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Reseña de Otra Cataluña. Seis siglos de cultura catalana en castellano, de Sergio Vila-Sanjuán

Una razonable e informada respuesta a un comentario de Jordi Pujol sobre Eduardo Mendoza

Fuentes: El Viejo Topo

La cuestión de fondo de Otra Cataluña desde una perspectiva filosófica (que ciertamente no es el punto de vista ni la temática central de este libro) puede ser dicha así: Manuel Sacristán, Antoni Domènech, Miguel Candel, Francisco Fernández Buey, María José Aubet, Félix Ovejero, Jesús Mosterín, Juan-Ramón Capella, Santiago López Petit, José Daniel Quesada, Antoni […]

La cuestión de fondo de Otra Cataluña desde una perspectiva filosófica (que ciertamente no es el punto de vista ni la temática central de este libro) puede ser dicha así: Manuel Sacristán, Antoni Domènech, Miguel Candel, Francisco Fernández Buey, María José Aubet, Félix Ovejero, Jesús Mosterín, Juan-Ramón Capella, Santiago López Petit, José Daniel Quesada, Antoni Beltrán, Manuel García-Carpintero, Ramon Jansana, José Romo, etc., todos ellos filósofos catalanes o con muchos años de vida en Barcelona que han escrito una gran parte de su obra en castellano (también en catalán en algunos casos y en inglés), ¿son o no son parte de la cultura catalana?  

Centrémonos en Otra Cataluña. Tienen una breve noticia del autor, al que tal vez conozcan por el suplemento Cultural/s de La Vanguardia, en la solapa interior del libro.

La estructura de Otra Cataluña: Primera parte (1412-1700), Segunda parte (1701-1900), Tercera parte (1901-2018): I. Los años intensos (1901.1939), II Bajo el franquismo (1940-1975) y III. Una cultura en democracia (1976-2018). Esta tercera parte es la que tiene mayor extensión: pp. 175-360. En cada uno de estos apartados, breves desarrollos (4, 5, 6 páginas) de asuntos y autores en general enlazados. Por ejemplo, «Juan Boscán revoluciona la literatura española», «Enrique de Villena, descendiente de Wifredo el Velloso» o «Feliu de la Peña y el carácter catalán».

No es Otra Cataluña un ensayo de investigación (aunque el autor ha hecho aportaciones en algunas temáticas incluidas) sino un libro de información y divulgación, de estilo periodístico si se quiere, y bien escrito y ágil, que huye de las notas a pie de página (no hay despliegue de erudición) e incluye una breve bibliografía, en general asequible, al final de cada capítulo.

La obra puede leerse como un intento de refutación, conseguido en mi opinión, de la siguiente reflexión de Jordi Carbonell (1924-2016), uno de los intelectuales orgánicos más reconocidos e influyentes y admirados (en su ámbito) del nacionalismo independentista (participó en la Diada de 1976, la de Sant Boi), publicada en Taula de canvi, la revista de Alfonso Carlos Comín, en su número de julio-agosto de 1977: «El castellano es la lengua que el poder opresor ha procurado imponer en un intento de genocidio cultural que era consecuencia de una política imperialista». Más aún: los escritores catalanes en castellano «constituyen un fenómeno cultural inimaginable sin la victoria del fascismo». Conclusión: «si la cultura catalana sigue su ritmo histórico tenderán a desaparecer por sí solos». De hecho, Montserrat Roig, en la misma encuesta de la revista, apuntaba tres categorías: los escritores botiflers que habían cambiado de lengua en 1939 con la victoria franquista; los escritos nacidos en Cataluña que no tuvieron acceso a la cultura catalana (Vázquez Montalbán, Candel, ambos citados por MR), y las élites surgidas a partir de los años cincuenta del siglo XX que consideraban la cultura catalana localista y habían caído en la trampa política del franquismo al escribir en castellano).

No salían bien parados estos últimos, tampoco los primeros por supuesto.

