Recomiendo:
0

Editorial de Gara

Una misión complicada

Fuentes: Gara

El presidente de Estados Unidos ha recalado unas horas en Iraq en una de las semanas más comprometidas de su final de mandato. Tras perder a dos pesos pesados de su gobierno, el presidente estadounidense debe afrontar un examen que se presume difícil. A lo largo de esta semana, altos responsables políticos y militares deberán […]

El presidente de Estados Unidos ha recalado unas horas en Iraq en una de las semanas más comprometidas de su final de mandato. Tras perder a dos pesos pesados de su gobierno, el presidente estadounidense debe afrontar un examen que se presume difícil. A lo largo de esta semana, altos responsables políticos y militares deberán presentar a los miembros del Congreso sus informes sobre la situación en Iraq. Ello, en la perspectiva de que el próximo 15 de setiembre la Casa Blanca rinda cuentas ante la misma institución en relación a una de las operaciones bélicas más costosas, y de más dudoso rédito, para los contribuyentes estadounidenses.

La fecha elegida para la llegada de Bush a Iraq adquiere una significación especial. Cabe recordar que desde que su gobierno liderara la invasión en 2003 el presidente de EEUU sólo ha pisado en dos ocaciones anteriores el territorio iraquí. Esta tercera incursión personal trata de reorientar una operación que no ha conseguido sus objetivos, según reconocen informes del propio gobierno estadounidense. Mientras el actual inquilino de la Casa Blanca aterrizaba en la base aérea estadounidense de Al Asad, para recluirse en ella con sus colaboradores y recibir al primer ministro iraquí, al-Maliki, las tropas británicas dejaban el Palacio de Basora. Los británicos se van sin haber establecido una situación de «paz y seguridad» en una ciudad que es arteria principal para la exportación del petróleo iraquí. Pese al fracaso en el objetivo declarado de la misión militar británica en la segunda ciudad iraquí, Londres vende esta salida, a la que seguirá la entrega del mando de la ciudad a las autoridades locales, como un éxito. Con variados episodios de violencia y abusos contra civiles sobre sus espaldas, los soldados británicos se repliegan, en realidad, dejando en Basora una situación que escapa a todo control. La imagen de los carros aliados abandonando Basora tiene importantes implicaciones. Máxime cuando esa salida, parcial pero de alto valor simbólico, coincide con una visita organizada para permitir a Bush evocar in situ una reducción de los efectivos militares de EEUU en Iraq.