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Una semana que dejará sus rastros

Fuentes: Rebelión / CLAE

Primero fue la carta de Cristina, le siguió el acto por el X aniversario de la muerte del expresidente Néstor Kirchner, y llegó el plato fuerte de los violentos desalojos de las “tomas” de tierras.

El gobierno parecía uno de esos viejos boxeadores que viven la amargura de un pasado que no vuelve y las necesidades de unos pesos para seguir sobreviviendo, a pesar de los golpes de la vida.

De chico conocí a uno de ellos, lo había visto en un viejo boliche, haciendo sombra, tiraba golpes al aire y esquivaba otros tan imaginarios como los propios. Todo por unas monedas para sobrevivir.  El gobierno de Alberto Fernández, a medida que pasa el tiempo, cada vez más se parece a esta triste imagen.

Al mismo tiempo, desde la sociedad se reclamaba la opinión de Cristina Fernández de Kirchner, la mayor accionista de la coalición gobernante y dueña mayoritaria de los votos que depositaron a Alberto Fernández en la Casa Rosada.

La carta de Cristina

En la última semana abundaron –comenzando por su carta- los gestos de Cristina. En ella, todo parece indicar que su mensaje fue claro: Vos gobernás…, “nuestro espacio fue generoso…, pero hay funcionarios que no funcionan”. Hay condiciones para pensar que procura poner distancia con el gobierno.

Su propuesta de un gran acuerdo para encontrar remedio al bimonetarismo le sirve para el objetivo de reaparecer como perspectiva de unidad si este gobierno no sale del actual atolladero. Todo ello apunta a lo que los politicólogos llaman “gobernabilidad”. Ella se propone como garante de la misma. Con Alberto o para un próximo mandato con destino presidencial para ella o su hijo.

Con esta carta y su impacto reasume el rol de conductora de su espacio y de máxima referente de la coalición gobernante y coloca a todo el peronismo  en la obligación de defenderla. Esto lo hace al sostener que sus enemigos no estaban en contra “de sus formas”, sino en contra del peronismo.

Ausencias en homenajes y al cierre del debate sobre el Presupuesto

Si bien entre Cristina y (su hijo) Máximo hay algunos baches en sus comunicaciones, o aparentan tenerlos, hay un par de gestos que los ubican en una misma y rotunda dirección. Ambos faltaron al acto de homenaje en el Centro Cultural Kirchner, dejando al Presidente sin esa foto que necesitaba.

Éste la reemplazo con otra cuando ingresa al acto flanqueado por Vilma Ibarra y Sergio Massa, dos de las personas visiblemente cuestionadas en la carta de Cristina. Una, Vilma, considerada entre quienes recibieron el beneficio de la mencionada “generosidad” a pesar de un libro publicado en su contra; Massa por ser uno de aquellos que la querían ver presa.

La ausencia de Cristina y Máximo al X aniversario de la muerte de Néstor Kirchner no es una cuestión que pueda pasar inadvertida. Esa ausencia se completó con el hecho de que Máximo, se retiró de la sesión de Diputados, sin cumplir su rol –presidente del bloque- de defender el proyecto oficial del Presupuesto, finalmente aprobado.

Las “tomas” de tierra y la torcida balanza de la Justicia

El pasado jueves 29 será un día bastante importante cuando se cuente la historia de este gobierno. Ese día, en Guernica (en la provincia de Buenos Aires) y Santa Elena (en la Provincia de Entre Ríos) se produjeron dos hechos distintos pero semejantes.

En Guernica, la Justicia hizo lugar al desalojo de unas 1.400 familias que desde hacía más de 100 días ocupaban unas 100 hectáreas procurando tierras para sus viviendas.

Cuando todo parecía acordado, el gobierno se echó atrás y vino el Rambo nativo, el secretario de Seguridad de la Provincia, Sergio Berni, con sus centelleantes tropas (más de cuatro mil policías de la bonaerense) para restablecer la propiedad privada de quienes estaban bastante privados de papeles.

En Santa Elena, un fallo había autorizado a que -por decisión de una heredera- un largo conflicto familiar se transformara en un hecho político, donando tierras para un proyecto agroecológico. Otra jueza, de un nivel superior, ordenó –violando el principio de la “sucesión indivisa” el desalojo de tales ocupantes (la heredera y un grupo de militantes de una organización social).

Dolores Etchevehere, la singular heredera fue presa y esposada, luego liberada. Luis Etchevehere el beneficiario de ese último fallo, Presidente de la Sociedad Rural y ex ministro de Mauricio Macri, lo festejó en la tranquera del campo en cuestión, lo acompañaba Patricia Bullrich, ex ministra de Seguridad macrista. Ambos compartieron esa alegría al grito de: ¡Viva la Propiedad privada!

El gobierno ganó la “gobernabilidad” que dan los poderosos, pero perdió en el “peronismo del pueblo”. Evita, desde el cielo, mira compungida por lo lejos que había quedado aquella idea de Donde existe una necesidad, nace un derecho”.

Es aún mayor la lejanía con la reciente advertencia del Papa Francisco en su encíclica Fratelli-Tutti diciendo lo que muchos cristianos, ganados por las ventajas del César (poder y dinero), han olvidado que “Dios ha dado la tierra a todo el género humano… la tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el derecho a la propiedad privada”

Juan Guahán. Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)