La anécdota que según explicación del propio autor desencadenó todo: 23 de abril de 1997, Sergio Vila-Sanjuán recorrió varias librerías para escribir su crónica sobre el día de Sant Jordi para La Vanguardia. Se encontró en una de ellas, «Ona» es su nombre, con el entonces presidente de la Generalitat, Jordi Pujol. Sergio Vila-Sanjuán le preguntó por sus lecturas y sus planes para la jornada. La respuesta del «molt honorable manipulador»: era un buen momento para comprar novelas porque el nivel de la narrativa catalana estaba muy alto. El gran patriarca enumeró una serie de autores de primera categoría en lengua catalana. Como no había señalado ningún escritor en castellano, Sergio Vila-Sanjuán le recordó que «un peso pesado de la narrativa barcelonesa, Eduardo Mendoza, había publicado hacía muy poco Una comedia ligera, una de sus obras más notables». La respuesta del «honorable defraudador» fue: «No és el mateix», y pasó a otro tema.

Sergio Vila-Sanjuán intenta dar sentido y respuesta, desde una perspectiva crítica, a ese «no es lo mismo» pujolista.

Algunas de sus tesis y aportaciones (tomo pie básicamente en las conclusiones de Otra Cataluña, pp. 357-359):

1. La primera figura relevante de la literatura catalana en lengua castellana no fue Juan Boscán (siglo XVI) sino ya en el XV, tras el Compromiso de Caspe, con figuras como Enrique de Villena o Francisco de Moner.

2. Tras Boscán la línea continúa, no se interrumpe. La producción cultural catalana en castellano no puede compararse con el Siglo de Oro pero sí resulta durante largo tiempo (al menos entre 1550 y 1850, trescientos años nada menos) absolutamente central en Cataluña: los siglos XVI y XVII son los siglos de los cronistas; el XVIII es eclesiástico y académico; el XIX es «el de los grandes hombres de letras, los polígrafos y pioneros de la industria cultural»; el XX el de los novelistas y poetas (también dramaturgos, periodistas y cantautores).

3. La producción cultural catalana en castellano de los siglos XIX y XX tuvo un protagonismo importante en la cultura española.

4. La utilización del castellano en Cataluña como lengua de cultura, en opinión de Sergio Vila-Sanjuán, se debe, a lo largo de los siglos, «a tantos motivos diferentes que resulta imposible una teoría de conjunto». Las razones son diversas.

5. El uso del castellano fue hecho en momentos de condiciones restrictivas para el catalán pero también en condiciones de total libertad.

6. Algunos de estos escritores en castellano se les puede tildar de conservadores; a muchos otros no, en absoluto.

7. No puede atribuirse al franquismo la existencia de la tradición cultural castellana ni tampoco al Decreto de Nueva Planta. No fue así, no ha sido así, digan lo que digan los ensayistas nacionalistas.

8. Considerar cultura catalana a solo una parte, la escrita en catalán, es confundir la parte con el todo.

9. Los actuales usos antroponímicos instan a referirnos a Pau Piferrer, Francesc Pi i Margall, Francesc Ferrer i Guàrdia. No eran esos los nombres con los que ellos firmaban. 

Breves comentarios críticos: 1. No es Laie, la librería, sino Laye de layetanos,el verdadero nombre de la revista de los años cincuenta a la que se refiere Sergio Vila-Sanjuán. 2. Se echa en falta un índice nominal, muy útil en un libro como este. 3. No estoy seguro que el título sea el más adecuado. Tal vez mejor, «La Cataluña olvidada» (o subvalorada o incluso menospreciada). 4. Hubiera sido más que correcto, al tratar ciertos autores y épocas, citar un libro imprescindible: En menos de libertad de Esteban Pinilla de las Heras. 5. A diferencia de lo escrito con la presentación de otros filósofos (a Salvador Pániker, por ejemplo, que no es el único, le dedica el autor más de tres páginas), una sola referencia a Sacristán (esta: «antes de llegar al marxismo, que en Barcelona lideraba, en el plano político-cultural, su amigo y compañero generacional, el ensayista Manuel Sacristán», p. 261) y ni una sola a Francisco Fernández Buey. Sacristán, por supuesto, no sólo fue un ensayista. 6. Sergio Vila-Sanjuán tiende a pensar cultura escrita en términos novelísticos y poéticos, sin tocar u olvidándose de otras aristas.

Llamo la atención por su utilidad, a pesar de la simplificación y algunos olvidos importantes, de la cronología final: pp. 364-365.

 

Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2018

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.