el Transmilenio. Los perros exiliados están cada vez más débiles, tristes e

irascibles. Incluso, desesperados. Al hacer un paralelo no habría mayor diferencia entre el deterioro de la salud física y mental de cánidos y humanos. Rex habla en nombre de éstos para evitar el conflicto.

Al destapar una bolsa, la porquería sale a flote: corazón de manzana, cáscaras de plátano, arroz mohoso, latas con huesos de sardinas, cascarones, molleja podrida saturada de gusanos. Los colmillos sacuden el aire y el área. La Banda de los Cinco, en coro: ‘¡Váyanse de aquí no vuelvan!’, como quien, en efecto, marca territorio. Y uno de los blancos le señala a Igor: ‘Caray, creo que te arrancó la oreja’, la misma que cae en poder de las ratas. Se siente el (pésimo) aroma de la zona. Las ratas pululan, igual que hoy ladrones y corruptos. Cada plano impresiona como si se tratara de la mejor/peor ficción, ya ni siquiera ánime o documental. Rex no cree poder digerir más esa basura: ¿qué no podemos decir los humanos?, pero surge el tapabocas. Los demás piensan igual. Para Rex no hay futuro en la Isla de Basura y esa isla es hoy el mundo. A Chief los otros cuatro le causan asco: ‘He visto gatos con más valor que ustedes’. Y suelta que son una jauría de machos alfa, lo mismo que los hombres a las mujeres.

El pequeño piloto. Seis meses después de que, como dirá luego un haikú, ‘el mejor amigo del hombre’ sobreviva al margen de este en la Isla de la Basura, eufemismo por desechables, sean personas (poetas o escritores) o animales, se sabe que Atari logró escapar de su gente y robar un avión para viajar a la Isla a recuperar a Spots. Aterriza de forma dramática y queda inconsciente. Despierta y cinco perros lo rodean: Rex, mezcla de pastor y mascota en una biblioteca; King, híbrido de schnauzer y setter que promovía una marca de alimento canino; Boss, entre bóxer y pitbull y mascota de un equipo de béisbol universitario; Duke, husky siberiano de una familia de esquimales; y Chief, callejero de pelaje negro, en apariencia, que no cree en los humanos. Todos, salvo Chief, ayudan a Atari a buscar a Spots, pero sólo hallan una jaula con sus huesos. Atari entierra a su amigo a la vez que recuerda que lo conoció tras perder a sus padres y el riñón derecho. Ahora se sabe que el perro muerto era Sport, no Spots.

Sin aviso alguno, el grupo entra en guerra con perreros a los que sigue un perro robótico y que Kobayashi envió para obligar a Atari a volver. La misión oficial fracasa, el alcalde entra en cólera y luego de difundir el chisme de que a Atari lo secuestraron unos perros malos, estos serán asesinados tan pronto aquél regrese y sea castigado. Pero, como nada resulta como se planea, Atari pone de su lado a la jauría, salvo a Chief que se ufana de ser callejero. Todos van al otro extremo de la isla, incluso con la compañía de Chief luego de que es tramado por su enamorada Nutmeg, perrita pura, fan de los espectáculos, que cuenta, además, con la voz de Scarlett Johansson. Atari no es un niño adoctrinado, su imaginación no se ve determinada por su educación, lo mismo que pasa con Tracy Walker, la niña rebelde que charla con Yoko Ono, cuya voz es la de la viuda de Lennon, compañera de trabajo del profesor Watanabe y a quien tras el asesinato de éste le pide entregar la última muestra para diezmar la gripe canina.

En busca de Spots. Mientras viajan y los perros recuerdan lo que comían por vía de sus amos, Chief aprovecha para contar que no ha sido callejero Full Time, sino que una vez fue mascota de una familia; aun así, seguía en las calles porque como advierte ‘me gusta morder’, sobre todo al que busca acariciarlo. Un grupo de perros, Júpiter, su compañera Pug y Oráculo les dijeron cómo llegar a una islita cercana donde quizás estaba Spots, a la vez que les previnieron sobre una camada de perros salvajes a la que se usaría como conejillos de indias y que, según el rumor, luego de huir de una vida de torturas derivó en una banda de caníbales. Al hallazgo de la cura contra la gripe por Watanabe, se oponía Kobayashi con furia pues insistía en que no saliera a la luz, igual que el exilio canino: así, arrestó al profe y luego lo asesinó con wasabi, condimento picante que se usa en la comida japonesa, v. gr., en el sushi. Lo que evidencia que toda guerra, por más que se adocene, es, como toda fortuna, un crimen.

