Recomiendo:
0

Una publicación militar estadounidense revela que el 72 % de los militares de ese país desplegados en Iraq están a favor de la retirada en un año

Fuentes: Amanecer del nuevo siglo

Según el periódico militar norteamericano Star and Stripes, una nueva encuesta de Zogby International/Le Moyne muestra que el 72% de los militares estadounidenses que han sido desplegados en Iraq están a favor de una completa retirada del país en el plazo de un año. Los nombres y las localizaciones específicas de los militares entrevistados no […]

Según el periódico militar norteamericano Star and Stripes, una nueva encuesta de Zogby International/Le Moyne muestra que el 72% de los militares estadounidenses que han sido desplegados en Iraq están a favor de una completa retirada del país en el plazo de un año. Los nombres y las localizaciones específicas de los militares entrevistados no fueron mencionados por razones de seguridad. A pesar de las afirmaciones de la Administración Bush y sus voceros en los medios de comunicación norteamericanos, que señalan que los llamamientos a favor de la retirada de Iraq contradicen el principio del «apoyo a las tropas,» lo cierto es que las propias tropas quieren regresar a casa. Sólo el 23% de los soldados entrevistados sugieren que la presencia norteamericana en Iraq debería ser mantenida «todo el tiempo que sea necesaria.» Del 72% de militares que apoyan la retirada, el 22% afirma que dicha retirada debería ser realizada «inmediatamente.» Entre los miembros de la Reserva, el 90% se muestra a favor de la retirada, en comparación con el 83% de los miembros de la Guardia Nacional, el 70% de los del Ejército y el 58% de los marines. La mitad de los militares que pertenecen a la Reserva y a la Guardia Nacional apoyan una retirada inmediata. Casi 2.500 soldados estadounidenses han muerto en Iraq desde que la guerra comenzó. Sin embargo, ningún soldado norteamericano parece querer ser el último hombre o mujer en morir por George W. Bush.

La encuesta muestra una continua erosión del apoyo no sólo a la guerra de Iraq, sino también al propio Bush. Recientemente, el New York Times ha señalado que «la tasa del apoyo público a Bush ha caído hasta un récord del 34% – 8 puntos menos que en enero. Esta cifra es aún más baja que el 35% recogido por una encuesta de la CBS el pasado mes de octubre, poco después de que se produjera el Huracán Katrina.» Sólo el 30% de los encuestados -casi todos ellos autoidentificados como republicanos- afirmaron que apoyaban la gestión de Bush en Iraq, en comparación con el 65% que dijeron que la desaprobaban. El periódico USA Today ha informado que los opositores a la guerra han comenzado a promover resoluciones y refrendos locales -tales como el de Wisconsin del pasado 4 abril- que están dirigidos a dar a los ciudadanos estadounidenses la oportunidad de mostrar su apoyo a la retirada de las tropas norteamericanas de Iraq.

El descontento popular y el fracaso de la ocupación norteamericana en Iraq han provocado un creciente número de deserciones en las filas del partido de la guerra. Un prominente derechista, Bruce Fein, escribió recientemente en el Washington Times que la actual violencia era «una prueba suficiente de que la construcción de la nación iraquí en el período posterior a Saddam ha fracasado. El presidente Bush debería comenzar inmediatamente a retirar sus tropas de Iraq.»

La mayoría de las tropas estadounidenses son también pesimistas con respecto a la guerra y creen que EEUU necesita doblar el número de soldados en Iraq para controlar el país y luchar con éxito contra la resistencia. En realidad, la gran mayoría de las fuerzas norteamericanas en Iraq cree que la guerra es un fiasco y que es ya tiempo de abandonar aquel infierno. Asimismo, mientras que el gobierno estadounidense continúa culpando a los «combatientes extranjeros» por las operaciones de la insurgencia, sólo el 26% de los soldados norteamericanos vinculan estas operaciones a militantes extranjeros.

