Podríamos hacer todo un libro de atrocidades acometidas por las sociedades de derechos de autor en el mundo en este comienzo del 2012. La mayoría de los casos reflejan el poco sentido común que tienen y queda claro que su lucha no atiende a la evolución sino al dinero por encima de la innovación. La […]
Podríamos hacer todo un libro de atrocidades acometidas por las sociedades de derechos de autor en el mundo en este comienzo del 2012. La mayoría de los casos reflejan el poco sentido común que tienen y queda claro que su lucha no atiende a la evolución sino al dinero por encima de la innovación. La última fechoría nos llega desde Bélgica y es que SABAM, sociedad de copyright en el país, pide royalties a los voluntarios de una biblioteca pública con problemas de liquidez. Derechos de autor por la lectura voluntaria de libros a grupos de niños.
Suena terrible pero es cierto. La historia surge a raíz de una investigación que llevó a cabo Robin Wauters en The Next Web al enterarse de la noticia. El reportero se había enterado de que SABAM, la sociedad de gestión belga, estaba exigiendo a una biblioteca pública a pagar los derechos de autor por la lectura de voluntarios a grupos de decenas de niños pequeños.
El caso se anunció a través de la biblioteca Dilbeek, quienes reciben diariamente a grupos de niños de hasta 10 años para introducirlos en el mundo de los libros. Un representante de la biblioteca se puso en contacto con un medio del país para denunciar que el pequeño presupuesto del que disponían no daba para pagar los derechos de autor. El hombre explicaba que se trata de acercar a los niños a la cultura y abogaba por un cambio voluntario de SABAM en sus políticas.
Así que se pusieron en contacto con SABAM para saber si se trataba de una broma o efectivamente estaban actuando así. La respuesta de la sociedad no dejó lugar a dudas:
Las bibliotecas públicas también tienen que pagar por el derecho de leer libros a los niños.
Increíble pero cierto. Un caso más que nos viene a indicar la ignorancia de estos vampiros que cortan cualquier posibilidad de avance que no tenga que ver con su negocio. En este caso es aún peor ya que les acabará afectando a ellos mismos. Si una biblioteca se dedica a promover la cultura y la propia lectura en los más jóvenes debería ser beneficioso para ellos. Los niños aprenden a leer y en el futuro serán grandes lectores y por tanto consumidores de libros… quizá eso les de igual.