Tal situación generó conflicto entre los defensores de los perros, entre ellos la estudiante de intercambio gringa Tracy Walker, quien a su vez es dueña de Nutmeg, desconfía de la situación y empieza a averiguar sobre ella. Por su parte, Chief, el perro casi siempre callejero o sólo una vez, prefiere la incertidumbre y/o los riesgos de la libertad que la seguridad de la servidumbre. Su oficio no consiste en lamerle las botas a nadie, apenas el hocico a Nutmeg. Con ocasión del viaje, los integrantes de la banda animal se separan y Atari y Chief quedan solos, subsiste cierta desconfianza entre ellos hasta que Chief se encariña tanto con el niño como nunca antes lo experimentó. Se abrazan, juega a traer el palo, le permite que lo bañe y al final se sabe que no era negro sino blanco con manchas y que tiene una genética muy similar a la de Spots, aun con el distinto color de su nariz, y podrían ser de la misma raza. Chief recuerda también que él y otro perro fueron los únicos que sobrevivieron de su camada.

El punto de reunión. Aun así, jamás se topó con su hermano Spots. Al afianzar su trato con Atari, Chief decidió colmar la dicha de aquél comprometiéndolo a recuperar a Spots. Aunque ambos, Atari y Chief se encuentran con el resto, todos son emboscados por otros perreros del alcalde y sus perros robóticos. Spots llega puntual junto a los perros salvajes, pero jamás caníbales, y juntos vencen a los esbirros de Kobayashi, salvan a Atari y al resto de la manada que se dio por eliminado luego de haber logrado escapar. Spots le cuenta a Atari que los perros salvajes fueron los que lo liberaron de su jaula con una llave maestra y lo hicieron su líder al perder al anterior, así como que tendrá unos cuantos cachorros con la perra salvaje Peppermint; que Chief es su hermano menor; que los Kobayashi crearon de forma deliberada la gripe canina y que para ello manipularon a los perros salvajes: en su condición de líder de los marginados, Spots nombra a Chief nuevo perro guardián del futuro alcalde A. Kobayashi.

Todo ello, al notar el progreso de su amistad, fuera de permitir que Atari conserve una de las crías de Peppermint. Un búho llega con un mensaje por vía de Júpiter: él, Oráculo, Nutmeg y demás perros de la isla fueron acorralados, con fines de exterminio, por los perreros de Kobayashi, para de paso liquidar la gripe canina; entretanto, sus amos los suplantarían con los perros robóticos del alcalde, ya casi derrocado. Lo cual impele a Atari y a sus socios perrunos a volver cuanto antes a Megasaki, a desbaratar en simultánea los torcidos planes del tío Kenji. Desde el plano técnico, tal como ya lo había hecho en Fantastic Mr. Fox, Moonrise Kingdom y El Gran Hotel Budapest, Anderson encarga la b.s.o. al franco-griego A. Desplat, quien recurre a los sonidos tradicionales del koto (cordófono) y del shakuhachi (flauta), con instrumentos de orquesta filarmónica, y en especial del taiko, tambor tocado con baquetas de madera llamadas bachi: por fuera, la voz alude a los distintos tipos de tambores del Japón…

Dentro de esa misma búsqueda artística, es clave recordar que el reto inicial de Wes Anderson fue incorporar el entorno urbano del eco-cineasta Kurosawa en la década del 60 del XX, con trabajos grabados en madera del periodo Edo del XIX: los de Hiroshige y Hokusai. (4) Tal fue el trabajo de los dos diseñadores de producción: Adam Stockhausen y ganador del Oscar por El Gran Hotel Budapest; y Paul Harrod, el mismo de El fantástico Sr. Fox. Ambos artífices del cosmos entero con 240 micro conjuntos, desde la Cúpula Municipal lacada en rojo hasta el laboratorio de ciencias monocromático, pasando por aquella barra de sake con botellas diminutas y las ruinas cenicientas de la isla de la Basura con su tren elevado. (5) Todo ello construido a mano, hasta las nubes de polvo hechas de algodón (un tributo a los dibujos animados de Looney Tunes) y las olas de agua derivadas de láminas de plástico. Sin fisuras ni requiebros de ningún tipo, lo que hace de Isla de perros una auténtica obra de arte cinético.