Aunque esta información era muy relevante, teniendo en cuenta que EEUU es un país en guerra, los grandes medios de comunicación la ignoraron. El Washington Post publicó la historia dentro de un artículo referido a la caída de la tasa de popularidad de Bush. El New York Times no publicó la información en sus páginas de noticias, aunque aquella fue mencionada por el periodista Nicholas Kristof en una de sus columnas. Cabe señalar que el papel de los medios de comunicación en el período que precedió a la guerra de Iraq fue muy importante porque ellos difundieron de una forma acrítica las mentiras de la Administración Bush acerca de las armas de destrucción masiva iraquíes (WMDs) y todas las otras falsedades que fueron utilizadas para convencer a la opinión pública norteamericana de que Iraq era una amenaza y la guerra era necesaria. Incluso hoy, un gran porcentaje de los estadounidenses cree todavía, contra toda evidencia, que la invasión de Iraq tuvo sentido porque Saddam estuvo detrás de los ataques del 11-S. Sin embargo, según la encuesta de Zogby, más del 90% de los soldados saben que no había armas de destrucción masiva en Iraq. Menos del 5% de los entrevistados mencionaron ésta como la «principal» o «la más importante» causa de la guerra.

La gran mayoría (76%) de los militares norteamericanos tampoco creen que EEUU esté promoviendo la democracia en Iraq. Cabe recordar que, según el Ministerio británico de Defensa, el 82% de los iraquíes afirman que «se oponen firmemente» a la presencia de las tropas norteamericanas y británicas, y el 45% justifican los ataques lanzados contra las mismas. Hoy en día, los soldados estadounidenses saben que los iraquíes no los consideran «liberadores» sino ocupantes que han impuesto su presencia en contra de los deseos del pueblo iraquí.

Problemas mentales

Significativamente, más de un tercio de los soldados norteamericanos que proceden de Iraq reciben atención psicológica tras su regreso, según un estudio del Pentágono, publicado por el Journal of the American Medical Association. Además, a un 12% de los más de 220.000 soldados del Ejército y marines objeto del estudio les ha sido diagnosticado un trastorno mental serio.

Por otro lado, Bill Nichols, un periodista del USA Today, reveló el pasado 7 de marzo que unos 8.000 militares norteamericanos habían desertado desde el inicio de la guerra de Iraq, según las cifras del Pentágono. «Desde el otoño de 2003, 4.387 soldados del Ejército, 3.454 miembros de la Marina y 82 militares de la Fuerza Aérea han desertado. El Cuerpo de Marines… señaló que 1.455 marines habían desertado en el período que concluyó el pasado mes de septiembre, en que se produjo el fin del año fiscal 2005, indicó el capitán Jay Delarosa, un portavoz del Cuerpo de Marines.» Algunos abogados que representan a los desertores afirman que la guerra en Iraq está llevando a más soldados a cuestionar su servicio y que el Pentágono está castigando a los desertores.

La encuesta de Zogby muestra la existencia de una enorme desconexión entre la Casa Blanca y las tropas que combaten. Es evidente que el presidente de EEUU ve la guerra de una forma muy distinta a cómo lo hacen los soldados que luchan sobre el terreno. El establishment de la política exterior y algunos altos responsables del Pentágono han dicho ya al presidente que consideran que la guerra de Iraq fue un error. La mayoría de los norteamericanos dicen ahora lo mismo. Ya sólo quedan apoyando la guerra el presidente Bush, el vicepresidente Cheney y los halcones de los partidos republicano y demócrata. Parece que el congresista John Murtha (demócrata por Pennsylvania), que ha realizado un llamamiento para que se complete la retirada de Iraq en el plazo de seis meses, está más en consonancia con el sentir de las tropas que su comandante en jefe. En un discurso pronunciado el 17 de noviembre de 2005, Murtha señaló: «La guerra en Iraq no marcha tal y como se está anunciando. Es una política fracasada envuelta en un manto de ilusión. El pueblo norteamericano va muy por delante de nosotros. EEUU y las tropas de la coalición han hecho todo lo que han podido en Iraq, pero ha llegado ya el momento de cambiar de dirección. Nuestros militares están sufriendo. El futuro de nuestro país está en peligro. No podemos continuar el rumbo actual.»