Otro hecho notable al respecto, es que siete canciones, de las 22 pistas en total, con 15 compuestas por A. Desplat, pertenecen a filmes clásicos japoneses de Kurosawa Akira. La linterna de Atari. Tracy conversa con Yoko Ono (ese simulacro de artista y compañera del gran artista inmolado por la NSA gringa por ser inmigrante y estar contra la guerra de Vietnam, John Lennon), colega de Watanabe en Isla de perros, a quien insta a superar la tristeza por el deceso del profe y le entregue la muestra postrera de la cura. Con motivo de la reelección del alcalde, Tracy allega las pruebas de la corrupción de Kobayashi, quien gracias a su poder político, la deporta a EE.UU y procede con el plan de erradicación canina. Atari y el clan perruno acuden puntuales y tras usar el suero en Chief, éste ratifica la efectividad de la cura. Atari presenta un haikú, en tributo al alcalde, que recoge el amor canino y humano: ‘¿Qué pasó / con el mejor amigo del hombre? Flor cayendo en primavera’, sostiene sin más.

Al oír estas palabras, el pueblo entra en conmoción y, por contraste, en zona de culpa pues de ellas se desprende la sevicia y el daño causado a los perros, para poner de presente una vez más la crueldad de los humanos que no sólo agreden e irrespetan a las demás especies, sino que no son capaces de garantizar su propia existencia. Y lo peor es que un niño de doce años, Atari, es el único faro generador de unión y paz, de respeto y tolerancia, de acogimiento y justicia restaurativa. Esa figura jurídica tan necesaria en tiempos de guerra que tiene como punto de partida el reconocimiento de que las víctimas son una realidad presente que remite a las injusticias del pasado y obliga a tomar en cuenta sus derechos como camino obligado a seguir para la construcción de una sociedad más humana y con mayor justicia social: la misma que hoy el candidato a la presidencia de Argentina, Javier Milei (que será la suya…), tilda de no ser más que una aberración y le dedica el triunfo en las primarias a sus perros. (6)

En otras palabras, la justicia restaurativa es un proceso para resolver el problema de la delincuencia y de la corrupción, enfocándose en la compensación del daño a las víctimas, para hacer a delincuentes y genocidas responsables de sus actos y, también, para involucrar a la comunidad, al pueblo, en la resolución del conflicto. (7) Un conflicto tan áspero como el que surge entre los que aman a los gatos y expulsan a los perros, sin consultar a nadie, e intentan impartir justicia, sin contemplar a todos. Quizás por ello, cuando Atari se para frente a su tío Kenji, parece no haber otro sujeto más arrepentido, así que decide cambiar su decreto de exilio y su plan de erradicación canina por el amor a su sobrino. Su alter/bien/ego, Major Domo, se sale de los chiros y desencadena una trifulca con el alcalde a fin de proceder con el Plan propuesto desde el inicio. Algunos pro-perros y un perro robótico se suman: Spots acaba con la bronca, pero en el camino cae malherido junto a Atari y lo peor está por venir…

Pese a los intentos de Kobayashi por frenar a Major Domo, éste logra detonar el botón de exterminio: no obstante, hay un error por el que perreros y perros robóticos son víctimas del veneno, mientras el resto de canes logra salvarse. Todo fue obra de uno de los pro-perros, un hacker que se infiltró en el sistema y lo manipuló a gusto. Atari y Spots van al hospital, donde el Dr. de turno observa que al niño le falla su único riñón, el izquierdo. En otro intento de redención, Kobayashi pide que le extraigan un riñón para salvar a Atari, su sobrino. Una vez recuperado, Atari, gracias a una cláusula, se convierte en nuevo alcalde, mientras que el antiguo y sus cómplices son arrestados por delincuencia y corrupción. El primer decreto del alcalde Atari apunta a que todos los perros exiliados vuelvan a Megasaki; luego, serán vacunados y devueltos a sus respectivas vidas y familias, sin dejar por fuera a ninguno de los miembros de la cofradía perruna. Atari Kobayashi y Tracy Walker devienen pareja estable…

Por último, ahora que Chief también encuentra su pareja en Nutmeg obtiene de contera un nuevo puesto, el de perro guardián del alcalde Atari Kobayashi, sin renunciar, eso sí, al placer y al orgullo de seguir siendo lo que siempre fue, o al menos una vez cuando fue adoptado, esto es, un perro callejero. Mientras, Spots, no Sport, ya recuperado, se retira de su cargo para poder cuidar en privado de su familia en la Brick Mansion. Así parece regresar, con algunas variantes, la sentencia inicial, El pequeño pilotoTres años atrás, con el único que sobrevive a la colosal catástrofe, el joven Atari, quien se para de su cama para enterarse que sus padres han muerto y que su tío lejano, el alcalde Kobayashi, pretende adoptarlo como pupilo en el seno de su hogar. Tras su alta del hospital, Atari, quien perdió el riñón derecho y quedó con huesos rotos, vivirá en su mansión, donde será educado en soledad por tutores privados y él a cambio los hará despertar a esa que Milei llama aberración: la justicia social.

O la justicia restaurativa, como gustéis, diría un Shakespeare gilipollas a un Anderson anti-Woke/progre y más de izquierda, en tanto Isla de perros ofrece un remedio contra desideologización, hipocresía, simulación: la conciencia de clase. Misma que muestran los perros de cara a la realidad, no al horizonte lejano o a la utopía cada vez menos asible a causa de los mercachifles de la política tanto más habitados por promesas que por hechos. Dicha conciencia es la que los lleva, junto a los Pro-perros, a luchar contra la bajeza, el autoritarismo y la decisión sin consulta de Kobayashi y a sentenciar por vía de Chief: ‘Hablan como un montón de mascotas amansadas’: incluso, resignadas/conformes/obedientes. Los argumentos tocan también a los humanos y humanizan a los animales. En conclusión, si bien la justicia transicional tiene como tareas verdad, justicia, reparación y garantía de no repetición, la justicia restaurativa entraña un más propicio tránsito a la paz, si no total, estable y duradera…

A Luz Marina, querida amiga, por su pronto tratamiento y definitiva recuperación.

A Marthica, por quien jamás tendré que escoger entre perros y gatos…apenas, la libertad.

A Santiago, hijo adorado, quien asume a los animales por lo que son sin obviar el trato humano.

Notas, enlaces y bibliografía:

(1) KONIGSBERG, Ira. Diccionario Técnico Akal de Cine. Eds. Akal, Madrid, 2004, PDF: 586 pp.: 223.

(2) https://www.elcorreo.com/pantallas/201509/04/travelling-mucho-cuestion-moral-20150826125047-rc.html

(3) https://www.museodelprado.es/aprende/enciclopedia/voz/jardin-de-las-delicias-el-el-bosco/578702d4-4420-4e97-8518-8363a1fc2c9e

(4) El mismo artista del que habla Doris Dörrie en su filme Flores de cerezo. https://rebelion.org/flores-de-cerezo-2007-recomponer-la-vida-a-partir-de-la-muerte-del-ser-querido/

(5) https://www.indiewire.com/features/general/isle-of-dogs-wes-anderson-stop-motion-animation-japanese-cinema-1201942149/

(6) https://www.youtube.com/watch?v=BsLGhUHRp9o

(7) https://rebelion.org/justicia-transicional-vs-restaurativa-y-justicia-en-los-tragicos-griegos/

FICHA TÉCNICA: Título original: Isle of Dogs. Esp.: Isla de perros. País: EE.UU. Año: 2018. Gén.: Stop Motion / Comedia dramática. For.: Digital; colores; 101 min. Dir. y guion: Wes Anderson. Dir. Art.: Curt Enderle. Prod.: W. Anderson / J. Dawson / S. Rales / S. Rudin. Dis. de Prod.: Paul Harrod / Adam Stockhausen. Hist.: W. Anderson / R. Coppola / J. Schwartzman / Kunichi Nomura. Mús.: Alexandre Desplat. Son.: W. Lemmer / Ch. Scarabosio. Fot.: Tristan Oliver. Mon.: Andrew Weisblum. Vest.: Susanne Morthorst. Efs. esp.: Lev Kolobov / Tim Ledbury. Narr.: Courtney B. Vance. Anim.: Tobias Fouracre. Guion gráf.: Jay Clarke. Voces: S. Johansson / B. Cranston / E. Norton / B. Murray / J. Goldblum / B. Balaban / L. Schreiber / F. M. Abraham / H. Keitel / T. Swinton. Voces de humanos: Ken Watanabe (alcalde Kobayashi / Jefe cirugía); Koyu Rankin (Atari Kobayashi); Greta Gerwig (Tracy Walker); Akira Takayama (Major Domo); Yoko Ono (Y. O.). Prod.: Fox Searchlight P. / American Empirical P. / Indian Paintbrush / Scott Rudin / Studio Babelsberg. Dist.: Walt Disney S. / Motion Pictures / HBO. Premios: Oso de Plata a Mejor Dirección, 68° Festival Berlín. Estreno: Festival Berlín.

Luis Carlos Muñoz Sarmiento (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín Cultural de EE, 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por Martin Luther King: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, fue publicado por la UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y su novela Changó, el gran putas, fue lanzado por UFES, el 20/feb/2021. Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en el portal Rebelión, Magazín EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.